Los banqueros que hablen de saldos, y punto

Espectacular la columna de Juan Carlos Escudier en ElConfidencial.com/ del fin de semana: que un ejecutivo bancario millonario hable de eliminar el Estado de Bienestar es una estupidez increíble, pero ocurre. Un ejecutivo del SCH cometió semejante imbecilidad, sólo explicable en la emergencia cotidiana en que viven quienes rodean al enjuiciado Emilio Botín. La columna:

POR JUAN CARLOS ESCUDIER (*)

Para los banqueros no hay nada imposible. Parecía difícil encontrar algo más grotesco que el episodio de José Bono y sus medallas, hasta que llegó Alfredo Sáenz, el chico de los recados de Emilio Botín, y sentenció que hay que desmontar a matacaballo el Estado de Bienestar en Europa "o realmente vamos a tener un problema". Quien da la voz de alarma es un sujeto que se levanta al año 5,75 millones de euros y que tiene asegurada una ‘jubilación’ de más de 60 millones de euros, una bagatela para los muchos méritos que atesora.

Estos ejecutivos con el riñón forrado de titanio resultan un poco cargantes y han borrado aquella romántica imagen del usurero contando billetes a la luz de la vela, tan dickensiana ella. Se ha acabado la prudencia de este gremio, que no hace muchos años se reunía periódicamente a la siciliana en la sede de Banesto con una omertá digna de elogio. Luego llegó Mario Conde, le hicieron doctor honoris causa, se puso pesadísimo con la regeneración de la vida pública y sigue todavía en el trullo. Un consejo para Don Alfredo: si se deja barba, póngala en remojo.

Otra cosa sería si el consejero delegado del SCH hablara de lo que realmente entiende e iluminara con su sapiencia al resto de los mortales. ¿Quién no agradecería que Sáenz le explicara cómo se abre una cuenta en un paraíso fiscal y cómo se la transfieren fondos? ¿Qué ingrato no besaría sus plantas si le diera a conocer la fórmula de la piedra filosofal, que en versión bancaria consiste en hacer legal el timo de la estampita?

¿Por qué no nos explica qué hay que hacer para hacernos merecedores de ese tipo de despido libre que se aplica en su banco a empleados como Amusátegui (43 millones de euros más sueldo vitalicio de 5 millones al año) o Corcóstegui (108 millones de euros)? ¿Díganos al menos qué servicios hay que prestar, sean o no gástricamente aceptables?

Aun siendo innegable que Sáenz es un experto en bienestar, sobre todo en el propio, no está de más recordarle que entre los trabajadores a los que hay que flexibilizar posiblemente se encontrarán accionistas del SCH a quienes el banco paga menos dividendo para hacer posible su estratosférico salario y que de los jubilados a los que hay que dejar sin pensión se nutren esos atractivos fondos garantizados de su entidad que en un país serio estarían, posiblemente, prohibidos.

a estructura que quiere desmontar Saénz, alguien que casi con seguridad va al médico en avión privado, es un signo distintivo de la identidad europea, una arquitectura social levantada en el último cuarto del siglo XIX, en la que por primera vez en la historia de la humanidad unos Estados se imponen, entre otras, la obligación de proteger a sus ciudadanos de la indigencia, no en un ejercicio de caridad, sino como reconocimiento a un derecho. El individuo, señor vicepresidente y consejero delegado, ya no era culpable de su pobreza.

Fue en aquel tiempo en el que la enseñanza obligatoria y gratuita se instauró en Francia (1881), cuando nuestro vecino dejó de ser un país de salvajes y los campesinos se hicieron franceses, en palabras del historiador norteamericano Eugene Weber. Lo que nuestro acaudalado banquero presenta como una losa hizo posible el despegue de Europa hacia a la modernidad. En 1900, mientras en los países más avanzados de hoy –Alemania, Francia o Reino Unido- aumentaba el gasto social, en España disminuía.

El Estado del Bienestar no fue un regalo sino una conquista. El avance socialista en Alemania está en el origen de leyes como la de pensiones de vejez e incapacidad (1889), la de accidentes de trabajo ( 1884) o la del seguro de enfermedad (1883), con las que se pretendía desactivar las ideas revolucionarias del proletariado y ganar aliados a la causa imperial. Europa entera siguió los pasos de Alemania, incluido el Reino Unido donde la pobreza de sus clases populares alcanzaba límites insoportables.

Esos son los antecedentes del llamado Estado del Bienestar, que conforman la naturaleza misma de Europa. Si el modelo ha de cambiar ha de ser para pervivir. Cualquier persona razonable entiende que la esperanza de vida de hoy es mucho más elevada que la que existía en la Alemania de Bismark y que los beneficiarios de pensiones lo son por muchísimo más tiempo. Reformar no significa eliminar.

Ser europeo es también una forma de entender el capitalismo, una manera especial de relación entre los poderes públicos y los administrados, un modelo que trata de devolver al camino a los que se ven empujados a la cuneta. Esto es lo que Alfredo Sáenz quiere desmontar. Que Botín nos proteja entonces.

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(*) ElConfidencial.com/ Madrid, España, 2004.

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