Una relación al borde del abismo

El presidente Néstor Kirchner está a la espera de un gesto positivo por parte del ex mandatario Eduardo Duhalde. Por otro lado, la Casa Rosada quiso mostrar su convicción de que es hora de poner un límite a los bonaerenses, pero una actitud en Diputados disparó el enojo presidencial. A continuación, la nota de la periodista Paola Juárez publicada hoy en el diario La Nación.

El Presidente espera en estas horas noticias desde Montreal. En esa ciudad, Eduardo Duhalde había defendido a Felipe Solá y había desatado la ira del Presidente. Néstor Kirchner decidió, como es su estilo, forzar al límite, y por primera vez, la alianza de poder que tiene con el jefe del peronismo de la provincia de Buenos Aires. Ese acuerdo quedó al borde del abismo.

Todavía queda algún margen para que se negocie una salida. El Presidente habla en privado de que está en riesgo la gobernabilidad y de que si el duhaldismo y la provincia de Buenos Aires no ceden, él está dispuesto a romper su alianza con Duhalde. Hace tiempo que escucha consejos para refirmar su poder y alejarse de lo que considera un condicionamiento para su gestión: los "aprietes bonaerenses".

Néstor Kirchner decidió en la quinta de Olivos, con pocos testigos, decir públicamente lo que piensa en privado: que no le debe nada y que él no va a condicionarlo. Tenía en ese momento noticias del fracaso de la sesión en la que estaba previsto aprobar el envío de tropas a Haití. Sabía de la ausencia de algunos duhaldistas y también de sus excusas (no pudieron llegar al Congreso por una protesta) y se molestó.

Minutos después, un ministro llamó al Presidente. Le dijo: "Vos no te podés bancar lo que dice Solá, porque nosotros le dimos un proyecto y estábamos negociando". La sola sospecha de que la presión del PJ bonaerense empezaba a trabar una ley en el Congreso lo decidió a forzar el límite con Duhalde.

Algunos de los que integran su entorno se alegraron porque el Presidente tiene a su lado a algunos que quieren que termine de definir su espasmódica relación con el caudillo bonaerense.

# Todo listo

En el despacho presidencial existen varias carpetas con información que, según fuentes cercanas a Kirchner, podrían perjudicar al gobernador bonaerense y a algunos funcionarios de la gestión anterior de Duhalde. El Presidente las usará si lo necesita. "Por ahora no quiere, pero si quisiera perjudicar en serio a Solá, tiene con que hacerlo y no lo hace", dijo a La Nación un hombre que ingresa en la quinta de Olivos.

Por ahora, algunos de sus hombres, como el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel, hicieron una advertencia. "El Banco Provincia concedió centenares de millones de dólares en préstamo a empresas insolventes y después, por ley, se creó un fondo fiduciario por el cual todas las deudas las absorbió la provincia. Sería bueno saber qué grado de ejecución tiene la cobrabilidad de estos créditos", dijo el funcionario. Kunkel fue el kirchnerista que lanzó hace tiempo la postulación de la senadora Cristina Fernández de Kirchner como candidata en la provincia de Buenos Aires y desató un tironeo con Duhalde.

El propio Presidente no descarta la candidatura de su esposa.

# La hora de Duhalde

"Ahora tiene que jugar Duhalde", dijo anoche a La Nación el ministro del Interior, Aníbal Fernández. Kirchner pretende que Solá baje sus pretensiones y cierre finalmente una negociación con el Gobierno.

El Presidente está conforme con el respaldo le brindaron varios gobernadores; hoy recibirá a los que faltan, con excepción de Solá y Jorge Sobisch (Neuquén).

Una vez terminado el operativo para aislar a Solá, definirá la próxima jugada mientras espera noticias de Duhalde, que llamó a silencio a sus hombres y dejó abierta una negociación entre la vicegobernadora Graciela Giannettasio y el ministro de Economía, Roberto Lavagna. Hasta el cierre de esta edición, no había existido una comunicación entre el Presidente y Solá.

El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quedó al frente de las negociaciones para llevar una respuesta al Presidente. Fernández es uno de los que más desaconseja pelearse con Duhalde a poco de cumplir un año en el poder.

El Presidente está convencido de que la jugada de Solá pone en riesgo la gobernabilidad y por esa razón hizo algo que nunca había hecho: reunirse con todos los gobernadores, incluidos algunos, como Carlos Verna (La Pampa), de quienes los Kirchner piensan que representa "lo peor de la política".
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En Olivos y en la Casa Rosada, el Presidente se mostró seguro de que era el momento de marcar un límite, aunque pusiera al borde del abismo la alianza de poder que lo llevó a la Presidencia.

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Por Paola Juárez
De la Redacción de La Nación.

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