Política y Sociedad: cuando la culpa es compartida

(*)POR GABRIELA POUSA Cuánto tiempo más estirará el Gobierno la puja con el duhaldismo es un misterio.

"En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panadería." Ortega y Gasset

Cuánto tiempo más estirará el Gobierno la puja con el duhaldismo es un misterio.

Lo que sí, es dable afirmar es el hartazgo que, todo ese circo está provocando en gran parte de la sociedad. Desde ya que, el grotesco seguirá siendo tolerado por otros sectores sociales, en tanto se lo acompañe con subsidios, impunidad (comparable a complicidad), planes jefes de hogar, asistencialismo y metodologías tendientes a reforzar el aval de punteros políticos, intendentes, etcétera. Y es que no existe la proclamada "nueva política" más allá del discurseo.

En este contexto, la pregunta crucial apunta a desentrañar cómo mantener la paz… Claro que los mecanismos no son tampoco novedosos y se basan siempre en un derroche de gasto público allí donde subsiste mayor amenaza.

Aceptemos que por ahora, la clase media sólo protesta en mesas de café. Ajustaron cinturones, sin duda, pero las heladeras todavía tienen reserva suficiente. Y eso lo saben los dirigentes. En definitiva, Argentina no termina de tocar fondo. Siempre hay un margen de resistencia y, tristemente, es menester asumir que el acostumbramiento se ha hecho carne en la sociedad. ¿Qué otra explicación cabe?
Europa logró superar escollos más graves, es cierto. Pero Europa sí, tocó fondo.

La gente, esa "clase media" a la que hiciera referencia vio pasar ejércitos, flamear esvásticas y entregó generaciones enteros a la guerra. Después de eso, o se arremangaban todos o perecían. Convengamos que no es ese el tipo de crisis que afectó y afecta a Argentina. Puertas afuera, modelos hay muchos pero pretender importar fórmulas de crecimiento no es fácil con esta idiosincrasia compleja adentro.

La sociedad -de alguna manera-, ha ido aceptando, cediendo terreno y ya no hay conciencia acerca de dónde estaba el límite. Nuestros abuelos jamás hubiesen creído que sus nietos admitirían convivir con la delincuencia. Sin duda, ellos no habrían permitido que familias íntegras pasen las noches revolviendo basura a la entrada de sus domicilios. En esas épocas, ¿cuánto tiempo podía pasar alguien durmiendo entre trapos y diarios viejos? No existía el grado de tolerancia con lo antinatural que hay en estos días. No se convivía con los problemas, se los resolvía.

Hoy por hoy, estamos armonizando la convivencia con despojos que, sucesivas administraciones forjaron a través de la desidia, la ignorancia y la incompetencia.

Los obstáculos no fueron removidos, se los ha institucionalizado. La pobreza no fue superada, sólo se la ha organizado de manera tal que no sume a la hora de mostrar índices de desnutrición, analfabetismo, etc. A los últimos gobiernos les ha resultado más fácil institucionalizar los conflictos que resolverlos.

De esa forma nació, sin ir más lejos, el "oficio" de cartonero. ¿Cómo es posible que hurgar en basureros pase a considerarse un empleo en el siglo XXI? Pasa en Argentina. Y nadie lo explica.
Del mismo modo, cabe preguntar ¿cómo no es delito la usurpación de la propiedad?

Aunque sin duda, esto último puede ser menos complejo de explicar. La `jurisprudencia’ -en este caso- está en la misma dirigencia confiscando los bienes del pueblo. ¿Con qué autoridad pueden, ahora, juzgar? Ese camino es el que nos ha traído hasta acá.

Nada varió de la noche a la mañana. Guste o no, nos hacen lo que permitimos que se nos haga. Desde luego, no es fácil de digerir que, en un panorama político se involucre a la sociedad y la culpa no recaiga únicamente en la casta política. (Disculpas por la osadía) Pero, la verdad es siempre menos peligrosa que ardides o eufemismos.
Una hipótesis que arranque de un falso silogismo, no arribará a un teorema que nos puede ser de utilidad.

Lo que se halla, en la base misma de la decadencia actual, es la sumatoria de problemas que la política ha ido induciendo a tolerar con diferentes artimañas hasta perder noción de la conflictividad.

Permítaseme comentar una experiencia personal: días atrás, caminaba por Buenos Aires junto a un turista. De pronto, me doy cuenta que no seguía el ritmo de mis pasos. Miro hacia atrás y se había quedado perplejo parado frente a una mujer con tres chicos durmiendo entre cartones y trapos en pleno centro. Cuando me alcanza, me mira azorado sin entender cómo era posible que siguiese indiferente frente a tamaño espectáculo. No es grato admitirlo pero muchos de nosotros estamos acostumbrados a esa realidad. Se ha convertido en parte del paisaje, ha pasado a ser algo "natural"…

Con los piqueteros pasa algo similar. ¿Era impensable que terminasen usurpando propiedades? No. Basta ver cómo se han venido desenvolviendo y las amenazas explícitas que hicieran, para advertir que hacen lo que se les ha dejado hacer. El año pasado tomaron el Ministerio de Educación, sin ir más lejos.

No hubo ninguna política capaz de evitarlo. Incluso es factible que mañana lleguen más lejos. ¿Qué se los impide? El Gobierno no. ¿La Constitución? Los mismos políticos se han ocupado de convertir -a la Carta Magna- en un libro de páginas en blanco.

¿Respeto? ¿Cómo inculcarlo cuándo el mismísimo Presidente bendice a piqueteros aliados y ni siquiera asiste, por ejemplo, al acto en conmemoración de la Bandera Nacional? Posiblemente, hace tiempo se haya vaciado el fondo, pero nunca -como ahora- se han suprimido incluso las formas. Hablar de democracia es casi una utopía.
Amén de que no hay régimen de mayorías tampoco existe respeto por minorías. La sola emisión de un voto no garantiza soberanía.

# La clave es recaudar

Kirchner sabe que, en este desorden de cosas, no podrá mantenerse al frente de la Presidencia cuando acabe su mandato. De allí, el desvelo por una caja capaz de solventar el cargo.

La semana pasada el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció un préstamo de US$ 5.000 millones que se destinará a la asistencia social. A su vez, el organismo "solventará proyectos de inversión aproximadamente por US$ 1.500 millones en áreas de infraestructura y el resto, irá a fortalecimiento institucional y gobernabilidad".

Paradójicamente, no se han escuchado voces que esclarezcan por qué no afianzar la gobernabilidad y la base institucional con políticas concretas, con actos y respetando la independencia de poderes…

Asimismo, no es casual que la noticia del crédito se conozca simultáneamente, con el índice de desempleo (14,4%) a través del cuál surge que 2,18 millones de ciudadanos están aún sin ocupación en el país. Claro que, a esa cifra debe sumarse 2,38 millones más que, si bien poseen alguna suerte de puesto, están sub-ocupados.
Y si acaso se extiende el dato de desempleados a todo el país (sumando a la población rural, no considerada en la encuesta), el número de los afectados alcanza los 2,45 millones. Y cuidado, porque en la estimación de los índices laborales aparecen como "ocupados", unos 597.000 beneficiarios de planes sociales.

¿Será que lo único que no se devalúa en Argentina son las estadísticas?

En coincidencia con esto, el vocero y/o jefe de Gabinete, Alberto Fernández salió a revelar que el Presidente está presto a anunciar un "plan ambicioso de obras públicas" para aliviar la desocupación.

Si no se está pagando lo que se debe a acreedores y bonistas ¿dónde va el mentado superávit fiscal y el anunciado récord histórico en la recaudación que equivale al 21% del PBI? Porcentaje, además, injustificado teniendo en cuenta el nivel de servicios brindados por el Estado como contraprestación a las obligaciones fiscales.

A ello, sumemos los préstamos internacionales y lo que reste de la división de fondos de la coparticipación (una vez que se pongan de acuerdo Nación y provincias) y queda resuelta la ecuación.
Así se explica cómo puede, Néstor Kirchner, perpetuarse en el poder sin estructura partidaria ni otra transversalidad que no sea unos cuántos insurrectos "oficializados", bendecidos el lunes pasado, en el predio de Parque Norte.

Parte de ese dinero debe estar alimentando ahora, tantos elogios que dispensa al jefe de Estado, el ex socio de Raúl Castells, el piquetero oficialista Luis D’Elía.

En vez de buscar solución a la andanada de intereses sectarios –disfrazados de marginalidad- se "legalizó" una parte de aquellos. "Si no puedes con el enemigo, únete a él". A tal fin asistieron al acto el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli; y la averiada Alicia Kirchner. Se institucionalizó, otra vez, lo que debiera solucionarse definitivamente.

¿Cuánto falta para que comience la contienda (tampoco nueva) entre bandos del mismo pueblo? Las huestes de Castells no se atemorizan por un acto, y mantienen independencia de acción, ante la impunidad manifiesta.

Lo que nadie cuestiona es que no haya un fiscal pidiendo que amplié declaración D’Elía, quién manifestó estar al tanto de un plan para voltear al Presidente con Castells y Eduardo Duhalde a la cabeza: "Hasta en la cárcel Castells tuvo negocios con Duhalde" (D’Elía dixit)

Es evidente que cada vez son más los conspiradores en Argentina. Pero todo esto, es parte de un ya conocido preámbulo. En el Panorama del 18 de Agosto de 2003 puede leerse declaraciones de Luis D’Elía sosteniendo que "El conjunto del pueblo que avala la política del Presidente tiene que crecer en organización para responder estas embestidas que hasta yo no dudaría, pueden provocar una crisis institucional. El poder está agazapado y no perdona. Y Kirchner va a fondo, por eso lo que queremos es un cambio. Estamos dispuestos a defender la institucionalidad y el camino con uñas y dientes"

De este modo, ¿cuál es la novedad del día? ¿Qué se reúnan en Parque Norte?

Si no lo hicieron antes allí es porque lo hacían en la mismísima Casa Rosada. Qué el líder piquetero forma parte del gobierno, no es ningún secreto. Un año atrás desde Balcarce 50 ya anunciaba las internas que azotarían al Justicialismo al declarar: "No vi al vicepresidente, Daniel Scioli. Quizá, sea la cabeza de playa de las contradicciones que se van a operar en el partido justicialista dentro de poco".

Al margen, si la policía está cuestionada y diezmada (aún sin causa), si ya no queda institución con prestigio y credibilidad, era previsible que Kirchner forjara su propia Guardia Nacional.

Mientras tanto, seguiremos sin política de Estado capaz de frenar las violaciones constitucionales de grupos reaccionarios que cercenan la libertad de los ciudadanos comunes: esos sin resguardo, sin guiños, sin aval ni derechos más que al parecer, el de callarnos. (Guardo para reflotar, dentro de un año, el Panorama de hoy…)

La demostración de apoyo del Gobierno a un grupo tampoco se da en circunstancias casuales, sino justo cuando se retoman las conversaciones con el FMI. Pretenden que sirva también de barrera para los vaivenes que puedan surgir en esa materia. En Agosto del 2003, afirmaba D’Elía: "Vamos a respaldar a un Presidente firme en convicciones y que no está dispuesto a pagar de más al FMI o a seguir otorgando beneficios a estos señores que ganan cuantiosas fortunas y que no quedan en el país sino que son recursos llevados al exterior"

Por último, si Kirchner reniega que haya sido Duhalde quién lo subiera a la Presidencia ¿por qué D’Elía no renegaría de su alianza previa con Castells? Lo que no podrá es justificarse aduciendo que aquella, era otra Argentina puesto que, si bien se mira, lamentablemente, Argentina sigue siendo la misma...

# "Crónicas de ayer y hoy"

En materia de seguridad las cosas no son tan diferentes. Un año atrás, exactamente en julio de 2003 se leía el siguiente titular en un importante matutino porteño "La crisis de inseguridad en Buenos Aires llegó a su punto más alto" Para mitigar aquello, el gobernador Felipe Solá pidió auxilio a la Nación y con el entonces ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, echaban al jefe de la policía bonaerense, Alberto Sobrado. Este no podía justificar una cuenta bancaria de 333.549 dólares en Bahamas. Una de esas típicas cuentas que nunca logran explicitarse y cuya plata nunca regresa. Algo similar acontece estos días con los fondos de la provincia de Santa Cruz: nadie sale a dilucidar dónde fueron a parar pero, por el contrario, nadie echa al "funcionario" que los expatriara, años atrás.

El 4 de Julio de 2003, el diario La Nación informaba que los máximos representantes del área de Seguridad nacional y de la provincia de Buenos Aires definían "el operativo conjunto contra el delito en el conurbano", habilitando una participarán de 2 mil efectivos federales". Gendarmes y prefectos patrullarían las calles "con total libertad y sin que se tolere ningún tipo de interferencia por parte de otras fuerzas".
La Federal aportaría información de inteligencia criminal, relacionada con eventuales focos delictivos en el conurbano. ¿Resultados? Ninguno o nefastos… ¿Por qué hoy la sociedad mantendría esperanzas en un "nuevo plan" que sostiene idénticas premisas? Recuérdese la sentencia de Einstein: "Con los mismos métodos no han de lograrse resultados diferentes".
Ese mismo día, el secretario de Seguridad Interior, Norberto Quintín discutía con abogados, el impulso de nuevas reformas a la legislación penal y procesal para luchar contra el delito. Todo eso ya es pasado (debería de serlo, al menos) Pero tuvo que morir Axel Blumberg para que la legislación en materia penal volviese a ser tema de discusión.

Ahí quizá, radica el problema: todo en Argentina queda en la polémica. La ciudadanía aún no sabe qué es lo que cambió pero sí sabe, y no es "sensación térmica" -como sostiene Aníbal Ibarra o Gustavo Béliz- que hay demasiados inocentes muriendo a causa de la delincuencia, día tras día.

Por esa razón, entre otras tantas es que no cierra el final de comedia que se diera al secuestro de Cristián Ramaro. A Dios gracias que el secuestrado esté sano y salvo.

Pero la trama es contradictoria y poco seria. ¿Qué festejaban en el Gobierno? ¿Qué buscaba Néstor Kirchner y Felipe Solá en la absurda carrera por ver quién llamaba primero a los padres de Cristián? Hasta del delito pretenden sacar algún rédito político…

En Baltimore, el encargado de seguridad sostiene que un resultado exitoso se da cuando se recupera a la víctima, al dinero y se meten presos a los delincuentes por 30/35 años mínimo, en un lapso de 48-72 horas, no más. Acá, reina el conformismo y no importa si los secuestradores siguen libres, sumando millones que sólo pueden invertirse en mayor infraestructura delictiva. En ese contexto, ¿quién puede asegurar el fin de los secuestros?

Carl von Clausewitz consideraba fundamental para cantar victoria, que el otro bando quedase derrotado "y para lograrlo las fuerzas propias: debían ser suficientes para obtener una victoria decisiva que no permitiera al enemigo reobtener su equilibrio" Los "enemigos de ayer" hoy pueden tranquilamente reorganizarse, no seamos ingenuos. Seis meses atrás cuando se rescató al padre de Jorge Rodríguez se afirmó que la banda estaba desarmada. Hoy, siguen pareciendo miembros. Son siempre los mismos nombres de prófugos y presos, los que se vinculan con los secuestros.

En este mismo sentido, téngase en cuenta que el domingo pasado fuentes de la policía denunciaban que son más de cien los delincuentes que antes asaltaban bancos, blindados y empresas y que ahora se dedican a cometer secuestros extorsivos.
¿Si los datos son tan precisos porque no están detenidos? ¿Todo tiene que ser tan misterioso y extraño en este país?

Quizá sea así porque lo permitimos o no terminamos de exigir políticas de Estado en lugar de parches y enmendados vanos. La pregunta es cómo hacerlo si no se admite el disenso…

¿Qué puede esperase de ahora en más? Sin mucha variante, lo que ya hemos leído en los diarios, años atrás. Y lo que -de algún modo u otro-, permitimos que suceda hasta que llegue por fin el día del "Darse Cuenta"…/

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(*) Gabriela Pousa es Analista Política. Licenciada en Comunicación Social/Periodismo (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) Estudios en Sociología del Poder (Oxford) Autora del libro La Opinión Pública: el nuevo Factor de Poder.

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