Claudio Villarruel: el señor TV en nota RRPP de Noticias

Cuando asumió como director de Contenidos y Programación de Telefé nadie apostaba demasiado por este sociólogo. Pero luego de que el canal que él comanda lidere desde hace dos años el rating y obtenga por 2do. año consecutivo el premio Martín Fierro de Oro, las cosas han cambiado. Claudio Villarruel goza hoy de fama y prestigio como así también de una visión particular que lo hizo confiar, cuando nadie lo hacía, con productos como "Los simuladores" y " Resistiré".

La revista Noticias de Perfil le da dedicado su último número a Claudio Villarruel. A continuación se reproduce de modo parcial la nota:

Hace menos de cinco años nadie daba dos centavos por él. Es más: en su círculo íntimo creen, aún hoy, que ponerlo al frente de Telefe puede haber sido, en un primer momento, parte de una estrategia maquiavélica. Poner un fusible para que saltara rápido y las cosas siguieran como hasta entonces. En diciembre de 1999, con la salida de Gustavo Yankelevich, Claudio Villarruel, histórico productor de VideoMatch, fue designado director de Contenidos y Programación de Telefe. Un contramaestre ascendido a capitán de un barco que hacía punta pero al mismo tiempo tenía horizontes de Titanic. Un "outsider, un tipo sensible", como le gusta definirse, que de un día para otro decidía sobre el trabajo de los que, ayer nomás, habían sido compañeros, socios y jefes. Un existencialista sartreano, proclama él, que a un año de estrenar puesto tuvo que renegociar los contratos de megaestrellas como Susana Giménez o Marcelo Tinelli, y decirles que bueno, que los tiempos habían cambiado y que ahora iban a cobrar menos. Y en pesos.

De este sociólogo graduado en la Universidad de Buenos Aires, amante de la música, el cine y la buena vida, dependía ahora la pantalla más conservadora de la década del menemismo. Cuentan los que todavía no pueden creer hasta dónde llegó Villarruel que buena parte de sus "amigos" esperaban un paso en falso y un golpe tremendo. Que incluso algunos de los más cercanos -productores de TV y empresarios del medio- se reían de él por lo bajo. Pero la venganza es un plato que se sirve frío. Y ahora es Villarruel quien se ríe, sin estridencias claro, de todos. Aunque no por soberbia: mientras en su biblioteca duerme el sueño de los justos el grueso tomo de "El ser y la nada", Villarruel dice haber madurado y pondera las virtudes terapéuticas del humor y la risa. Fue padre hace dos meses (le puso Sofía a su hija, "sabiduría" en griego) y aunque amaba el cine ultraviolento del japonés Takeshi Kitano, hoy no quiere saber nada de sangre y se queda con el moroso Kiarostami.

Es que está pasando por su mejor momento y no quiere que nada lo perturbe: el martes 22 Telefe arrasó en la entrega de los premios Martín Fierro, donde obtuvo 16 estatuillas más la de oro. Que fue para Resistiré. Y entregaron los protagonistas de Los simuladores, ganadores del año pasado en el mismo rubro. Huelga decirlo: dos productos del riñón de Villarruel. Además, Telefe amplió la brecha en la competencia por el rating con Canal 13 (15.10 puntos contra 10.9 en mayo), sus números están en azul (incrementó la facturación un 104 por ciento y tuvo un beneficio de 20 millones de pesos en el 2003) y exporta contenidos al exterior. Por si fuera poco Jorge Pérez Bello, CEO del Grupo Admira, que pertenece a Telefónica de España y maneja los hilos del canal, apoya sin condiciones su gestión. Decir que Villarruel está viviendo un momento de revancha es decir la verdad. ¿Por qué? Porque sus primeros meses de gestión no fueron fáciles. El mercado publicitario televisivo caía en picada -un 85 por ciento en dólares entre 1999 y el 2002- y, según cuenta uno de sus asesores, "nos tiraban a matar de todos lados". "Calculaban que íbamos a durar dos meses, que nos íbamos a estrellar contra el piso. Pero no nos conocían. Llegar no era lo difícil, llegar en aquel momento, llegaba cualquiera, el desafío era mantenerse", agrega. ¿Quién es en realidad Villarruel? ¿Qué piensa y cómo trabaja este director de programación al que sus enemigos acusan de autoritario y sus amigos definen como ligeramente engreído aunque abierto a escuchar a los demás? Éstas son las claves para entender al cerebro mágico de Telefe. El hombre que, como el célebre juego de mesa, funciona a golpes de intuición, sagacidad y sentido común. Un multiple choice que camina.

El revés de la trama. Villarruel debutó en el canal de las paradojas con rojos estancos en los balances, cada vez más profundos desde 1998. Para peor, hubo rebelión en la granja y los cortocircuitos con amigos y compañeros de trabajo como el ex mandamás Yankelevich, Marcelo Tinelli y los productores Alejandro y Sebastián Borensztein no tardaron en aparecer. Además, tuvo que enfrentarse, ahora del otro lado del mostrador, con las productoras que querían imponerle sus productos. Su negativa rotunda abrió un frente de conflicto nuevo. Más tarde, por alguna razón hasta hoy no develada, en la radio que por entonces pertenecía a Tinelli arrojaron los primeros dardos, y dejaron correr el rumor de que Villarruel no duraría en su cargo. El 2002 fue el peor año: el exitoso conductor de VideoMatch amagó con salir al aire y a último momento dio marcha atrás, en una jugada que se leyó como una zancadilla entre ex amigos.

En noviembre de ese mismo año los Borensztein, que sabían que se quedaban sin aire, publicaron una solicitada en el diario La Nación dirigida a Villarruel, que decía: "Comprendemos que no tengas suficiente tiempo para elaborar ideas propias. Pero eso no significa que puedas usar un material que no te pertenece y que es el resultado de meses de nuestro trabajo. Vaya una felicitación por el segundo puesto en el que colocaste al canal, lo que demuestra que con talento y esfuerzo podés alcanzar todos los objetivos que te propongas". La última ironía aludía a que en octubre del 2002, y por primera vez en siete años, Telefé había quedado segundo en el rating mensual detrás de su archirrival, el 13.

Pero hoy las peores tormentas parecen haber quedado atrás. El canal es seguido por el público, apoyado por los anunciantes y respetado por la crítica. Las cuentas no sólo cierran, son superavitarias. Hay, además, otra historia, no del todo conocida: así como, con cierto estrabismo, politólogos y economistas estadounidenses, europeos y argentinos rastrean aún hoy las causas por las que la Argentina pasó, en cincuenta años, de la opulencia a la miseria más dolorosa, el "caso Telefe" era hasta hace poco estudiado en universidades de los Estados Unidos. Querían saber por qué la situación económico-financiera del canal era el calco de esa paradoja nacional, pero dentro del universo de los mass media. La pregunta era: ¿cómo un canal líder en audiencia por años arroja, al mismo tiempo, pérdidas siderales? Pérdidas que, casualidad o no, en el país de la convertibilidad eterna y la música de fondo de la "fiesta menemista" ascendían a la suma del cachet de sus estrellas más destacadas. Hoy, según aclara Bernarda Llorente (38), subdirectora de Contendidos y Programación y mano derecha de Villarruel, las cosas cambiaron: "El Banco Mundial está estudiando nuestra gestión como un ejemplo de transparencia en management y reconversión empresarial. También lo hacen en la Universidad de Barcelona. Y nos piden asesoramiento desde países como Grecia, Turquía o Israel. Es más, en agosto nos invitaron de la India para hablar sobre el mismo tema".

Vuelta de tuerca. Si hay algo evidente es que la pantalla de Telefe no es la misma del 2001 a esta parte. Cambió, y mucho. La grilla empezó a dejar de lado los reality shows, y después de la despedida de Gran Hermano -en el que muchos vieron la materialización de la pesadilla literaria de Orwell- comenzó a poblarse de programas hasta ese momento impensados para una pantalla costumbrista y ultraconservadora. Los cambios, según declara Villarruel, fueron paulatinos y programados, pero también intuitivos, siguiendo la metodología del ensayo y error. Así, desembarcaron realities más cuidados (Popstars, Operación Triunfo), periodísticos como Ser urbano, series realistas y glamorosas (Disputas), de alta calidad formal y narrativa como Los simuladores y, en el 2003, Resistiré. ¿Qué pasó para que los contenidos de Telefe dieran tal viraje? Ocurrió un cimbronazo social sin precedentes. Se estaba cerrando -se está cerrando todavía- una era de diez años y se inauguraba, para bien o para mal, otra época. La Argentina cambiaba y alguien tenía que contarlo. El asunto era golpear primero y Villarruel corría con ventaja.
En 1996, un año antes de morir, el periodista Sergio Villarruel, su padre, le había dicho: "Preparáte, porque el país se va a la mierda". Tres años después, cuando le hicieron el ofrecimiento de tomar las riendas del canal, el augurio resonaba aún en su cabeza. Había que dar testimonio de un país en llamas, que devoraba cinco presidentes en una semana. Los espectadores querían otra televisión. Y como escribió el filósofo italiano Gianni Vattimo, en tales momentos y en esta sociedad, los medios de masas no sólo son determinantes: son la clave para multiplicar las visiones del mundo, revelar complejidades y ofrecer posibilidades de emancipación. El sociólogo Villarruel vio todo esto y claro: pegó y sacó la tajada más grande.

Noticias: ¿Cómo hizo para reconvertir en dos años un canal que lideraba en rating pero era inviable económicamente?
Claudio Villarruel: En el 2002 sufrimos la debacle como todos, y recién en el 2003 pudimos plasmar en términos artísticos el sueño que teníamos cuando asumimos. El 2003 terminó siendo el año más coherente, y se dio lo que todos esperaban que sucediera alguna vez: tener rentabilidad y liderazgo al mismo tiempo. Creo que en el fondo lo importante fue demostrar que calidad y audiencia pueden ir de la mano. El gran secreto de mi equipo de trabajo es no subestimar a la audiencia.
Noticias: ¿Esa fue la fórmula?

Villarruel: Sí, ir de a poco. No podíamos cambiar todo de un día para otro, poner de una sola vez Resistiré y Ser urbano. No creo en los cambios bruscos. La idea fue ir de a poco, no romper los esquemas totalmente. Empezamos con Tiempo Final, y le fue muy bien. Después vinieron Los simuladores, Disputas. Y recién entonces nos pusimos a hacer novelas distintas como Yago, hasta llegar a Resistiré.
Noticias: ¿El cambio respondió a una estrategia, entonces?

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