Bielsa: Ni Talleyrand Périgord ni von Metternich, apenas un hincha de Newell's

POR EDGAR MAINHARD Rafael Bielsa, ex asesor de Raúl Granillo Ocampo, de Elías Jassán y otros ministros de Justicia de Carlos Menem, es más conocido por sus simpatías por el club Newell's Old Boys, de su Rosario natal, que por su habilidad diplomática. Acaba de corroborarlo peleándose con un funcionario del Departamento de Estado el mismo día cuando su hermano, Marcelo, el DT de la Selección, se peleó con los jugadores Samuel y Crespo. Parece que los ánimos andan caldeados...

Cada vez que que alguien desea evaluar el desempeño de Rafael Bielsa al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, aparecen atenuantes para su mediocridad.

Unos dicen: "Pero en el fondo es buen tipo... es amigo de periodistas como Eduardo van der Kooy (de Clarín) y no tiene la culpa de tener un hermano como Marcelo Bielsa, el entrenador de la Selección".

Otros argumentan: "Pobre... él creía que sería ministro de Justicia y le tocó la Cancillería. Está aprendiendo..."

En general se coincide que no es un Guido Di Tella, que tenía un prestigio en el Reino Unido y una red de contactos en USA de la que carece Bielsa, quien más bien ha sido de cabotaje por más que tenga un padre muy importante para la teoría del Derecho.

De esto puede dar fe su vocero, Oscar Feito, que conoció a Di Tella.

Cabe preguntarse cuál es la utilidad para los contribuyentes de tener un canciller que debe aprender su tarea. La tasa de retorno sobre la inversión es a muy largo plazo. Los contribuyentes deben aprender a considerar la performance de los funcionarios en quienes delegan responsabilidades en términos de costo/inversión/utilidad.

Las sociedades desarrollan las políticas de Estado para compensar algunas deficiencias al respecto. En el comportamiento de la Cancillería el paradigma es Brasil: aún cuando no tenga un canciller preparado para ese trabajo -lo que no ha ocurrido casi nunca pero imaginemos que pueda ocurrir-, en el Palacio de Itamaraty hay una tecnocracia capacitada y con capacidad de decisión, y el país cuenta con decisiones que van más allá de la coyuntura. Esto ayuda a compensar la idiotez o la ignorancia de un canciller.

Las limitaciones de Bielsa son importantes porque, además, todo el cuerpo diplomático acreditado en la Ciudad de Buenos Aires conoce, y a enviado memorandos a sus cancillerías, acerca del maltrato que el Presidente dedica a su ministro.

Alguna vez -antes de la pelea actual por el poder- Bielsa le ha solicitado a Eduardo Duhalde la transmisión de temas a Kirchner, porque éste, quizá para castigarlo por alguna cuestión (ya se sabe que los argentinos padecen un Presidente adolescente), no le atendía el teléfono durante varios días.

Pero a Bielsa le fascina pertenecer. Por ello está dispuesto a aceptar los gritos, los desplantes y las humillaciones del Presidente. La alfombra roja le provoca placer. Los códigos formales del mundillo diplomático coinciden con su apetencia de un universo de voces engoladas y conductas discretas.

Y aún no ha asumido la verdad: que él nunca será un Charles-Maurice de Talleyrand Périgord (entre otras razones porque el francés era un aristócrata, obispo excomulgado, sibarita de verdad, libertino y harto pragmático) ni un príncipe Klemens von Metternich (el austríaco, también aristócrata, era demasiado conservador para servir a un jefe con ínfulas de revolucionario).

En la Argentina hay piqueteros que no ocultan su interés en provocar un período pre-revolucionario, y su violencia preocupa a las empresas extranjeras radicadas en el país. Por eso la franquicia McDonald's hizo llegar sus inquietudes al Departamento de Estado, en USA, luego de que algunos de sus locales fueron invadidos por piqueteros y que las fuerzas de seguridad no intervinieran para desalojar a quienes ahuyentaban a los clientes.

Y, off the record, desde el Departamento de Estado se decidió apuntalar a una compañía ícono del capitalismo estadounidense.

La inquietud extranjera por los piqueteros la conocen, y comparten, Roberto Lavagna -de hecho, lo habló con el corresponsal de Financial Times-, José Pampuro -aunque luego, fiel a su estilo, reculó en sus declaraciones sobre la sociedad violenta-, y muchos empresarios como los de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa -se lo dijeron al ministro Gustavo Béliz- y del Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino -lo incluyeron en un comunicado-.

Pero Bielsa -a quien aún esperan en Chile para que brinde su versión del corte de gas que según el publicitario hoy de Kichner, antes de Domingo Cavallo, Fernando Braga Menéndez, no es importante- decidió sobreactuar, para solaz del Presidente.

En Pekín, Bielsa apuntó al subsecretario de Asuntos Hemisféricos de USA, Roger Noriega, por las expresiones de preocupación que partieron desde el Departamento de Estado, ante el conflicto social argentino.

Bielsa aseguró: "La verdad es que el gobierno argentino está harto de que este señor Noriega se entrometa en los asuntos internos de la Argentina". La falta de seguridad física para un inversor extranjero en la Argentina no es un asunto interno de la Argentina. Pero Bielsa quería impresionar por izquierda al Presidente.

Entonces, agregó que desde Pekín, él habló con el embajador estadounidense en la Argentina, Lino Gutiérrez, quien le habría pedido disculpas por las declaraciones.

Pero Bielsa quedó como un mentiroso porque Gutiérrez negó haberle pedido disculpas. "Tengo afecto y respeto por el canciller Bielsa pero, obviamente, USA no pide disculpas por el reporte atribuido a funcionarios de USA", dijo Gutiérrez, durante una conferencia de prensa en la embajada de su país.

Es lógico: Bielsa dice que el off the record provino de Noriega, pero Gutiérrez no puede hacerse cargo de un off the record.

Bielsa señaló que apenas se enteró de las expresiones pidió comunicarse con Colin Powell, pero que éste no estaba disponible ya que se encontraba en viaje a Turquía. Y aseguró que le "llamó muchísimo la atención que (Noriega) siempre utilice ámbitos informales para lanzar sus invectivas, que se alinean con las críticas de la oposición interna en la Argentina".

Es verdad que Noriega, en agosto de 2003, planteó la necesidad de que la Argentina explicitara un programa económico y a comienzos de año, ante la posibilidad de una visita de Kirchner a Cuba, criticó la relación del país con el régimen de Fidel Castro.

A Bielsa le fascinó cenar con Castro, y a Noriega le provocaría indigestión. Es verdad que son personas muy diferentes pero, además, representan a gobiernos que opinan distinto en casi todo. Resulta muy absurdo que Bielsa ignore que aún cuando para Condoleezza Rice y Donald Rumsfeld, Powell es una paloma, pertenece a un gobierno conservador que evalúa al de Kirchner como una administración de centroizquierda.

Lo más probable es que ahora cualquiera que pretenda vapulear a Bielsa le adjudique un off the record a Noriega.

Pero, además, es ridículo que Bielsa suponga que USA tiene una política para con la Argentina que Noriega viola. Mejor dicho: que Powell piensa diferente a Noriega.

Probablemente Noriega se exprese con formas similares a las de Otto Juan Reich, pero en el Departamento de Estado no hay un funcionario político que exprese una visión personal de los temas. Algo así puede ocurrir en la Argentina, no en USA.

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(*) U24, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004.

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