Arslanián se refugia en Página/12 para eludir el desborde en la inoperancia

Los hechos de violencia registrados las últimas semanas por reclamos populares frente a comisarías, obligaron al ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián a una evaluación frente al diario oficialista Página/12. Según el ministro, existen nuevos "fenómenos de exasperación social", aunque dijo que es necesario "crear reglas" para que la policía pueda controlar los desbordes en estas movilizaciones. El Gobierno nacional, por su parte, ratifica que "seguirá definitivamente" con su postura de no reprimir las protestas callejeras, aunque pidió "cordura" a los grupos que llevan adelante esas acciones.

En diálogo con el matutino oficialista Página/12, el ministro de Seguridad León Arslanián analizó los levantamiento populares contra la policía. Para el ministro, existe una "suerte de crispación social" que deriva en que las comisarías se vuelvan blanco "de la ira popular" .Y dijo que le resulta "paradójico" que estos hechos se produzcan cuando está en marcha un programa de cambios profundos.

"Creo mucho en el fenómeno espontáneo y empático de las respuestas de esta naturaleza", respondió al ser consultado sobre las recientes puebladas en comisarías. De todas formas, consideró que fueron "muy favorecidas" por la prensa y realizó un llamamiento para "bajar este clima de exasperación".

"Todos debemos contribuir, y cuando digo todos digo los que intervienen en esto, nosotros en la prudencia de nuestra respuesta, y los medios de comunicación en la prudencia con que se deben manejar tratando de no incentivar estas expresiones", pidió Arslanian en un reportaje con Página/12.

A continuación U24 le acerca el reportaje publicado esta mañana por el matutino

–¿Cómo analiza las últimas puebladas?
–Vivimos una suerte de clima de crispación social. Por lo general expresan cierto grado de insatisfacción respecto de los resultados de una investigación judicial por casos concretos.

–Aunque en los casos no estén involucrados policías, es tal el descrédito que tienen que las comisarías se han convertido en el blanco de la ira popular.
–Son el blanco de la ira popular, efectivamente, y aunque no surja en forma evidente o inmediata de la propia investigación buscan alguna responsabilidad policial sobre la base de un elevadísimo grado de suspicacia que hay acerca del funcionamiento policial. Es curioso y paradójico porque se dan precisamente en momentos en que nosotros estamos llevando adelante una depuración muy profunda y muy motivada de la Policía.

–¿Ve alguna mano negra detrás de estas manifestaciones?
–No tengo elementos para afirmar eso. Lo señalo como un hecho paradójico en el sentido de que antes esto no ocurría y probablemente había muy buenos motivos y hoy ocurre a pesar de este esfuerzo que estamos haciendo por cambiar una fuerza y volverla confiable.

–¿Han sido espontáneas estas explosiones de bronca?
–No estoy en condiciones de hablar de trasfondo político ni de una intención desestabilizadora. Creo mucho en el fenómeno espontáneo y empático de las respuestas de esta naturaleza. En algunos casos estas movilizaciones han sido acompañadas por expresiones piqueteras, algunas de las cuales probablemente tienen una filiación política, pero no veo que se trate de una maniobra orquestada. Lo que sí veo es que cuando se produce un fenómeno de activación social tan fuerte hay un fenómeno de imitación. Hay, además, una gran propensión de los medios de comunicación a acompañar este tipo de convocatorias públicas.

–¿Quiere decir que están favorecidas por la presencia de los medios?
–Muy favorecidas, claro.

–¿Analiza estas puebladas como expresiones de justicia por mano propia?
–Lo veo como una forma violenta de protesta.

–¿Las cuestiona?
–Sí, claro, sin dudas. No creo bajo ningún concepto que sea un procedimiento adecuado, mucho más porque genera una tensión muy grande que produce daños, en muchos casos pérdidas materiales importantes, como la quema de un vehículo policial como ocurrió el otro día (en Isidro Casanova). Me parece que es muy malo, que no conduce a resultados.

–¿Hay una escalada de violencia, como plantean sectores de derecha?
–Hay algunas manifestaciones de violencia que preocupan porque cada una de estas situaciones supone, cuanto menos, un despliegue policial muy importante y esto significa costos, movilización y esfuerzos. Insisto, estos fenómenos se reproducen luego por empatía. Todos debemos contribuir a bajar este clima de exasperación y cuando digo todos digo los que intervienen en esto, nosotros en la prudencia de nuestra respuesta, y losmedios de comunicación en la prudencia con que se deben manejar tratando de no incentivar estas expresiones.

–Unas semanas atrás la falta de respuestas de la Justicia desencadenó en Bolivia y Perú el linchamiento de un intendente. ¿Piensa que se está cerca de hechos similares tomando como blanco comisarios?
–Mire, en fin... no lo creo. Los fenómenos latinoamericanos tienen una suerte de empatía porque son más o menos parecidos los fenómenos socioeconómicos-culturales de base, la conflictividad social de base, el perfil criminológico, porque tienen las mismas deficiencias estructurales en materia de investigación y muchas veces también en materia policial. De modo que no es casual que estas situaciones estallen de forma coincidente en distintos lugares, pero no creo ni veo por ahora que exista ese riesgo de linchamiento de funcionarios o de justicia popular aquí. No creo que estén las cosas como para un resultado de esa naturaleza.

–¿Qué medidas tiene previsto tomar frente a estos levantamientos?
–Veamos..., lo que trato de hacer es de realizar todos los cambios y producir las respuestas que van en línea con una demanda popular fuerte de una mejor policía, de transparencia en el accionar policial, de depuración de la fuerza, de mayor seguridad. Desde el punto de vista de los episodios que se puedan producir haremos lo que hicimos hoy (por ayer) en La Matanza (ver página 14): contención, trabajar con el Ministerio Público Fiscal, dar la mejor respuesta posible a los reclamos que se están planteando. No veo otra forma posible de actuar.

–Usted echó ayer (por el lunes) al coordinador general de la Bonaerense por no haber tenido reflejos para frenar el descontrol en Tres Arroyos y evitar la toma del Ministerio de Justicia unas semanas atrás. ¿Qué antecedentes tenía para ser designado?
–Una larga actuación en la fuerza, cerca de 30 años; había llegado al grado superior, tenía una buena foja de servicios, en fin, merecía un buen concepto.

–¿Y qué es lo que le cuestionó puntualmente?
-Lo que le cuestiono tanto a él (Ernesto Lamardo) como al jefe de la Departamental de Bahía Blanca es no haber asumido el rol que tiene que asumir el policía, que es dar la cara, tener un rol importante como mediador, hablar con la gente, apaciguar los ánimos, establecer caminos de diálogo. No se puede tener una Policía que en vez de hacer eso se encierra y se desentiende de los problemas y cree que su misión es estar encerrada en una comisaría.

–¿Qué aspectos tuvo en cuenta para designar a Héctor Iglesia?
–Tuvo muy buen desempeño en el poco tiempo que llevaba en la Departamental de Lomas de Zamora, en el sentido de llevar adelante una acción de prevención importante, una gran cantidad de procedimientos para efectivizar capturas pendientes, detenciones de personas vinculadas con el delito, secuestros de automóviles robados, de droga. En un departamento de alta conflictividad como Lomas de Zamora aprecié personalmente que se estaba moviendo sumamente bien y que tenía una muy buena capacidad de conducción.

–¿Es una casualidad o no que Iglesia sea un padre que ha perdido un hijo a manos de delincuentes?
–Es una casualidad, no fue un dato decisivo, pero creo que ese hecho lo sensibiliza mejor para la comprensión de los problemas de los demás.

–¿Estos levantamientos populares ponen en riesgo su gestión?
–No sé si ponen en riesgo mi gestión, de todas maneras lo que me queda claro es que voy a seguir haciendo las mismas cosas que estoy haciendo ahora, sin hacer concesiones de ninguna naturaleza, para lograr este objetivo tan preciado de tener una policía como la gente.

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