Los viejos conocidos, con la misma receta

¿Cómo reinsertar a la Argentina en un mundo competitivo? Claves y consecuencias de la política implementada. Al respecto, U24 reprodujo una nota publicada en el diario platense Hoy.

Las intenciones están más a trasluz que nunca. Con la Argentina intentando salir del infierno, con el presidente Kirchner abriendo nuevos mercados para la economía en despegue, las apetencias foráneas reflotan otra vez. Son los viejos conocidos de siempre. Los que piden más y más, cuando es tiempo de quedarse con menos.

El FMI presiona. Los acreedores reclaman a los cuatro vientos. Ninguno de ellos entiende que la Argentina no está en condiciones de pagar lo que pagaba cuando el menemismo fabricaba pobres y cerraba fábricas.

Sin embargo, las recetas que ya vimos hacia dónde conducen vuelven a aparecer, como una letanía. Tal vez porque la Argentina hoy tiene récord de recaudación ellos suponen que pueden quedarse con la mayor porción de la torta.

Allí radica la clave del problema. El Gobierno nacional ya planteó que no pagará más que lo que puede, porque a nadie le servirá que el país se inserte en el mundo globalizado si lo hace con taparrabos. ¿O acaso los organismos de crédito suponen que si se produjera otro colapso social ellos podrían seguir cobrando?

Sin embargo, la buena intención oficial debe ir acompañada con señales más contundentes. Porque al margen de rechazar las intenciones del Fondo y de los acreedores (buena parte de ellos llamados buitres), el Gobierno debe destinar el superávit fiscal a resolver cuestiones estructurales como la pobreza y el desempleo.

Debe hacerlo sin dar limosnas. Se necesita empleo genuino, y oportunidades de salir para las empresas que apenas pudieron mantenerse a flote en el maremoto económico. Y, sobre todo, debe aparecer una estrategia de industrialización, ya que no alcanza con venderle soja a China, cuando nuestros vecinos exportan maquinarias.

Sólo así la Argentina podrá reinsertarse en un mundo cada vez más competitivo. Recién allí se estará en condiciones de comenzar a discutir si se debe pagar más los cómplices de habernos llevado al más oscuro de los pozos, aunque la respuesta, por obvias razones, debería ser igualmente negativa.

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