La preocupante duda de Mauricio

POR EDGAR MAINHARD Carlos Bianchi renunció a la dirección técnica del Club Atlético Boca Juniors, y de inmediato abundaron las especulaciones acerca de cómo afectará el acontecimiento al liderazgo político de Mauricio Macri.

Es probable que Macri no haya considerado, hasta la fecha, cuánto se relaciona su trascendencia social personal a la performance deportiva exitosa de Boca Juniors, y ésta a la permanencia de Bianchi. Ocurre que los otros tres entrenadores que contrató Macri para el plantel de jugadores profesionales de Boca Juniors fracasaron en el intento de campeonear: Carlos Salvador Bilardo, Héctor Veira y Oscar Washington Tabárez.

Imitando, aunque lo niegue, a Silvio Berlusconi, quien vinculó su movimiento político Forza Italia al éxito deportivo del club AC Milan y a su imagen de empresario exitoso, Macri le disputó a Aníbal Ibarra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y si perdió fue porque Néstor Kirchner volcó todo su predicamento, que por entonces era mayor al de hoy día, a favor de Ibarra.

Macri vinculó su imagen a la de Boca Juniors para diferenciarse de su padre, Franco Macri, el primer empresario que, durante 2001, solicitó auxilio financiero del Estado para su holding mientras él continuaba descorchando champagne acompañado por jóvenes aspirantes a estrellas de TV, y no pagaba el canon de Correo Argentino. Gracias a Boca, Mauricio dejó atrás el escándalo de importación de automóviles a través de Opalsen, que tuvo una contrapartida judicial complicada. Entonces, ¿toleraría la imagen de Macri una mala campaña deportiva de Boca? ¿Cuál es el valor agregado que Macri inyecta a su imagen para obtener cierta inmunidad frente a los éxitos o fracasos del club que preside?

Macri afirma que él es un joven profesional capacitado y con experiencia en la gestión, que carece de pasado en la política. Insiste en que si la población demanda nuevos dirigentes, él es una alternativa apropiada. Sin embargo, ¿Macri puede autodenominarse protagonista de la ‘nueva política’ cuando promueve permanentes intentos de seducción hacia el Justicialismo más tradicional?

Los hijos no son responsables de los errores de sus progenitores, y si Franco Macri ofrece grotescas entrevistas periodísticas para criticar a Carlos Menem y declararse un simpatizante de Néstor Kirchner, resultaría injusto culpar a Mauricio por la audacia de su padre de desafiar a la memoria colectiva.

Pero Mauricio sí es responsable de apalancar su futuro político en el colonialista Ramón Federico Puerta o en el devaluacionista Eduardo Duhalde.

La presunción de que sólo a través del justicialismo se puede aspirar al triunfo no coincide con quien, a la vez, afirma que renovará las prácticas políticas. Hasta ahora, los partidos mayoritarios demostraron una angustiante tendencia a preservar el sistema.

Además, carece de sentido llegar al poder a través del justicialismo y no controlar esa estructura partidaria. También debería tenerlo en cuenta el gobernador neuquino Jorge Omar Sobisch, tan interesado en vincular su proyecto político al del PJ.

Sin embargo, lo más peligroso que le ocurre a Mauricio Macri es su rechazo a cerrar filas con Ricardo López Murphy, quien ha expresado su deseo de organizar un amplio frente político opositor.

Macri afirma, cuando le preguntan por el diálogo con López Murphy: "Estamos conversando". La sensación es que intenta ganar tiempo, buscando que la situación política derive hacia una situación que le resulte más favorable y en la que López Murphy acepte desempeñarse en el rol de Horacio Rodríguez Larreta como Nº 2 del ingeniero boquense.
El mérito de López Murphy fue arrojar la idea del frente opositor y convocar a diversas fuerzas a integrarlo. La discusión de liderazgos la postergó hasta después de los comicios de 2005, y es correcto. ¿Por qué no fue Macri quien invitó a la creación del frente opositor? Porque depende en exceso de la táctica y estrategia de Duhalde y de Puerta, mientras que López Murphy sólo depende de su propio juego. Más allá de los errores que periódicamente pueda cometer el economista de Adrogué, provincia de Buenos Aires, no mira hacia el PJ ni la UCR antes de dar un paso.

Muchos de los jóvenes que participan del partido vecinal de Mauricio Macri, Compromiso para el Cambio, se encuentran confundidos por las dilaciones o no-decisiones de Mauricio, y descubren que hoy se encuentra mucho más cerca de integrarse al frente político opositor, Elisa Carrió y su ARI que Compromiso para el Cambio.

López Murphy será la base bonaerense de ese proyecto, y en la Ciudad de Buenos Aires se exhibió como base posible Carrió, ya que Macri demora su respuesta, sin tener en cuenta que muchos afirman que las acciones de Macri sufrirán una depreciación pos-Bianchi.
Es legítimo el deseo de Mauricio Macri de liderar proyectos políticos y no ir a la zaga de López Murphy ni de cualquier otro dirigente; pero es ridículo que repita una especulación que ya impidió, en los comicios del año pasado, articular fuerzas en forma conjunta. En parte, Macri hoy no es jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires porque no llegó a un acuerdo con López Murphy, que éste buscó hasta el mes de abril pero Macri especulaba con el respaldo de Duhalde, que nunca llegó.

Además, en la Ciudad de Buenos Aires, la de Duhalde no es una credencial que tenga predicamento, y las imputaciones contra el ex intendente de Lomas de Zamora y ex gobernador de la provincia de Buenos Aires son variadas y alarmantes. En ese cuestionamiento colectivo no tienen importancia las declaraciones de apoyo a Duhalde que realicen senadores nacionales, legisladores provinciales e intendentes. A todos ellos, antes que nada, se les cuestiona su representatividad, que es lo que se busca en los líderes de la nueva política, si es que la hay.

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