Tucumán: Menem al menos comía empanadas en la Casa de la Independencia

POR CARLOS ABREHU (*) La siguiente es la crónica de lo ocurrido en Tucumán del diario La Gaceta, de San Miguel de Tucumán, que además tiene la virtud de cuestionar al gobernador José Alperovich desde cuando era ministro de Julio Miranda, su antecesor. El autor es el periodista polìtico más interesante de Tucumán.

El gobernador José Alperovich perdió ayer la batalla que quería ganar a toda costa.

No consiguió el control de la plaza Independencia y frustró el acto político que Néstor Kirchner soñaba protagonizar en la capital de la República -por un día-.

Sus rivales en la lucha interna del peronismo y del sindicalismo se preparan para obtener réditos del traspié.

La imagen de una provincia dominada por la violencia se propagó velozmente por la televisión y por las ediciones digitales de los principales medios gráficos de la Argentina, con sus efectos erosivos.

Así se estropeó la fiesta más genuina que produjo Tucumán en su historia, y que alcanzó mayor jerarquía por una decisión federal en 1991. No obstante, en el campo de la política siempre se busca a los padres de la derrota.

Dentro del oficialismo se incuba un debate acerca de las responsabilidades de los Ministerios de Seguridad y de Gobierno en las tareas preventivas y de contención del gremialismo contestatario.

Afuera del mundo gubernamental se atribuía todo a la impericia del alperovichismo en la movilización de masas.

Con todo, el Presidente no se escandalizó con el revés de Alperovich porque está curtido en múltiples avatares.

Una violenta disputa entre piqueteros oficialistas, por un lado, y piqueteros opositores y gremios estatales, por el otro, arruinó la fiesta por el 188° aniversario de la Declaración de la Independencia, e impidió que el presidente Néstor Kirchner pudiera celebrar la fecha en una plaza llena, ante miles de tucumanos que habían decidido participar en un clima festivo.

Antes de que se desatara la batalla campal había cerca de 5.000 personas en la plaza Independencia. Este fue, precisamente, el escenario de la batahola, que incluyó palos, piedras y gases lacrimógenos. Se registró una decena de heridos, pero no hubo detenciones. Luego de los desmanes quedó en la plaza sólo un millar de personas.

Kirchner debía anunciar ante el gobernador de Tucumán, José Alperovich, obras públicas y subsidios por $ 300 millones, en un acto masivo, desde un palco al aire libre, frente a la Casa de Gobierno. La violencia determinó que debiera hacerlo dentro de la sede oficial y casi en la intimidad.

Fue el primer acto popular que Kirchner debió suspender por la violencia piquetera. Sin embargo, el Gobierno le restó importancia y ratificó su política de no reprimir ni intervenir en el conflicto.

A la vez, durante 55 minutos, el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Villalba, aprovechó el Tedéum celebrado en la Catedral por el 188º aniversario de la Declaración de la Independencia para hacer un puntilloso diagnóstico de situación, delante del presidente Néstor Kirchner.

Detalló que las desigualdades entre las regiones afectan la distribución del ingreso. "El norte argentino presenta el porcentaje más alto de personas pobres; y la mayor proporción de hogares que están bajo la línea de pobreza y de indigencia", afirmó.

El religioso dijo que 5 provincias concentran el 85% de la riqueza del país. "No podemos construir una Nación ignorando la realidad de todo el país. De acuerdo con el índice de Desarrollo Humano, toda la región del noroeste se encuentra por debajo del promedio del país. La tasa de empleo es la más baja y el desempleo es muy alto, si se toma en cuenta que los que tienen un plan de ayuda, en realidad no son ocupados. La media del déficit habitacional del país es del 25%, pero en el norte supera el 40%", detalló.

El sentido histórico y patriótico de los festejos por el 188º aniversario de la Declaración de la Independencia ocupó sólo 18 minutos en la agenda de las autoridades del Poder Ejecutivo Nacional.

El acto en la Casa Histórica, escenario del Congreso de 1816, en lugar de haber sido la ceremonia central de la visita del presidente Néstor Kirchner y su comitiva, fue un mero trámite protocolar. Absolutamente frío.

Tres minutos antes de las 12:40, el primer mandatario nacional ingresó en el "Salón de la Jura de la Independencia", donde ministros del Gabinete nacional, diputados nacionales, ediles del Concejo Deliberante de la capital, legisladores provinciales y funcionarios del PE tucumano se encontraban apiñados.

Sobre una plataforma elevada, los periodistas no se encontraban en mejor situación.

De hecho, una discusión subida de tono entre camarógrafos de medios porteños peleando por un lugar desde donde tomar imágenes llamó bochornosamente la atención durante al acto.

A las 12:40, el jefe de Estado refrendó el libro de los visitantes ilustres del histórico edificio ubicado en la segunda cuadra de la calle Congreso.

Luego hizo lo propio el gobernador José Alperovich. Y se cantó el Himno Nacional.

A las 12:47, Kirchner colocó, como ofrenda floral, una corona de laureles. El gobernador ejecutó también un homenaje idéntico.

Acto seguido, se guardó el tradicional minuto de silencio en memoria de los padres de la patria.

A la melodía ejecutada en trompeta para la oportunidad, se le escaparon desafinadas un par de notas.

No hubo discursos de ninguna índole. Ni siquiera las tradicionales empanadas que otros presidentes argentinos supieron quedarse a degustar, y que Carlos Saúl Menem, por ejemplo, combinó con café caliente en 1995.

Como novedad, el secretario de Cultura de la Nación, Torcuato Di Tella, entregó a Kirchner y a Alperovich sendas copias del Acta de Declaración de la Independencia, escritas en los idiomas castellano, quichua y aymara.

A las 12.55, Kirchner y su entorno habían abandonado ya no sólo el salón del acto, sino la propia Casa Histórica, dando por finalizada la fugaz evocación.

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