El otro pesoducto K

El nuevo escándalo de Kirchner

RÍO GALLEGOS (Santa Cruz, Especial para Edición i). La opinión pública no puede decidir todavía si es verdad que el dinero de la provincia fueron US$ 1.36 millones o sólo son US$ 572 millones, o menos. Pero no es el único pesoducto bajo la lupa. Hay otro que asegura que gran parte del presupuesto para obras públicas de la provincia termine depositado en la banca offshore uruguaya. Participan de la grave maniobra las empresas Gotti SA., Invernes SA. y Swindell. Mientras el ministro Gustavo Béliz aprueba estrictas, hasta el ridículo, medidas para frenar el movimiento de capitales, estas empresas sacan dinero del país desde hace años, sin dificultades.

Gotti SA. es a Néstor Kirchner lo que Vittorio Américo Gualtieri fue a Eduardo Duhalde. Pero detrás de Gotti se encuentran las oscuras sociedades Invernes SA. y Swindell.

Gotti no es una empresa joven, como fue la de Gualtieri. Sus dueños transitaron muchos años de modestia hasta convertirse en millonarios. Gotti estuvo muchas veces casi en cesación de pagos. La razón social Gotti nació el 7 de octubre de 1970. El directorio inicial tuvo a cinco Gotti: Luis, Vittorio, Fausto, Juan Luis y Roberto. Como suplentes, otros tres Gotti: Leonardo, Ítalo y Margarita Felicitas.

El 10 de marzo de 1971 cambió su nombre a Gotti Sociedad Anónima, con domicilio legal en la Ciudad de Buenos Aires, un dato no menor porque cuando un juez exigió los libros contables de la empresa, estos debieron ser trasladados y, en el largo trayecto, se perdieron en la vasta Patagonia.

La relación de la famiglia Gotti con la construcción reconoce un lejano origen cordobés. Las buenas relaciones con algunos altos oficiales durante el Proceso, la llevaron a Santa Cruz donde se estrenaron en la obra pública, ya que el mix de pagos anticipados más inflación, que permitía corregir el precio final, hicieron de Gotti una empresa respetable.

Pero al ingresar a la década del ‘80, todavía no alcanzaba el rango de gran empresa. Durante el gobierno de Arturo Puricelli, Gotti se inició en el camino del escándalo, con una cuenta de US$ 1 millón que involucró a a la empresa constructora Gotti, a funcionarios provinciales y al Banco de la Provincia de Santa Cruz.

Con una sospechosa liquidez, hacia 1987, ayudó a financiar el discreto gasto que consumió Kirchner para llegar a la intendencia de Río Gallegos, en nombre del Frente para la Victoria Justicialista. Pero, a la vez, la familia Gotti se internó en una batalla entre sus integrantes por el control de las acciones. Ganaron los hermanos Vittorio y Fausto. Dicen que en su ascenso político político, Kirchner los ayudó a consolidarse.

Consecuencia 1: una eterna deuda de ambos hermanos con Kirchner.

Consecuencia 2: el 22 de noviembre de 1990, la persona jurídica se mudó a avenida Belgrano 353 4to. piso, de la Ciudad de Buenos Aires, llamándose Gotti Hnos. SACIFFIyA.

Se dice que Kirchner aprovechó la complicada situación de la empresa por el "escándalo del millón" para ubicar a personal de su confianza que, si bien no figura en los papeles, es conocido en la zona, como Lázaro Báez.

Hay quienes dicen -el caso de Daniel Gatti, periodista crítico de Kirchner- que a partir de ese momento, los Gotti son prestanombres, Gatti incluso arriesga el monto del salario de cada hermano Gotti: $ 50.000 mensuales.

Es interesante que Gotti no incrementó su capital con las sucesivas licitaciones de obra pública que le fueron adjudicadas por el Ministerio de Economía provincial que dirigía Julio De Vido. Por el contrario, sufrió muchos pedidos de quiebra de sus proveedores y hasta de la Dirección General Impositiva, mientras sus cheques rebotaban en las ventanillas de los bancos.

Con la empresa en bancarrota en los hechos, Vittorio Gotti, el 2 de enero de 2002, frente en la Escribanía Albornoz, Gotti cedió a la empresa Invernes, el cobro de los certificados de obras públicas, en virtud de un contrato privado que le dio acceso a financiamiento en cuenta corriente provista por Invernes. Así comenzó el camino del dinero hacia el exterior.

Invernes (Inversiones Néstor, la llamaron algunos ingeniosos), nació el 8 de junio de 1988 en la Ciudad de Buenos Aires. Sus socios fundadores fueron Jorge Tomás Samardzija que se quedó con 8.000 acciones y Carlos Alberto Di Gianni con las 2.000 restantes.

Funcionó en avenida Corrientes 311 Piso 7º, luego en avenida Roque Sáenz Peña 971 9º T, y -sin informarlo a la Inspección General de Justicia- se la puede encontrar en sus oficinas de Pasaje Carabelas 241 5º, sin antecedentes judiciales ni pedidos de concursos o quiebras.

La AFIP le embargó bienes y valores en febrero 2002 pero su situación fiscal se regularizó el 5 de marzo de ese año. Su situación bancaria, de acuerdo a fuentes del BCRA, se resuelve en el Banco Macro Bansud, desde siempre.

Sus cuentas son florecientes en el Banco de San Juan S.A., Banco de Santa Cruz S.A., Banco Mariva, Credisol S.A., Banco Finansur S.A. y Banca Nazionale del Lavoro.

En la Banca Nazionale del Lavoro, sucursal Río Gallegos, Invernes fue presentada por Antonio Ramfos, el presidente de Credisol, Red Credisol, Redbur o Credisun como se han denominado sus empresas. La BNL le abrió la cuenta 660599-6 y el operador autorizado es Carlos Di Gianni.

En el Banco Santa Cruz S.A., Invernes tiene varias cuentas corrientes y cajas de ahorro, con un saldo, al fin del 1er. trimestre de 2003, con más de $ 11 millones a favor.

El capital original de Invernes pertenecía a Samardzija y Di Gianni, pero en 1999, unas 9.500 acciones pasaron a la cartera de Swindell Company, y las restantes 500 a Graciela Ancarani de Antonaccio, una mujer que revistaba como empleada de Invernes y quien firmó los papeles en la Escribanía Albornoz.

En el directorio de Invernes continúa Di Gianni como director suplente y la presidencia pasó a manos de Ana María Sangiorgio.

El pesoducto termina donde terminan todos los pesoductos argentinos, en la República Oriental del Uruguay. Y esto no cambiará si un día la gobierna el Frente Amplio. ¿De qué vivirán, en caso contrario, los uruguayos?

Swindell Company S.A., que posee el 95% de las acciones de Invernes S.A., se encuentra inscripta en el Registro de Comercio de Uruguay y desde su constitución el 31 de diciembre de 1996, no ha sufrido modificación de especie alguna. Para la DGI uruguaya, Swindell esta registrada con el número (RUC) 213715020018 y en el Banco de Previsión Social con el número 3631992. La dirección de la empresa está en Ruta 8 Km. 17,500 Nº 9065 en la zona suburbana de Montevideo.

El domicilio fiscal es de la Ciudad Vieja de Montevideo en Sarandi 693 3º. Su más reciente presidente fue Carlos Calvo, uruguayo, y sus actividades son genéricas.

Dicen que Invernes irrumpió en escena porque Néstor Kirchner se convirtió antes de tiempo en Presidente, y los negocios de Gotti estaban demasiado desprolijos para resistir la mirada atenta de algún juez federal voluntarioso o de algún periodista con recursos que no estuviera a sueldo de la publicidad del gobierno de la provincia. Esto va también para Jorge Urso y Juan José Galeano, que tienen causas que involucran al matrimonio Kirchner.

Por eso tanto el Presidente, al igual que el gobernador Sergio Acevedo, decidieron limitar los negocios de Gotti. Esto ya había sido decidido y trascendió en la sociedad local.

Se había decidido promover a otras constructoras, con razones sociales menos ‘quemadas’. Esta versión fue confirmada por la frenética integración de nuevas empresas constructoras que, sin embargo, tienen como socios o como ejecutivos, a quienes siempre giraron en el universo Gotti S.A. que es el mismo universo de N.K.

Pero el destino arrojó su maldición, y en marzo de 2004, Vittorio Gotti murió en un accidente de tránsito en tierras chilenas. El velocímetro de la destruida Jeep Cherokee marcaba 180; sin cinturones de seguridad, los cuerpos fueron despedidos en el vuelco. Gotti murió, y también su esposa y un acompañante cordobés.

El heredero fue Sergio Gotti, hijo de Vittorio, quien para entonces había creado Constructora Austral S.A., buscando continuar el negocio familiar. Los obreros de Gotti S.A. pasaron a Constructora Austral, llevándose un importante parque de máquinas y equipos.

Otras dos empresas se beneficiaron de procesos similares. Sin embargo, cuando se imaginaba la caída de la empresa, ganó la concesión del acueducto San Julián- Piedrabuena, y en marzo obtuvo tres licitaciones más por $ 14,6 millones. Una actividad frenética la ocupó sin que se conociera el motivo del cambio de planes. ¿Es que no se ha creado un pesoducto para hacer sacar del país el dinero de Constructora Austral? Otro tema para que lo explique Acevedo vía Paola Juárez de Kochen en el diario La Nación, cuando Claudio Escribano se va a dormir la siesta.

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