El aliado porteño toma distancia

Cuando Carlos Álvarez y Graciela Fernández Meijide se derrumbaron, el futuro del Frente Grande / Frepaso quedó en manos de Aníbal Ibarra, quien logró su reelección en el Gobierno porteño gracias a una sociedad con Néstor Kirchner y Elisa Carrió. Sin embargo, el futuro se presenta difícil porque ahora Kirchner quiere imponerle una lista de candidatos a diputados nacionales en 2005 y Carrió es una rival de creciente peso en el distrito. A la vez, en la Ciudad de Buenos Aires hay problemas de gestión que provocan malestar entre los vecinos / contribuyentes. Y el joven ambicioso y pragmático debe imaginar cómo preservar el Frente que heredó.

I. El ascenso. Cuando Aníbal Ibarra concluyó su trabajo como como fiscal federal, fue concejal porteño por el novedoso Fredejuso, y se hizo conocer entre los porteños por actualizar viejas denuncias de otros, que él dotó del expertise propio de su paso por el Poder Judicial de la Nación. Más adelante todo se llamó Frente Grande, que en acuerdo con País provocó el Frepaso, que en acuerdo con la UCR provocó el boom de la Alianza, en 1999. Ibarra no fue el generador de ideas, responsabilidad que delegó en Carlos Álvarez, a quien vinculó su ascenso en la política. En tanto, él se dedicó a promocionarse como un emergente de la nueva política –con eje en su estética personal- y a compartir con Chacho el interés por las militantes atractivas, y a esperar su oportunidad, que no dejaría pasar.

Ibarra nunca fue un líder sino un dirigente. Probar que puede ser un líder es una asignatura pendiente en su carrera. En 1997, Ibarra era el Nº 3 del Frepaso en el distrito porteño, pero fue beneficiado por Álvarez cuando envió a Graciela Fernández Meijide a disputarle la provincia de Buenos Aires al Partido Justicialista. Álvarez, a la vez, manifestó desinterés por la Jefatura de Gobierno porteño.

Con la complicidad de un egoísta y ruin Raúl Alfonsín, quien quería acotar a Fernando De la Rúa, Álvarez logró una gran distribución del poder en favor del Frepaso, pésima para la UCR. El Frepaso se quedó con las candidaturas a vicepresidente de la Nación, a gobernador bonaerense y a jefe de Gobierno de la Ciudad, a cambio de la candidatura a Presidente.

Fernando De la Rúa había ganado en elecciones internas a Fernández Meijide pero aceptó comportarse como si no lo hubiese hecho.

Cuando Álvarez renunció a la política para siempre, y Fernández Meijide perdió toda credibilidad, Ibarra fue el Nº 1 del Frente Grande. Durante el año 2002 sobrevivió conviviendo con Eduardo Duhalde, ante quien hizo valer su relación con justicialistas como Juan José Álvarez, Eduardo Valdéz, Jorge Argüello y Jorge Telerman, y la especial relación que mantenía con el entonces jefe de la Policía Federal Argentina, Roberto Giacomino, el más bonaerense de los federales. En el año 2003, Ibarra se convirtió en un aliado de Néstor Kirchner.

En el año 2004, el Frente Grande ha perdido identidad, carece de ideología, no tiene un ensamble regional ni internacional, pero Ibarra logró su reelección en la Jefatura de Gobierno. Los electores no lo evalúan como un hombre de convicciones pero él mantiene intactas sus aspiraciones que llegan hasta la Casa Rosada porque –tal como lo demuestra su trayectoria en la política- "todo es una cuestión de lograr una oportunidad, y saberla aprovechar".

Ii. La ciudad. La Izquierda carga con la maldición que, curiosamente, no le ha impedido ganar comicios en la Ciudad de Buenos Aires: nunca elaboró un proyecto propio para la Ciudad. En verdad, la visión más importante que conoce la Ciudad la tuvo un brigadier durante el nefasto Proceso de Reorganización Nacional: Osvaldo Cacciatore, quien decidió la construcción de ocho autopistas, propuestas por Guillermo Laura, que cambiarían el sistema de tránsito de la Ciudad, anticipando el incremento demográfico y del parque automotor.

Sin embargo, sólo pudo concretar la Perito Moreno y la 25 de Mayo por una mala planificación financiera y el derrumbe de la política cambiaria del Proceso. Lo cuestionable de Cacciatore fue el sobreprecio pagado para la expropiación de terrenos y en la construcción de las obras.

Carlos Menem también tuvo un proyecto para la Ciudad , discutible porque hizo foco en la especulación inmobiliaria, pero recuperó los terrenos abandonados de Puerto Madero y la Costanera Sur, donde el metro cuadrado saltó de US$ 300 a US$ 2.500. Él llegó a plantear –aunque luego se frenó- el traslado de las estaciones ferroviarias de Retiro y del Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery con el propósito de crear una segunda área de desarrollo inmobiliario.

El proyecto más importante que se conoció después fue, durante el gobierno municipal de De la Rúa y Enrique Olivera: la ampliación de la red de Subterráneos de Buenos Aires y la construcción de defensas contra las inundaciones; Ibarra licitó y adjudicó la construcción de la línea H y los alargues de las líneas A, B y E, a la vez que concretó la mayoría de las obras de defensa de la Ciudad contra el agua.

No son proyectos que le pertenecen. ¿Cuál es la Ciudad que imagina Ibarra? ¿O lo suyo sólo se trata de retomar algún proyecto no ejecutado cuando la popularidad cae demasiado?

Ahora, él dice que retomará el proyecto Cacciatore-Laura, e invertirá $ 328 millones para construir las autopistas que completarían el llamado "anillo vial".

Ibarra no avanzó en la erradicación de barrios de emergencia que propuso Cacciatore e intentó cumplir el intendente Jorge Domínguez, un tema clave para impedir la distribución de droga, un capítulo esencial en la prevención del delito.

En cualquier caso, hoy la Ciudad de Buenos Aires no le provoca orgullo a sus habitantes, quienes parecen tener una visión de dónde desearían vivir diferente a la del jefe de Gobierno.

Si el problema de la inseguridad en el Gran Buenos Aires estuviese más controlado, sin duda aumentaría el éxodo de los porteños de clase media alta hacia los countries y barrios cerrados, lo que le provoca a la Ciudad la pérdida de sus mejores contribuyentes y sus recursos humanos más calificados.

¿Por qué desempeño Ibarra espera que lo recuerden los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires? Hoy ellos lo recordarán porque es el período en que más veces se cortaron las calles de la Ciudad y sus vías de acceso.

Ibarra prometió y no concretó el proyecto Corporación del Sur, que aspiraba a recuperar terrenos y sumar valor en las zonas más pobres de una Ciudad desequilibrada hacia el norte; tampoco avanzó en la demorada obra que necesita el oeste de la Ciudad, a partir del traslado del Mercado de Hacienda de Liniers.

El Jefe de Gobierno no ha logrado convencer a los vecinos que la calidad de vida sea un valor importante en sus concepciones urbanísticas. Esto explica porqué no consigue rédito con el bacheo que practica a destajo durante el año 2004, ejecutándolo en horarios insólitos, provocando el enojo de los presuntos beneficiarios y una persistente pérdida de popularidad de su administración.

Iii. La hermana. Vilma Ibarra es un personaje muy importante en el desempeño político de Aníbal. Resultó decisiva en la articulación entre él y Álvarez, a quien Vilma coordinó su gabinete durante la presidencia del Senado. También ha sido clave en la adhesión de los Ibarra a la transversalidad, por su amistad tan especial con Alberto Fernández, jefe de Gabinete de la Nación.

Vilma le ha transmitido a Aníbal las aspiraciones de Alberto a convertirse, en el año 2007, en el Jefe de Gobierno porteño, y se declaró simpatizante de esa causa, colisionando con otros proyectos como el de Raúl Fernández, secretario de Gobierno de la Ciudad, cuya mujer, Marta Albamonte, es la secretaria de Finanzas de la comuna autónoma. El año 2007 se comienza disputando en el año 2005, y es un tema que desvela a todos.

Una vez, Chacho Álvarez le dijo a Ibarra que si en el año 2005 no ponía la cabeza de la lista de diputados nacionales, sería el principio del fin del gobierno del Frepaso.

Esto es lo que exige Raúl Fernández –invocando al "progresismo" y a sectores de la UCR-, al igual que Roberto Feletti, ex presidente del Banco Ciudad, hoy secretario de Obras Públicas.

Ambos compiten con Jorge Telerman, el vicejefe de Gobierno, otro interesado en armar su propia fuerza, más cerca del PJ. Una versión indica que "alguien" quiere empujar a Telerman a liderar una lista de candidatos a diputados nacionales en 2005.

Ni Fernández ni Telerman ni Feletti gozan de protagonismo en el proyecto de Kirchner para la Ciudad de Buenos Aires que Vilma ha explicado, parcialmente, a su hermano. Entonces, Aníbal aceleró su apertura alternativa a Kirchner, hacia Jorge Casabé y Gabriela González Gass, de la UCR porteña. La UCR es muy importante para el futuro de Ibarra, y él se reunió con 15 intendentes de la UCR de Córdoba y 10 intendentes del interior de la provincia de Buenos Aires, unos vecinales y otros de la UCR, intentando fortalecerse en el universo de la transversalidad, más allá de la Ciudad. El problema es que él no previó que Kirchner podría paralizar el proyecto transversal.

Pero sus colaboradores dicen que aunque a 100 pasos del Palacio porteño, Kirchner diseña su propia estrategia porteña, nadie debe darlo por terminado: "El ibarrismo es una fuerza invisible. Parece que no está, pero está".

Hoy Kirchner e Ibarra tienen el mismo problema: el crecimiento importante de Elisa Carrió en el distrito.

Cuando logró su reelección, Ibarra agradeció "el compromiso del Presidente" y "el apoyo de Elisa Carrió".

Ibarra evitó reparar en que el 46% del electorado porteño no lo votó. Sí prometió a todos "la ciudad más limpia del país, mucha obra pública, buenos servicios públicos, y el ordenamiento de situaciones conflictivas, como la de los cartoneros, trabajando en espacios cerrados, donde puedan hacer la diferenciación de papel y de cartón".

¿Qué se cumplió de esto? Según Elisa Carrió, la nada. Carrió hoy tiene una adhesión del 31% entre los porteños, creció casi 10 puntos en 60 días, provocando envidia en el Frente Grande.

IV la policia . Ibarra logró un notable entendimiento con Roberto Giacomino, a quien entre Carlos Ruckauf y Juan José Álvarez hicieron el jefe de la Policía Federal Argentina de Eduardo Duhalde.

Cuando Gustavo Béliz, con quien Ibarra siempre tuvo mala relación (Béliz fue el compañero de fórmula de Domingo Cavallo, en los comicios del año 2000, y un duro crítico hasta que ambos se aliaron a Kirchner) propuso a Jorge Palacios para la jefatura de la Federal, Ibarra logró convencer a Kirchner que mantuviese a Giacomino. La Superintendencia Metropolitana de la Federal ejerce una notable influencia sobre el día-a-día de la Ciudad, en tanto y en cuanto la Ciudad no ha creado su propia fuerza de seguridad ni negoció la transferencia de una porción de la Federal, tal como lo establece la Constitución de la Ciudad de la que Ibarra fue co-redactor.

La presión corporativa de la Federal ha resultado descomunal porque hay un complejo y millonario entramado de negocios marginales o bien ilegales. Hasta el 16 de julio de 2004, Ibarra respetó esto pese a los problemas de seguridad en la Ciudad de Buenos Aires.

Kirchner terminó retirando a Giacomino y a Palacios, y encumbrando a su propio jefe, Eduardo Prados, y rediseñando la conducción y el organigrama de la fuerza. Fue el primer paso de Kirchner sobre la Ciudad, e Ibarra no reaccionó hasta el 17 de julio, cuando luego de la violencia gay en la Legislatura porteña, decidió reaccionar planteando la transferencia de la fuerza de seguridad.

¿A quién le sirve una policía que no puede reprimir durante cuatro horas a un pequeño grupo de activistas que atacó a la custodia de la Legislatura, a tres cuadras de la Casa Rosada? Ni hablar de lo ocurrido en la Comisaría 24, del barrio de La Boca.

Conociendo el malestar de los porteños y necesitado de reaccionar contra la presión política de Kirchner, Ibarra decidió utilizar el tema para tomar distancia del Presidente aunque, por ahora, vive la contradicción de sus ambiciones "progresistas" y el temor de copiar el discurso de Mauricio Macri, un rival permanente.

Desde adentro de la Legislatura porteña, el vicejefe Jorge Telerman terminó pidiendo la intervención de los fiscales, en vez de reclamar el envío de la Guardia de Infantería, y que quedara asentado ese pedido.

Ibarra aclaró que pidió que la policía actúe pero sin armas, aunque advirtió que "no se puede ser tolerante frente a la violencia".

El escenario será complejo para Ibarra porque, pese al abundante presupuesto publicitario de la Ciudad, han comenzado a publicarse diversos cuestionamientos contra su figura, algunos de ellos humillante –el caso de un escrache que se vio por TV el 9 de julio, durante una ceremonia por el día patrio-. Él sospecha que la presión viene de colaboradores de Kirchner.

El kirchnerismo quiere una lista de candidatos a diputados nacionales en el año 2005 liderada por el canciller Rafael Bielsa y el ministro de Educación, Daniel Filmus, y ni consultó a Ibarra. También le rechazó la idea al jefe de Gobierno porteño de construir un espacio nacional.

"La alianza con Kirchner no tiene discusión", le aseguró Ibarra a Vilma para alegría de ella, quien detesta un eventual conflicto de intereses con su amigo Alberto. "Pero el Presidente ya no tiene el 80% de imagen positiva y ya no es un traccionador de votos, como en el año 2003", le recordó sin temor a un mohín de disgusto. Él nunca olvida que "todo es una cuestión de lograr una oportunidad, y saberla aprovechar".

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