Las empresas españolas temen que la victoria de Chávez anime a K a continuar con su cruzada contra "todo" lo extranjero

La victoria del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, supone un fuerte espaldarazo para su amigo Néstor Kirchner y un duro varapalo para las empresas españolas con intereses en Argentina y, en especial, para la petrolera Repsol-YPF que dirige Alfonso Cortina. Para los analistas, el referéndum del pasado domingo no sólo era una prueba de fuego para el futuro del mandatario venezolano sino también para todas las políticas de izquierdas que, con un claro tinte populista, perviven en Latinoamérica. Kirchner incluido.

Era patente que el presidente argentino había apostado desde el primer momento por la carta de Hugo Chávez. Así, durante la campaña electoral viajó hasta Venezuela para apoyarle efusivamente y, en los días previos a la votación, estuvieron en contacto permanente.

Cuando se conocieron los datos oficiales, Kirchner no tardó en descolgar el teléfono para expresarle su "satisfacción" por el resultado de la consulta popular. Y es que la victoria de Chávez (ganó con un 58,25% de los votos) era extensible al presidente argentino.

Desde que llegó al poder, Kirchner, al igual que su amigo venezolano, ha seguido una línea populista, de gran presión contra los intereses extranjeros (muchas compañías foráneas se han visto forzadas a salir de Argentina), hablando sobre renacionalizaciones, congelando tarifas y subiendo los impuestos a las exportaciones.

Fuentes del mercado aseguran que la victoria de Chávez servirá para que el argentino incida en esta línea de actuación y ponga a las empresas extranjeras -aún más si cabe- contra la espada y la pared: "Kirchner cree haber entendido el mensaje que le llega desde Venezuela: lo importante no son los números y las grandes cifras sino los votos... y los votos se consiguen en la calle, no en las sedes de las grandes multinacionales, aunque para ello se tenga que perder en eficiencia y uno o dos puntos de PIB".

Un claro ejemplo de todo ello es Repsol-YPF. La compañía ha pasado de un idilio con la Casa Rosada a un duro enfrentamiento con la misma a cuenta de las últimas decisiones tomadas por Kirchner, algunas de ellas de la mano de su homólogo venezolano. Amén de la tan temida renacionalización de YPF, Kirchner ha creado una petrolera estatal que se llama Enarsa y que tendrá como misión fijar precios "testigo" en el mercado energético y explorar nuevos yacimientos de hidrocarburos. Más recientemente, Chávez y Kirchner, anunciaron la puesta en marcha de Petrosur, una empresa que incluiría la participación de las petroleras estatales de Sudamérica: "Podríamos decir que Kirchner y yo hemos firmado el acta de nacimiento de Petrosur y estamos invitando a los demás países sudamericanos a sumarse", explicó Chávez.

La iniciativa pública pasa a un primer plano y relega a un segundo a la privada. Mario Wainfeld, columnista del diario oficialista Página/12, incidía en la necesidad de una Argentina autosuficiente y en la "no dependencia" de las compañías extranjeras: "El poder nacional que deriva de Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) suscita envida blanca en las Pampas. La entrega de YPF, la renuncia a capturar la renta petrolera fueron dos puntos culmen de la entrega perpetrada en los 90 (...). La ambición oficial es que Enarsa intervenga activamente para que el Estado deje de ser bobo y ciego. Su intervención en actividad exploratoria integra el kit de anhelos futuros". Es decir, el petróleo argentino para los argentinos... no para los "gallegos".

Con estos precedentes y con la reciente victoria de Chávez resulta lógico que el nerviosismo se haya apoderado de las empresas extranjeras... y de buena parte de la sociedad argentina. No todos comparten la visión populista de Kirchner. Así, Mariano Grondona, ubicado ideológicamente a la derecha, aseguraba en La Nación que "si persiste en sus políticas actuales, el gobierno de Kirchner parece encaminarse por lo visto a una crisis económica en el mediano plazo y a una crisis de seguridad en el corto plazo, lo cual podría confirmar que, en el mundo actual, después de la derrota del comunismo en 1989, las políticas de izquierda ya no son sustentables en el mundo ni en América Latina".

De la Redacción de El Confidencial.-

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