Pura viveza criolla

POR SANTIAGO OCHOA ANTICH(*)

Lunes, 30 de agosto de 2004. Caracas, Venezuela.

¿Saben qué hizo Hugo Chávez para ganar el referendo? Ya sé que muchos, muchísimos opositores al régimen creen que con un inmenso fraude. Otros opinan que con trampa, con el desmedido ventajismo del Ejecutivo. Que si plata, que si Misiones, que si populismo exagerado. Pues bien, yo creo que nada de eso fue decisivo y que otra cosa ocurrió.

Clase media no hace fila. Los venezolanos de las clases populares, están acostumbrados a hacer fila. La vida, para ellos, se resume en una fila. Fila para abordar el todo terreno desde el barrio hasta la ciudad; fila para el bus; fila para tomar el subterráneo; fila de nuevo para el carrito que finalmente los conduzca a su lugar de trabajo, sea formal o como buhonero. Pero fila también hacen para ir al dispensario, para cobrar la jubilación del Seguro Social, los jubilados, para comprar en las bodegas, para buscar las bombonas de gas y para otras innumerables diligencias gubernamentales, desde buscar la cédula hasta conseguir un puesto en el hospital o en el cementerio o para lograr acceder a los maternales o a la educación en los liceos y escuelas públicas. El mundo, se puede decir, es para ellos una eterna fila. Una fila interminable de horas. Es fácil pedirles, pues, que hagan una fila de horas, si en ello ven alguna ventaja.

Muy distinta es la situación de la clase media. Para todos esos trámites que también la clase media requiere, hay gestores, gente que por una comisión pequeña se encarga de hacer las colas y de solucionar con "bille" o con trácalas esos percances. Para las cédulas de identidad hay gente bien colocada y con contactos; igual para los pasaportes y para cualquier otro trámite gubernamental que se necesite. En cuanto a la salud, la clase media asiste a clínicas privadas, generalmente cubiertas por seguros privados. Para la educación hay escuelas, colegios, institutos universitarios y universidades privados. Además de que, en lo que se refiere a la educación superior es tan pequeño el número de estudiantes que da más o menos lo mismo ingresar en una universidad pública si lo que se desea es graduarse de médico, de odontólogo, de ingeniero o de arquitecto. Y no se diga en los postgrados. En lo relativo a la alimentación, estos estratos B y C van a supermercados bien abastecidos y atendidos con la más reciente tecnología, en donde las filas se reducen a las cajas. En lo relacionado con el transporte, todos tienen carro y no sólo uno sino varios por familia. Así que no necesitan viajar en buseta. Esta mentalidad hace que los estratos B y C sean renuentes a pararse en una fila. No quiere esto decir que no las hagan, cuando como en el caso del referendo revocatorio, sentían que les iba la vida o los más altos intereses.

LO OCURRIDO EL 15. "Los chavistas han dicho que van a tocar diana a las 3 a.m." La frase, resultado de una parecida del presidente Chávez y repetida varias veces por los canales de radio y televisión, se regó como pólvora entre los estratos A, B y C. Por lo tanto, el 15 muy temprano las filas de la clase media se hicieron interminables. Resistieron estoicamente horas y horas. Pero, aquí comenzó la segunda fase del plan gubernamental. Las caza huellas no funcionan, decían unos. No se han instalado las mesas o hay operación morrocoy, añadían otros. En las pantallas de televisión podían observarse las interminables colas de electores deseosos de votar. Para medio día y media tarde, resultaba lógico pensar que el "Sí" arrasaba en el país. Fue entonces, cuando el expresidente Jimmy Carter señaló que nunca había visto tantos votantes. Pero esto comenzó a erosionar a la clase media. ¿Cuántos no fueron? ¿Cuántos se arrepintieron? No lo sabremos nunca. Lo cierto es que en algún momento de la tarde la tendencia del "Sí", comenzó a revertirse. Porque, entonces el Gobierno ordenó a sus seguidores volcarse sobre las mesas. El toque de diana había sido solamente un engaño. Las patrullas lo sabían y habían girado las instrucciones necesarias. El Gobierno ganaría por cansancio de la Oposición. Fue en ese momento cuando el Consejo Nacional Electoral ordenó la primera extensión del período de votación, a la cual le seguirían varias adicionales, hasta que se tuviera la certeza de que todos los votantes que favorecían el "No" hubieran hecho acto de presencia en las mesas y hubiesen votado.

LOS NUMERITOS. La Oposición andaba errada. Las encuestas realizadas antes del Revocatorio concluían en que Chávez contaba con la mayoría. Yo también lo dije. Lo ocurrido con las encuestas a boca de urna es fácil de explicar. Durante las horas de la mañana y las primeras de la tarde, la oposición arrasaba, pero después sobrevino el desastre.

También resulta fácil explicar con quienes cuenta la Oposición. En el sector privado, hay más o menos, 3,5 millones de empleados y, quizás, más de medio millón de comerciantes formales e informales que votan por esa tendencia. Si todos fueron a votar ese día, se lograrían 4 millones. Pero podemos añadir que algunos trabajadores del sector público, no muchos, también votaron por el "Sí". Porque no podemos dudar de que en ese ámbito andan asustados después de lo ocurrido con los militares y la gente del petróleo. O sea que muchos miembros de los estratos de clase media se arrepintieron a última hora.

La gran mayoría del país es popular. Hay 20 % de desempleados y 50 % de empleados informales. Todos le echan la culpa de su desgracia a la democracia de los partidos cristiano demócrata y social demócrata. Que el desempleo ha aumentado, pues claro, pero "la culpa es del paro cívico y del sabotaje petrolero", machaca el Ejecutivo y esa pobre gente desesperanzada lo cree. Así como cree también, que Chávez y su revolución van a revertir de alguna manera la espiral de miseria. Cuando no lo pueda hacer; cuando se pruebe que su proyecto es irrealizable, será la hora del crujir de dientes.

La asincronía opositora. En estas horas menguadas de la Patria, me parece justo hacer un reconocimiento a quienes han laborado y siguen haciéndolo en la Coordinadora Democrática. Para quienes critican desde sus escritorios o sus casas, su labor, bueno es recordarles que con el esfuerzo de esa alianza se ha logrado, entre otras cosas, alentar el espíritu cívico de millones de venezolanos que, en 1998, se encontraban sin norte, ante el descrédito de los partidos políticos sometidos al escarnio público por unos medios de comunicación deseosos de sustituirlos, al igual que otros caudillos de épocas aparentemente superadas. Y lo que es más importante se le ha imposibilitado al Gobierno aplicar las medidas contempladas en su plan extremista. Porque la oposición comenzó realmente con los educadores, al grito de "¡Con mis hijos, no se metan!", cuando el malhadado decreto aquél.

Sin embargo, ese vehemencia ha conducido a la Oposición por el camino que Fidel o Chávez deseaban. Lo lógico hubiera sido esperar al Referendo. Luego, si se pensaba en un fraude, se recurría al paro cívico, quedesembocaría en el golpe militar. Que lo hicieran al revés salvó a Chávez. Si Fidel no hubiera derrotado al ejército, primero que todo, jamás habría podido imponer sus ideas. El 11 de Abril fue una trampa. Bien premeditada y mejor ejecutada.

(*) Santiago Ochoa Antich es diplomático de carrera, historiador, politólogo y periodista. Fue Embajador de Venezuela en Austria, Canadá, Jamaica, Paraguay, San Vicente y las Granadinas, El Salvador y Barbados.

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