Edición i y la verdad de la deuda: Falta envido con 28

Acerca de la renegociación de la deuda pública argentina en default se habla demasiado. El Gobierno cree que se trata de una mesa de truco y no de una cuestión en la que se juega el futuro de la sociedad. Así, Néstor Kirchner canta 'falta envido' cuando su puntaje no pasa de 28. Lo más novedoso es la historia de las AFJP, presionadas, vitupereadas, vejadas por el Gobierno hasta ponerlas contra la pared y no darles opción. En el mundo esto se sabe por más que la prensa local -paga con publicidad estatal- lo oculte. En la revista Edición i, Marta Messina habló con varios de los líderes de acreedores, Claudio Chiaruttini le sumó su experiencia en el tema, Edgar Mainhard la propia, y nació la siguiente nota:

I.
Tema complejo, que requiere de especialización ante la complejidad de las finanzas globales, la reestructuración de la deuda pública argentina definirá la suerte del país durante la próxima década, sin que la opinión pública tenga un conocimiento pleno del asunto ni de sus posibilidades.

En el año 1999 había triunfo en el discurso político mayoritario la propuesta de la izquierda de 1995: ‘No al pago de la deuda externa’. Candidato presidencial por el PJ y enfrentado al Presidente de entonces, que también era del PJ, Eduardo Duhalde llegó a visitar al papa Juan Pablo II para solicitarle una mediación ante los acreedores y el Fondo Monetario Internacional.

Si bien su rival, Fernando De la Rúa, no compartía el método, su primer ministro de Economía planteó el ‘blindaje’ como estrategia central de la política económica, Domingo Cavallo ejecutó el ‘megacanje’ y aquella administración se derrumbó promoviendo una nueva reestructuración.

Entonces, cuando Adolfo Rodríguez Saá anunció la suspensión de pagos de la deuda, en diciembre de 2001, ejecutó la opinión mayoritaria del PJ y de la UCR ‘alfonsinista’, que había participado en el final de De la Rúa y Cavallo.

Así se explica por qué la suspensión de pagos nunca fue cuestionada por los líderes locales más representantivos cuando, en carácter de ‘senador nacional a cargo’, Duhalde llegó al poder días después, desplazando a Rodríguez Saá.

La opinión pública debatía las restricciones financieras llamadas ‘corralito’, y luego ‘corralón’. Y sus dirigentes habían iniciado la polémica sobre si convenía o no derrumbar a toda la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Esto incluía al hoy Presidente de la Nación, y a su esposa.

Esto quiere decir que la mayoría de los líderes políticos argentinos desconoce el rol del endeudamiento externo en la macroeconomía local, ignoran cómo se financiaron las inversiones y el déficit fiscal de los ’90, y subestiman las relaciones entre los acreedores y los gobiernos de los países que representan.

Semejante desconocimiento e irresponsabilidad fue corroborado semanas después cuando el gobierno de Duhalde y los legisladores que lo habían elegido modificaron la legislación sobre quiebras para establecer condiciones inaceptables para los inversionistas internacionales, al punto que, luego, el FMI le obligó a Duhalde a vetarla.

Apenas algunas horas atrás, William Rhodes, vicechairman de Citigroup, presidente del steering committee a cargo de la Argentina desde el default de 1982, e inspirador del Institute of Internacional Finance, Inc. arrojó el desafío más importante que afronta el Gobierno argentino: "En la mayoría de los países de la región se ve un mayor crecimiento, a excepción de la Argentina, donde la actividad económica está perdiendo impulso".

El IIF agrupa a 330 bancos de 60 países, entre ellos a Citibank y a Itaú, que tienen una operación minorista interesante en el país. Rhodes señaló que "el crecimiento en América latina se acelerará al 5,1% este año", y que esa recuperación "se asienta en Brasil y México".

Kirchner, Duhalde y Lavagna afirman que no es verdad, que la Argentina puede seguir creciendo aún cuando cuando una porción mayoritaria de sus obligaciones internacionales sigan en default y el riesgo país le impida a la Argentina regresar al mercado internacional de capitales a la vez que sean restringidas las inversiones directas extranjeras.

El desafío argentino va contra todos los modelos econométricos vigentes y modifica todos los manuales existentes.

Así, el planteo de Kirchner, y de su ministro Roberto Lavagna, sobre la deuda, trasciende a ambos, y expresa la visión que del tema tiene la alianza PJ-UCR que gobierna la Argentina desde diciembre de 2001.

II.
Cuando los economistas estadounidenses Allan Meltzer y Charles Calomiris plantearon la necesidad, impostergable, que la Argentina emprendiera una reestructuración y quita de su endeudamiento público –y se lo expusieron en New York durante dos días a algunos funcionarios que luego participaron del gobierno de Duhalde, como Lisandro Barry-, consideraron que era el Fondo Monetario Internacional el factor de ajuste, y no los tenedores de bonos.

Meltzer y Calomiris esbozaron un modelo de quita del 40% del capital nominal, y un regreso inmediato de la Argentina al mercado internacional de capitales, sobre la base de que, de lo contrario, no se podría mantener un proceso de financiamiento del desarrollo macroeconómico capaz de asegurar el repago de las obligaciones contraidas.

El planteo de Meltzer y Calomiris sigue vigente hoy día y los políticos argentinos no han logrado una respuesta convicente: ¿cómo se financia un desarrollo sin el financiamiento externo? La Argentina tiene pendiente esta cuestión desde el inicio del plan de convertibilidad; al fin de cuentas la reforma al sistema previsional con la creación de las administradoras de fondos de jubilación y pensión fue justificada en la necesidad de incrementar el ahorro doméstico de manera tal de que el país contara con recursos necesarios para mantener el crecimiento.

Como se sabe, el sistema de AFJP fracasó porque sólo se destinó al financiamiento del déficit fiscal que era incompatible con la convertibilidad de la moneda doméstica. Pero algo tan básico nunca fue comprendido por el ‘menemismo’ ni el ‘cavallismo’ ni sus aliados, aún en la UCeDé y Ucema.

O sea que tampoco ellos han comprendido el significado del endeudamiento público en el proceso económico que ellos provocaron. De hecho, cuando Calomiris planteó la necesidad de acelerar la reestructuración con quita, sólo provocó una agresión personal de Cavallo.

Sin embargo, cuando los líderes políticos argentinos en el poder iniciaron las conversaciones por la reestructuración con quita, decidieron privilegiar los compromisos con el Fondo Monetario y ajustar sobre los bonistas, sin comprender que -a medida que el problema de los bonistas se extendiera- involucraría a sus gobiernos y, entonces, al FMI.

El problema de la tenencia de deuda pública argentino no es de los bancos porque desde los años ’80, los países emergentes emitían deuda que los bancos colocaban, sin riesgo propio sino que ganando una comisión, entre los inversores institucionales y particulares del mercado global.

La Argentina nunca le exigió al Grupo de los 7 que optara entre sus ciudadanos e inversores institucionales vs. el FMI, ni supo explicar la complejidad del proceso. A sus interlocutores sólo les importaba que Brasil no acompañara a la Argentina en el incumplimiento. Y lo consiguieron.

III.
La propuesta del gobierno para reestructurar la deuda pública cuyos vencimientos has sido incumplidos, será presentada sin cambios ante la Comisión de Valores de los Estados Unidos (Securities and Exchange Comisión) y estará autorizada antes que concluya octubre.

El Gobierno argentino ha ido por una quita muy superior al 40% nominal de Meltzer y Calomiris porque, con el transcurso de los días, alcanzar la quita más grande de la historia se convirtió en un objetivo en el que Néstor Kirchner y Roberto Lavagna depositaron sus futuros políticos.

En verdad, lo que debería redituar beneficios sería regresar a la Argentina a las corrientes globales de financiamiento, pero tanto Kirchner como Lavagna parten del supuesto de que esto es imposible en los próximos años, y entonces batallan contra los tenedores de bonos por un porcentaje de quita y otro de aceptación de su propuesta.

Kirchner cree que así abrirá las puertas a su reelección presidencial, y Lavagna considera que así obtendrá el derecho de disputarle a Kirchner la Casa Rosada en el año 2007.

Resulta muy delicado confundir objetivos de política económica con objetivos de política electoral. La Argentina ha pagado muy caro por este error: atrasos de tipo de cambio, sobreendeudamientos, represión de los precios, etc.

Sin embargo, Kirchner y Lavagna han decidido adoptar un discurso triunfalista acerca de la reestructuración con quita. Entonces, Lavagna calificó como "hiperfavorable" el comunicado del FMI y minimizó las presiones de Italia y Japón en el G-7 para que Argentina mejore la propuesta de reestructuración.

Lavagna terminó su viaje a Washington DC de igual manera a como lo inició: manteniendo la euforia y cuestionando al organismo financiero multilateral aunque sin llegar a una ruptura.

¿A qué se le llama ‘euforia’ en lo que atañe a la deuda? A obtener una adhesión promedio en las 155 series que más o menos tienen las obligaciones emitidas, de 60%.

No es lo que opina la mayoría de quienes siguen el tema con atención en los mercados financieros, quienes hacen sus apuestas sobre la base de que la Argentina obtendrá un promedio de adhesión del 40%. Habrá que establecer, para entonces, quiénes serán los ganadores y perdedores, pero para ello faltan muchas semanas. Por ahora no hay alternativa a creerle a Lavagna que obtendrá un resultado positivo.

IV.
La estrategia de Lavagna es la habitual en todo proceso de venta de acciones y Obligaciones Negociables mediante una oferta pública.

Armando Torres, vocero de Lavagna, conoce el procedimiento por haberlo ejecutado para Sociedad Comercial del Plata, cuado la empresa vendía deuda sin saber -probablemente- que terminaría estafando a sus acreedores.

Es probable que Torres haya contado con algún refuerzo externo a su tarea, quizá alguna consultora contratada a través del cónsul general en New York, Héctor Timerman, el verdadero embajador argentino en USA.

La euforia se instaló cuando Kirchner viajó a USA para hablar 5’ ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas. Él dijo a los periodistas que confiaba en obtener una adhesión al canje de entre 60% y 70%. La táctica es instalar una expectativa favorable porque muchos de los analistas y de los inversores no toman decisiones sobre información sino en base a otras cuestiones que –mirado en profundidad- obligaría a demandarlos por mala praxis en sus tareas.

Una reestructuración de deuda se asemeja a la venta de un objeto viejo: hay que reciclar el original, buscarle un packaging nuevo, y quizá se pueda venderlo a mejor precio que el real, que padece humedad y cucarachas.

Hay un público que necesita del discurso triunfalista: es aquel que no cuenta con toda la información, afronta un elevado costo por litigar y ya han transcurrido casi tres años del descalabro. Ahora hay un argumento para aceptar el canje.

Sin embargo, el éxito o el fracaso depende de análisis más complejos porque también hay un contenido de distribución geográfica. Concentrar rechazos en un país anticipa conflictos diplomáticos.

Una parte del éxito también depende de la SEC porque si la oferta que aprueba tiene una cláusula para "mejorar oferta ante presentación temprana", es un paso interesante: habría un premio para quienes acepten primero aunque hay que evaluar cómo queda frente a la cláusula de que todos los acreedores son iguales (pari passu).

V.
Lavagna ponderó que el organismo multilateral y los países más desarrollados hayan entendido que la capacidad de pago de las naciones "está ligada al crecimiento".

El ministro de Economía preparó su oferta a las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP) para que acepten el canje. A las AFJP (tenedoras del 20% de la deuda incumplida) se las intimidó con amenazas de juicios por diversas causas, se las presionó políticamente, se afirmó que les quitarán el mercado a través de la reestatización del sistema: todo para que sus gerentes aceptan el canje al que se mostraron reticentes durante semanas.

Kirchner y Lavagna redactaron un decreto prometiendo garantizar que la tasa del bono ‘cuasi par’ sea del 5,95% y que no baje aunque haya una modificación en el tipo de cambio –mediante una tasa fija en lugar de una variable–, y que los títulos que reciban se calculen a valor técnico y no de mercado, para evitarles una fuerte pérdida en sus balances.

En verdad, nunca se creyó que las AFJP no entrarían. Son excesivamente frágiles a la presión gubernamental. Sus directivos amenazaron con no participar solamente para asegurarse un mejor acuerdo que el de junio pasado, aunque Lavagna insiste en que la oferta fue la de junio, y eludir ellos mismos eventuales demandas de los afiliados (verdaderos damnificados).

Lavagna y el FMI acordaron una tregua hasta enero, y durante ese período la Argentina intentará conseguir la mayor cantidad de adhesiones posible a su oferta.

Lavagna insiste en reivindicar su Propuesta de Buenos Aires, que también es la de Kirchner. Ambos han promovido una batalla mediática que hasta el momento no pasa del artificio verborrágico.

Falta la propuesta homologada por las autoridades reguladoras de los países con bonos emitidos en su jurisdicción judicial, las 155 asambles (una por cada bono) y que estas acepten la propuesta de canje, aún cuando muchos recuerden a Mao Tse Tung: "El camino de las 1.000 millas comienza por el primer paso".

Y algo que Lavagna deslizó, con una inocente falta de comprensión del mundo real: "Yo tuve una excelente relación con el ministro italiano en el almuerzo (Domenico Siniscalco), pero después hizo un discurso muy duro; está claro que hay una contradicción".

VI.
"Hay dentro del G-7 dos países que han estado generando una mayor presión. Uno es un muy querido país como Italia, que tiene lazos muy fuertes con nosotros, pero que en algún punto se verá en la necesidad de elegir entre una relación estratégica con nosotros o con algunos bancos o comisionistas, que en parte fueron responsables por el cual muchos italianos de ingresos menores o medios tomaran bonos argentinos", dijo Lavagna como si a Italia le interesara la relación estratégica con la Argentina, hoy un paria de la comunidad financiera internacional.

"Aspiro a que la historia que tenemos en común haga que se decidan por esto y no por cuestiones ligadas a la deuda", dijo, con cierta irresponsabilidad, Lavagna. Un robo es un robo, con o sin historia en común.

Mauro Sandri, representante de los tenedores de los bonistas italianos, le respondió: "Creo que Lavagna hace una declaración muy grave, no tanto por los bonistas italianos que entienden que el ministro no es la persona más preparada, sino que preocupa por la calidad técnica de un ministro financiero".

Además, afirmó: "El problema es que la posición del Gobierno es definitiva. Creo que esta declaración del ministro significa que ninguno aquí (en Italia) comprará más deuda argentina. Y ninguno aceptará una quita del 75%. Lavagna, como siempre, no conoce la historia y no conoce la economía".

Sandri explicó: "Nosotros financiamos a la Argentina como ningún a país del mundo. Es histórica la solidaridad de los bonistas italianos. La primera solidaridad se dio con la compra de deuda. La real contradicción es la incapacidad de comprender desde el gobierno argentino".

Lavagna también reconoció los problemas con Japón: "El otro caso es el de Japón, donde percibimos una actitud de dar lecciones sobre cuestiones financieras, pero que no está dispuesto a escuchar argumentos en el área comercial y que tienen una actitud cerrada en lo comercial e hipersubsidiadora. Fueron los dos países que impulsaron la decisión del G-7; no nos asombra, no nos va a cambiar de rumbo y forma parte de esta clase de maniobras que sabíamos que iban a existir".

La pregunta es otra: ¿cree Lavagna que el G-7 se romperá por la Argentina? ¿Supone que USA, Alemania, Canadá, Reino Unido y Francia privilegiarán su relación con la Argentina antes que con Japón e Italia? No hace falta recordar que, entre muchas otras cuestiones, Japón e Italia acompañaron a USA a Iraq.

Además, hay funcionarios que realizan afirmaciones curiosas. Rafael Bielsa, ministro de Relaciones Exteriores y Culto, aseguró que la Argentina no figura entre las prioridades de los Estados Unidos, situación que calificó de "bendición" porque cuando tuvo la atención de Washington DC, en la década de los ‘90, las administraciones "sobreactuaron esa prioridad" al extremo de finalizar con la crisis de diciembre de 2001.

En tanto, el Gobierno argentino mantiene otro frente de conflicto: con el Banco Mundial, por el proyecto de ley de marco regulatorio de los servicios públicos que redactó el ministro Julio De Vido.

Cerca de James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, se afirma que el proyecto "puede tener un impacto negativo en las inversiones privadas porque deja demasiados temas abiertos".

Para el Banco Mundial, el nuevo marco no aclara el proceso para que las empresas inviertan; la toma de decisiones del sector privado; la previsibilidad para realizar planes de negocios, y los límites de las prestaciones sociales. Las empresas no logran saber cuáles serán sus futuros ingresos, sobre todo los vinculados con costos y tarifas. Además, se deberían discutir determinadas cuestiones legales, como determinar si la aplicación del marco será retroactiva o no.

Es llamativo que el presidente Néstor Kirchner aún no haya comprendido que las empresas de servicios públicos suponen uno de los ejes más sensibles en la relación del capitalismo global con la Argentina, aún cuando el Banco Mundial no haya interrumpido el programa de asistencia a la Argentina, que hasta fines de 2005 otorgará US$ 1200 millones en nuevos préstamos para inversión.

Lo cierto es que el G7, que reúne a los países ricos, no fue el único en emitir un duro comunicado con respecto a la Argentina. También lo hizo la Unión Europea.

VII.
Representantes del llamado ‘club de acreedores’ (externos y nacionales) anticiparon a Edición i su profundo disgusto y rechazo ante los trascendidos de una eventual renegociación favorable de la deuda que mantiene el Estado aArgentino con los tenedores de bonos, al tiempo que calificaron de "demagógica y arbitraria" la actitud del Ejecutivo para resolver el conflicto.

Sin embargo, voceros calificados de los acreedores financieros estadounidenses se mostraron más cautos al momento de opinar sobre la cuestión y descalificaron la importancia que se le adjudica a la aprobación del pedido de reformulación de su deuda que le hizo la Argentina a la Comisión de Valores de los Estados Unidos por cuanto "no marca todavía un avance" hacia un acuerdo definitivo. "Todo es una operación de prensa, creo que básicamente destinada a las AFJP domésticas", dijo un abogado.

Sandri, titular de la Asociación de Bonistas de Italia, coincidió con el Nº 1 de la Asociación de Ahorristas de la República Argentina (AARA), Carlos Báez Silva, cuando éste afirmó que los acuerdos que logre la Argentina "van a interesar sólo a quienes pretenden hacer negocios particulares en el país y en especial a los llamados ‘fondos buitres’ que han irrumpido en escena."

Silva y Sandri dijeron: "Ellos especularán con la subida de la tasa de interés y las conveniencias financieras de las instituciones que representan en detrimento de los verdaderos ahorristas tenedores legítimos de bonos comprados con ingenua confianza en el Estado argentino".

A Edición i, Sandri agregó, en referencia a la Argentina: "Jamás se ha visto en la economía mundial a un Estado tan esclavo de los organismos internacionales" que ensaya "políticas demagógicas sin importarle la credibilidad de aquellos que apostaron con esfuerzo en invertir con pequeñas y medianas industrias en ese país".

Según él, el Gobierno argentino "prefiere resarcir a los ‘fondos buitres’ que compraron bonos en pesos, y encima recibirán una compensación dolarizada".

Y recordó que representa a 450.000 acreedores que esperan una propuesta "justa" como podría ser el reembolso del precio en efectivo a 10 ó 15 años por la totalidad del valor. Sandri:

> "En la Argentina no hay una estrategia macroeconómica; es una política surrealista; hay bonistas internacionales que buscaron el 26% del valor invertido y consiguieron el 100% del valor real" y

> "¿Quién querrá invertir en la Argentina si no es creíble ni en la política ni en la economía?".

Él anticipó que habrá un fallo de los Tribunales Italianos en respuesta a 18 juicios presentados por 1.200 acreedores que solicitaron el embargo de las propiedades argentinas en Italia y otras acciones coercitivas.

En tanto, Báez Silva le dijo a Edición i (AARA representa a 400 ahorristas activos, e indirectamente de 3.000 bonistas que adhieren en forma pasiva): "Es imposible llegar a un acuerdo si el Estado no distingue a las personas de las instituciones; son reclamos diferentes con tiempos muy distintos y situaciones dispares ya en nuestros representados se dan muchos casos realmente desesperantes y terminales".

Él recordó que a los acreedores individuales que representa se les ha ofrecido cobrar sus bonos dentro de 35 ó 40 años al valor presente y con una tasa fija del 2% mientras que entidades bancarias recibieron propuestas a 20 años con tasas del 8% ajustables.

"Mis bonistas son gente muy mayor que han invertido todos sus ahorros que no superan entre US$ 50.000 y US$ 100; ni sueñan con rescatar su dinero en 40 años", señaló, indignado.

"Quienes llegarán a un acuerdo son aquellos que sólo buscan hacer negocios personales y los llamados fondos buitres que ahora se benefician con la suba de las tasas de interés", advirtió Báez Silva.

En tanto, el abogado Guillermo Gleiser, un argentino que litiga en USA, lo que no es habitual, se dijo reacio a anticipar opiniones "sin que se conozca el prospecto argentino. La verdad es que no es serio hablar sin el prospecto leido y he notado, con sorpresa mayúscula una cantidad de declaraciones y toma de posición sin la lectura del prospecto de los nuevos bonos. No es serio".

VIII.
Un capítulo importante de la reorganización de la deuda argentina es la reestructuración del pasivo con el Fondo Monetario. Lo más probable es que el directorio decidirá hacer un re facing, que consiste en reprogramar los desembolsos en el marco de un nuevo programa. Y lo que se pagó, se pagó. El roll over que el FMI concedió a partir de setiembre de 2003 fue una excepción, que difícilmente se repita.

En los reglamentos del FMI prevalece un criterio que establece que los países reciben el dinero como ayuda para superar crisis coyunturales, pero lo deben devolver a medida que normalizan su situación. La Argentina acumula 34 meses de ‘crisis coyuntural’, y el FMI acumula nerviosismo.

Por esto, en el caso argentino, el G-7 carece de predisposición para otorgar nuevas excepciones al gobierno de Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna. Y lo escribieron en negro sobre blanco en un documento que difundieron exigiendo abandonar el default y concretar las postergadas reformas que reclama el FMI.

Ocurre que para cualquier burócrata que conoce de finanzas públicas, es imposible dejar la crisis sin salir del default, y les resulta sospechoso que la Argentina insista en este planteo. Más bien creen que el Gobierno argentino procura transferirles el costo de sus propios errores y de la ‘flexibilidad’ que tuvo el FMI en los días de Michel Camdessus como director-gerente (1987-2000), y que Horst Köhler no rectificó con la energía que sí se propone Rodrigo de Rato.

En Washington DC se recuerda que, en agosto de 2001, el FMI le desembolsó US$ 9.000 millones al entonces presidente Fernando de la Rúa, aunque no se pudo evitar el estallido de la crisis. "La Argentina ya no está en crisis, está en etapa de recuperación y es hora de que empiece a compartir los beneficios", concluyó el holandés Gerrit Zalm, actual presidente del Consejo de Ministros de Finanzas europeos, y le exigió que "honre" sus obligaciones con el FMI.

Debe recordarse que la princesa Máxima Zorraguieta, de la Casa de Orange Nassau, que reina en Holanda, es argentina.

"Damos la bienvenida a la fuerte recuperación macroeconómica de Argentina, y urgimos a las autoridades argentinas a utilizar esta oportunidad para aumentar sus esfuerzos a fin de lograr pronto un acuerdo con los acreedores privados", sostuvo Zalm.

Y la Unión Europea también invitó a la Argentina a "implementar tan pronto como sea posible las acciones previas requeridas para la concreción de la tercera revisión del programa con el FMI".

Concluyó solicitando: "De manera acorde, el gobierno argentino debe también suministrar a la comunidad de inversores internacionales un marco estable, predecible y que atraiga la inversión".

IX.
¿Qué hará Alemania con el ‘caso Argentina’? Aún nadie lo sabe. Es una economía donde hubo escaso trading de bonos (los tenedores son compradores originales), y la Administración Kirchner no es muy popular.

Los bonos argentinos vendidos en Japón, Italia y Alemania suman un 30% de la deuda emitida bajo incumplimiento.

Hay un tema que los funcionarios argentinos no han evaluado con detenimiento: los tres países integraron el Eje, durante la 2da. Guerra Mundial, y tienen una experiencia en el pago de retribuciones y resarcimientos. Por lo tanto, si ellos, aún desvastados, afrontaron sus cargas, no entienden por qué la Argentina no puede hacerlo.

En tanto, Lavagna cree que aún puede acordar con los bonistas de Argentine Bond Restructuring Agency, que representa Adam Lerrik (5% de la deuda emitida a renegociar).

Suiza es otro capítulo a evaluar porque casi el 10% del capital a renegociar se encuentra en carteras de bancos suizos, incluyendo los títulos públicos argentinos que afirma haber comprado la Provincia de Santa Cruz. Los analistas suizos afirman que si el precio del canje roza los US$ 35 por cada US$ 100, podrían adherir mayoritariamente.

Pero la mayor confianza de Lavagna ha sido depositada en USA, donde se encuentra un 12% del capital a renegociar, una porción apreciable en carteras de fondos que invirtieron por el bajo precio del papel y considerando la experiencia de Ecuador, un default que hizo ganar bastante dinero a quienes apostaron a que los países no quiebran.

Al igual que en varios casos europeos, Lavagna cree que en USA logrará la adhesión de 4 de cada 5 acreedores, y el resto irá a un largo juicio que heredarán los nietos del ministro y del resto de esa generación de argentinos.

El interrogante es si la presión mediática del ministro logrará en Europa y USA lo que hasta ahora no consiguió en la Argentina porque ninguna de las asociaciones que agrupan a los acreedores adhirió a la Propuesta de Buenos Aires, y las AFJP ingresan luego de presiones terribles de parte del Gobierno argentino, que incluyó la amenaza de demandas desde la Superintendencia de AFJP, asesorada por el ex juez Mariano Bergés. El Gobierno argentino ha convencido a varios bancos privados y estatales a que aconsejen a sus clientes tenedores de bonos en default para que adhieran a la oferta, en parte porque así los propios bancos quedan a salvo de eventuales demandas futuras por mala praxis de parte de clientes insatisfechos.

La mayor presión a estos inversionistas es acotarles el espacio judicial afirmando que en los fueros locales será un proceso tan largo como incierto, aunque la pregunta que corresponde es: ¿Qué harán el Presidente y el ministro luego del año 2007 si es que no permanecen ni Kirchner ni Lavagna?

Sin tanto raciocinio, los bancos que recibieron títulos en forma de ‘préstamos garantizados’ y un menú de compensaciones, ingresarán a cualquier canje que les permita ‘dibujar’ su contabilidad bien por arriba de los US$ 30 por cada US$ 100 para que no afecte el patrimonio neto de las entidades.

A US$ 30 por lámina, el patrimonio neto del sistema bancario argentino sería equivalente a un negativo de US$ 15.000 millones ($ 48.000 millones).

La oferta a las AFJP sin duda es extensiva a los bancos (¿Quién puede saber qué ocurrirá en la Argentina en 35 años? ¿Existirá la Argentina para entonces?)

Para consolidar su plan, Lavagna precisa del acuerdo de 60% o más de la deuda incumplida y entonces mostrar sus naipes: bonos que coticen sólo en la Bolsa de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires (para concentrar eventuales demandas en la jurisdicción argentina), bonos sin liquidez (para que haya vendedores y no compradores, lo que derrumbaría los precios), y en una recompra de bonos post-default, los renegociados no serían considerados y así se reduciría el mercado para los reclamos judiciales.

Para lograrlo, alguien presiona. ¿Quién hizo subir la cotización de los bonos en default durante las últimas dos semanas? ¿Hubo un grupo de bancos operando para dibujar el precio? Ocurría en días de Domingo Cavallo superministro. Pero nada de esto habilitará el regreso de la Argentina a un clima de negocios favorable al capital extranjero, muy por el contrario: es astucia que predispone al éxodo de quien puede emigrar. ¿Por qué, entonces, para el Gobierno es un éxito?

Resulta evidente que la semántica del vocablo ‘éxito’ es casi ininteligible hoy día...

X.
¿Cuál es lo más importante en el tema de la deuda? Sin duda, el porcentaje de demandas que quedarán en pie luego de la oferta de reestructuración.

Así como para que el éxito de la oferta depende de una aceptación de 60% o más, el fracaso es un porcentaje de demandas de 20% del total. Es verdad que no será un golpe terrible mañana ni pasado, pero es como las cuestiones de la industria del seguro: con el paso del tiempo resultan demoledoras para el perdidoso.

El Gobierno argentino (en verdad, los líderes de la Argentina) le han presentado a su sociedad que cambiarán la historia en materia de negociaciones financieras globales, para establecer un nuevo paradigma de quita, y en su euforia han omitido el riesgo: un porcentaje de reclamos indemnizatorios que equivaldría a hipotecar el futuro de las jóvenes generaciones.

De lo que se carece es de un término medio, la Argentina juega a cara o cruz, siempre aficionada a los extremos, nunca a la razón.

Con liviandad –y sin explicarle la realidad a la población- se intenta la quita más grande de la historia, o el fracaso durante años. Por lo menos, es irresponsable.

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Edición i, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004.

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