Proponen a Kirchner un plan para vender las acciones en el FMI y así pagar el 75% de la deuda con el organismo

Hace algún tiempo la consultora Exante -que dirige Aldo Abram- propuso la venta de las acciones de la Argentina en el FMI, en ese caso para aumentar la oferta a los bonistas; ahora retoma el proyecto para cancelar el pasivo con el FMI.

POR SANTIAGO GALLICHIO

El gobierno nacional decidió modificar el tipo de relación que mantiene con el FMI, pues la que heredó de la década pasada no le sienta nada bien.

La imagen pública de los burócratas internacionales de segunda línea desfilando por la Casa de Gobierno para imponer políticas que resultaban indeseables para nuestros gobernantes nacionales lo incomodó desde un principio.

Su rechazo se manifestó primero en la forma de duras críticas de tribuna y, más tarde, como una suspensión lisa y llana de relaciones, tras el desafío consistente en mantenerse firmes en la estrategia de renegociación de la deuda en default, a pesar de las acusaciones de mala fe proferidas por todo el G-7.

Lo cierto es que desde setiembre pasado no hay más visitas molestas y, cuando poco después el flamante director gerente del FMI Rodrigo Rato visitó Buenos Aires no se llevó más que recuerdos tensos y descorteses de parte del presidente Kirchner.

Todo esto cuadra de mil maravillas con el imaginario popular que, desde hace décadas, tiene en el Fondo uno de los enemigos más emblemáticos.

Al Fondo, que le pague Mongo rezaban los graffitis de Buenos Aires ya en el retorno de la democracia, 20 años atrás.

Yankees go home era otra de las frases condenatorias de entonces, en un reduccionismo que veía en el organismo internacional el ariete del imperialismo norteamericano.

Por eso es que el gobierno actual no hace sino ganar simpatía política con su decisión de enfrentar en duros términos al FMI. Para mejor, creció la popularidad internacional de las visiones heterodoxos, críticas del consenso de Washington y de su mentor, el FMI.

Pero últimamente el gobierno se ha decidido a ir por más. En pleno lanzamiento de la oferta de reestructuración, dejó trascender que la intención oficial era la de saldar los US$ 13.800 millones que nuestro país le adeuda hoy al Fondo, para librarse de sus molestas intromisiones.

Si bien ese trascendido puede interpretarse en términos estratégicos, como una amenaza de independencia post canje que dejaría al país con más probabilidades de repudio de los hold-outs (aquellos que desistan del canje y pretendan cobrar por la vía judicial), nadie descarta que esa actitud sería perfectamente adecuada a la posición ideológica dominante en el Presidente y sus colaboradores más íntimos. Sacarse de encima al Fondo de una vez por todas es un viejo anhelo de muchos políticos y ciudadanos politizados.

Los vencimientos de esa deuda son de US$ 5.000 millones en 2005, US$ 4.400 en 2006, US$ 3.500 en 2007 y un residuo menor en 2008.

Esos pagos, que cancelan toda la deuda, implican pagar los vencimientos actualmente acordados sin ninguna renegociación ulterior, como la que se pretenderá lograr seguramente.

Si se hacen esos pagos, no se requiere renegociar más metas y se podría estar en situación no conflictiva con el Fondo, mejorando la posición actual, que implica estar en suspensión por virtuales incumplimientos.

Pasaríamos a ser un país que "no necesita de la ayuda del FMI ni de su supervisión".

Un camino explorable: vender las acciones en el FMI

Si bien todavía no se analizó oficialmente, desde EXANTE habíamos publicado una propuesta, elaborada junto con el Dr. Martín Gonzalez Eiras de la Universidad de San Andrés, que podría ser muy acorde a la intención oficial.

La propuesta consiste en que el gobierno argentino "venda" parte de su paquete accionario en el FMI a cambio de una reducción de su deuda con ese organismo.

Si se desea tener independencia, ¿qué mejor que retirarse del organismo?

Al fin y al cabo, pertenecer a él implica acordar con sus funciones, entre las cuales está la de auditar a aquellos países que piden prestado recursos al Fondo.

Para el FMI, significaría reducir su altísima exposición a la Argentina y el G-7 podría hacer un aporte internacional relevante, de ayuda a nuestro país, "comprándole" las acciones que la Argentina "vendería", aumentando su capacidad de voto en el FMI.

Avancemos en una posible cuantificación de esta propuesta. Aunque la "compra-venta" directa de acciones entre miembros del FMI no está contemplada en el estatuto del organismo, dicha operación podría realizarse a través de los simultáneos cambios en las cuotas de la Argentina y los países del G-7, con contrapartidas en las posiciones de endeudamiento de estos países con el FMI.

La Argentina tiene una participación accionaria (cuota) medida en dinero del Fondo de DEG 2.117 millones (US$ 3.230 millones), lo que representa el 1,0% del total del FMI. Este porcentaje no es despreciable, ya que excepto USA (con 17,5%) los restantes países del G-7 tienen entre 3,0% y 6,3% cada uno, sumando en conjunto el 46,4%.

Estas acciones son además un derecho de crédito blando (a baja tasa) de hasta 5 veces ese valor para cada país (la Argentina ya está en el límite). Cediendo acciones, se cede derecho de crédito futuro a la vez que peso en las decisiones del organismo.

Eso es lo que adquirirían los países que se hicieran de la parte de las acciones argentinas que se venderían.

Ahora bien, ¿cuánto valen esas acciones?

Considerando todo el paquete accionario, se podría decir que hoy valen como mínimo los US$ 3.230 millones nominales. Pero lo cierto es que dan derecho a crédito blando por 5 veces ese valor (US$ 16.152 millones).

Y, además, significan capacidad de decisión política en el organismo. Todo ello implica que el valor bien podría estar bastante por encima del valor nominal referido previamente.

Para países en desarrollo, por la capacidad de acceder a crédito blando, y para países desarrollados, por el valor de "controlar" el FMI.

Supongamos que la Argentina negociara venderlas en unas 3 veces su valor nominal: US$ 10.000 millones por el 100% del paquete argentino.

La deuda argentina con el FMI se reduciría en ese monto, que equivale al 72% del total. Esa deuda la asumirían los países que comprasen las acciones.

Con ello, sólo restarían pagarle al Fondo US$ 3.800 millones, sólo el 75% de los vencimientos previstos para 2005, para saldar toda la deuda.

Si vamos a salirnos del Fondo, no tiene sentido mantener parte del paquete accionario.

La consistencia en los argumentos oficiales debe mantenerse a rajatable.

De otro modo, los trascendidos acerca de buscar una independencia del Fondo serán leídos como meros anuncios estratégicos, propios de la negociación de la deuda.

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