Bono le responde al Papa luego de acusar a España de "promover el desprecio hacia lo religioso"

La polémica por el uso del preservativo para prevenir el Sida en España provocó duros cruces con el Vaticano. Juan Pablo II, finalmente, se refirió al respecto y acusó a España de "promover el desprecio hacia lo religioso". Pero el ministro de Defensea, José Bono, le respondió que las actitudes "excesivamente antiguas hacen que la gente se aleje" de la Iglesia.

La polémica por el uso de preservativo para prevenir el Sida en España provocó duros cruces con el Vaticano. El papa Juan Pablo II aseguró ayer que ese país promueve el desprecio hacia lo religioso.

Pero el ministro de Defensa español, José Bono, un católico confeso, salió al cruce de los reproches del sumo pontífice al señalar que no se puede acusar al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de ser la causa del laicismo imperante en España.

El ministro español exhortó a la Iglesia a la autocrítica sobre sus planteamientos ante el preservativo o la homosexualidad.

"Algunos jerarcas de la Iglesia católica deberían pensar que sus actitudes excesivamente antiguas hacen que la gente se aleje", afirmó Bono.

"No estoy dispuesto a decir que peca una persona que se pone un preservativo para no contagiar el sida que, por ejemplo, le han contagiado por una transfusión de sangre o que los homosexuales están condenados", agregó el funcionario.

Además, señaló que "si encuentran en Europa algún país que trate a la Iglesia católica mejor que el gobierno de España, que nos lo digan", enfatizó el ministro.

Ayer, en un discurso dirigido a un grupo de obispos encabezados por el cardenal de Marid, Antonio Rouco Varela, el sumo pontífice arremetió también contra la educación religiosa, el proyecto de ley de matrimonio entre homosexuales, la ampliación de la ley del aborto y a nuevas normativas sobre bioética y experimentos con embriones.

Pero como le ocurrió a los franceses hace unos años, también los españoles si pensaban una apertura tuvieron que dar marcha atrás. La reacción de la Santa Sede fue como siempre muy rígida respecto a la inmoralidad intrínseca del preservativo. El Papa en persona reafirmó que contra las enfermedades de transmisión sexual se lucha con las armas de la abstinencia y la fidelidad conyugal.

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