Declaración conjunta de Menem y Rodríguez Saá

Texto completo del documento difundido ayer en San Luis por Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá solicitando la demorada reorganización justicialismo, trunca desde el Congreso Nacional partidario en Parque Norte, por el enfrentamiento abierto entre los seguidores de Eduardo Duhalde y los de Néstor Kirchner:

Nunca como hoy, el peronismo ha sido tan responsable del presente y el futuro de la Argentina.

Desde hace ya tres largos años, a partir del rotundo fracaso del gobierno de la Alianza, el Movimiento Nacional Justicialista ha quedado convertido, en esta oportunidad más como resultado de las falencias ajenas que por imperio de sus innegables virtudes propias, en la única garantía de gobernabilidad en la Argentina.

Paradójicamente, esta situación de máxima responsabilidad coincide con un momento en que el Peronismo atraviesa por una profunda crisis de identidad y de conducción política, que es imprescindible revertir para colocarlo, otra vez, a la altura de las nuevas circunstancias históricas.

De allí la importancia de reafirmar enérgicamente las banderas históricas del justicialismo, la plena vigencia de su doctrina, inspirada en la doctrina social de la Iglesia y la reivindicación de la continuidad del legado de Perón y de Eva Perón.

Al mismo tiempo, esa reafirmación a ultranza de nuestra identidad histórica, más allá de los aciertos y los errores cometidos durante sesenta años de presencia interrumpida en la vida pública argentina, tiene que acompañarse con una actualización doctrinaria que nos permita enfrentar los nuevos desafíos que nos plantea el siglo XXI.

Porque, una vez más, el peronismo está obligado a adecuar audaz y creativamente sus propuestas, para adaptarlas a las nuevas realidades de la Argentina y del mundo globalizado.

Resulta obvio que, a pesar de algunos indicadores macroeconómicos favorables, la Argentina de hoy afronta un gigantesco desafío social. Millones y millones de compatriotas están sumergidos en el desempleo, la pobreza y la marginalidad.

Los salarios de los trabajadores son los más bajos de las últimas décadas.

Las desigualdades en la distribución de la riqueza son cada vez mayores. Las propias estadísticas oficiales revelan que se sigue incrementando brutalmente la distancia entre los que más y los que menos tienen.

Nunca en la historia de la Argentina moderna fue tan reducido el porcentaje de participación de los trabajadores en el ingreso nacional.

Para peor, todos estos males sociales se ven cotidianamente agravados por los alarmantes índices de inseguridad pública que son especialmente dramáticos en el conurbano bonaerense.

El colapso del sistema educativo ha llegado al límite de convertir las escuelas en comedores, resignando así su función e hipotecando en forma conciente a las próximas generaciones.

No se han modificado ninguna de las causas estructurales de la decadencia en la Argentina.

Perón nos enseñó que "mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar".

Y este estado de injusticia social no se corrige con anuncios efectistas, cuya vigencia se agota con su aparición en las portadas del día siguiente en los grandes diarios nacionales, ni con una prédica falsamente progresista que encubre un doble discurso que no se corresponde con la realidad de los hechos.

Está claro que las políticas en ejecución tienden a perjudicar a los sectores más humildes, a quienes fingen defender y en cambio favorecen a una reducida minoría privilegiada, que se beneficia con esa mayor concentración de la riqueza.

La situación argentina exige soluciones efectivas y económicamente sustentables, que tampoco pasa por la torpe insistencia en un asistencialismo de muy corto alcance, que atenta contra la cultura del trabajo.

Menos aún por la articulación de una red de clientelismo político que viola las instituciones democráticas y degrada la condición de los más humildes.

La única respuesta de fondo es impulsar la creación de trabajo genuino, a través de una estrategia nacional orientada a promover las condiciones que favorezcan una oleada de nuevas inversiones productivas en todo el territorio nacional.

Dicha estrategia debe tener una visión globalizada, ya que debemos materializar una real reinserción internacional de nuestro país, hoy ausente, mendigante y notoriamente irrelevante en política exterior, mediante un activo protagonismo político en todos los dinámicos escenarios mundiales.

Es necesario, urgente e imprescindible poner en funcionamiento toda nuestra creatividad de peronistas y nuestro compromiso de argentinos para luchar sin pausa hasta que no haya un solo desocupado en nuestra Nación.

Este desafío social hace a la naturaleza misma del peronismo, históricamente arraigado en los trabajadores y en los sectores más humildes de nuestra sociedad.

Pero sería imposible asumir seriamente esta enorme responsabilidad si no avanzamos rápidamente, en el terreno político, por el camino de la organización.

Para gobernar no alcanza sólo con el apoyo de una franja de la opinión pública y de la opinión publicada cuya volatilidad ha quedado sobradamente demostrada en los últimos años.

Mucho menos con diseñar alquimias "transversales", esos inventos políticos carentes de raíces sólidas que por su fragilidad recuerdan la lamentable experiencia de la Alianza.

Por el contrario, es absolutamente necesario contar con el respaldo de una fuerza política organizada, que en cualquier circunstancia posible de adversidad o crisis, sea capaz de defender la gobernabilidad de la Argentina.

Por eso, consideramos urgente encarar la inmediata normalización del Partido Justicialista para superar su actual estado de parálisis y de acefalía, a través del ejercicio de la democracia interna, mediante la elección de sus autoridades por el voto directo de sus afiliados.

El Partido Justicialista debe escapar de la trampa de silencio en que deliberadamente fue colocado y, expresando a los necesitados, a los más humildes, empezar a organizarse en forma moderna y transparente.

No estamos ante una simple cuestión de tipo partidario. La unidad, la solidaridad y la organización del peronismo es hoy un tema que excede el marco interno.

Es de estricto interés nacional. Porque en las actuales circunstancias del país, la reunificación del peronismo, que requiere la activa participación de las distintas expresiones internas que compitieron en las últimas elecciones presidenciales del 27 de abril, sin excepciones ni discriminación de ninguna índole, es condición insoslayable para avanzar hacia la unidad nacional y la reconciliación entre los argentinos.

Como nos dijera Perón, en su histórico discurso del 21 de junio de 1973, a escasas horas de su retorno definitivo a la Patria, "los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento".

En este contexto, por encima de cualquier especulación acerca de eventuales candidaturas y de posicionamientos sectoriales o personales, por legítimos que resulten, a todos nos corresponde ocupar, sin demora alguna, nuestro puesto de lucha en la consecución de este objetivo común.

A tal fin extendemos fraternalmente nuestra mano a todos los peronistas y a todos los argentinos.

Por todo ello reclamamos:

1.- El inmediato llamado a elecciones internas para elegir el Consejo Nacional del Partido Justicialista que retome la conducción de todos los peronistas y asuma la reconstrucción de la Argentina.

2.- Convocar a todos los peronistas a unirnos en torno a la defensa de nuestra doctrina y del pueblo argentino.

3.- Iniciar hoy un nuevo camino para reconstruir al peronismo.

VIVA PERON. VIVA EVITA. VIVA LA ARGENTINA.

Cruz de Piedra, San Luis, a los 25 días de enero de 2005

Dr. Carlos Saúl Menem
Dr. Adolfo Rodríguez Saá

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