URUGUAY

A los 83 años murió Juan María Bordaberry

El ex dictador Juan María Bordaberry Arocena falleció hoy a los 83 años de edad. La familia decidió no realizar un velatorio y enterrarlo directamente en Parque Martinelli, en el barrio de Carrasco.

Juan María Bordaberry Arocena nació en Montevideo, Uruguay, 17 de junio de 1928.
 
Fue político y estanciero, Presidente constitucional entre 1972 y 1973 y presidente de facto entre 1973 y 1976, y desde noviembre de 2006 se encontraba detenido por delitos de lesa humanidad, aunque desde enero de 2007 con arresto domiciliario por su estado de salud.
 
Murió hoy domingo 17 de julio de 2011.
 
José María Goycochea, secretario de prensa del senador Pedro Bordaberry, hijo de Juan María, confirmó el deceso, que explicó fue a las 5:20 por un paro cardiorrespiratorio.
 
"Él (Bordaberry) estaba bastante enfermo desde hacía 2 años. Hace más de 1 día que estaba en estado delicado", agregó.
 
Bordaberry fue procesado con prisión en noviembre de 2006 y recluido en Cárcel Central por su responsabilidad en el asesinato de 2 legisladores y 2 guerrilleros tupamaros en la Argentina en 1976.
 
En noviembre de 2010 fue condenado a 30 años de prisión por los delitos de atentado contra la Constitución, 9 delitos de desaparición forzada y 2 homicidios especialmente agravados.
 
Poco tiempo después de ser enviado a la cárcel, Bordaberry tuvo un problema respiratorio por lo que la Justicia decidió autorizar su prisión domiciliaria, la cual cumplió hasta el momento de su muerte.
 
Historia
 
De origen blanco ruralista, convertido a colorado, llegó a la Presidencia de la República en 1971 gracias a que fracasó el intento reeleccionista de Jorge Pacheco Areco.
 
En la elección general, que ganó Bordaberry, deberá recordarse el rumor de irregularidades. En particular, que habría habido más votos que votantes habilitados en algunos circuitos y que estas irregularidades habrían favorecido a Bordaberry, en desmedro de Wilson Ferreira Aldunate, candidato del Partido Nacional.
 
Él nunca se llevó bien con los partidos políticos, al punto que llegó a proponer un sistema de gobierno sin ellos.
 
Bordaberry asumió como presidente en un momento de especial intensidad de las actividades, tanto de la guerrilla representada por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, como de grupos de extrema derecha como el Escuadrón de la Muerte y la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), todo ello en medio de una crisis económica (la inflación no tardaría en dispararse) y con múltiples medidas prontas de seguridad vigentes, lo cual daba cuenta de lo desvirtuadas que estaban la institucionalidad y la legalidad.
 
Bordaberry le hizo frente a la situación aliándose con los sectores más conservadores militares y civiles, que ocuparon los puestos más relevantes del gobierno. 
 
Durante los primeros meses, se descubrió la "Cárcel del Pueblo" donde la guerrilla tupamara había mantenido secuestrados a varios enemigos, comienzo del fin tupamaro. 
 
Encabezó el golpe de Estado cívico-militar de 1973, pero su gestión estuvo siempre tutelada por las Fuerzas Armadas, al punto que cuando dejó de ser útil fue destituido en 1976 y sustituído por Alberto Demicheli, por entonces presidente del Consejo de Estado.
 
Su soledad en el poder quedó patente en febrero de 1973, cuando los militares resistieron la designación del general retirado Antonio Francese como ministro de Defensa. 
 
Bordaberry convocó a los partidos políticos a defender la democracia, pero no tuvo eco.
 
Ante la indiferencia ciudadana a su llamado de "defender las instituciones" y el abandono de su defensa por parte de la Armada, Bordaberry terminó cediendo y pactando con las Fuerzas Armadas el 12 de febrero en el llamado Acuerdo de Boiso Lanza, en lo que, para algunos, fue el prólogo del quiebre institucional que vendría.
 
Bordaberry presidió el golpe de estado del 27 de junio de 1973. Disolvió el Parlamento —al que sustituyó por un Consejo de Estado designado por el poder ejecutivo—, las organizaciones sociales, los partidos políticos y suprimió las libertades civiles. 

Precisamente Ítalo Argentino Luder, en la Argentina, se negó a asumir el rol de Bordaberry que le exigían muchos militares argentinos para gobernar a través suyo. Y ese fue un mérito de Luder.
 

Los militares comenzaron entonces a ocupar cargos de responsabilidad en el gobierno en lo que se denominó el "proceso cívico militar".
 
En 1975, él propuso a los militares imponer un nuevo sistema constitucional de inspiración fascista y franquista, eliminando definitivamente a todos los partidos políticos para entonces ilegalizados y suprimiendo las instituciones liberales. 
 
En 1976 Bordaberry presentó dos nuevos memorandos políticos a la Junta de Oficiales de las Fuerzas Armadas. Ésta consideró que la propuesta de eliminar los partidos políticos era muy arriesgada por lo que, el 12 de junio decidió destituir a Bordaberry y designar para reemplazarlo a Alberto Demicheli, quien entonces ocupaba la presidencia del Consejo de Estado.
 
El 16 de junio las Fuerzas Armadas dieron a conocer sus discrepancias con Borbaberry mediante un comunicado (los militares se dieron el lujo de parecer demócratas):
 
"(...) Esas discrepancias se materializan:


En que el presidente de la República no acepta el futuro funcionamiento de los partidos políticos tradicionales. Entiende que éstos no tienen cabida en el Uruguay del futuro. Propone en substitución de la vigencia de ellos, la promoción y desarrollo de corrientes de opinión que en definitiva vendrían a ocupar el vacío dejado por aquéllos. 

En cambio, las FF. AA. no quieren compartir el compromiso, la responsabilidad histórica, de suprimir los Partidos Políticos Tradicionales.

El Presidente de la República no acepta el pronunciamiento popular a través del voto, porque considera que esa práctica en las democracias actuales es algo superado, argumentando que el voto solamente se debe requerir a los ciudadanos a través del referéndum o plebiscitos, sobre puntos o temas específicos que el Poder Ejecutivo considere conveniente. En contraposición a esto, las FF.AA. sostienen que la soberanía está radicada en la Nación y que, entre otras cosas, una forma auténtica de expresión de esa soberanía, es el voto popular (...)".

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