Menem en Varela en un Día de Serpientes

Hoy Carlos Menem es anunciado en un acto del Frente Menemista de la Provincia de Buenos Aires (partidos Unión Popular y la Confederación Laborista), a las 18:00 en la Asociación Mutual (ex Club YPF), Sto. Cabral 176, cruce de Florencio Varela, entre el Camino Gral. Belgrano y Av. Calchaqui (se ignora si TN / Canal 13 enviará cámaras luego del papelón informativo de ayer cuando no transmitieron en vivo el bochorno de Alberto Fernández, aliado de Grupo Clarín, en el Congreso de la Nación). Este evento bonaerense coincidió con la difusión del parte astrológico de Cristina de Kirchner y Cecilia Bolocco en Jorge Asis Digital. Es una historia de serpientes porque ambas mujeres pertenecen a ese signo astrológico, y algunos medios de comunicación... imitan a los ofidios:

Cristina y Cecilia:

Apenas la condición de Serpiente tienen en común Cristina Fernández y Cecilia Bolocco.

Serpiente de Agua, la señora Cristina, y Serpiente de Madera, de una generación posterior, la señora Cecilia. Además podría mencionarse, como rasgo unificador, un cierto aspecto de mujer fatal. O simplemente de mujer bella, de acuerdo a los códigos impuestos por el cine americano, en blanco y negro.

Asimismo pueden coincidir en una notable atmósfera enigmática. O en la privilegiada piel que se mantiene casi inalterable. O en una sublime tendencia espiritual hacia el misterio.

Y aparte, claro, coinciden en la proximidad obvia que deparan las respectivas asociaciones matrimoniales con los dos presidentes peronistas, que supieron signar los últimos tres lustros, con los paréntesis involuntarios de De la Rúa y Duhalde.

Curiosamente, los maridos de estas víboras cautivantes, Kirchner y Menem, se presentan como fuertemente antagónicos cuando, en el plano personal, por afinidad astral, deberían haber sido los amigos más cómplices y próximos.

Como por lo general lo son el Caballo y el Tigre, o sea Menem y Kirchner respectivamente. Para colmo coinciden en el elemento, el "Metal positivo" que brinda el cero terminal en el año de nacimiento, aunque con veinte años de diferencia. Porque Menem es un Caballo del 30 y Kirchner un Tigre del 50. (1)

De todos modos, Cecilia Bolocco y Cristina Fernández mantienen otro aspecto en común que desbarata los códigos orientacionales de la astrología china.

Porque, de haber sido consultor sentimental de ambas, a ninguna le hubiera recomendado que se casara con quienes fueron sus maridos.
A la Serpiente de Madera, Cecilia, por ejemplo le hubiera dicho: "Un Caballo no es lo conveniente para usted, búsquese un Búfalo de Metal, como Daniel Hadad".

Y a la Serpiente de Agua, Cristina, jamás le hubiera recomendado que uniese su destino al de un Tigre.

"Busque mejor un Gallo de Madera del 45, como Roberto García o el Pilo Bordón. O un Búfalo de Tierra del 49, como De la Sota".

Sin embargo la presente aspectación debiera basarse exclusivamente en los atributos de la señora Cristina Fernández.

Por lo tanto, si es verdad que nació un 19 de febrero, cualquier precipitado que mantenga adicción a los horóscopos de las revistas domingueras se atreverá a calificarla como de Acuario. Primer engaño que puede conducir al error, porque, en el año del nacimiento de la señora Cristina, Piscis arranca el 18 de febrero.

De manera que es Pisciana. Igual que su marido, lo cual permite entonces advertir una frágil señal de complicidad legitimatoria.
Entonces es Serpiente de Agua y Piscis.

Por lo tanto participa Cristina del denominado Triángulo de la Ponderación, conjuntamente con el Búfalo y el Gallo, quienes representan sus alianzas estrictamente naturales.

Aunque también puede entenderse, con cierta armonía, con el Dragón. Ellos, Gallo-Búfalo y Dragón (u otra Serpiente), son los más capacitados para "ponderar" las sutilezas de una identidad bíblicamente castigada, y signada tanto por la necesidad conflictiva (y a veces compulsiva) del mantenimiento de la belleza, y por el desafío del magnetismo sigilosamente planificador, hasta la obsesión.

Y entre los potenciales adversarios de la Serpiente, los rigurosamente naturales, que son diversos y dispersos, subrayemos apenas el peor.
Es el Chancho.

Por consiguiente, a un Chancho de Fuego como el señor Albistur, o a un Chancho de Tierra como Alberto Fernández, se les advierte que jamás tendrán mayor suerte con los afectos de la Primera Ciudadana. Aunque el Alberto suela acompañarla a España, para protagonizar juntos papelones intelectualmente inolvidables.

Zona privada

Una sensibilidad excesivamente elaborada. Trátase de una dama adicta a los misterios en los que no quiere concientemente profundizar. Por un cierto temor derivado de su proverbial inseguridad poco justificada, aunque tal vez sólo se trate de una recatada reserva.

La intuición, en su campo, se encuentra más desarrollada que la inteligencia (que no es liviana, aunque tampoco tiene la gravitación que se le atribuye).

Téngase en cuenta que, con una sola mirada y de refilón, se encuentra en arbitrarias condiciones de percibir, sin mayores márgenes para el error, si quien está enfrente la quiere, le teme o la desprecia.
Mujer de rencores profundos y secretos.

De resquemores ceremoniosos, casi rituales. Acaso como consecuencia de humillaciones pasadas que dejaron ciertas marcas indelebles. Vergüenzas añejas que aún no maceraron y que improbablemente puedan atenuarse con el ejercicio frío y firme del poder, o con la ostentación protectora de las joyas más valiosamente auténticas y los perfumes más refinados.

U otras categóricas jactancias que suelen aproximarla a los márgenes de la frivolidad.

En realidad, si se fondea un poco, podrá notarse que a la señora Cristina le cuesta gozar de las ventajas de su situación privilegiada. Incluso, que tampoco puede disfrutar de su magnetismo incuestionable, que la induce a clavar una distancia de estaca entre ella y la humanidad.

Sin embargo, puede sospecharse que la señora se sorprende ocasionalmente con la guardia baja, cuando despunta una extraña inseguridad que la atormenta con sus tensiones.

Como si fuera prisionera de un culto casi respetuoso a ciertos secretos que tal vez son menos gravitantes de lo que ella supone. Secretos que le preocupan que alguna vez lleguen a conocerse.

Secretos, incluso, que su propio esposo tal vez supone candorosamente que ella desconoce. Y que, si alcanzan a ser develados, pueden -teme- tender a desmoronarse las paredes de un edificio construido sobre pilares regularmente endebles.

Cristina es sigilosamente espontánea, minuciosamente casual. Y su informalidad aparente es obsesivamente planificada. No deja nuestra Serpiente nada librado a la improvisación.

Por lo tanto se puede inferir que debe detestar los riesgos inútiles que producen las chiquilinadas confrontacionales de su marido, porque tienen derivaciones que -justo ella- no puede preveer.

En realidad, los imprevistos la fastidian, porque la desbordan. Para terminar su ficha, no puede prescindirse del dato sustancial de la inexplicable inseguridad que debiera ser atendida.

Porque es la persistente sensación de inseguridad en sí misma que la obliga a endurecerse y no tolerar la mínima disidencia. Como así tampoco admitir, en su presencia, el lucimiento de ninguna mujer, sobre todo si es bella, y más alta.

Puede explicarse, entonces, la aún no tratada misoginia gubernamental.
Conste que la única mujer con rango ministerial es su cuñada Alicia, que dista de caracterizarse por la figura irresistible de mujer fatal.

Posicionamiento político

Para la "ponderación" de la señora Cristina Fernández, el corriente Año del Gallo es ventajosamente positivo.

La presencia de su marido, condicionante y rectora, logra que sea casi imposible intentar una prospectiva autónoma.

Es paradójico porque Kirchner la catapulta en la política y simultáneamente la acota en su proyección. Debiera entonces disgustarle considerablemente el hecho de saberse convertida en una baraja decisiva que su marido pareciera disponer a su antojo, para jugarla en la mesa archiconocida de Santa Cruz, o en la provincia de Buenos Aires, donde parece necesitarla más.

(Por supuesto que esta asociación político-matrimonial será objeto de un próximo ensayo, aunque en una especie de separata de colección. Resérvela que se agota).

Si se logra evitar el estallido de algún secreto, en el 2005, donde Cristina se presente como candidata, la fortuna estará acompañándola.

Sin embargo, para imponerla en Buenos Aires habría que recomendarle al señor presidente que modere su prepotencia confrontacional. Que regule sus apoyos enfáticos, por ejemplo al leal Mono DElía, o al instrumental Tigre Solá. Porque su afán plebiscitatorio tropieza con un inconveniente marcadamente astrológico.

Consiste en que Duhalde es también Serpiente, aunque de Metal. Curiosamente es un gemelo astrológico de Bartolomé Mitre (*2)

Por lo tanto, el Bañero de La Salada se sorprende también con una atmósfera personalmente favorable. Para colmo, Duhalde se encuentra acosado, con menos fuerzas en su laberinto, con tiempo para el ensayo de perversidades y en una instancia poco propicia para soportar más humillaciones.

Siente que dejó de ser el Duhalde que fue ridículamente disfrazado de tenista y lo embaucaron con el Pacto de Olivos.

En fin, tampoco la Serpiente Cristina tendrá mayores litigios insolubles en el 2006, que es el Año del Perro. Sin embargo su situación tenderá a complicarse severamente en el 2007, que es el electoral Año del Chancho.

Una lástima, porque la extrañamente esotérica Ley de las Compensaciones impide, Serpiente Cristina, que se gane siempre.

--------------------------------------------------------------------

(1) Para la estadística puede registrarse un desencuentro similar, entre dos mujeres del liberalismo que de entenderse tenían mucho para ganar, y al confrontar se debilitaron recíprocamente. Es el desencuentro entre el Caballo de Agua, la señora María Julia Alsogaray, y el Tigre de Metal, la señora Adelina de Viola.

(2) Prospectiva china de Duhalde, en baño María.

Dejá tu comentario