Obvia distensión con el Vaticano pero problemas con el FMI (otra vez)

Curioso ( o no tanto): Joaquin Morales Solá, Horacio Verbitsky y Eduardo van der Kooy tienen la misma agenda de temas en sus respectivos panoramas dominicales, excepto que Verbitsky no menciona que Holanda, Italia y Reino Unido forzaron al FMI a una posición más dura. Hay matices: Verbitsky más empeñado en demostrar que el Gobierno no se rindió ante el Vaticano y defendió a Chávez, y Morales Solá y van der Kooy conciliadores en el tema con el Vaticano. Pero ninguno tiene una primicia propia aunque Verbitsky desliza una posibilidad: que en las FF.AA. también hayan capellanes protestantes, musulmanes y judíos, tal como ocurre en las FF.AA. de USA. Verbitsky, además, manifestó sus reparos hacia la posibilidad de que Jorge Bergoglio sea elegido Papa. Aquí algunos fragmentos más interesantes:

Joaquin Morales Solá en el diario La Nación presenta un muy complicado escenario externo:

"(...) Holanda, Inglaterra e Italia hicieron retroceder al Fondo en la inicial comprensión del proceso de canje.

Lavagna y Rato habían acordado que el organismo no reclamaría la reapertura del canje como condición para suscribir un acuerdo necesariamente inminente.

Es cierto que Rato reclamó un informe a sus abogados y luego ordenó el pronunciamiento público. Después, el organismo cambió sus expresiones.

¿Acaso el Fondo condicionaría ahora la imprescindible negociación a una reapertura del canje para que ingresen los acreedores que quedaron afuera?

Es lo que sospecha Lavagna.

La decisión está tomada y el Fondo está notificado: el gobierno argentino no aceptará condiciones previas para negociar un nuevo acuerdo -o la continuidad del viejo- ni abrirá el canje a los acreedores.

El ministro asegura que cumplirá con esa palabra aun cuando el país deba caer en default con el Fondo.

La plata que hay para el FMI alcanza sólo hasta junio; luego habrá postergaciones parciales de vencimientos, acordadas con el organismo, o sucederá el default.

'Vamos a privilegiar a los acreedores privados que confiaron en el país si nos ponen a elegir', explotó Lavagna.

(...) Bielsa le dijo a Condoleezza Rice que los argentinos no aspiran a sentar un ejemplo en el mundo y que sólo están tratando de resolver sus propios problemas económicos.

La relación de Bielsa con Rice hace más inexplicable la versión de un desplazamiento del canciller hacia una módica candidatura en la Capital.

(...) Brasil descartó un nuevo acuerdo con el Fondo después de que fracasara una negociación; la intransigencia de los funcionarios del organismo con Brasil sería letal si se repitiera con la Argentina.

(...) Bush le habló de Chávez a Kirchner.

Bielsa no esperó que la secretaria de Estado le planteara el tema.

Sabía que lo haría y él mismo se lo sacó no bien se sentó ante ella.

(...) Para los Estados Unidos, Chávez no es un demócrata, porque no respeta a las minorías, ni a ninguna franja de su amplia oposición, y amordaza a la prensa.

Para el gobierno argentino, el origen electoral de Chávez es lo que lo convierte en un presidente demócrata. Así, esa disidencia no puede escapar de su propio círculo.

Chávez le compró 100.000 fusiles de alta tecnología a Rusia y una serie de aviones y barcos a España.

Preocupan más los fusiles rusos que los transportadores españoles, que no son ofensivos y que fueron aceptados por el presidente colombiano, Álvaro Uribe, como una ayuda a la región si se los usara bien.

Uribe sería el principal afectado por una carrera armamentista desatada por Chávez.

El convenio firmado por Rodríguez Zapatero con Chávez llega a 1.700 millones de dólares. Pero ningún presidente latinoamericano le fijó al líder caraqueño las condiciones que le puso el español para una buena relación: vigencia plena de la democracia, la libertad, los derechos humanos y el Estado de Derecho.

(...) ¿Le gusta eso a Estados Unidos? Sus funcionarios no ponen buena cara en Washington. Está claro que España decidió retomar cierto liderazgo en América latina. Sin embargo, una distensión estaría por ocurrir entre Washington y Madrid (...)".

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) La tensión ha comenzado a disminuir, por ejemplo, en el vínculo alterado con la Iglesia y con el Vaticano. Habría coincidencia en las dos orillas que el pleito que instalaron las palabras desgraciadas de monseñor Antonio Baseotto está por ser superado.

(..) Baseotto ya no es vicario castrense por un decreto oficial. Pero es probable que también deje el país para seguir su trayectoria en algún lugar del Vaticano.

El Gobierno ha sepultado la idea de disolver la capellanía de las Fuerzas Armadas y está dispuesto a echar agua sobre cualquier brasa que pueda encender una discusión sobre el aborto.

No se trataría únicamente de promesas y buenas intenciones. José Pampuro, el ministro de Defensa, tiene en su escritorio una terna de sacerdotes de la cual debería salir el sucesor de Baseotto.

¿Fueron aquellos los términos explícitos de una transacción?

Ni tanto ni tan poco. Un trabajo silencioso de un grupo de hombres sensatos ayudó a quitar las piedras del camino hasta que se vislumbró una salida.

Ninguna misiva con admoniciones terribles llegó finalmente a la Argentina desde el Vaticano. Hubo, en ese sentido, un esfuerzo paciente del nuncio Adriano Bernardini.

(...) La mayoría de los obispos argentinos no deseaba que el conflicto continuara escalando, aun cuando siguen convencidos de que el Gobierno les concede un trato frío.

(...) Por esa razón, el fastido merodeó a la Conferencia Episcopal cuando el obispo de Resistencia, Carmelo Giaquinta, reavivó la pulseada con el Gobierno y remitió la memoria colectiva a épocas superadas de confrontación entre el Estado y la Iglesia.

Giaquinta presentó su renuncia el viernes.

(...) No se podrían saltear tres nombres que cumplieron un papel clave en la ímproba tarea de reponer la cordura cuando parecía perdida.

El arzobispo Jorge Bergoglio y el secretario de Culto, Guillermo Olivieri, encarrilaron la cuestión dentro de la diplomacia silenciosa.

El obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, fue un mensajero eficaz e hizo una exhibición envidiable de prudencia (...)".

Horacio Verbitsky en Página/12:

"Mientras Juan Pablo II agonizaba, el Vaticano anunció la aceptación de la renuncia del obispo de Resistencia, Carmelo Juan Giaquinta.

Esto sugiere que la posición firme pero mesurada del Poder Ejecutivo desarmó a los grupos ultramontanos de la Iglesia que procuraban escalar un conflicto de creciente intensidad con el gobierno argentino.

Junto con la aceptación de la renuncia, el Vaticano transmitió al gobierno un pedido de disculpas al presidente Néstor Kirchner por las frases destempladas de Giaquinta, quien la semana anterior opinó que "la locura vuelve a regular las relaciones del Estado con la Iglesia" como en tiempos de Juan D. Perón y se preguntó si la Argentina es una democracia o se gobierna con "la ley del chicote".

Ese regreso al ’55 (la carrera de Giaquinta prosperó bajo el amparo de los obispos antiperonistas Fermín Lafitte y Juan Carlos Aramburu), cayó tan mal en el gobierno como en el Episcopado, que se siente tan poco representado por esa voz como por la del obispo castrense, Antonio Baseotto.

Las disculpas a Kirchner fueron presentadas por el Nuncio Adriano Bernardini al Secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

Ambos funcionarios acordaron el miércoles 30 que no habría información oficial sobre lo conversado, como forma de suavizar la situación creada por la agresiva posición de Baseotto, quien confesó en público su deseo de arrojar al mar al ministro de Salud.

Bernardini informó que la renuncia sería aceptada el sábado 2 de abril, pero la inminencia de la muerte del Papa obligó al adelanto, por temor a que la resolución se dilatara hasta la elección de un nuevo monarca, ya que nadie más puede decidir sobre una renuncia.

El Vaticano también reiteró que Baseotto será trasladado pronto a Roma, cosa que el Nuncio ya le había anticipado al canciller Rafael Bielsa.

La sede romana percibió que si sostenía una posición intransigente el gobierno denunciaría el tratado de 1957, ampliado en 1996, que creó el Obispado Castrense.

A cambio de la continuidad de esa estructura, sobre cuya utilidad expresaron reparos incluso el obispo de Neuquén Marcelo Melani y el Grupo de Sacerdotes en Opción por los Pobres, el Vaticano admitiría que además de católicos hubiera capellanes protestantes, musulmanes y judíos, como ocurre en el servicio religioso de las Fuerzas Armadas de países no confesionales.

(..) Así fue. Las relaciones parecen regresar al curso normal del que las sacaron los exabruptos de Baseotto y Giaquinta.

Sólo un papa argentino podría introducir un elemento de fricción, si el rescate de los militares de la dictadura se convirtiera en política vaticana según el deseo apenas velado del diario que lidera la oposición.

(..) Cuando el presidente de Estados Unidos se refirió al tono agresivo de Chávez y la compra de armas, el Presidente argentino respondió que "con el gobierno democrático de Venezuela" era necesario bajar el tono y buscar niveles de convivencia institucional.

Ese es el nudo del problema: Washington intenta desconocer su carácter democrático y así deslegitimarlo.

Condoleezza Rice dijo que a veces Chávez cruzaba lo que llamó "la delgada línea roja" y mencionó los "insultos" a Bush y "medidas antidemocráticas" como la ley de prensa y aquella que prohíbe a las ONG recibir financiamiento desde el exterior.

Bielsa aconsejó no confundir a un militar populista con un líder comunista como Fidel Castro.

Sobre las expresiones del venezolano respecto de Bush, sostuvo que si le responde un director de departamento no hay escalada ni riesgo.

Admitió que las restricciones a las ONG no eran aceptables pero sobre la ley de prensa (que impone penas de hasta dos años y medio de prisión efectiva por faltarle el respeto a una interminable lista de funcionarios) afirmó que era defensiva y no ofensiva, ya que Chávez recién la promulgó después de ocho años de recibir todo tipo de agresiones por parte de medios que llegaron a recomendar que había que "apuntarle a la verruga y hacer fuego".

El canciller recordó que el gobierno de Estados Unidos apoyó el golpe promovido en 2002 por los medios venezolanos.

"Era una situación confusa", explicó Rice.

Bielsa mencionó un discurso pronunciado por Chávez esta semana, en el que dijo que no quería pelearse con Estados Unidos.

–Son palabras, desdeñó Rice.

–Como sus opiniones sobre Bush –replicó Bielsa.

(...) Ante la insistencia de Rice en las relaciones con Castro, Bielsa replicó que "como todo militar va a ir tan lejos como se lo permita su retaguardia. Kirchner y Lula no lo van a acompañar muy lejos si va en la dirección que ustedes temen".

También defendió las "profundas relaciones políticas y económicas, oficiales y extraoficiales, formales e informales. de la Argentina con Venezuela.

(...) Funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos transmitieron al gobierno argentino una evaluación muy positiva de la conversación con Bush, con una sola excepción: la referencia al gobierno de Venezuela como democrático.

En cambio, no mostraron preocupación por la planeada visita de Kirchner a Cuba. Si tuviera tiempo para recibir a algún disidente, sería óptimo, arriesgaron, sin mayor énfasis.

Lo único que les preocupa hoy de Cuba es el financiamiento que afirman le provee Chávez.

El Consejo de Seguridad Nacional encabezado por Stephen Hadley dejó saber al gobierno que no teme nada por el apoyo que Chávez pueda dar a organizaciones de Brasil, la Argentina, Chile o Uruguay, pero sí a las de países con gobiernos débiles como Bolivia, Perú y Ecuador.

La semana pasada, el diario Miami Herald publicó un artículo de uno de sus especialistas militares, Joseph L. Galloway.

Rumsfeld quiere unas Fuerzas Armadas "proactivas, que puedan despachar pequeños equipos a enseñar técnicas de contrainsurgencia a los ejércitos de países hostigados y ayudarlos a sobrevivir", dice.

El corresponsal recuerda que esos grupos de asesoramiento y asistencia militar, ya fueron enviados a los lugares calientes del mundo entre las décadas de 1950 y 1970 para entrenar y armar a los ejércitos de naciones inseguras asediadas por insurgentes, que eran o comunistas o sus aliados.

Luego del mal final en Vietnam, "evitaron misiones semejantes por temor a verse empantanados en guerras civiles".

Es decir que las denominadas "nuevas amenazas" son en realidad muy viejas.

La referencia a aquellos episodios de medio siglo atrás no es ociosa.

En 1961 los débiles gobiernos de la Argentina y Brasil estaban jaqueados por la insurrección castrense alentada desde Washington. (...)"

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