"El Quijote Brufau contra el molino Kirchner: Argentina pone a Repsol al borde de un ataque de nervios"

(De la Redacción de El Confidencial) Antoni Brufau padece, como pocos, las inclemencias políticas argentinas. El número uno de Repsol-YPF está atrapado en el pantano peronista en su versión más peligrosa: el kirchnerismo.

Brufau no es un recién llegado a la liga mayor de los negocios vinculados, de alguna forma, con los estados. Sin embargo, el desgaste que le está suponiendo tratar de entender a los funcionarios de Néstor Kirchner es, según fuentes de la propia petrolera en Buenos Aires, "incomparable".

Pero no es el único: el director general de Repsol-YPF para Argentina, Brasil y Bolivia, Enrique Locutura, sufre el mismo mal, a tal punto que decidió tomarse "unos días" fuera de Buenos Aires para recobrar fuerzas.

"Ya lo extraño a Cortina…", le llegó a decir en su momento Kirchner a Brufau, frente al rey Juan Carlos, durante el último congreso de la Lengua. Kirchner quiso gastarle una broma al presidente de Repsol, pero Brufau lo entendió mal, luego de sonrojarse frente al monarca.

Aquel mal trago -una simple anécdota que pasó rápidamente al olvido- sirve de ejemplo para entender que, en Argentina, las cosas no funcionan como en otras partes del mundo. Para colmo, el tándem Brufau-Locutura ha decidido mantener una relación con el Gobierno de Kirchner sin intermediarios, lo que les obliga a tratar temas muy diversos con autoridades diferentes.

Estos asuntos van desde la negociación del precio de las naftas hasta insertar anuncios de publicidad en los medios de comunicación de la Patagonia, región que combina, para mal de la compañía, los millonarios intereses de Repsol-YPF en la explotación de petróleo y gas con el sentimiento kirchnerista de tratar a aquella región como un feudo personal.

Un patagónico de adopción (nació en Buenos Aires), el ministro de Planificación, Julio de Vido, se sintió molesto porque Brufau y Locutura viajaran a Santa Cruz (la provincia de Kirchner), hace dos semanas, invitados por el actual gobernador, Sergio Acevedo, tan patagónico, peronista y amigo del presidente argentino como el propio ministro. Así, De Vido no se cortó a la hora de llamar a Brufau y darle un toque por haber visitado Buenos Aires y no haberlo llamado. Y encima viajar a Santa Cruz a ver a un "enemigo interno" como es el gobernador Acevedo en el seno del kirchnerismo.

"No te quise molestar", apenas susurró Brufau, otra vez sonrojado frente al reclamo del ministro argentino. "¿Qué se debe hacer en estos casos?", se preguntó luego Brufau, sorprendido por el reclamo de De Vido -"nosotros sólo llamamos a los ministros cuando tenemos problemas graves", explicó- y por el grado de pelea interna que exhiben los propios kirchneristas.

Y esto no ha hecho más que empezar. Con todo, en estos pocos meses, Brufau se ha dado cuenta de que mantener una buena relación con el gobierno kirchnerista es indispensable para la viabilidad de la compañía, algo difícil de explicar a los accionistas, pero vital a la hora de cuidar los intereses de Repsol-YPF del otro lado del Atlántico.

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