Murió el inventor del sintetizador Moog, el hombre que imaginó otra música

Robert A. Moog, pionero de la música electrónica con el sintetizador que lleva su nombre, falleció a los 71 años en su casa de Asheville (Carolina del Norte, USA) de un tumor cerebral. Moog, físico e ingeniero, comenzó su experiencia con la música sintética a partir de su interés por el Theremin, uno de los primeros instrumentos electrónicos. En 1963 desarrolló el primer sintetizador de música, que luego comenzaron a utilizar bandas como Pink Floyd o The Beatles, en su álbum Abbey Road. Su aparato se extendió entre los músicos de rock gracias a la gran variedad de sonidos que podían crear con un simple teclado, y ganó todavía más popularidad en 1971 con la versión portátil o Minimoog, utilizada por U2 y Police. A pesar de su éxito, que inspiró incluso el documental Moog, él siempre se consideró un técnico.

A mediados de los años '50, Bob tuvo una revelación.

Tenía apenas 20 años y estudiaba física en la universidad de Columbia, en New York. Su hobby era construir con su padre –un ingeniero eléctrico de la Consolidated Edison– sintetizadores Theremin, que luego vendía entre otros estudiantes tan "nerds" como él. Y un día Raymond Scott telefoneó.

Raymond Scott era un pianista y compositor, autor, entre cientos de canciones, de las melodías que acompañaban a los dibujos animados de la Warner. Además, Scott trabajaba en diseños experimentales de nuevos instrumentos musicales. Su mayor obra, el Electronium, era una compleja máquina capaz de generar melodías y acompañamientos de forma aleatoria.

Entusiasmado por los sintetizadores Theremin que construía el joven Moog, decidió invitarlo a su casa. Ese día, cara a cara con el electronium, el jovencito Bob tuvo claro a qué quería dedicar su vida.

Leon Theremin (Lev Termen) era una persona poco conocida para él pero cierta vez conseguió un esquema del modelo original del theremin de la RCA, y lo estudió con la máxima atención. Entonces fue cuando empezó a comprender la gran envergadura del genio de Theremin.

Entró en contacto con Clara Rockmore a principios de los años '60, y ya en los '70 se hizo un buen amigo de ella y su familia. Clara fue una protegida de Theremin, y una amiga muy íntima de él durante los años '30, de modo que a través de ella aprendió muchas cosas de la vida y el trabajo de Theremin.

Moog acabó por reunirse con Theremin en Bourges, Francia, en 1989, y otra vez en 1992. Por entonces, la Guerra Fría había terminado, haciendo posible para Theremin reestablecer el contacto con sus amigos y colegas del otro lado de la Cortina de Acero.

Hasta 1962, Robert continuó fabricando y vendiendo sintetizadores Theremin en kits de "hazlo tu mismo" junto con el correspondiente manual de montaje –como en Ikea–, por US$ 49.95.

Con ellos amasó una pequeña fortuna con la que se decidió a dar el salto a la caza mayor. Durante unos meses barajó la idea de dedicarse a la fabricación de amplificadores de guitarra, un mercado prometedor en aquellos años.

Pero al final –para desgracia de guitarristas y fortuna de teclistas– se decidió por continuar con los sintetizadores.

En aquellos años, el instrumento más complejo que habitaba la Tierra era el prototipo Mk 2 desarrollado por RCA, un modelo experimental para uso exclusivo de académicos que había costado más de US$ 100.000 fabricar. Moog estaba convencido de que podía hacerlo mejor.

Su primer sintetizador modular, bautizado con su apellido, fue presentado al público en 1965. Era un enorme armario que conectaba los distintos circuitos que generaban y filtraban el sonido mediante cables que se podían intercambiar, como si se tratase de una centralita telefónica, para crear distintos instrumentos.

En su corazón habitaba un filtro de paso bajo –un potenciómetro que corta las frecuencias más altas dejando pasar sólo los graves– que aún hoy sigue siendo el referente para todos los sintetizadores. El modular de Moog superaba en prestaciones al viejo RCA y, además, era sensiblemente más barato. Costaba US$ 11.000.

Walter Carlos –después conocido, tras una operación de cambio de sexo, como Wendy– popularizó su sonido en 1969 con el disco 'Switched-on Bach', unas llamativas reinterpretaciones del compositor Johann Sebastian Bach pasadas por los filtros del Moog.

Wendy Carlos interpretó de manera magistral los Conciertos de Brandenburgo, de J.S. Bach, demostrando que los instrumentos electrónicos no tenían por qué ser cachivaches de feria.

Y 2 años después, Wendy/Walter crearía para Stanley Kubrick la banda sonora de la película 'La Naranja Mecánica', homenajeando esta vez a Beethoven.

Todos querían un Moog. The Beatles compraron uno, que usarían en algunas de las canciones del que sería su último disco.

Mick Jagger también adquirió uno, aunque, lamentablemente, apenas lo utilizó. Acabó vendiéndolo al grupo alemán Tangerine Dream, que, a su vez, convencieron a sus compatriotas Kraftwerk para hacerse con otro.

La influencia de este sintetizador en la historia de la música electrónica es enorme. Pero lo mejor aún estaba por llegar.

Aunque pocos, el modular de Moog tenía sus defectillos. Era demasiado grande y delicado como para ir de gira y, además, seguía siendo caro para la mayoría de los músicos.

A finales de los '60, Robert comenzó a trabajar en una versión portátil de su sintetizador. Para el diseño exterior, encargó un estudio a un grupo de ingenieros industriales que le propusieron excéntricas carcasas de plástico de aspecto futurista.

Antes de decidir, afortunadamente, Moog preguntó a varios músicos, que mayoritariamente eligieron otro diseño menos espacial, hecho en madera y con formas simples.

Y así, en 1971, nació el Minimoog. El sintetizador del pueblo: portátil, resistente, monofónico, cálido y con poco que envidiar a su padre modular. Se vendieron como rosquillas.

La compañía, Moog Music, creció de forma espectacular durante los primeros años de esa década, pero Robert, que poco sabía de negocios, no supo manejar bien las cuentas.

Nuevas compañías, como Arp o Roland, apretarían las tuercas ofreciendo sintetizadores de calidad comparable a precios inferiores. Robert contraatacó con una versión aún más pequeña y barata de su sintetizador, el Micromoog. Fue el último que diseño.

Agobiado por las deudas, perdió el control de la empresa a mediados de los años '70. Sus últimos años en la compañía que había fundado los desperdició diseñando pedales de guitarra y otros productos menores mientras otros ingenieros se ocupaban de los nuevos teclados. En 1977 pegó el portazo y abandonó Moog Music echando pestes contra la dirección.

Y decidió volver a fabricar 'theremines'. Desde 1978 hasta, más o menos, 1990, hubo muy poco interés por el theremin, pero hacia 1991, regresó la atención hacia el theremin y él presentó un nuevo diseño, el de la gama Big Briar Series 91. En 1996, publicó un artículo sobre cómo construir un Theremin en la revista Electronic Musician, y éste se convirtió en la base para su popular theremin Etherwave.

La compañía no sobrevivió mucho tiempo más. Los años '80 olvidaron el sonido analógico clásico adoptando los nuevos sintetizadores digitales. Durante la década siguiente las tornas cambiarían de nuevo, pero Moog Music ya no estaría ahí para explotar el filón.

Robert acabó por volver a sus orígenes. Se dedicó a dar conferencias y a vender sus viejos sintetizadores Theremin, igual que hace 40 años.

Antes de morir gestionó en la Oficina de Marcas Comerciales de USA el volver a utilizar la marca MOOG.

Lo relató así: "Hay algo de confusión ahora porque una o dos personas están también usando mi nombre como marca comercial de instrumentos musicales electrónicos. Esa gente está haciendo eso sin mi permiso y violando por tanto mi derecho exclusivo de usar mi nombre como marca comercial. Me opongo al uso del nombre MOOG como marca comercial excepto para instrumentos hechos por mí o por mi compañía, Big Briar. Visiten la web de Big Briarpara información actualizada sobre la marca comercial MOOG".

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