Unánime: Kirchner se lanza a la campaña porteña, pese al lastre de Ibarra

Horacio Verbitsky y Eduardo van der Kooy coinciden en que, por diferentes motivos, el presidente Néstor Kirchner peleará personalmente el comicio en la Ciudad de Buenos Aires. O sea que no da por perdido el distrito y no quiere dejárselo ni a Mauricio Macri ni a Elisa Carrió. ¿Realmente Kirchner cree que porque impidió a los 'piqueteros' tomar la Plaza de Mayo logrará que se olvide su apoyo al inepto Aníbal Ibarra?

"(---) La CABA se está demostrando el distrito más esquivo. Bielsa reveló que recibe en su dormitorio conyugal visitas de la Virgen, que huele a lavanda y mandarina.

El problema de Kirchner en la Capital no se limita a la vida nocturna de Bielsa, sino también a la incómoda presencia del espectro de quien fue su candidato en la elección pasada, Aníbal Ibarra.

La inexplicable falta de noticias de su administración acerca de la búsqueda de firmas para el plebiscito sobre su continuidad en el cargo y la incertidumbre acerca de la fecha para esa elección que Ibarra anunció en conferencia de prensa ha dejado en el centro de la atención su defensa por el incendio del boliche República de Cromañón.

Su alegato ante la prensa y la Legislatura es en realidad una requisitoria fiscal contra los legisladores de los distintos bloques que impulsan el juicio político para destituirlo.

Afirma que uno de los muchos testigos citados por la comisión investigadora estaba fuera del país cuando ocurrió el desastre y tuvoreuniones previas con una legisladora; que el informe final omitió el nombre de un legislador macrista a quien un testigo mencionó entre quienes intervinieron en la habilitación del boliche que funcionó antes de Cromañón en el mismo lugar; que el texto aprobado tiene párrafos repetidos.

Aun si todo eso fuera cierto, no se advierte en qué mejoraría la posición de Ibarra respecto de los temas centrales vinculados con la catástrofe, que viene eludiendo desde aquella noche horrenda: el funcionamiento de Cromañón con el certificado de seguridad contra incendio vencido pese a las múltiples advertencias de órganos legislativos y de auditoría y los nexos espurios de su gobierno con los propietarios de boliches, con quienes se reunió cuando todavía no había concluido la identificación de los cadáveres y mientras rehuía encontrarse con los sobrevivientes y sus padres.

Invitado a un debate por los familiares de las víctimas, Ibarra volvió a negarse ahora, con bushiana incapacidad para enfrentar las consecuencias de sus actos y omisiones.

Con tal lastre y semejante candidato, una victoria en la Capital parece muy difícil para Kirchner quien se ha lanzado de lleno a la campaña porque sabe que en torno del hombre de negocios con el Estado Maurizio Macri podría organizarse un polo electoral para 2007 que podría tener como insignia porteña al actual vicepresidente Daniel Scioli.

Allí apostaría sus últimas fichas Duhalde, quien ya en la elección anterior apoyó a Macri, cuya lista incluyó a Julio Balbi, un íntimo colaborador de Felipe Solo."

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) Conviene aterrizar de nuevo en Capital. El Gobierno admite que Rafael Bielsa viene de abajo, aunque la distancia que lo separaría de Mauricio Macri y Elisa Carrió sería estrecha.

El presidente de Boca ha decidido encarar su campaña con los temas de la Ciudad y confrontando sólo por soplos con el Presidente. A la líder del ARI no parece darle malos dividendos su nuevo perfil moderado que coincidió con la alianza sellada con Enrique Olivera. Bielsa empezó la semana pasada a rastrear su lugar.

Definirlo llevará su tiempo. Están para empezar las facetas personales del candidato y del Presidente. Esos hombres han tenido desencuentros por la gestión y la opinión que ahora parecen superados. Aunque alguna espuma siempre sube: Kirchner se fastidió con la asistencia de la esposa de Bielsa a un foro de mujeres al que concurrió Chiche. Meses atrás había ocurrido algo similar por un acto de los familiares de las víctimas de Cromañón.

Los artesanos electorales del Gobierno subrayan que sólo una comunión pública entre Kirchner y Bielsa abriría las puertas del éxito al postulante oficial en Capital. Argumentan: la ponderación que tiene en el distrito la gestión presidencial y la buena imagen del canciller podrían traducirse en votos.

Otra cuestión es el contenido y el tono de los discursos. En la primera escala no hay inconvenientes: Bielsa no tuvo ni tiene diferencias de fondo con las políticas de Kirchner. En todo caso se diferencian por el estilo: el canciller suele ser florido, a veces en exceso, y componedor; el Presidente es frontal y peleador.

Pero Bielsa tampoco se priva de decir lo que piensa. Elogió el dictamen de la comisión investigadora por la tragedia de Cromañón la misma semana en que Aníbal Ibarra dijo que se trataba de una fantochada. ¿Reaccionó el Presidente? No hay constancia de eso. En todo caso la contrariedad pudo haber invadido al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

Claro que lo que prevalece siempre en la campaña es la voz de Kirchner. Su mensaje estuvo condicionado desde hace meses por la disputa con el duhaldismo. No es que el caudillo sea amado por los porteños: pero la ausencia de otra expectativa, de otra ilusión, termina provocando cansancio y desazón. El Kirchner que habló la semana pasada para presentar a Bielsa en Ferro fue otro.

(...) Bielsa venía rezando una plegaria para que el Gobierno repusiera cierta noción de orden en la calle. El fenómeno piquetero irrumpió con gran fuerza en todo el país después del estallido de la gran crisis: pero desde hace tiempo quedó casi circunscripto a Capital. Cada movilización suele ser para los porteños un martirio y una usina de mal humor.

(...) El despliegue policial del viernes 2 fue efectivo y disuasivo, pero difícilmente sostenible por mucho tiempo sin correr peligro.

Aníbal Fernández, el ministro del Interior, corrió quizá demasiado la raya cuando aseguró que nadie más ingresaría a la Plaza de Mayo sin una autorización previa.

¿Cedió entonces el Gobierno al permitir la movilización del viernes pasado? ¿Incurrió en una contradicción? No convendría abordar este pleito con espíritu deportivo: no se trata de ganar o de perder, de ser duro o blando, sino de hallar una salida racional e incruenta a un problema que mezcla la política con una dosis legítima de reclamo social.

Hay una realidad indesmentible. Los piqueteros son hoy una expresión reducida de lo que fueron.

(...) Durante una cena a solas, la última semana, Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, interrogó a Kirchner: "¿Qué vamos a hacer si algún gremio, si los radicales y la oposición quieren alguna vez manifestar en la Plaza"? El Presidente se dio cuenta de la encerrona y ordenó al ministro del Interior que imagine algún atajo. "El gesto de autoridad fue hecho. Nada puede volver a lo de antes", se convenció. (...)"

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