Letal Asís: Fontevecchia no aprendió de su fracaso anterior

JorgeAsisDigital se hizo una pregunta terrible para la gente de Editorial Perfil: ¿por qué el dinero que Jorge Fontevecchia le pone a su nuevo y elefantiásico producto no se lo aplica a la revista 'Noticias' y hace un semanario en serio? Aquí la nota:

Bienvenido sea, de todos modos, el flamante regreso de Perfil, al casi agotado sistema de la superada prensa tradicional. Anticípase que serán también bienvenidos, por supuesto, sus próximos regresos.

La experiencia anterior, brevemente catastrófica, se convirtió, en realidad, en un formidable pretexto para que Jorge Fontevecchia compusiera su contratapa más célebre.

Es decir, la última, la zamba de la contratapa del transitorio adiós, titulada "Hasta pronto". Y que resultara, para colmo, el texto exclusivamente más memorable que se haya publicado en aquellas 84 ediciones, redactado con un ameno dramatismo de despedida, apenas utilitario para explicar la chacarera del fracaso. Con una reconfortante filosofía de la derrota, que suele pedirse prestada, en general, para no ser devuelta, al tango.

Siete años después de aquella rigurosa aceptación de la impotencia, con su atuendo martinfierrista de regresador profesional, Fontevecchia insiste con otro texto basado en la autorreferencia, "Periodismo Puro". Aunque amparado, aquí, en un primoroso seleccionado previsible de pensadores citables, como por ejemplo Ortega, Rousseau, Schopenhauer.

Llama la atención, eso sí, que no surja en su auxilio, por lo menos, Marcos Aguinis.

PV

Entonces PV. Perfil Vuelve. Como diario, aunque sea semanal. Para los domingos, como si se tratara del "Jornal du dimanche", pero con inquietantes suplementos necesitados del ocio de la otredad.
Perfil se incorpora, fastuosamente, a la nutrida oferta dominical.

En el mejor de los casos, para compartir el fatigoso espacio que suele colmar durante los domingos, hasta la virtual intoxicación, al consumidor compulsivo de periodismo.

Con la sucesión inveterada de kilos de análisis panorámicos. Con informes exclusivos por docenas y entrevistas supuestamente distendidas, recomendables, apenas, para merodear de manera rasante, a través de los títulos.

Con la frondosa papelería, en gran parte abrumadoramente desechable, que entrega, en primer lugar, Clarín, por tres pesos con cincuenta y con clasificados. Y en menor medida, y por el mismo precio, La Nación. Y también, aunque bastante más allá, por donde se juntan las paralelas, el desperdicio oficialmente inventariado de Página 12.

Oquedad

En principio, puede arriesgarse que Perfil, con su reaparición, no produce el menor efecto de necesariedad. No viene a "llenar" ningún "vacío". Al contrario, prácticamente Perfil se postula para completar el vacío tóxico, que se agiganta desde los tradicionales medios de comunicación. Y que certifican la dimensión del retroceso cultural de la Argentina.

Por lo tanto, la irrupción de Perfil perturba escasamente a la oquedad promovida, acaso a su pesar, por los grandes diarios citados. Por los principales exponentes de una prensa tradicional, cuyos responsables no parecen entender, aún, que se encuentra igualmente impugnada, como el resto de las clases dirigenciales.

Aunque la prensa cuenta, en cierto modo, con la ventajita de saberse un jactancioso Cuarto Poder. Un repentino poder principal ante el espacio libre que dejan los otros tres poderes que retroceden.

Un corporativo poder que mantiene la impunidad de saber que nadie, en el fondo, podrá presentarle, siquiera como tema de debate, la misma idea de la posible existencia de la impugnación.

Por lo tanto, la conjunción de editores autorreferenciales, de periodistas que se desgastan en el cinismo lícito de ganar los sueldos, y hasta los analistas de cierto renombre, parecen no sospechar, siquiera, que no deben conformarse con ilustrar las reclamaciones sociales de renovación.

Porque, en el fondo, tales reclamaciones los contienen.
En su condición de reclamados, de ningún modo como observadores distraídos que describen los reclamos, con el rostro del perro distraído al que le hacen violentamente el amor.

Perfil sólo perturba a Noticias

Perfil perturba más que a Clarín, en apariencia, por ejemplo, a otro semanario. A Noticias, que pasa a ser desplazado, en materia de prioridades, en el interior de la propia convulsionada editorial.

Si el diez por ciento de lo que Fontevecchia suele disponerse a perder en sus emprendimientos a lo Hearst, como por ejemplo Perfil, lo invirtiera en cierta infraestructura para la proyección periodística de Noticias, el semanario podría convertirse, inclusive, en la superación de lo que pudo ser, en su momento, La Semana. La del ciclo de Chiche Gelblung.

Que es, exactamente, el tipo de periodismo revisteril que falta. Sobre todo en una sociedad en la plenitud del retroceso, que se encuentra a distancias de aquella cercana cultura social que admitía, por ejemplo, la existencia simultánea de Primera Plana, Panorama. Incluso, por generosidad, hasta Somos.

¿Por qué en la Argentina no puede siquiera intentarse un Nouvel Observateur, un Le Point?

Aunque sea un chileno Qué Pasa. Un brasileño Veja o, incluso, un peruano Caretas. Meras comparaciones que ejemplifican la magnitud del retroceso.

¿Habrá que resignarse entonces a la liviandad oscilante de Veintitrés?

¿Acaso al aburrimiento ambiciosamente enfático de Debate?

Internas dominicales

De todos modos, por las dudas, Clarín, a la defensiva, se cubre.

Deciden editorialmente sus almaceneros aprovechar el circular pretexto del sexenio. Y salir a regalar, justamente a partir de este domingo, ciertos fascículos de fotografías sumarias, aunque con formato de libro para coleccionar.

La Nación, en cambio, prefiere adherir al clasicismo del que se supone socioculturalmente superior. Y a pesar de su flexibilidad de elefante, de su estandarte de antigualla espiritualmente estructural, decide dedicarse a su regalada condición de periodismo de vanguardia. Y sin producir, por el momento, la menor alteración, por la aparición del "parvenu", el medio de clase media que se presenta como rico.

Es que La Nación sabe ocupar el escenario. Con el Grupo Clarín convertido en una agencia extorsiva de lobbing para sus negocios sectoriales. Con Página 12 asumido como regulable material de inteligencia gacetillera para la falta de estrategia de la Casa de Gobierno.

Con la inexistencia del "periodismo puro" que moviliza hoy a Fontevecchia, La Nación se queda, con sus escasos recursos naturales, y ayudado por los arrebatos desequilibrados del Poder Ejecutivo, con la vanguardia hegemónica de la información y el dictado de la agenda política.

Por lo tanto, y para discutirlo, Perfil no debiera apuntar a quitarle lectores de la heladera a Clarín. Ni a ocupar el espacio denunciativo del periodismo de consorcio que deja libre Página 12.

Su competidor, en el campo del periodismo, es La Nación.

Macedonio

Así como explícitamente el modelo obvio de La Opinión de Timerman era Le Monde, el modelo perceptible de Perfil es un diario que se puede comprar en Buenos Aires.

Trátase de El País, de Madrid. El País ejerce, en Perfil, una influencia notable. "Hasta el más devoto plagio", como confesaría Borges, a propósito de la influencia, en él, de Macedonio Fernández.

Desde el tamaño manuable hasta los títulos, como la atmósfera de la diagramación, la presentación de los copetes, y hasta la ubicación de la firma del columnista respectivo, instigan a distanciarse, en principio, de la admiración que pueda producir algún desborde de originalidad en el proyecto.

El título del suplemento, Domingo (similar, para colmo, al del suplemento dominical de El País), tampoco parece haber excedido la lisérgica imaginación de los creadores.

La sección "Espía", aunque más desarrollada que en su antecedente inmediato de Noticias, debería esmerarse para superar las llanuras igualitariamente burlonas de las Charlas de Quincho, de Ámbito Financiero. Trátase, Ámbito, de un diario que se puso densamente conservador hasta para sus propias impertinencias, y sus casi avejentadas trasgresiones.

Por otra parte, Lux, la revista de modas, podría presentar, para el mayoritario desactualizado, alguna cuota de originalidad.

Una lástima entonces que abunden los viajeros que suelen interesarse en publicaciones y pueden comprar, por ejemplo en París, la edición del sábado de Le Figaró, que trae de regalo de anexo Madame Figaró. Sin ir más lejos, podría adquirirse en el quiosco de La Biela, donde llega, a más tardar, el lunes.

Por lo tanto, como se trata, en el fondo, de la concatenación imperfecta de un conjunto de inspiraciones ajenas casi literales, cuesta explicarse que la presentación de semejante producto, Perfil, haya demorado, costosamente, tantos meses.

No obstante, aunque no se trate del menor aporte innovador al caudaloso martirologio de la prensa tradicional de domingo, la mera aparición de Perfil incita, por lo menos, a diversificar el panorama y abrir el juego. Como a tomar conciencia de la oculta declinación cultural que presenta el escenario.

Aunque se fastidie, Lanata es tácitamente el Morales Solá de Perfil. Conste que, por la evaluación de sus imposturas y la valoración de sus creaciones, no se los compara, a ninguno de los dos, con, por ejemplo, Van der Kooy.

A propósito, las columnas de Van der Kooy también pueden admitir la evocación de Macedonio. Porque Macedonio componía algunas variaciones de textos que nunca se decidían a comenzar. Acaso por influencias de Macedonio, los análisis de Van der Kooy no se deciden valientemente nunca a despertar el menor interés.

La insolencia estructural de Lanata incorpora, al menos, migajas irritantes de cizaña a las dispersas poses aún no teatralizadas del oficio prostibulario del periodismo.

Incluso, en el joaquinismo del primer panorama, Lanata arranca con ambiciones espectaculares en una denuncia del clásico "ritornello" kirchnerista, que el gobierno supo neutralizarle de inmediato a través del encuadramiento respectivamente alquilado de Clarín.

Sin embargo, el gobierno no quiso impedir que Lanata, sin menores reparos, señalara que tres redactores de Página 12 son voceros indirectos de Alberto Fernández.

Estudiantes de La Plata

Por misericordia, habrá que omitir algún comentario adicional a la sublime innovación que representa la sagacidad profesional de la señora Ruiz Guiñazú. Con su experiencia de fina indagadora, la señora se las ingenia para arrancarle a Sábato la trascendente confesión que jugó en Estudiantes de la Plata.

Aparte, habría que consignar también fantásticos logros, como presentar, por ejemplo, como columnista, a Nelson Castro. Trátase, acaso, del periodista gestualmente menos perspicaz del gremio.

Otro mérito rescatable consiste en el optimismo que representa suponer que Gonzalo Bonadeo, o Pepe Eliaschev, mantienen, aún, algo más para decir. Por lo menos que no hayamos merecidamente olvidado.

En definitiva, la incorporación de Perfil al mercado dominguero representa un atisbo de aporte insuficientemente promisorio, aunque cuantitativamente pesado para la prescindible columnería del domingo.

Acumulación de papel que es, felizmente, pasado el mediodía, superada por determinados goles, la idea de un film interesante o una lenta tarde de copulación.

En todo caso, resultaría deseable no tener que leer, al menos pronto, y de ser posible nunca, ningún otro contratapismo dramático del gran compilador de pensadores citables, Jorgito Fontevecchia.

A propósito, Fontevecchia podría incorporar, entre sus citables, a Raymond Chandler. El del "largo adiós", precisamente.

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