Un marine desembarca en Aljazeera

Enorme el desafío cultural y periodístico que emprende Aljazeera: crear un canal simultánea en inglés, y conservar su influencia entre el público de lengua árabe, y ganar a los occidentales. Pero nada es imposible, especialmente cuando el foco de atención de Occidente se ubica hoy en el mundo islámico. Por supuesto que sus eventuales competidores en inglés arrojan incertidumbre sobre la experiencia, pero ¿quién creía que CNN sería un éxito cuando no había salido de la creatividad de Ted Turner?

John Rushing siempre ha sido el contacto de los 'marines' con Aljazeera. Tras los atentados del 11 de septiembre en New York, solicitó salir al extranjero porque quería vivir de primera mano esa guerra contra el terror.

Pero encontró algo que le cambió la vida para siempre: "en América no vemos la sangre ni el infierno de la guerra, sólo vemos patriotismo; la guerra en América tiene su propio simbolismo: la bandera americana, esa canción de Lee Greenwood, un marinero besando a una mujer en Times Square,... pero los estadounidenses necesitan estar al corriente de las consecuencias".

En Doha, tal y como publica la revista 'Time', su modo de pensar y su facilidad de palabra le llevó a aprender árabe poco a poco y a ser el contacto entre los soldados norteamericanos y la cadena de televisión árabe. Las imágenes que vio a través de Aljazeera le hicieron "odiar la guerra", como él mismo dice.

Con los años, y ante la inminente salida de Aljazeera al mercado internacional gracias a su emisión en inglés, ha llegado el momento de la gente como Rushing.

Los dirigentes de la cadena le han ofrecido el puesto de corresponsal en Washington, puesto que él ha aceptado. Para muchos en norteamérica esto supone una traición, alinearse con la "propaganda enemiga", como llamó Rumsfeld a la cadena árabe.

Pero el ex 'marine' afirma tajante "soy americano y estoy orgulloso de ello; si esto afecta a mi objetividad, que así sea". Y añade: "no perdono todo lo que hicieron, pero los medios árabes es una parte fundamental de la seguridad nacional y de cómo negociar con el mundo árabe; este medio ha sido durante mucho tiempo el único en la región con varios puntos de vista, mientras los demás sólo tenían uno. Al- Yazira, por ejemplo, suele tener comentaristas israelíes".

Es todavía el periodista más prestigioso del Reino Unido. Fue el que más cobraba y su cara sigue íntimamente unida a la sacrosanta BBC. A partir de ahora, sin embargo, quienes le verán serán sobre todo los árabes y todos esos musulmanes que miran extasiados los informativos de Aljazeera.

Sir David Frost, una leyenda viva del periodismo, el reportero político por excelencia, ha fichado por la cadena qatari Al Yazira y será el ganchó de su servicio en inglés.

Frost se retiró este año de la BBC, dejando su programa Breakfast with Frost y fue reemplazado en las mañanas por Andrew Mar.

La respetabilidad de Frost es una conquista para Aljazeera un instrumento para el fortalecimiento de su imagen pública. Pero Nick Ranceford Hadley —el agente de Frost— dijo claramente: "No puedo hacer ningún comentario".

La sola mención de sir David Frost en Gran Bretaña y en Estados USA infunde profesionalidad y cierta intimidación. Es uno de los pocos periodistas del mundo que ha entrevistado no sólo a todos los primeros ministros británicos sino a la mayoría de los presidentes norteamericanos desde 1955.

Su acceso a los políticos en ambos lados del Atlántico probablemente ayudará a mejorar la desconfianza de la administración Bush y del primer ministro Tony Blair a la cobertura de Aljazeera.

A comienzos del año, sir Frost obtuvo un reportaje con el secretario de Defensa norteamericano, Ronald Rumsfeld, para la BBC 2 Newsnight.

Algunos periodistas consideran que al contratar a Frost se corre el riesgo de que el nuevo canal se convierta en demasiado occidental e impopular con los musulmanes que hablan inglés.

La cadena Aljazeera en inglés se emitirá desde Doha, en Qatar, con material que generará una oficina en Londres y con corresponsalías en Doha, Kuala Lampur y Washington.

La cadena en árabe se ha convertido en una fuerza global de noticias que compite codo a codo con las anglosajonas y en países árabes donde ellas pueden cubrir con serias dificultades la información y sin demasiado conocimiento del terreno.

El emir de Qatar, que es el dueño de la cadena, parecía dispuesto a privatizar Aljazeera ante las presiones del gobierno estadounidense, y para evitar conflictos con algunos países árabes de régimen autoritario, que la boicotean publicitariamente.

Los periodistas temen que esta privatización y nuevos accionistas produzcan una autocensura en la información.

La audiencia alcanza los 40 millones de televidentes. Pero la publicidad es escasa porque aborda temas que en esos países son prácticamente tabúes informativos.

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