Por amarrente fue castigado el Atlético de Bianchi

Empató 1 a 1 con el Villareal en el Vicente Calderón, y dejó escapar 2 puntos imposibles. Los 'colchoneros' tuvieron casi siempre el control del juego desde el inicio del partido. Había sacado ventajas con un gol fortuito de Zahinos a los 5 minutos pero el uruguayo Forlán decretó el empate cuando se iba el partido. El maestro y el alumno no se sacaron ventajas pero Bianchi no pudo con Riqueleme, aunque el alumno tampoco pudo con el maestro.

Un gol en los instantes finales de Forlán permitió al Villarreal rescatar un valioso empate, con sabor a victoria, del estadio Vicente Calderón.

Bianchi y Pellegrini no lograron el desempate en su duelo personal.

Nunca en lo que va de temporada se le puso un partido tan de cara al Atlético.

Los 11 rojiblancos jugaban contra 10 del Villarrreal y con ventaja en el marcador en el primer cuarto de hora.

Y es que cuando ambos equipos tomaban contacto con el rápido césped del Calderón, Zahínos, con la inestimable ayuda involuntaria de Arruabarrena, ponía el 1-0 en el marcador.

En la primera llegada del partido Bianchi y sus dirigidos sacaban ventajas.

El disparo se envenenó –se elevó y ralentizó- tras tocar en el defensa amarillo y Viera, ya en el aire, no pudo evitar que el balón se colase a escasos centímetros de su mano.

Cuando trataba de salir del bajón psicológico que supuso el gol, Pérez Lasa mostraba el camino a los vestuarios a Gonzalo Rodríguez (ex San Lorenzo) por una desmedida entrada por detrás sobre el ‘Niño’ Torres.

El colegiado no concedió la ley de la ventaja, a pesar de que Petrov encaraba a Viera, lo que pudo influir en su decisión final de mostrar la tarjeta roja.

Un castigo quizás excesivo para el equipo dirigido por Pellegrini, que trató de reequilibrar a los suyos con la sustitución del italiano Tacchinardi por el boliviano Peña.

Mientras tanto el guión futbolístico no variaba.

El Atlético mordía con un juego directo y por fin rápido y el Villarreal trataba de controlar el encuentro alrededor del balón y mediante jugadas trenzadas.

Sin embargo, la telaraña dispuesta por Bianchi en torno a Riquelme, su gran pupilo, comenzaba a dar sus frutos.

El argentino comenzaba a desesperarse buscando una y otra vez a Forlán, como si no se fiara del resto, incluso con complicados pases en largo.

Y la presencia de Gabi, en lugar de Luccin, daba a los locales un mejor criterio en la salida del balón, y por tanto de las contras.

Para ese entonces, Viera ya se había lesionado –quedó tocado del hombro en un choque con Torres-, Pellegrini perdía su segundo cambio en media hora y el Atlético vivía volcado sobre la meta de Barbosa (ex Bánfield).

Sin embargo, la afición se acordaba de la escasa renta cosechada y de las claras ocasiones marradas por Kezman, Maxi y Gabi cuando los jugadores disfrutaban del descanso.

Nada varió sustancialmente en la segunda mitad.

El Villarreal continuaba disfrutando de un mayor aunque estéril control de balón y el Atlético esperaba agazapado sorprender y rematar la faena por velocidad.

Pero los minutos pasaban y Fernando Torres, Maxi Rodríguez y sobre todo el hiperactivo Kezman, casi monopolizó las ocasiones locales, no acertaban a poner la puntilla al encuentro y el nerviosismo se apoderaba de la grada.

El Villarreal tomó aire con la incorporación de Senna –sustituto de José Mari-, que obligó a Sorín a dedicarse más a labores ofensivas.

Los castellonenses aguantaban el chaparrón rojiblanco –Kezman desaprovechó hasta 4 remates claros- y daban síntomas de poder sacar un punto milagroso en una jugada puntual.

Pudo ocurrir de no haberse marchado ligeramente desviado el remate de Forlán en la primera ocasión que Riquelme encontró al delantero uruguayo.

Otra vez tocaba sufrimiento en el Calderón, a pesar de que la incorporación en los minutos finales de Ibagaza, que dio más control Atlético.

Pero la expulsión de Luccin, sustituto de Gabi que equilibró el choque con dos amarillas en 17 minutos, desencadenó la tragedia.

En el último suspiro, Forlán no perdonó el segundo pase de Riquelme y batió de cabeza a Leo Franco.

El Atlético volvía a tropezar en la misma piedra.

¿Pecó de amarrete? ó ¿No lo supo definir?

De cualquier manera, un duro golpe para Carlos Bianchi y sus jugadores, que perdieron la posibilidad de ratificar la recuperación.

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