El choque con USA en la Cumbre anticipa el desenlace con el FMI

Roberto Lavagna intentó convencer a Néstor Kirchner para que negociara con USA, coinciden las columnas políticas dominicales; y Kirchner rechazó su postura conciliatoria. ¿Por qué lo hacía Lavagna, quien es un crítico del ALCA? Porque pretendía un apoyo de USA en la negociación con el FMI. La posición de Kirchner anticipa lo que ocurrirá en breve con el Fondo Monetario, y es una conclusión derivada del decepcionante final de la Cumbre de las Américas.

Horacio Verbitsky exhibe un alborozo por la negativa de Néstor Kirchner a avanzar en el ALCA y anticipa ruptura con el FMI, según su columna en Página/12l:

"(...) la Argentina perdería con el ALCA US$ 126 millones anuales pero además desintegraría el espacio regional y profundizaría la reprimarización de su economía, en detrimento del desarrollo industrial y el empleo y, en consecuencia, de las metas de la Cumbre: "Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática". (...)

Kirchner (cuyo entusiasmo por las lecturas económicas desconcierta a sus interlocutores) insistió personalmente en el planteo opuesto a las pretensiones estadounidenses sobre la apertura comercial, pese a los intentos de su canciller por congraciarse con su colega estadounidense.

Kirchner se mantuvo inflexible hasta el final pese a todas las presiones. El jueves, antes de viajar a Mar del Plata también objetó las concesiones que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, sugería para retomar las negociaciones con el FMI.

Durante el encuentro bilateral con George W. Bush, Kirchner explicó que si el FMI no accedía a refinanciar sin condiciones los vencimientos pendientes, a la Argentina le resultaría más económico desligarse del organismo, dado que los plazos que contemplan los estatutos en esa hipótesis, más la devolución de la cuota societaria, implicarían pagos menores y mejor escalonados.

Tan lejos del anodino lenguaje diplomático como de la prosa altisonante de Chávez, el mérito del planteo es su racionalidad. Será cuestión de Bush calcular los costos de una refinanciación comparados con el precedente que significaría la deserción argentina del FMI.

Kirchner jugó tan a fondo como en los días de la negociación con los tenedores de bonos de la deuda pública en mora y con la misma serenidad, una vez definido aquello que no podría aceptarse sin graves consecuencias para el país.

En vez de reiterar el compromiso con el ALCA y fijar la reunión para su relanzamiento en abril, como postulaba el borrador mayoritario, la Argentina y sus socios en el Mercosur hicieron hincapié en las dificultades que impidieron poner el marcha el ALCA este año y en la ausencia de las condiciones necesarias para lograrlo en forma equitativa, "con acceso efectivo a los mercados, libre de subsidios y prácticas de comercio distorsivas, y que tome en cuenta las necesidades y sensibilidades de todos los socios".

El principal problema no fue incomodar a George W. Bush, sino que casi todos los países participantes apoyaron la posición estadounidense, entre otros México, Canadá y Chile.

El argumento de aquellos que ya tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos fue que el ingreso de Brasil y la Argentina permitiría equilibrar las fuerzas y contribuir a una suerte de democratización del ALCA.

(...) La Argentina no sólo perdería en cantidad, sino también en calidad. La totalidad de las nuevas importaciones que llegarían de Estados Unidos y tres cuartos de las ventas que se dejarían de hacer a Brasil estaría formado por Manufacturas de Origen Industrial (MOI).

En cambio, las oportunidades de nuevas exportaciones a Estados Unidos se concentrarían en un 77 por ciento en productos primarios y Manufacturas de Origen Agropecuarios (MOA).

Los especialistas de la Cancillería encabezados por el secretario de comercio y relaciones económicas internacionales, Alfredo Chiaradía, advierten que la evaluación de los escenarios correspondientes al ALCA requerirían de un análisis más complejo, que incluyera también a los países andinos, México y Canadá.

Pero estas primeras aproximaciones que toman en cuenta a los principales socios comerciales permiten apreciar que implicaría un sensible retroceso en la integración comercial dentro del Mercosur y una integración poco favorable en el intercambio comercial con Estados Unidos, tanto por el saldo de la balanza comercial como por el tipo de bienes comerciados: menor valor agregado, menos empleo, mayor concentración de la riqueza, incremento de la desigualdad y menor calidad de vida.

La decisión de Kirchner de no dejarse llevar por la corriente resulta así una elemental medida de autodefensa. También es una demostración práctica del abandono del consenso de Washington, que en las últimas dos décadas acabó con los últimos restos de la sociedad integrada que construyó el primer peronismo e hizo emerger en su lugar la selva cuyo despiadado rostro se vio en Haedo".

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Lúcido y racionalmente preocupado luce Joaquín Morales Solá en sus observaciones sobre lo ocurrido en la Cumbre, de acuerdo a su nota en La Nación:

"(...) Kirchner había prometido ser un anfitrión amable y aséptico de la cumbre. Cargaría con el éxito o con el fracaso de la reunión. Hubo, al final, más de lo último que de lo primero, a pesar del esfuerzo para exhibir un resultado mejor.

Pero cambió en el camino y perdió la neutralidad ya en el discurso inaugural. Como un argentino de manual (que es lo que es Kirchner), pecó de ombliguismo. Gastó gran parte de su discurso de dueño de casa en hablar de las urgencias argentinas y de sus desventuras con el Fondo Monetario Internacional. (...)

Tal vez no le gustó que Bush eludiera comprometerse frontalmente con sus posiciones en el Fondo Monetario; ese apoyo norteamericano era la obsesión de Kirchner hasta el momento que le dio la mano a Bush.

Quizá le gustó menos que el jefe de la Casa Blanca hiciera suyos los planteos de otros líderes extranjeros y de muchos inversores sobre la necesidad de seguridad jurídica y de reglas de juego claras en el país.

Y seguramente lo petrificó de estupor que Bush expresara ante los periodistas la necesidad de luchar contra la corrupción. Esa palabra no se nombra en la Argentina de Kirchner.

Pero ya desde antes las cosas no venían bien. (..)

Faltó diplomacia, aun cuando es razonable el argumento de que deben analizarse con cuidado las condiciones de la integración. (...)

(...) Brasil también ha sufrido un serio traspié: sus esfuerzos para crear una Comunidad Sudamericana de Naciones se redujeron a una sucesión de fotografías. Con Bush sentado a la mesa, aquel proyecto se convirtió en partículas del aire. Salvo las cuatro naciones del Mercosur, donde está el liderazgo natural de Brasil, todo el resto estuvo más cerca de Washington.

(...) Venezuela es un caso aparte, desde ya. Pero ¿qué queda de las ambiciones bolivarianas de Hugo Chávez cuando su discurso sólo penetra en un club de alborotados militantes y ningún país de la región está dispuesto a seguirlo? Quedan su petróleo y sus petrodólares. Sin ellos, Chávez sería menos insignificante de lo que ya es en América latina.

Kirchner y Lula no podrán seguir arropándolo sin condiciones por mucho tiempo más; corren el riesgo de contagiarse del aislamiento del venezolano. La contención de Chávez, prometida por Kirchner, no funcionó en Mar del Plata: el líder populista venezolano vociferó y agravió sin límites ni medidas muy cerca de los presidentes clásicos y correctos.

¿El Mercosur es uno solo? Aparentemente, sí. Pero las apariencias no muestran todas las cosas. Hay en Uruguay cierto cansancio por las eternas peleas entre argentinos y brasileños en el Mercosur.

Además -todo hay que decirlo-, Tabaré Vázquez decepcionó a Brasilia y a Buenos Aires por sus aires de independencia. Y Paraguay entabló su propia relación con Washington, sobre todo en asuntos de Defensa.

En Mar del Plata, hubo una pelea de fondo que no comprometía ni a Kirchner ni a Bush. La protagonizaban México y Brasil, los dos países más poderosos de América latina. México tuvo, debe reconocerse, más eco que Brasil entre los presidentes latinoamericanos.

La Argentina no trató bien a México, país con el que tiene importantes convenios comerciales, esenciales para su economía. Es cierto que Kirchner no podía ofrecer reuniones bilaterales a más de 30 presidentes, pero México no está en el montón: es la primera economía de América latina. Kirchner encontró tiempo para reunirse a solas, otra vez, con Chávez: ¿por qué no para escuchar a Vicente Fox?

Fox pidió hace más de un año, en la ciudad argentina de Iguazú, la incorporación de su país al Mercosur. Nadie le respondió nada, nunca.

(...)

Resulta, además, un prejuicio sin fundamento suponer que Fox y el chileno Ricardo Lagos actúan como portavoces de Washington. Fox y Lagos le propinaron a Bush una notable derrota en el Consejo de Seguridad cuando Washington intentó darle cobertura internacional a la guerra en Irak. Han tenido más firmeza, en la realidad de los hechos, que la retórica de Kirchner o que la verborrea de Chávez. (...)".

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Muy buena crónica de Martín Rodríguez Yerba en el diario La Nación, que transcribimos parcialmente:

"Vicente Fox, el presidente de México, pidió una interrupción cuando promediaba el debate a puertas cerradas sobre la creación de empleo, obligado por la agenda de la cumbre. "Propongo que empecemos a hablar sobre la integración comercial."

Convertido en moderador obligado, Néstor Kirchner le impidió seguir: "Ese no es el tema para el que fue convocada esta reunión". Y le cedió el turno a otro de los 30 jefes de Estado y de gobierno que se acomodaban en un salón del hotel Hermitage.

Por el circuito cerrado de prensa se veían caras incómodas en la escena, sin sonido. El norteamericano George W. Bush se paró de la silla y se acercó a Fox. Le dio la mano.

(...)

El intento de Kirchner por evitar que el tema acaparase la atención del debate presidencial sólo prosperó unos minutos.

Enseguida, el premier canadiense, Paul Martin, volvió a hablar del tratado comercial. Dijo que había una posición mayoritaria para incluir un compromiso de retomar las negociaciones del ALCA en el documento de la cumbre.

La discusión se tornó imparable, relataron fuentes de tres delegaciones participantes.

El uruguayo Tabaré Vázquez fue el encargado de replicar a Canadá. Le siguió Kirchner: "No es cuestión de cantidad de votos". Imponer el ALCA de esa manera, dijo, sería "enemistarse con el 75% del PBI de América del Sur".

(...) Bush tomó la palabra. "Dado que existe una propuesta mayoritaria, presentada por Panamá, propongo que trabajemos sobre ella", dijo. Los panameños habían impulsado un párrafo muy favorable a impulsar el ALCA, pero que tuviera en cuenta las asimetrías y la disminución de subsidios. El Mercosur se negaba a firmar algo que implicara un compromiso.

"Cuarto intermedio", sonó en la sala. Se suspendieron el almuerzo y la ceremonia de clausura. Kirchner pasó a un reservado del bar. Entraron Chávez y Tabaré Vázquez. El brasileño Luiz Inacio Lula da Silva se había ido temprano, pero envió a un representante. La noche anterior había prometido al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, mantenerse firme.

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, terció mucho por un acuerdo y estuvo todo el día cerca del Presidente.

El debate se reanudó a las 14:30. "Es hora de sincerarse. Si hay desacuerdo, que figuren las dos posiciones", opinó Kirchner.

A las 15:30 le avisaron que Bush debía irse. Lo marcaba su agenda: en teoría, la cumbre debería haber terminado dos horas antes. (...)

Segundo cuarto intermedio. El colombiano Alvaro Uribe medió con Fernández, Lavagna y la delegación uruguaya. ¿Por qué no postergar el estudio del tema tras la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC)? Ofreció su país para una reunión.

Fox se fue a las 17:05. Media hora después, salió Lagos del hotel. Adelantó que la declaración incluiría las dos posiciones en disputa. "El presidente Kirchner nos invitó a hablar en voz alta. De a ratos hablamos en voz demasiado alta", relató a la prensa.

Los que se iban dejaban delegados. Los mozos del hotel pasaban sandwiches de miga para los presidentes, hambrientos.

A las 18 se retomó el diálogo. Circulaban borradores retocados. Chávez cobró protagonismo. Les habló a los presidentes de Guyana y de la República Dominicana, a quienes vende petróleo en grandes cantidades. "Tú, Leonel, estás de acuerdo con lo que dice Canadá." El dominicano Fernández no respondió, según las fuentes. (...)".

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Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...)Habrá que convenir también que el Mercosur recobró, antes por espanto que por amor, un espíritu de cuerpo que hace tiempo no conseguía exhibir. Soportó la postura del bloque mayoritario de 29 países que estaban dispuestos a bendecir, sin más, la puesta en marcha del ALCA con la declaración de Mar del Plata.

La relación de Kirchner con Lula es fría, pero el Planalto acompañó cada paso de la negociación. Los ojos del Mercosur están posados hace tiempo en Paraguay, ante la posibilidad de que ese país habilite en el futuro una base militar para EE.UU.: tampoco Nicolás Duarte Frutos dio un paso hacia atrás.

Subyacía un recelo con Tabaré Vázquez por la firma de un convenio de reciprocidad de inversiones que Montevideo celebró con Washington. Pero el mandatario de Uruguay terminó apuntalando la resistencia de la Argentina y Brasil.

A ese acuerdo, que venía de la época del gobierno de Jorge Batlle, se lo veía contradictorio con el funcionamiento del Mercosur. Pero Vázquez le introdujo en las últimas semanas correcciones que lo pusieron a tono con el bloque regional. Mientras Vázquez lidiaba aquí, fanáticos de la izquierda cometían destrozos en la ciudad vieja de Montevideo.

Esas cuatro naciones representan el 74% del PBI del Cono Sur. Sin ellas el encendido del ALCA carecería de sentido. Al final de la cumbre se planteó sobre todo una pulseada de tenor político: México impulsó la declaración final excluyendo al Mercosur. Allí dejó parte del liderazgo que había ejercido en las negociaciones.

(...)

La armonía del Mercosur es una noticia valiosa. El bloque no podría, sin embargo, encapsularse eternamente. La globalización exige la apertura de fronteras al compás del empuje que demuestran los acuerdos comerciales. Pero el comercio no prospera cuando la política funciona mal.

México ha chocado con el Mercosur. Vicente Fox se malquistó con Kirchner. El presidente mexicano no tuvo en Mar del Plata ni buenos modales ni palabras medidas. Llevó la ofensiva por el ALCA y fue también uno de los grandes objetores de la proximidad de Venezuela al Mercosur.

Vale un párrafo para Hugo Chávez. Su protagonismo estuvo circunscripto a la cumbre paralela. Allí dijo todo lo que quería decir sobre el ALCA y algunas cosas —no todas— sobre Bush. En el plenario siguió varios discursos con aplausos. Nada más. ¿Habrá funcionado su compromiso con Kirchner y con Lula?

El Presidente tampoco es un hombre dócil y cumplido. Lo saben todos los argentinos. Menos, si está sometido a constante presión. Fue amable cuando en la reunión privada habló con Paul Martin, el premier de Canadá, y le pidió apoyo para la negociación con el FMI.

Horas después lo interceptó iracundo al mismo visitante que insistía con el ALCA: "No queremos que acá nos vengan a patotear", disparó.

Con Bush mantuvo siempre una misma sintonía. (...)

¿Cómo procesará aquella decepción el líder republicano? Ese es otro de los enigmas que dejó la cumbre. No es para él una buena señal no haber podido exhibir su ascendencia sobre América latina. La política exterior no le sirvió para repuntar las acciones en su tierra. (...)".

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