Todos miran a Luis Pagani (O Lehman Brothers y el 'streaking' de Lavagna)

El plan económico tiene problemas evidentes. Hasta ahora, el Gobierno insistía en que la tasa de inflación no estaba en 1% mensual, pero ahora la realidad indica eso y Roberto Lavagna dice que está todo bajo control, "de acuerdo a lo previsto". El ministro ha comenzado a caer en el ridículo, mala señal. Pero no es la única mala señal que se ve en las últimas horas.

Héctor Cohen es un hombre suerte, de acuerdo a lo que ha demostrado su trayectoria en la banca de inversión. Representante de Lehman Brothers en la Argentina es portador de buenas noticias: de acuerdo a Lehman, la Argentina y Filipinas tienen el menor riesgo de sufrir una crisis financiera externa entre los mercados emergentes, mientras que Turquía y Sudáfrica son los países más expuestos, mostró esta semana un índice difundido por Lehman Brothers.

La Argentina y Filipinas tenían un puntaje de 8 en el indicador, mientras que el nivel de Turquía se ubicó en 41. Ninguno de los índices se acercó a la marca de 75 que Lehman considera equivalente a una probabilidad de 1 en 3 de que ocurra una crisis financiera de origen externo. Un nivel de 100 indica que podría ocurrir una crisis en cualquier momento.

Sin embargo, ¿Ud. cree que Theodore P. Janulis, Global Head of Investment Management en Lehman, un hombre que obtuvo su MBA en Columbia University, pondría su dinero en la Argentina?

No. ¿Por qué no? Janulis se lo dirá: porque nadie conoce la realidad de las cuentas públicas argentinas. El indicador de Lehman se armó sobre lo que dice la Argentina que le ocurre pero ¿qué credibilidad merece la Argentina? ¿Acaso no es un país que aún se encuentra parcialmente en 'default', no tiene acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y encima el presidente George Walker Bush mencionó que carece de seguridad jurídica y mantiene una elevada corrupción?

Ahora, ¿por qué la Argentina no tiene un acuerdo con el FMI? No se necesita consultar a Janulis para responder a ese interrogante: Porque la Argentina no quiere que le auditen las cuentas. Rodrigo de Rato y Figaredo, director-gerente del FMI, no tiene problema en refinanciar a la Argentina en las condiciones que la Argentina elija. Lo único que reclama es auditar las cuentas y, obviamente, informarlo. Y la Argentina no resiste desnudarse en público.

En los '70 (una década ideal, de acuerdo a Néstor Kirchner y sus compañeros de rumbo), el 'nude streaking' fue una moda que se impuso a partir de que algunas personas se desnudaban en público para manifestar algo. John Lennon y Yoko Ono lo hacían en cuartos de hotel y llamaban a los fotógrafos, pero ¿quién conoce los nombres de las universitarias de Missouri que una noche de febrero de 1974 intentaron romper el récord mundial de 'streakers' en el campus de la casa de estudios? ¿Quién sabe el nombre del 'streaker' que corrió desnudo durante la entrega de los Oscar en 1973? Hasta había una canción que se llamaba 'The Streaker'...

Bueno, Rato quiere que Lavagna sea un 'streaker' y el ministro de Economía no puede / no quiere. Por cierto que la sola imagen de Lavagna haciendo el esfuerzo de satisfacer la curiosidad de Rato ya resulta difícil de asumir pero Rato tiene sus motivos: ¿quién dijo que el sector público argentino tiene un superávit fiscal? No hay constancia de ello, y a nadie le sirve que la Argentina sea constancia de sí mismo.

Pero ha ocurrido algo peor, por estas horas.

Lavagna dijo durante el coloquio organizado por Grupo Clarín que el dólar alto, a $ 3, es parte del corazón de la política económica. Algunas horas después Lavagna anunció la eliminación del reintegro de 5% a las exportaciones que reciben 200 productos denominados 'bienes salario', entre los cuales se encuentran la carne, el pescado, los lácteos, las harinas, las pastas y los aceites comestibles.

¿Acaso el dólar a $ 3 no apuntó a alentar las exportaciones? Pero ahora el ministro Lavagna no es capaz de asumir el éxito de sus propias políticas porque les dice a quienes se encuentran exportando, que la ecuación ya no sirve, que él decidió alterarla porque es macho.

El ministro la altera quedándose con el dinero del IVA, con la excusa de la inflación que es el resultado de la política económica.

Sin embargo, el ministro culpa a los exportadores por la inflación ya que, siempre según Lavagna, los precios suben por falta de oferta suficiente frente a la demanda, y como no se ha ampliado la oferta, impone un castigo.

Sin embargo, no baja el dólar para que se genere oferta externa a través de las importaciones. Porque horas antes, en su visita a Grupo Clarín, Lavagna dijo expresamente que si el FMI le aconsejaría dejar que el dólar baje a $ 2,20, él se negaría.

Lavagna está en problemas: mantiene el dólar a $ 3 para exportar (haciendo que la sociedad subsidie a los exportadores) pero castiga a los que exportan.

¿Cuál es el problema? La caja, el ministro tiene problemas de caja, más allá de la inflación. Entonces, el ministro se queda con el dinero de las retenciones, verdadero motivo del dólar a $ 3, y ahora pretende quedarse con el IVA de las exportaciones. A Lavagna no le están cerrando los números, esa es la verdad.

Es obvio que la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal) debe estar nerviosa. Y no solamente la Copal... Qué curioso porque cuando Luis Pagani rompió con Copal lo hizo comprometido con la política económica de Kirchner y Lavagna. ¿Qué le dirá ahora Pagani a la Copal? Al fin de cuentas la empresa Arcor todavía exporta alimentos, no acero, más allá de la enorme admiración de Pagani por Paolo Rocca.

Baste recordar la defensa permanente que Pagani ha hecho de este plan económico desde la Asociación Empresaria Argentina, y otros foros.

Sigamos. Lavagna le ordenó al directorio del Banco Central que suba los encajes para absorber, sin costo, la liquidez excedente y volcar esos montos en planes de financiación de mediano plazo. Esa sí que es una medida antiinflacionaria: habrá menor dinero circulando, y el propio Estado pagará más caro por la emisión de deuda.

Pero el Estado confía en captar menos deuda porque tiene el dinero del IVA de los exportadores de productos de la canasta familiar. En cualquier caso, le provoca un problema de costos al sistema bancario, al que nunca terminó de compensar por los perjuicios ocurridos en 2002.

Los bancos toman depósitos y prestan ese dinero, excepto los encajes, que deben inmovilizar. El BCRA les exige ahora que aumenten la cantidad de dinero inmovilizado, y ese excedente será sin costo para el BCRA, y los bancos deberán volcar el dinero a financiamiento de mediano plazo porque los industriales se quejan que no hay préstamos al plazo que necesitan las inversiones de ampliación de capacidad instalada.

Hay un problema de montos: nadie puede imaginar que los bancos hoy pueden prestar montos importantes y nunca lo hicieron; durante los '90 los grandes proyectos se financiaban en el exterior, donde hoy la Argentina no puede concurrir porque no no ha recuperado la calificación de deudor confiable.

Vayamos ahora al efecto político de todo esto: Lavagna (y el gobierno de Néstor Kirchner) se han ganado, de un plumazo, el enojo de un sector importante de los exportadores (por ejemplo, el lobby del aceite es poderoso, recuérdese que lograron que la Argentina no rompiese relaciones diplomáticas con Irán, luego del atentado contra la sede de la AMIA), y también el enojo de los banqueros. La base de sustentación del gobierno se reduce.

A esto hay que sumarle que, con los conflictos con Bush y el fracaso de la Cumbre de las Américas, el aval a Aníbal Ibarra y la compra de Eduardo Lorenzo Borocotó, Kirchner ya consumió el capital político logrado en las urnas del 23 de octubre.

Y ahora esta pérdida de base de apoyo del plan económico, que es lo único que puede exhibir el Presidente.

No, no fue un buen día. ¿No debería informárselo Cohen a Lehman?

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