Las 10 claves del caso Fujimori

El caso del ex Presidente Alberto Fujimori constituye una compleja trama que conviene analizar por partes. Hasta ahora está claro que su presencia en Santiago de Chile afectará la relación bilateral, hará de Japón un factor imposible de ignorar e influirá fuertemente sobre la política interna de su país. Cuidado: nótese que el autor es peruano, hijo de un derrotado por Fujimori en comicios; él ha sido crítico de Fujimori, y escribe en un diario chileno. POR ÁLVARO VARGAS LLOSA

1. ¿Por qué escogió Chile?

Fujimori tiene el doble objetivo de relanzar su figura política de cara a las elecciones presidenciales de abril en Perú y dejar sin efecto la veintena de procesos que tiene abiertos por violación de los derechos humanos y corrupción. Su base de Tokio, que le fue útil en los últimos cinco años, no permitía cumplir este doble objetivo. Además de la distancia geográfica que media entre Japón y Perú y que hace impracticable el desarrollo de una campaña, Fujimori sabe que necesita "renacionalizarse" peruano para contrarrestar su bochornosa fuga de noviembre de 2000, su renuncia a la presidencia mediante un fax y el haberse cobijado en la nacionalidad nipona mientras muchos de sus colaboradores peruanos iban a la cárcel.

Chile parecía ideal desde varios puntos de vista. Es un país limítrofe con Perú y esa cercanía permite dos cosas: dar la imagen del candidato que desafía la opinión general -según la cual Fujimori nunca abandonaría Japón- para cumplir su palabra y tener mayor presencia en Perú a partir de una coordinación de actividades desde una base chilena. En su cálculo seguramente estaba el desfile de colaboradores por Santiago para coordinar la campaña, las entrevistas y conferencias de prensa.

Pero Chile también ofrecía -en su cálculo- garantías jurídicas, tanto por los casos de sus antiguos colaboradores refugiados en este país como por el precedente de Carlos Menem. Por último, los incesantes enfrentamientos entre Lima y Santiago parecían brindar oportunidad de pescar a río revuelto.

Su mayor error fue no entender que aun si los tribunales chilenos son más independientes que los peruanos, el gobierno del Presidente Ricardo Lagos tiene mucho margen de maniobra para influir en el curso de los acontecimientos, como se ha visto con su detención, producida a alta velocidad, a la 1 de la madrugada del lunes, y la decisión de no permitirle hacer campaña desde Chile manteniéndolo bajo un estricto régimen penitenciario. Fujimori no supo leer la sensibilidad a flor de piel que tiene Chile hacia el tema de los derechos humanos por los esqueletos de su propio armario y la incómoda situación en que colocaba a la Concertación y a su candidata, Michelle Bachelet, en plena campaña electoral.

2. ¿Por qué Fujimori no fue directamente a Lima?

A estas alturas, él mismo debe estarse preguntando si eso no era lo más conveniente, pues aun cuando hubiera sido arrestado al momento de su ingreso, el impacto político y la capacidad de presionar al sistema hubiesen sido mayores desde una cárcel peruana que desde Santiago.

A medida que pasan los días se va diluyendo la novedad de su cercanía. Pero a Fujimori le interesaba forzar un juicio de extradición, porque el tratado de extradición que suscribieron Chile y Perú en 1931 exige que la persona extraditada sea juzgada sólo por aquellos cargos por los que es entregada al país que la reclama. Por tanto, Fujimori calculó que, como el Perú sólo ha presentado pedidos de extradición a Japón por dos casos, la posibilidad de que Lima envíe a Chile 21 cuadernillos bien estructurados a tiempo es remota.

Además, al forzar a fiscales y procuradores peruanos a ventilar las acusaciones en Chile, ante tribunales distintos de los peruanos, Fujimori piensa que limita la futura acción de la justicia peruana en contra suya. La mayoría de los países latinoamericanos, antes de conceder una extradición, sólo revisan que aquellos delitos por los que se está solicitando sean también penados en su ordenamiento jurídico.

Chile, en cambio, agrega una condición adicional: estudiar el mérito de los antecedentes que pesan contra el requerido. Ese procedimiento, para muchos abogados, equivale a un antejuicio que sólo Chile aplica.

Si Chile concede la extradición por un número limitado de casos, ¿puede la justicia peruana reponerle o sumarle nuevos cargos cuando Fujimori se presente ante ella? No es imposible, pero eso sólo sería posible si la Corte Suprema chilena acepta una eventual solicitud adicional del Perú.

La justicia peruana no puede por su propia cuenta añadir cargos adicionales a un extraditado, como se ha visto en el caso de uno de los hombres de Vladimiro Montesinos: Víctor Venero, extraditado desde USA.

3. ¿Sirven las relaciones que tuvo Fujimori con la Concertación?

Sirven de poco. Es cierto que Fujimori mantuvo una buena relación tanto con el gobierno de la Concertación como con la derecha chilena -una parte de la cual hizo muchos negocios en Perú-.

Bajo su gobierno, que coincidió íntegramente con las administraciones Aylwin y Frei, pudieron implementarse las convenciones de Lima, se firmó un acuerdo de complementación económica y otro de protección de inversiones.

Pero no fue Lagos, sino sus antecesores quienes se tuvieron que entender con él, y el Partido Socialista, que hoy ha desplazado a la Democracia Cristiana como eje de la alianza oficialista, no quiere arriesgarse a legitimar en Fujimori lo que no ha legitimado en Pinochet.

Es cierto que hay al interior del gobierno chileno una corriente pragmática que apuesta por dar a Fujimori un trato más de ex presidente que de prófugo de la justicia peruana, como precaución frente a la posibilidad, aunque remota, de que logre volver a ser un factor de poder clave en Perú. Pero creer que esa corriente va a predominar es no conocer la personalidad de Lagos y el escenario electoral chileno.

4. ¿Con cuánto apoyo cuenta Fujimori en Japón?

Con más del que se pensaba y menos del que se teme. Algunos gestos del gobierno japonés dan la sensación de que Tokio preferiría desembarazarse de Fujimori aun cuando se ve obligado a intervenir para evitar que sus aliados japoneses, muy vinculados a un poderoso sector nacionalista, usen este argumento contra el gobierno del primer ministro Koizumi. Japón le da a Fujimori protección emocional. Por definición, un fugitivo es alguien muy solo.

¿Afectará el caso Fujimori las relaciones entre Chile y Japón?

Un alto diplomático chileno afirma que a Tokio le bastó con solicitar "un trato justo" para advertir que no le es irrelevante lo que ocurra con él, y ese factor tendrá que estar presente.

La irritación con la que Lagos contestó a Tokio afirmando que Fujimori entró a Chile con pasaporte peruano y que, por tanto, se rige por las leyes peruanas ha dado paso a un trato más diplomático, evidenciado por la comparecencia conjunta del canciller Ignacio Walker y el embajador japonés en Santiago ante los medios de comunicación.

Chile sabe bien que Perú quiere evitar la triangulación del caso Fujimori y que no le conviene aparecer como "blando" frente a las presiones de Tokio.

Al mismo tiempo, Chile está iniciando la primera ronda de negociaciones para un TLC con Japón y Lagos tiene previsto un encuentro con Koizumi en la reunión de la Apec en Corea del Sur dentro de una semana. Todo dependerá de cuánta presión quiera ejercer Japón.

No será tanta como se teme desde Perú, sobre todo ahora que se ha pasado por el ritual de la visita de los funcionarios de la embajada japonesa a Fujimori y la "constatación" de que el trato que le da Gendarmería es "justo". Esto no significa que esté descartado que el gobierno de Japón, bajo presiones de la derecha nacionalista nipona, complique un poco las cosas en los días que vienen.

5. ¿Qué revela esta operación sobre su personalidad?

Algunos rasgos que ya se conocían -frialdad absoluta, secretismo enfermizo, viveza criolla, trato de "compartimientos estancos" a su gente, ambición de poder-, pero también algunos que sorprenden a la luz de su actuación en los últimos años: arrojo y una dependencia vital con el Perú.

Si se hubiera quedado en Japón, nunca hubiera corrido el menor riesgo de ser extraditado, pero en Japón no es nadie, salvo para un grupo que ve en él no al japonés, sino al peruano.

La desconfianza de Fujimori en todos sus colaboradores ha quedado en evidencia con su decisión de proteger celosamente incluso con respecto a ellos su pretendido itinerario de regreso al Perú. Nunca será un hombre de partido u organización. Fujimori vive encerrado en un mundo mental extremadamente huraño.

6. ¿Puede ser candidato?

Es casi imposible. Pero ese "casi" es lo que mantiene en vilo a propios y extraños, es decir a la gente del ex dictador y a quienes lucharon por la recuperación democrática en el año 2000.

Fujimori está inhabilitado por el Congreso para ejercer cargos públicos. Pero se da una situación constitucional delicada. En el ordenamiento constitucional peruano, el Jurado Nacional Electoral (JNE) es el tribunal que decide -de forma inapelable- todo lo relacionado a los asuntos electorales.

El JNE ha dicho que se pronunciará cuando se presente la candidatura (el plazo es el mes de enero). Aunque de tanto en tanto el tribunal emite señales en un sentido u otro -la última ha sido recordar que quienes están inhabilitados no pueden ser candidatos-, todavía no ha dicho la última palabra.

Temiendo un desenlace catastrófico -es decir, que Fujimori sí pueda inscribir su candidatura-, el Tribunal Constitucional ha entrado en guerra con el JNE para poder "revisar" los fallos, argumentando que nada puede impedirle establecer si se cumplen los preceptos constitucionales.

Ese tira y afloja es de pronóstico reservado y Fujimori cree poder encontrar allí un filón para sus planes políticos. Como no existe sentencia judicial en su contra, lo que hay es sólo un impedimento político (la inhabilitación del Congreso). Esto implica que Fujimori podría intentar también la vía judicial para dejar sin efecto el impedimento.
En todo caso, el Perú es un país de instituciones precarias. Todo dependerá, finalmente, del humor de la opinión pública y de la capacidad de presión de las distintas facciones, empezando por el gobierno.

7. ¿Qué va a ocurrir con Fujimori en los próximos meses?

El escenario que teme el gobierno de Lagos es el de un Fujimori que salga de la Escuela de Gendarmería a una situación de libertad provisional o arresto domiciliario, que le permita hacer campaña desde Santiago. En su actual encierro, Fujimori no tiene acceso a un teléfono ni a una computadora y sólo puede enviar mensajes por medio de quienes lo visitan.

Pero si recupera su libertad, podría, como hizo Menem (quien enfrentó dos procesos de extradición en Santiago), empezar a organizar su campaña desde Chile, creándole a Santiago una situación muy delicada con su complicado vecino.

Aun cuando la ley de extranjería permite al gobierno chileno expulsar a un turista que haga proselitismo, la condición de Fujimori es la de un extranjero bajo juicio de extradición, lo que abre una zona jurídicamente gris con respecto a su libertad de acción política mientras dure el proceso.

No hay peligro por ahora de que Fujimori quede en libertad y el ministro Orlando Alvarez parece sintonizado con el temor del gobierno chileno, pero no hay garantía de que esto pueda durar indefinidamente. Si Fujimori sale libre antes de los dos meses de plazo para que Perú presente las solicitudes, sera difícil para Santiago controlar que use la computadora, dé entrevistas y se reúna con asesores.

Tampoco está claro qué pueda ocurrir después de los dos meses, una vez vencido el plazo para que Perú presente las solicitudes de extradición, es decir, cuando se inicie el proceso judicial de extradición. Si queda con arresto domiciliario en este momento, también tendrá, para espanto del gobierno chileno, algún margen de maniobra para hacer campaña.

8. ¿Qué impacto tendrá lo ocurrido en las relaciones entre Chile y Perú?

Todo dependerá del desenlace final. En esta etapa, no hay "fans" más acérrimos de Lagos que todos los peruanos que quieren ver a Fujimori extraditado. Entre ellos, por cierto, muchos funcionarios del gobierno peruano (hoy están enviando a Chile a los jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas). Pero todo esto dará un vuelco si el ex dictador recupera terreno, por ejemplo con una libertad provisional o un eventual arresto domiciliario.

El arma de presión que usará Perú en ese momento será la adhesión a la Convención del Mar, aun cuando esto es algo que no tiene un consenso entre los peruanos y que en todo caso no tiene efecto práctico inmediato en el tema limítrofe. Por el momento, el Perú ha decidido usar "dos carriles" para separar el tema limítrofe del caso Fujimori, pero es evidente que esos carriles pueden converger si Chile afloja la mano con Fujimori. Lagos puede estar calculando que el caso Fujimori le permite patear hacia adelante la discusión marítima.

9. ¿Cómo afecta el caso Fujimori el escenario electoral peruano?

No está nada claro. El gobierno peruano parece creer que se le ha presentado una ocasión de oro para polarizar el escenario y así recuperar perfil, dividiendo la campaña entre el fujimorismo y el antifujimorismo. Si eso ocurriera, los principales perjudicados serían Lourdes Flores, que venía cosechando algunos votos del fujimorismo, y Ollanta Humala, que juega a a ser la opción del outsider con un discurso antisistema.

La polarización también complicaría las cosas para Alan García, a quien se le cerrarían algunos espacios. Pero todo esto supone que el cálculo del gobierno peruano es correcto. No es seguro que el oficialista Perú Posible pueda recuperar perfil en un escenario en el que 80% de los peruanos rechazan al Presidente Toledo en las encuestas.

La gran incógnita es -a menos que el Jurado Electoral impida a "Sí Cumple", el partido del fujimorismo, inscribir cualquier candidato- si el representante de Fujimori podrá recibir un "endose" o si esos votos volverán a gravitar hacia alguien como Lourdes Flores. Es muy pronto para pronosticarlo, pero ya hay algo cierto: los principales candidatos tendrán que definir una estrategia frente al voto fujimorista, que rondaría el 15%, más aún ante la posibilidad cierta de una segunda vuelta electoral.

10. ¿Conviene a Toledo el regreso de Fujimori?

En muchas ocasiones, un sector de la opinion pública peruana ha sostenido que el Presidente Toledo estaba arrastrando los pies en cuanto a la extradición de Fujimori. De allí -se decía- que los dos expedientes enviados a Japón fueran tan pobres desde el punto de vista jurídico (un informe jurídico de la propia Cancillería peruana filtrado a la prensa así lo determinó).

No es posible a estas alturas determinar con exactitud si todo esto tuvo que ver con un cálculo o con simple incompetencia, pero si se repiten los antecedentes en Chile, Fujimori puede salir bien librado.

En todo caso, suponiendo que Toledo tema tener a Fujimori preso en Lima, siendo un factor de atracción para sus partidarios (como creen altos diplomáticos chilenos al interpretar las señales que han recibido de Lima), el riesgo de dilatar el pedido de extradición hasta el vencimiento del plazo (dentro de dos meses) y de tratar de prolongarlo lo más posible una vez que se inicie en Chile el proceso judicial es evidente: el peligro de que Fujimori pueda actuar en libertad -es decir impune- y seguir influyendo en el escenario electoral.

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