Las 2 caras del Presidente con la Iglesia Católica Argentina

Por un lado, Néstor Kirchner polemiza con el Episcopado argentino, pero por otra parte le adjudica una frecuencia para transmitir televisión abierta en la Ciudad Autónoma y que vía los multi-system operator de la TV por cable irá a todo el país. Es el mismo Kirchner que viaja a Venezuela pensando en el FMI. O que vota por Cuba pero no se atreve a viajar a la isla. Que recibe a Miguel Bonasso pero hace negocios con Jorge Brito. Que concede favores a Grupo Clarín y se encarga que subsistan Hadad-Moneta. O que respalda a Evo Morales mientras le promete hacer gestiones en Bolivia a Repsol YPF. Que apoya a Felipe Solá pero invita a la Casa Rosada a José Díaz Bancalari y a Hugo Curto. Etcétera.

1ro. lea con atención a Horacio Verbitsky en el diario Página/12:

La polémica acerca del rol de la Iglesia en la sociedad argentina, que no se agota en el desempeño de sus máximas jerarquías durante la dictadura militar, no alteró las tareas que se desarrollan en el Arzobispado de Buenos Aires y en el Seminario de Villa Devoto para poner en práctica el proyecto más ambicioso que impulsa el Vaticano en la Argentina: la salida al aire de un canal de televisión abierta por UHF (Ultra High Frequency) destinado a recuperar espacios para la Iglesia en la sociedad.

El nuevo canal, cuya organización está a cargo del arzobispo de Buenos Aires y flamante presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Jorge Mario Bergoglio, llevará el número 21 y debería comenzar sus emisiones en abril de 2006, con programas comerciales, de ficción y entretenimiento, películas, series y musicales.

El contenido religioso explícito se reduciría al mensaje sacerdotal al cierre de la emisión, pero no formaría parte del resto de la programación según las directivas que impartió Bergoglio.

En este contexto de reconquista de posiciones perdidas en la sociedad debe interpretarse la Carta pastoral del Episcopado Argentino sobre la Doctrina Social de la Iglesia "Una luz para reconstruir la Nación", la primera emitida bajo la conducción de Bergoglio.

(...)

Esto pone de relieve las contradicciones del gobierno nacional.

> El presidente Néstor Kirchner impugna esta pretensión eclesiástica con su crítica a la Carta Pastoral pero el interventor del Consejo Federal de Radiodifusión que depende del Poder Ejecutivo,

> Julio Bárbaro, ratificó la autorización para la salida al aire del nuevo canal y

> tres centenares de capellanes siguen malformando la mente de los oficiales jóvenes de las Fuerzas Armadas desde el anacrónico Obispado castrense, cuya existencia no tiene justificación en una sociedad pluralista y moderna, donde cada persona cualquiera sea su oficio es libre de procurarse la asistencia espiritual que prefiera en el lugar de culto que más se ajuste a sus convicciones.

Según Bárbaro la autorización a la Iglesia para un canal de televisión abierta fue concedida inicialmente por decreto del ex presidente Fernando de la Rúa en 2000. Sectores eclesiásticos afirman que el trámite inicial lo realizaron los franciscanos.

Ex militante de Guardia de Hierro, Bárbaro mantiene relación con Bergoglio desde sus años de estudiante en la Universidad del Salvador.

Ante una consulta para esta nota, Bárbaro minimizó la importancia del canal 21. Dijo que la Iglesia estaba procurando que su señal fuera incluida en el paquete de canales que transmiten los principales operadores de cable, ya que el sistema UHF sólo permite un alcance reducido, pero que hasta ahora no habían tenido éxito porque el producto no les resulta atractivo.

Admitió que la situación podría cambiar cuando la televisión argentina se digitalizara y se duplicara el número de canales, algo que no ocurrirá por ahora.

Fuentes eclesiásticas que pidieron reserva de su identidad contaron que los estudios y las oficinas comerciales están funcionando en un piso nuevo habilitado al efecto en la sede del Arzobispado, junto a la Catedral, a 150 metros de la Casa Rosada.

Allí atendía sus negocios, antes de mudarse a las actuales oficinas en Pacífico, el empresario Sergio Tasselli, quien invierte por cuenta de sus mandantes celestiales en empresas eléctricas y de petróleo. Esas inversiones nunca superan los US$ 50 millones, porque los discretos accionistas que representa no quieren manejarse con créditos sino con fondos propios.

La antena para la transmisión fue instalada en la sede del Seminario Mayor de Villa Devoto, donde también se preparan nuevos estudios más cómodos.

Los cinco canales actuales de aire, 2, 7, 9, 11 y 13 transmiten en VHF (Very High Frequency). La VHF cubre el rango entre 30 y 300 MHz, con una longitud de onda de entre diez y un metro. En cambio la UHF va de 300 hasta 3.0 GHz, con una longitud de onda que va desde un metro hasta 10 centímetros.

La VHF requiere antenas más poderosas y tiene mayor alcance.

La ventaja de la UHF es que el equipo transmisor y la antena pueden ser menores, dado que son proporcionales a la longitud de onda.

También su alcance es inferior y requiere de la instalación de antenas especiales en los hogares o su distribución por cable. Ese es el sistema que usa el canal 26, propiedad del ex presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, quien recibió la licencia de UHF con la condición de que la transmisión fuera codificada pero que, según operadores de cable, nunca cumplió con ese requisito.

Hay zonas del Gran Buenos Aires donde sus emisiones se reciben por aire. La transmisión codificada requiere la instalación en cada casa de una antena y un decodificador. Según la legislación vigente los operadores de cable están obligados a incluir en su paquete los canales de aire locales en su zona de prestación.

El interés del Vaticano fue transmitido al gobierno nacional por el Nuncio Adriano Bernardini. Cuando comenzó su organización, el canal 21 estaba en manos del Obispado Castrense.

Pero luego de la decisión gubernativa de desconocer como funcionario público al obispo Antonio Juan Baseotto, debido a su evocación de los métodos del terrorismo de Estado durante una polémica sobre la prevención de embarazos involuntarios, la Conferencia Episcopal se hizo cargo del canal.

Su ex presidente Eduardo Mirás hizo saber a la Cancillería que cualquier cuestión relativa al canal 21 debía tratarse con él. Aun antes de su elección como nuevo presidente del Episcopado, el cardenal Bergoglio reemplazó en esa tarea al arzobispo rosarino, quien no gozaba de una salud perfecta.

Bergoglio consiguió durante sus últimos viajes a Roma que la Santa Sede proveyera el financiamiento necesario para las instalaciones y los equipos técnicos y los recursos para enfrentar los cuatro primeros meses de la explotación.

A partir de setiembre de 2006 el canal debería autofinanciarse.

Para ello un grupo de promotores están vendiendo espacios de publicidad y solicitando auspicios institucionales. Se presentan en las empresas con una carta firmada por Bergoglio, que explica los propósitos del emprendimiento.

"Vamos a competir con Telefé, pero sin Luciana Salazar", explica el cardenal Bergoglio a sus colaboradores.

Entre ellos está la gerente de programación Magalí Valenzuela, una psicopedagoga y pintora cordobesa especializada en televisión educativa, casada con el asesor legal del Comfer, el Chino Valenzuela, quien fue funcionario durante el menemismo.

Magalí Valenzuela fue fundadora del Sistema Teleeducativo Argentino (Sitea), realizó programas sobre efemérides patrias junto con el Instituto Sanmartiniano; recibió el premio Santa Clara de Asís y otras distinciones del Movimiento Familiar Cristiano y la Liga Pro Comportamiento Humano.

Bajo la supervisión de Bergoglio está preparando una grilla de entretenimientos y ficción. Entre quienes asesoraron sobre la organización del canal, las fuentes eclesiásticas mencionan al escribano Raúl Juan Pedro Moneta y a su socio en el canal 9 de televisión Daniel Hadad.

(...)

Para la Asociación de Teledifusores Argentinos la adjudicación de un canal en forma directa, sin concurso previo, sienta "un precedente muy peligroso".

Un especialista de la ATA explicó que históricamente las frecuencias de UHF fueron contempladas en la Ley de Radiodifusión como Servicio Complementario, que llegan sólo a quienes pueden decodificar la señal.

Por el mismo procedimiento de adjudicación directa la Iglesia Católica recibió otras licencias de TV abierta otorgadas a diversos obispados en el interior, entre ellos los de Mercedes y San Juan.

En este caso, al ser de Capital Federal y no haber frecuencias centrales del espectro radioeléctrico, se decidió otorgarle un canal de UHF. Para ello se le atribuyó a la Iglesia Católica el status de persona pública estatal.

La preocupación de ATA es que los canales de cable se verían obligados a incluir en sus grillas el canal eclesiástico y transmitirlo como Antena Comunitaria. (...)".

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Ahora, observe en enfoque totalmente diferente de Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) La Iglesia argentina no simpatiza con el Gobierno. Y el Gobierno no hizo nada en este tiempo para granjearse esa simpatía. Kirchner usó de nuevo el micrófono para cargar contra los obispos que hicieron una parcelada descripción de la realidad del país. Roberto Lavagna tuvo la oportunidad de profundizar el conflicto, pero contorneó su cintura: "Hicimos mucho, pero falta mucho por hacer", salió del paso.

(...)

El vínculo entre la Iglesia y el poder es la historia de un desacuerdo. No existen canales de diálogo más allá del que mantiene el secretario de Culto, Guillermo Oliveri. Sólo una vez en casi tres años un ministro —Daniel Filmus— hizo un informe en un plenario episcopal. Tampoco los sacerdotes hicieron esfuerzos visibles para un acercamiento.

Llamativo: la Iglesia estuvo presente en otras ocasiones críticas como cuando ayudó a contener con una mediación clave la acción disgregadora que despuntó en el 2001. "El pastor tiene que dar siempre el primer paso", reflexionaba uno de ellos, de ánimo componedor.

Un paso existió, hace poco, pero fue en falso. Luego de una gestión discreta del embajador en el Vaticano, Carlos Custer, el cardenal Jorge Bergoglio habló con Alberto Fernández, el jefe de Gabinete. Fue un diálogo hermético, que jamás rompió las fronteras de la formalidad. Quedaron en volver a hablarse. Pero nunca ocurrió. Después del nuevo incidente se reanimó la intención de juntar a Kirchner con la Conferencia Episcopal.

Habría que convenir algo. Los pastores de la Iglesia no tienen vocación política ni se inmiscuyen en esos menesteres. Pero sus palabras adquieren, guste o no, un sentido político. No aceptarlo a esta altura de la historia de la civilización parecería una necedad.

Los obispos usaron de base para su declaración un documento de los laicos que, si bien era crítico, subrayaba los progresos en el campo social. Esas apreciaciones fueron soslayadas. Tampoco se incorporó el apoyo a la postura oficial en la negociación por el ALCA que compartió la mayoría de los prelados. Varios de ellos expresaron su disconformidad.

Los obispos no exageraron cuando recalcaron la gran desigualdad social de la Argentina y la injusta distribución del ingreso. Pero tampoco repararon en la gran crisis que padeció la nación hace apenas cuatro años y el punto de partida bien precario que tuvo este Gobierno.

¿Sólo esa omisión disparó a Kirchner? Hubo otras cosas. La advertencia sobre la posibilidad de episodios de violencia social. Haedo es, en verdad, un recuerdo demasiado peligroso y cercano. También la reapertura del conflicto por monseñor Antonio Baseotto. Dicen que Rafael Bielsa había recibido de los obispos el compromiso de que aquel entuerto no sería mencionado más en público. Si así fue, ese compromiso se incumplió.

El Gobierno parece emperrado con el tema. Su decisión de cancelar el aval como capellán castrense a Baseotto nunca fue reconocido por el Vaticano. De hecho el obispo sigue oficiando misas sigilosas. Apostó a que el paso del tiempo extinguiría el pleito. El tiempo solo no hace magias (...)".

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