Lavagna a Kirchner: "Si querés echame, pero me vas a extrañar"

Roberto Lavagna no renunció a su cargo delante de los empresarios. Tampoco atacó al Presidente ni lo desautorizó. Sí intentó justificar su gestión, por completo. Y explicar los errores, las omisiones y las injusticias. Demasiado poco para tanta expectativa junta en la ciudad de Mar del Plata, donde transcurrió el Coloquio de IDEA más revuelto de los últimos años. POR CLAUDIO M. CHIARUTTINI

Roberto Lavagna contraatacó. Pero lo hizo al estilo Lavagna: con estilete, de costado, sin mirar a los ojos y mostrando un ego inconmensurable.

"Sin magia y con trabajo" fue la frase de la tarde. Paños fríos, casi como un cirujano con un cerebro o un corazón en la mano. Pero nadie puede negar que Lavagna "arrugó".

Con 45 imágenes de un Power Point y un discurso-guía de 8 páginas, a las que hay que sumar 65 minutos de intercambio de preguntas y respuestas con Joaquín Morales Solá, el ministro de Economía le mandó un mensaje a Néstor Kirchner: "si querés, podés echarme. Total, soy bueno, soy el mejor y me van a extrañar".

Logros, logros y logros fue el centro de la línea discursiva desplegada en Mar del Plata.

> "En 44 meses, el PBI subió un 33%",

> "la producción industrial subió desde abril de 2002 un 54,5%",

> "la construcción creció 108,4% en los últimos 42 meses",

> "se han creado 2.5 milllones de puestos de trabajo",

> "la cantidad de personas pobres se redujo en 6 millones de
personas y la de indigentes se redujo en 4,7 millones de personas".

Fueron datos que forman parte de una campaña de prensa, de una campaña de imagen.

Un gran baño de egolatría.

> "Yo no me voy a pelear con nadie" sostuvo Lavagna en cuatro oportunidades.

> "Doy a conocer la posición de Economía y del gobierno, soy el ministro de Néstor Kirchner. Si a algunos empresarios no les gustan mis palabras, es su problema. Damos a conocer posiciones oficiales y las medidas que tomamos al respecto. El resto, son apreciaciones de los medios", advirtió sentado, sin corbata y saco azul oscuro.

"¿Tenemos ministro de Economía por mucho tiempo?", consultó Joaquín Morales Solá.

"Si hiciéramos de eso un tema central estaríamos errando fuertemente... en una sociedad moderna las personas son accesorias. En todo caso eso depende de dos personas: del Presidente de la Nación que tiene todo el derecho de eligir quién lo acompaña y de cada uno de los ministros que decide si comparte o no comparte, o si decide o no decide lo que tiene que hacer". Respondió, humilde, colocándose al mismo nivel del titular de la Casa Rosada.

Como si se tratara de un gran jugador número 8 de la selección nacional de fútbol y intentando desarmar frentes de batalla abiertos en menos de dos semanas, Lavagna aseguró que "no estoy peleado con Martín Redrado. Yo sé que el Impuesto al Cheque es distorsivo, no ayuda a la bancarización, sé que no es justo, sé que tiene efecto cascada. Conocemos todos los argumentos en contra. Sin embargo, no lo vamos a tocar. Sabemos que es distorsivo, pero hay otras distorsiones como la pobreza y la indigencia entre los niños y los jóvenes. Hay prioridades", aseguró ante una pregunta de Joaquín Morales Solá.

Para demostrar que no hay problemas de internas en el gobierno recordó: "Cuando cerramos las primeras planillas del Presupuesto 2006, la demanda de gastos había subido $ 32.000 millones con respecto a 2005. Fui con el Presidente y dijo que no me haga problemas y me dio orden de cortar. La reacción de Néstor Kirchner fue de calma. La decisión es desendeudarnos, de mantener los superávit fiscal y comercial y de poner énfasis en la obra pública y en la inversión pública. La racionalidad impera. El Presupuesto 2003 se aprobó con un recorte de $ 5.000 millones a lo esperado, el de 2004 con un recorte de $ 15.000 milllones; el de 2005 con $ 20.000 millones y el de 2006 con $ 32.000 millones de reducción", explicó.

Después Lavagna no descartó la posible desafiliación del Fondo Monetario Internacional. "Hoy le debemos al organismo US$ 9.000 millones, el mismo dinero que nos dieron meses antes de la salida de la convertibilidad. El resto, ya lo cancelamos, cerca de US$ 18.000 millones. Las negociaciones actuales con el Fondo no implican solicitar fondos frescos".

Silencio en la Sala del Sheraton.

Pregunta escrita: "Por favor, Sr. Ministro, ¿nos puede decir qué inflación
pronostica para el 2006, por qué cuando lo decimos nosotros, nos amenanzan con un boicot?".

Aplausos cerrados y risas. La respuesta de Lavagna fue clave: "los supermercados ayudan a la competencia"

Parecía que venía el choque con Kirchner, cuando le preguntó sobre las acusaciones de cartelización.

Entre risas, respondió: "no corresponde que el ministro califique lo que dice el Presidente de la Nación. Lo importantes es cuidar las expectativas. Hay que se prudente con el uso de las expectativas" y se
escapó por las ramas hablando de la defensa de la competencia.

Llegó el turno de la crisis eléctrica. "No nos sobra electricidad, pero si
hiciéramos caso de las proyecciones, estaríamos en este salón, con velas. Se hacen obras. Las proyecciones de catástrofes que se realizan desde hace 2 años no se cumplen, esperemos que no ocurra en el futuro", afirmó.

Lavagna negó que existe una sensación en la sociedad de que el gobierno no sabe como combatir la inflación. "Si fuera así, el gobierno no hubiera ganado las elecciones. El gobierno tiene su diagnóstico, cuales son los riesgos y actúa en ese sentido. Se puede, o no, estar de acuerdo", aseguró, derramando diplomacia sobre el escenario.

En su diálogo con Joaquín Morales Solá (ya pasó el amor que tenía Lavagna con Enrique Szewasch, economista que lo entrevistó en IDEA tres años seguidos por pedido del Palacio de Hacienda) y consolidando su alianza con 'La Nación', el ministro de Economía recurrió a los análisis técnicos, las críticas de la década del '90, la reiterada defensa de lo que se hace en la actualidad y en la relativización de todos los problemas que se le plantearon durante la charla.

Después de ésto, se habría creído que los empresarios abandonaron la sala con una sonrisa, aliviados, entusiasmados y con ganas de hacer inversiones.

Sin embargo, en los corrillos del Sheraton, los comentarios eran una mezcla de acidez, incredulidad y dudas crecientes.

A pesar de las dos horas de discurso y charla del Ministro de Economía,
ahora, todos esperan el segundo acto: la semana que viene, en Rosario, en la reunión que organiza la Unión Industrial Argentina. Allí, la mayoría de los líderes de IDEA esperan un cambio de ánimo del gobierno.

Por ahora, son sólo esperanzas. Será un fin de semana largo.

Dejá tu comentario