Confirmado: España no prestará dinero a la Argentina

Resulta habitual (y elogiable) que el columnista del diario 'La Nación', Joaquín Morales Solá, puede acceder con frecuencia a niveles importantes de los intereses geopolíticos españoles; en este caso permite leer precisiones acerca del viaje de Alberto Fernández y Felisa Miceli a Madrid. Es obvio que el embajador Carlos Bettini etá en baja (Néstor Kirchner no atendió durante su más reciente visita a la Ciudad de Buenos Aires cuando Bettini sólo quería explicarle que era mejor moderar las expectativas sobre un viaje de Miceli a Madrid). También es obvio que un embajador es exitoso cuando son exitosas las relaciones entre el gobierno que representa y su interlocutor; y cuando no ocurre esto, se acumulan frustraciones.

Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación:

Desde las épocas de Lavagna, las alternativas que se manejaban para la futura relación con el Fondo eran tres. Una consistía en negociar y seguir pagando los vencimientos. Otra contemplaba pagar toda la deuda y quedarse dentro del Fondo. Y la última se cifraba en la retirada del país del organismo con un plan de pagos por cinco años.

Kirchner eligió la segunda de esas alternativas, preferible a un abandono del organismo, que hubiera condenado al país, otra vez, al ostracismo. Los mensajes que recibió del G-7 no fueron buenos: probablemente no habría apoyo a la Argentina para una refinanciación sin condiciones o, lo que es lo mismo, sólo con condiciones escritas por Kirchner. Esto es lo que quería el gobierno argentino. Y el Fondo se encerraba en sus viejos consejos, a veces contradictorios unos con otros. Las tratativas incipientes prenunciaban más rupturas que acuerdos.

En aquellas conversaciones con Lavagna, Kirchner había decidido que las reservas debían cubrir siempre la base monetaria (el circulante más los encajes bancarios) para escaparle a cualquier corrida cambiaria. Esa cifra se sitúa en 18.000 mil millones de dólares. Si la deuda con el Fondo es de más de 9000 millones de dólares y las reservas están ahora en 27 mil millones, entonces las reservas cubren la base monetaria. Brasil había hecho, además, la invalorable punta.

En rigor, en muy pocos países hay una correlación entre las reservas y la base monetaria. Este método se implantó en la Argentina con la convertibilidad y se ha transformado casi en una cultura política. En buena hora. Hay también países que viven con más inflación que la Argentina (Brasil tendrá este año mayor inflación que la local), pero la Argentina tiene una historia inflacionaria incomparable. Frecuenta el pecado ante la primera tentación.

Sin embargo, el Gobierno no prevé distraer permanentemente de las reservas los 9000 millones de dólares. Tiene guardados 2000 millones de dólares de superávit fiscal y colocará bonos en el exterior por un total de 3000 millones de dólares. Kirchner viene cortejando a Chávez para que le compre bonos por unos 2500 millones. La administración espera que en abril ya tendrá reservas por unos 22.000 millones de dólares.

El gobierno de España no participará de ningún préstamo ni de compra de bonos argentinos. Al revés, Miguel de Sebastián, el principal asesor económico de Rodríguez Zapatero, les recordó a Fernández y a Miceli que la Argentina todavía le debe a su país 1000 millones de dólares, que fueron declarados en default.

Fernández y Miceli estuvieron en Madrid para intercambiar opiniones con economistas españoles sobre las alternativas con el Fondo, pero no le anticiparon a Sebastián (ni al equipo del ministro español de Economía, Pedro Solbes) la decisión de liquidar por completo la deuda con el organismo. El consejo unánime de los dirigentes españoles consistió en que la Argentina debía negociar o pagar, pero jamás romper relaciones con el Fondo. Todo lo demás es fantasía y no historia.

Sólo una hora antes del anuncio, Fernández le avisó de la decisión final a Sebastián y Miceli a Rato, con quien coordinó los comunicados de aquí y de allá.

Los españoles se manifestaron -eso sí- optimistas sobre la Argentina. Felisa Miceli les cayó muy bien y valoraron la continuidad de la política económica, que ellos percibieron. La continuidad es cierta: Lavagna no sólo llamó a Kirchner para felicitarlo (hubo una cálida conversación entre ellos), sino también a su sucesora (conversación que fue aún más cálida). Hay entre Miceli y Lavagna un respeto mutuo inédito en los relevos en la cartera económica.

Existe otro conflicto que ningún español dejó de recordarles a los argentinos: la situación irresuelta de varias empresas españolas en la Argentina. Con todo, varios acuerdos con esas corporaciones fueron aprobados -o están por aprobarse- en el Senado. Pero resta aún que el Gobierno cumpla otras promesas, largamente postergadas.

Deslizaron también una sorpresa: aquellos interlocutores quisieron saber la razón de la mala imagen de la Argentina en el mundo. Los argentinos advirtieron que se estaban refiriendo -cómo no- a los medios periodísticos argentinos y a los empresarios con inversiones en el país.

El problema puede ser más complejo: el Gobierno tiene obturados todos los canales de comunicación con los corresponsales extranjeros y con los embajadores de los principales países del mundo. Ellos terminan escribiendo la imagen básica del país en el mundo. Funcionarios de Kirchner suelen maltratar a los empresarios: ¿qué quieren que digan éstos?

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