Comenzó 2006 con amenazas de precios en alza

Perspectivas para el año 2006: seguirá la expansión pero como no existen las inversiones acordes, el horizonte sigue incierto acerca de la consolidación del crecimiento presente, y por supuesto que eso afecta, además, las posibilidades de despejar el enigma inflacionario, de acuerdo al análisis de la economista de la consultora Exante. POR PAOLA TASSONE

Mientras el Presidente y la cartera económica siguen suplicando a los industriales que mantengan los precios y se comprometan a realizar inversiones pretendiendo frenar así la inflación, una encuesta elaborada habitualmente por el INdEC entre los principales
representantes del sector que revela sus expectativas para el año 2006 permite señalar un panorama no demasiado alentador para el gobierno en lo que se refiere a futuras presiones sobre los precios.

Más del 50% de los industriales encuestados prevé incrementos en su demanda para el año próximo respecto de 2005 y otro 40% planea realizar nuevas inversiones durante 2006, pero apenas un 6% del total considera que la utilización de su capacidad instalada disminuirá.

Es decir que la gran mayoría de las firmas del sector esperan seguir operando en 2006 con un nivel de utilización de su capacidad productiva similar (48%) o superior (46%) al actual.

En lo que se refiere al comercio internacional, más del 90% de los participantes manifiesta que podrá exportar sus productos y un similar porcentaje cree que importará insumos durante el próximo año.

El 58% estima que sus exportaciones se incrementarán respecto de
2005 y el 52% confía en que sus productos conquistarán nuevos mercados.

La industria manufacturera argentina reúne el 54% de la producción local de bienes y ello representa un 18% del PBI, por lo que podría suponerse a priori que el impacto sobre el crecimiento que tendría la concreción de dichas expectativas no sería menor.

Este año el sector mostró un crecimiento interanual superior al esperado, muy cercano al 9% (medido a través del Estimador Mensual Industrial) en un marco de mayor utilización de la capacidad instalada, productividad laboral decreciente (tanto medida en horas trabajadas como en obreros ocupados) y aumento de los costos laborales.

Es decir, la industria creció aceleradamente en 2005 haciendo un uso más intensivo del stock de capital y menos intensivo de la mano de obra.

En efecto, la utilización de la capacidad instalada en el sector industrial tomado en conjunto se ubica en su máximo nivel histórico: 71% promedio anual. Dicho nivel significó un aumento de 1,5 punto porcentual respecto del año anterior (+2,1%).

La cantidad de obreros ocupados en el sector creció este año a una tasa cercana al 6% (frente al 10% observado el año anterior) en tanto que el ritmo de suba en las horas trabajadas por el personal ocupado exhibió una merma similar.

Por su parte, el salario pagado por obrero se aceleró: creció al 20% interanual frente al 17% de 2004, lo cual evidencia un repunte en
los costos laborales unitarios.

Todo ello permitiría inferir que hacia delante el sector industrial seguirá mostrando dinamismo, pero su ritmo de crecimiento irá perdiendo fuerza dadas las pobres expectativas de ampliaciones de planta que muestran los empresarios.

Por otro lado, es de esperar que la conflictividad laboral se acentúe pudiendo esto impulsar nuevos incrementos en los costos laborales, desmotivándose la creación de nuevos empleos.

En materia de precios, si bien no se observa un comportamiento homogéneo entre los distintos bloques que conforman el sector, lo más probable es que la capacidad ociosa continúe reduciéndose al igual que la productividad laboral, por lo que las presiones sobre los precios por el lado de la oferta tenderán a incrementarse.

Sumado a ello, las expectativas generalizadas de aumentar las exportaciones y ganar nuevos mercados en el exterior podría ser otro factor de presión sobre los precios, al permitir la ampliación de los márgenes de ganancia.

Ante este panorama, será crucial que se generen las condiciones propicias para promover la inversión en bienes de capital como también resultará importante poner la atención en los estímulos que se den a la demanda agregada, ya que de resultar excesivos podrían ser un
agravante. Será necesario que el sector público mantenga altos niveles de superávit en sus cuentas y que la emisión monetaria se adecue a los niveles de saldos reales demandados por los agentes.

Con respecto a esto último, un análisis de la evolución conjunta de la actividad y los precios respecto de los niveles de efectivo en circulación (medido en términos reales) permite concluir que en la medida en que el crecimiento del circulante real es mayor al incremento en la actividad, la inflación se acelera.

Esto ocurre con mayor claridad desde que el nivel de actividad marcó el máximo alcanzado en 1998. Es decir, en presencia de estabilidad cambiaria, el estímulo monetario permitió aumentar el nivel de actividad sin generar inflación mientras la capacidad ociosa era elevada.

Ahora, en tanto no se generen inversiones que amplíen la capacidad productiva, un exceso de estímulo monetario podrá terminar en menor crecimiento y mayor inflación.

Cabe aclarar que muchas veces se usa el concepto de "reacomodamiento de precios relativos" para justificar el impulso que tomaron los precios en los últimos tiempos, desestimándose otros causales (y por ende las medidas correctivas) así como los costos de
dicha variabilidad y sus posibles implicancias en términos de inflación.

En realidad, este concepto es muy amplio y debería referirse a un acomodamiento de los principales precios de la economía que les permita alcanzar su valor de equilibrio de largo plazo.

La idea subyacente es que existe un nivel "real" de precios de largo plazo que indefectiblemente debe alcanzarse y que es independiente de la cantidad de dinero y la tasa de inflación.

En la práctica, se trata de la variabilidad de las tasas de cambio de los precios individuales respecto de la tasa de inflación.

En un glosario de conceptos económicos puede leerse lo siguiente: "Alineación de precios relativos: Ajuste concertado para uniformar precios de bienes y servicios del sector privado, salarios, tarifas, tipo de cambio y tasas de interés de manera que representen en
cierta medida un promedio de todos los bienes y servicios de una economía, cuyasvariaciones se compensen exactamente y se eliminen mutuamente frente a cualquier variación en la distribución del ingreso
."

Sin lugar a dudas, la gran devaluación de 2002 significó un fenomenal cambio de precios relativos que requerirá de un largo período de inevitables ajustes.

Hasta ahora y afortunadamente, este reacomodamiento ha sido verdaderamente lento y podría seguir siéndolo si se toman las medidas pertinentes en el momento preciso. 2006 será una gran oportunidad en ese sentido. Ese será quizás el mayor desafío que deberán enfrentar
nuestras autoridades económicas.

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