Grave: Boom de consumo de 'paco' entre los adolescentes del GBA y dicen que los jueces están pasivos

Gravísima denuncia de Florencio Randazzo, ministro de Gobierno bonaerense, quien embistió contra el Poder Judicial provincial porque dijo que es tolerante hacia el comercio de droga barata, el caso del descarte de cocaina llamado 'paco', advirtió que hay una generación de adictos que puede resultar grave para el futuro de la sociedad.

El ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo criticó duramente a sectores del Poder Judicial bonaerense "que ponen obstáculos en lugar de trabajar con compromiso para combatir la venta de drogas a nuestros hijos".

"El 'paco' está provocando muertes y lesiones irreparables en miles de jóvenes sobre todo en el conurbano, no podemos tener excusas ante esto y por eso necesitamos una decisión política al respecto", sostuvo el funcionario.

De esta manera, él advirtió que "cada vez que no actúa la justicia se profundiza el flagelo" y evaluó que "desde la policía vemos mayor esfuerzo, ya que cuadruplicaron los procedimientos".

"En cambio desde la Justicia, en lugar de hablar por los medios esgrimiendo excusas, deberían estar hoy más que nunca del lado de la gente que convive con delincuentes que le venden en cualquier esquina drogas a sus hijos y que estaba desamparada por un sistema burocrático que buscamos agilizar con esta nueva ley en la provincia", explicó.

Antecedentes

La salida de la convertibilidad colocó a gran parte de los consumidores argentinos de sustancias estimulantes, afuera de la cocaína de máxima pureza. El mercado de drogas ilegales que explotó durante los '90 se acomodó al nuevo escenario y diseminó una sustancia barata y fatal. La pasta base modificó la forma del narcotráfico y sumió a miles de chicos en la peor de las pesadillas posibles.

"A la gilada esa la hacen con los desechos de la cocaína, le meten todo; hasta veneno para ratas. Para fumarla agarrás un cañito de antena de televisión, le metés virulana adentro y dejás un poco para poner la pasta. Es un flash jodido; te sube directamente a la cabeza con la primera pitada y te va quemando todo por dentro. En dos o tres meses no servís para nada, porque se te van las ganas de comer, de bañarte, de todo; quedás estúpido. Por eso a los que fuman les decimos los muertos vivos. En el barrio es un bajón ver a los pibes así, tirados en las esquinas, descalzos, deformados de tanta porquería. Yo los veo cuando fuman, y se le ponen duros los tendones, se contorsiona todo el cuerpo. Fuman y a los cinco minutos el cuerpo te pide más, porque la porquería es muy adictiva, te engancha enseguida y perdés, terminás meando, cagando y escupiendo sangre. Algunos empeñan hasta el inodoro para seguir fumando, y otros llegan a prostituirse para conseguir un poco más", según Marta es una joven madre que vive en Ciudad Oculta, Villa Lugano, en una recopilación realizada por Sebastián Gastelu, director de Relaciones con Organismos Gubernamentales y No Gubernamentales de la SADA (Subsecretaría de Atención a las Adicciones del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires).

La pasta base de cocaína (PBC) está matando a sus hijos y a los de sus vecinas. Tal vez por eso, decidió involucrarse en una causa impensada hasta hace algunos años: poner cuerpo y alma para ayudar a los chicos y denunciar a los vendedores de drogas. Ella no recuerda la fecha exacta; fue una noche de verano, a fines de enero de 2004, cuando comenzaron a juntarse en una de las canchitas de fútbol del barrio. Amasaron la idea y juntaron coraje. 40 madres comenzaron a marchar, armadas con martillos y palos, hasta la casa de uno de los dealers de PBC. Boquete en la pared mediante, esa noche recuperaron 70 documentos, varias camperas y zapatillas que sus hijos habían empeñado para comprar las dosis. Un día llegó la televisión y mostró a "las madres de la pasta base".

Ellas pudieron contar su historia. Una historia que se repite en los barrios más pobres del GBA.

Cuando la Argentina salió de la convertibilidad, muchas situaciones mutaron. La cocaína, que evidenció una explosión de ventas durante la década del '90 en el mundo, se retrajo exponencialmente en las plazas argentinas de bajo poder adquisitivo y se ubicó sólo allí donde todavía hay capacidad de compra. Esto trajo como consecuencia una reconversión del mercado, que suplantó con PBC ese consumo instalado en los barrios pobres que ya no accederían a la opulencia de la cocaína.

El poder devastador de la PBC, 10 a 20 veces más implacable que la cocaína, está haciendo estragos en los consumidores. La ecuación sería la siguiente: hay menos adictos pero sufren un daño mayor.

Las "cocinas" de pasta base se han multiplicado no sólo en las provincias del noreste y noroeste del país, sino también en las zonas urbanas de mayor concentración poblacional como la Capital Federal, el conurbano bonaerense, Rosario y Córdoba.

Para amplios sectores de la población que han quedado marginados del sistema, el tráfico de drogas corresponde a una simple forma de supervivencia. A pesar de que la cocaína perdió rentabilidad en nuestro país y se volcó nuevamente a la exportación hacia el mercado europeo y norteamericano, Argentina no volvió a ser el "país de tránsito" que fue.

El mercado cautivo, que se generó durante diez años de convertibilidad, hizo que ahora estemos en presencia de una verdadera socialización de la distribución de la PBC en los barrios populares, en la que están implicadas miles de personas.

No existe en la Argentina un solo cártel que controle el conjunto de las operaciones entre la transformación y la comercialización. Se ha producido una diáspora que segregó la venta de drogas a ínfimas partículas de comercialización. La narco-organización puede ser hoy una casilla en una villa miseria, donde una jefa de hogar hace la "receta" mientras sus hijos vigilan los pozos de maceración de la pasta para que no los descubra la policía.

La mayor parte del comercio de PBC destinada al mercado local es organizada por bandas que tienen sus bases logísticas en varias de las 145 villas de emergencia de los principales centros urbanos del país.

Los consumidores recurren directamente allí para abastecerse. Los "jefes" del tráfico en las zonas marginales, a pesar de que la prensa los presenta como poderosos, no son más que los parientes pobres del tráfico en comparación con los comanditarios de las exportaciones al por mayor, vinculados a grandes capitales financieros.

Sin embargo, las ganancias del trapicheo de PBC han estimulado considerablemente las actividades de bandas, permitiéndoles comprar armamento sofisticado y tecnología que les posibilita incursionar en delitos complejos como, por ejemplo, el secuestro de personas.

'Paco' es el nombre vulgar por el que todos reconocen a la PBC.

Cuesta $1 peso la dosis, el gramo, aunque se consigue por menos de acuerdo a la cantidad.

Similar al "bazuco", que hace tiempo se consume en países como Perú y Colombia pero que aquí siempre fue una rareza merced a esa ficticia ventaja comparativa de nuestra moneda que terminó hace casi tres años y que nos permitió alojar otro tipo de drogas.

Otras denominaciones son "mono" o "marciano", si se la mezcla con tabaco o marihuana, según sea. De aspecto amarillento o amarronado, dependiendo los precursores químicos que se utilicen, el paco se fuma en pipas hechas con un caño de aluminio ahuecado, generalmente se utiliza una antena de televisión o una guía de cortinas.

El efecto por fumar (entre 8 y 40 segundos) varía de acuerdo al tipo de precursores incluidos en la preparación, pero es casi automático. Se va con la misma intensidad. En pocos minutos desaparece pero provoca una compulsividad insoportable a seguir fumando.

PBC es la cocaína no tratada que se extrae de las hojas de coca, a través de un proceso de maceración y mezcla con solventes como parafina, bencina, éter, tolueno o kerosene y ácido sulfúrico. Para el farmacólogo Roberto Bastrocchi, la letalidad de la sustancia radica en que "conlleva inmediatos perjuicios asociados por su carácter adictivo, anestésico, alucinógeno y profundamente irritante de algunos de estos componentes.

El efisema pulmonar aparece enseguida por la irritación de la mucosa respiratoria, los trastornos cardiovasculares son inmediatos y, a nivel cerebral, se producen modificaciones severas de conducta porque, literalmente, se vuela el lóbulo frontal". Para el especialista, un adicto a PBC "es como un oligrofrénico que detiene la curvatura evolutiva e ingresa en una exterminación neuronal irreversible, hasta llegar a estados de demencia".

Las etapas por las que transita un consumidor al momento de fumar pueden esquematizarse en cuatro estadíos. Primero la euforia, donde se observa una disminución de las inhibiciones, una sensación de placer e intensificación del estado de ánimo. Luego la etapa de disforia, en que el sujeto bruscamente empieza a sentirse angustiado, deprimido e inseguro. Se produce un deseo incontenible de seguir fumando, tristeza, apatía e indiferencia sexual.

En tercer lugar se produce ese consumo sin interrupciones que busca mitigar la sensación anterior cuando todavía se tiene la dosis en sangre. Y, finalmente, la etapa de psicosis y alucinaciones, una pérdida de contacto con la realidad a nivel sensorial. Agitación, paranoias, agresividad, alucinaciones, son episodios de psicosis que pueden durar semanas o meses. El estado paranoico tiene que ver con la culpa.

El adicto piensa que vienen a buscarlo, que viene la policía o la madre. Esta etapa los especialistas la denominan "cabeza de gato", como un bamboleo buscando a alguien, una alucinación donde aparece esa persona a la que sienten que le tienen que rendir cuentas.

Para la licenciada Ana De Imperio, que dirige el Centro Provincial de Atención a las Adicciones de Berazategui (CPA), "los pibes que prueban el paco quedan `pegados´. Aunque vinieran fumando marihuana o haciendo un consumo regular de cocaína, dejan todo al conocer la pasta base".

La especialista grafica que la compulsividad es tal que "muchos ingresan con quemaduras en la boca, producto de fallas en el armado de la pipa, pero la necesidad de fumar es más grande que el dolor que pueda causar una boquilla de metal que está mal hecha". Para evitar las quemaduras los usuarios la cubren con cinta aisladora.

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Más info en:

http://www.ahoraeducacion.com.ar/frontend/notas.php?idNota=2210

http://www.sada.gba.gov.ar/especialistas_17.htm

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