"Que se vayan a la mierda" (1)

Desesperanzador final, aunque obvio, en la película de Claude Chabrol. Pero no es el final, lógico y previsible, lo que importa en el filme, sino todo lo que ocurre antes del final.

En el año 2001, un tribunal de París encontró culpable a Roland Dumas, ex ministro del Exterior de Francia, culpable de haber recibido pagos ilegales de la compañía petrolera Elf Aquitaine. Dumas había sido amigo cercano del difunto  Francois Mitterand, y negó haber colocado a su amante Christine Deviers-Joncour en Elf pero Deviers-Joncour testificó que ella recibió 64.5 millones de francos franceses de un fondo de Elf por ejercer presión sobre Dumas para vender 6 buques de guerra franceses a Taiwán.
Dumas debió renunciar como presidente de la Corte Constitucional, a pesar de alegar de que él no sabía que Deviers-Joncour trabajaba para Elf.
También fueron condenados Deviers-Joncour (quien terminó escribiendo un libro que tituló 'La puta de la República'), Loik Le Floch-Prigent, ex presidente de Elf; Alfred Sirven, ejecutivo de Elf; y un empresario intermediario.
Le Floch-Prigent alardeaba diciendo que sabía de suficiente mugre para destruir al gobierno francés "20 veces". Dos ex-ejecutivos de Elf Aquitaine, ahora parte de TotalFinaElf, fueron absueltos. En total se malversaron US$ 500 millones. Le Floch-Prigent explicó que había tolerado esa práctica mientras estaba al frente de la sociedad porque "le sirvió a Elf".
Fue la 1ra. vez que un político de alto rango fue llevado a juicio por corrupción en Francia. Un momento decisivo fue cuando Afred Sirven, ex Nº2 de Elf, fue detenido en Manila, la capital de Filipinas. Sonriente lamentó tener que abandonar Filipinas, "un país maravilloso". Elf fue incorporada al consorcio TotalFinaElf.
La jueza era Eva Joly, del Fuero Económico, quien relató su experiencia de 6 años de investigación en su libro 'Impunidad: la corrupción en las entrañas del poder', que parece un 'thriller' policial.
Una soleada mañana a fines del invierno de 1996, mientras ella repasaba el caso Bidermann junto a sus ayudantes de la Brigada Fiscal, reparó en un pequeños detalles que fueron el inicio del caso. "La intuición es un músculo que se entrena, sumario a sumario", escribió Joly.
El Grupo Bidermann era, en agosto de 1994, una textil sospechosamente reflotada por la petrolera Elf-Aquitaine. Y unas obligaciones bancarias de parte de Elf a favor de la textil, aparentemente poco claras para la intuición de Joly, desataron el escándalo.
Era o es un sistema corrupto, que nació en la posguerra, cuando Europa se reorganizó y en Francia, Oriente y Latinoamérica surgieron grupos de presión que financiaban partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda.
El nombre verdadero de la jueza es Eva Farsth, y nació en 1943 en Oslo, Noruega, en una familia de cultivadores de frutillas. A los 22 años emigró a París, donde trabajó como empleada doméstica en una familia de clase media que le dió vivienda y le permitió estudiar en la universidad. Ella terminó enamorándose del hijo de la familia para la cual trabaja. En 1967 se casó con el joven médico Pascal Joly, con quien tuvo 2 hijos. De ahí en más pasó a ser conocida como Eva Joly Farsth.
Finalmente ella fue separada de la investigación y regresó a su país natal, Noruega.
En base a esta historia real, Claude Chabrol montó su película que, antes que nada, no es una comedia. La traducción del francés sería 'La Embriaguez del Poder'. Con un tono burlón la primera imagen afirma: "Todo parecido con hechos reales y personajes conocidos será, como se dice, fortuito".
Eva Joly dijo que lamentaba que Chabrol hubiera tratado de una forma tan recortada el caso Elf.
Chabrol respondió: "Claro que recorté el 'Affaire Elf' y lo hice voluntariamente, al límite de lo que me parecía útil para hacer comprender lo que yo quería decir: que el poder enloquece. Yo no quería hacer una denuncia de todas las cosas que todo el mundo ya conoce sobre el caso. Lo que me interesaba era mostrar que el ser humano está sometido a esta forma de peligro que es el poder. En realidad, debo admitir que su marido se tiró de un 6to. piso y murió, y que yo lo lancé de un 2do. y que no lo maté en la película. ¿Quién exageraba más la realidad o yo con la película?"
El tema es interesante, el ritmo es lento, la mirada es burlona y para la mayoría 'falta algo'. Y es lógico: en las tramas de corrupción gubernamental nunca se llega a nada concreto, salvo excepciones que hasta podrían identificarse.
Después de 'La flor del mal' y 'La dama de honor', Claude Chabrol ironizar sobre los usos y abusos de los vínculos político-financieros, con una notable Isabelle Huppert, que protagoniza a la jueza de instrucción Jeanne Charmant-Killman, quien debe investigar y llevar a juicio un caso complejo de malversación y desvío de fondos, acusando al presidente de un grupo industrial vinculado al Estado francés, y con negocios de exportación a África.
A medida que avanzan las investigaciones e interrogatorios, Killman comprende que su poder se encuentra acotado; cuanto más penetra en los secretos del asunto, más son las presiones que recibe. Y su vida privada es afectada. Tanto, que afrontará un interrogante crucial:
> ¿hasta donde debe ejercer su lícito deber sin colisionar con un poder más grande que el suyo propio?,
> ¿vale la pena?,
> ¿hasta donde la naturaleza humana puede resistirse a la tentación del poder?
Ella es una mujer proveniente de un medio social modesto, en una sociedad que jerarquiza el origen por sobre los méritos, casada con el taciturno Hubby (Robin Renucci), un técnico-químico que empieza a sentir que vive demasiado a la zaga de su cada vez más famosa cónyuge. Y lo irrita particularmente la presencia de los guardaespaldas que un posible atentado le impone a su mujer.
Chabrol no abordó este proceso con afán de denuncia, sino con la intención de desnudar los estragos que provoca en la intimidad el embriagante ejercicio del poder. Ese tono se prolonga inclusive en el estratégico empleo de sonrisas y anteojos de la jueza o su arbitraria aplicación de la prohibición de fumar.
Es verdad que la intriga no siempre logra mantener la tensión, y que la irónica mirada social puede divertir más a Chabrol que a sus espectadores, pero esto no le quita interés a la película de este director de 76 años que está terminando un telefilm sobre Maupassant, y en septiembre empieza a rodar 'La fille coupée en deux', con Benoit Magimel, en 2007 tendrá un 'año sabático', y en 2008 piensa dirigir por 8va. vez a Isabelle Huppert junto a Gérard Depardieu.

Dejá tu comentario