A 30 años del Golpe (XIV) : La cultura en tiempos de dictadura

El informe de la Conadep sobre la última y más cruel dictadura argentina publicado en el año 1984 sostiene: "Como sustentación ideológica de esta dictadura se implanta el terrorismo de estado instaurándose en las políticas sociales, institucionales, represivas, educativas y comunicacionales. La ideología en la cual se basaban derivaba de la Teoría de Seguridad Nacional donde se suponía a las Fuerzas Armadas como la última reserva moral del país ante la claudicación ética del poder civil y a su acción del gobierno". A partir del Golpe de Estado de 1976 la sociedad argentina, que ya venía golpeada, desorientada y en el medio de un caos político e institucional ya no fue la misma. Y ahora, además, veía cercenada su capacidad de elegir que leer, que mirar y como pensar.

Pasó en la Argentina. Mirar, escuchar, decir no era para cualquiera. La censura, la promoción de la autocensura, la quema de libros, la violencia contra profesionales de relevancia social (periodistas, párrocos populares, psicólogos, abogados, educadores, escritores, actores, etc.) estaban a la orden del día durante el último golpe militar del que el próximo 24 de marzo se cumplen 30 años.

Pero la persecución, la paranoia, no empezaron ese trágico día, de un minuto al otro.

El reconocido periodista, Pipo Lernourd hizo referencia a la situación del llamado "rock nacional" durante los 70` años atrás: "Antes del golpe, ya estaba todo podrido. La paranoia de la cultura había empezado bastante tiempo antes, aunque también es bueno recordar que el rock siempre iba por un camino distinto del de otras actividades y, en este caso, le sirvió para zafar un poco de eso. Había más actores o escritores amenazados por la Triple A, que rockeros".

La teoría arriesga Lernoud era: "Se prefería que fueran rockeros a que fueran guerrilleros. En el pensamiento milico, muy básico por cierto, había algo de eso. Recuerdo un discurso de Massera, de principios del '77, en donde habla de esto. El tipo dijo algo así como 'a la juventud la confunden con ideas anticristianas y de nuevas modas musicales, y después terminan siendo guerrilleros'. O algo así. La idea era que, a la larga, eso era peligroso".

Las letras fueron la más golpeadas por la censura y el control militar. Libros como "Operación Masacre", de Rodolfo Walsh, "Rojo y negro", de Stendhal, "Las venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano y "Dailán Kifki", de María Elena Walsh estuvieron prohibidos por la dictadura instaurada en 1976. Y el plan no fue sólo prohibirlos, quisieron destruirlos, hacerlos desaparecer.

"Hubo un plan de represión cultural: la desaparición de personas tenía que corresponderse con la desaparición de símbolos culturales", dice la periodista Judith Gociol, coautora con Hernán Invernizzi de "Un golpe a los libros", una historia de la represión a la cultura durante la última dictadura.

La existencia de un plan sistemático de desaparición de libros se plan pudo comprobar a partir del hallazgo de documentación que había permanecido oculta en la sede del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), en Buenos Aires. En una nota que lleva la firma de Osvaldo Aguirre y fue publicada por el diario rosarino
La Capital Gociol afirma: "Quedó probado el circuito de prohibición y de persecución que se montó hacia libros y autores y funcionó con una conexión fuerte entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación. Había una oficina que se encargaba de recibir libros, un equipo de gente bastante preparada que los analizaba, un departamento que evaluaba su prohibición".

La escritora recuerda que "Proteo", una novela de Morris West, conocido autor de best sellers, fue víctima de la censura. "Había entrado en contacto con las Madres de Plaza de Mayo y escribió una novela sobre la desaparición de una pareja, es decir, ficcionalizó una historia que era cierto. Ese libro fue prohibido porque un funcionario de la Junta Nacional de Granos, de apellido Lacroze Ayerza, viajó al exterior y vio al libro en inglés. Lo trajo y se lo dio a (Albano) Harguindeguy diciendo que eso era parte de la campaña antiargentina".

Así se manifestaba la Dirección de Publicaciones de la dictadura para censurar una obra: "Ganarse la muerte de la escritora Griselda Gambaro es una obra asocial dado que trata de mostrar a través de sus personajes, como un lugar donde impera el hiper-egoísmo e individualismo, donde no se cuentan ninguno de los valores superiores del ser humano y sí las elucubraciones y actos para lograr la satisfacción de sus bajos instintos".

Comunicados como el leído por el general Luciano Menéndez daban cuenta de esta persecución: "El Comandante del III Cuerpo de Ejército informa que en el día de la fecha procede a incinerar esta documentación perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de ser cristiana. A fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas, se toma esta resolución para que se evite continuar engañando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que representan nuestros símbolos nacionales, nuestro más tradicional acervo espiritual sintetizado en Dios, Patria, Hogar".

Para salvar a los libros hubo quienes los enterraron, o los llevaron al campo, o los dejaron en algún sótano, o les cambiaron las tapas.

"En aquella época tener un libro podía ser motivo para ir preso", dice el historiador Alberto Pla, cuyos textos fueron prohibidos durante la dictadura militar y que se exilió a fines de 1975, "después que allanaron mi casa y me quedé sin archivo". Al partir, "dejé un departamento cerrado en Buenos Aires, y gente amiga me salvó la mitad de la biblioteca".

La represión cultural se manifestó también en la desaparición de escritores, en un plan específico instrumentado en el ámbito educativo (conocido como Operación Claridad) y en los ataques contra editoriales.

Dentro del Ministerio de Educación y Cultura funcionaba un órgano de inteligencia militar llamado Recursos Humanos, incluido en ese organismo estaba el cumplimiento de la "Operación Claridad", un plan caza de opositores en todo el ámbito de las manifestaciones culturales: periodismo, música, literatura, educación primaria, secundaria, universitaria, de alfabetización de adultos, etc.
Además de las desapariciones de docentes y alumnos, la "Operación Claridad" produjo más de 8.000 despidos e inhabilitaciones para enseñar, según datos volcados en la investigación del Nunc Más

En 1977 el Ministerio de Educación distribuyó en todos los establecimientos de enseñanza un folleto titulado "Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo".
Algunos párrafos, extractados del Libro "Decíamos ayer, Edit. Colihue, 1998), sostienen: "En los niveles Preescolar y primario el accionar subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores".

En tanto "en niveles secundario y terciario no universitario el accionar subversivo se desarrolla tratando de lograr en el estudiantado una personalidad hostil a la sociedad, a las autoridades y a todos los principios e instituciones fundamentales que las apoyan: valores espirituales, religiosos, morales, políticos, Fuerzas Armadas, organización de la vida económica, familiar, etc.
Esta agresión tiene como destino el lograr una transferencia sicológica colectiva que gradualmente transforme los conceptos básicos de nuestra sociedad en otros conceptos por completo distintos.
Se asiste así a una curiosa evolución de ideas (no original en nuestro país), que lleva a una parte de los estudiantes a convertirse en enemigos de la organización social en la cual viven en paz y en amigos de los responsables de los disturbios que los fanatizan en favor del triunfo de esta otra ideología ajena al ser nacional".

La censura, la arrogancia, la represión, la violencia, fueron pilares de la dictadura. Libros, películas, canciones que no presentaban interés como diversión y que atentaran contra lo que los militares consideraban "sentimientos nacionales" eran prohibidos parcial o totalmente.

El exilio fue la opción de muchos intelectuales que vieron cercenada su vocación artística y algo tan esencial como la capacidad de expresar con libertad sus ideas.

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Más información en:

http://www.naya.org.ar

http://www.pagina12.com.ar/

http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/

http://www.nuncamas.org/

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