OBITUARIO Y MEMORIA

Martín García escribe sobre Enrique Oliva en Nac&Pop

Martín García, jefe de la llamada Agrupación Oesterhel, fue despedido de la agencia estatal de noticias Telam por razones todavía desconocidas, pero él mantiene su adhesión al Frente para la Victoria, y lo expresa en una web que dirige.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Nac&Pop (Red Nacional y Popular de Noticias) es la web que dirige Martin García, ex titular de la agencia informativa estatal Telam. Es un compendio de noticias tan heterogéneo que en su home page tiene la leyenda: "La Nac&Pop NO se hace responsable por el contenido de los articulos de opinión que se difundan por esta red ya que deben ser considerados realizados por los compañeros a titulo personal."
 
De esa web se reproduce el comentario de su director acerca del fallecimiento del periodista Enrique Pedro Oliva Tocino, quien nació en Chacras de Coria, Mendoza, en 1923, en un hogar de padres andaluces, los Oliva-Tocino: 8 hermanos.
 
Ya en la capital provincial, Enrique cursó la primaria en la escuela Sargento Cabral, donde nació su vocación periodística: el diarito Juvenilia, con un lema de Mariano Moreno que decía: "Prefiero más una democracia peligrosa, que una dictadura tranquila".
 
A los 24 años fue presidente del Club Andinista de Mendoza, y a los 25 fue el primer diplomado en Ciencias Políticas, nombrado secretario general de la Universidad Nacional de Cuyo, cuando el rector era Irineo Cruz. Para el año sanmartiniano, 1950, fue recibido por Juan Perón, de visita en Mendoza. 
 
Pero ya lo conocía.
 
"Lo conocí por Edelmiro J. Farrell (general y presidente de la Nación en 1944), quien nos mandó a mi y a su hijo Jorge (muerto en los '40 en un accidente de moto) a aprender a esquiar en Puente del Inca, con un experto en la materia, nada menos que Juan Domingo Perón. Enseguida simpaticé con él. Era un hombre servicial, que hasta nos enseñó a ponernos y cuidar los borceguíes para esquiar; inclusive se arrodilló para mostrarme cómo se ataban (...). Él nos recomendó que leyéramos "Vidas paralelas'' de Plutarco". 
 
"A Farell (dueño de una propiedad rural sobre calle Darragueira, en Chacras) le hicieron fama de bruto, pero era culto, hablaba cuatro idiomas. Claro, era campechano, directo y le gustaba divertirse, especialmente bailar folclore y hasta hacía poesías. Fue un gran entusiasta de los deportes de montaña; le diría que fue el inventor de la palabra andinismo, ya que por entonces todos hablábamos de alpinismo".
 
Acerca de aquella visita de 1950, su relato: "Se interesó mucho por el Departamento de Investigaciones Científicas que habíamos creado, lo que dio paso a mi relación con el Gobierno nacional para la creación del Conicet, en 1951".
 
Producida la caída del gobierno justicialista, en 1955, su firma estaba estampada en los documentos de los rectores nacionales para nombrar Doctor Honoris Causa a Perón: fue "excomulgado" de la enseñanza.
 
Se afirmó su labor de periodista, que ya despuntaba en revistas y diarios, como La Libertad, de Cuervo, y en Los Andes. Más tarde llegó Clarín.
 
Tras el golpe del '76, conoció la cárcel, "un tiempo más bien largo". 
 
Cuando recuperó la libertad, Clarín lo trasladó a París, como corresponsal, bajo el seudónimo de Francois (en homenaje a su hijo mayor, Francisco) Lepot, que en argot francés quiere decir algo así como un 'gomía'.
 
Le sobreviven su paciente investigación sobre 'El rey de Araucanía y Patagonia' y su visión sobre la guerra de las Malvinas, de 900 páginas.
 
 
El querido patriota Enrique Oliva, admirado como periodísta bajo el seudónimo de Francoise Lepot, y reconocido militante Uturunco de la guerrilla peronista de los 50 y 60, fallecio el 27 de Febrero de 2010.
 
Dejaba a sus hijos Maite, recién llegada de España ( Enrique acababa de recibir la noticia de un nuevo bisnieto) y Pancho, henchidos de amor y de orgullo, ya que su padre fue un padre muy querido y un patriota amado.
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Enrique presidía el Instituto Malvinas e Islas del Atlántico Sur desde el que había apoyado y luchado junto a los Familiares de Caídos en el conflicto para imponer su propio Cementerio por los argentinos que yacen en las Islas.
 
También era el Presidente de la Asociación de la Resistencia Peronista desde donde luchó junto a David Ramos, Esther El Kadri, Carlos Ponce y otros grandes compañeros para que se reconociera la heroica lucha de los defensores de la Democracia y la Constitución del 49, luego del golpe cruento de la Revolución Fusiladora, obteniendo en la Provincia de Buenos Aires y ahora en la Nación la indemnización que apenas encuentra vivos a sus heroicos y sacrificados  protagonistas.
 
Había sido un asiduo compañero de utopías en la Mesa de los Sueños de la Agrupación Oesterheld a la que llegó de la mano de Roberto Galán, cuando se reunían en la Parrilla Rosa de Uriburu y Peña que engalanaba Helenita Goñi.
 
Eran los tiempos de Alejandro Olmos y su juicio por la ilegal Deuda externa contra Martínez de Hoz y las Juntas Militares a quienes Alejandro había acorralado con montañas de evidencia hasta que, sin verlo, (muerto ya), el juez Ballestero no tuvo más remedio que sentenciar y evidenciar la patraña de los ladrones de guante blanco que había controlado la Dictadura del Proceso. 
 
Allí estuvo Enrique Oliva apoyando y acompañando al Gran Alejandro en sus demandas.
 
La Oesterheld premiaría a Enrique Oliva con el Gran Premio del Año 2005 aunque Enrique en los últimos años, como antes, recibía un homenaje detrás del otro, en particular en los círculos de los malditos de la cultura nacional, aunque su ingreso al mundo virtual de Internet le había abierto escenarios juveniles multitudinarios y era un hombre reconocido en todos los estamentos donde se movió.
 
En el Siglo XXI Oliva había tocado el techo de los Grandes del Peronismo como Jauretche, Marechal, Scalabrini y se fué como uno de los más grandes.
 
Nacido en 1923, era doctor en Ciencias Políticas y fue docente y secretario general de la Universidad Nacional de Cuyo (hoy de Mendoza).
 
Después del 55 y en el exilio fue cercano compañero de José María Rosa.
 
En Madrid recibió el título de Conde Duque de Oliva, por una broma de un compañero de penurias. Eso le valió algunos privilegios en la pensión en que estaba refugiado.
 
Vuelto a la Patria, participó de la gesta del comandante Uturunco, precursor de la lucha popular armada en la Argentina.
 
Más adelante, aunque no domesticado, a partir de 1964 fue fundador y primer rector de la Universidad del Neuquen, siete años después convertida en la actual Universidad Nacional del Comahue.
 
Funcionario fundador del Conicet en 1951, ejerció la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y entre 1991 y 1999 se desempeñó como asesor presidencial con rango de secretario de estado.
 
Como corresponsal de Clarín en Europa durante 15 años, hizo conocido el pseudónimo de François Lepot (para evitar la censura de la dictadura criminal de 1976).
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Sus artículos de entonces, hoy son de colección y los que escribiera en las redes de noticias nacionales y populares, estos años, son de culto.
 
Sus crónicas de la Guerra de Malvinas de 1982 son imprescindibles.
 
Cubrió distintas guerras y cumbres y entrevistó a personajes internacionales relevantes como presidentes y primeros ministros de Europa y otros continentes, incluidos Indira Gandhi en la India y Simon Peres en Israel.
 
En 1986 fue el primer periodista argentino que piso suelo de las Malvinas después de la guerra.
 
Dedicado preferentemente al análisis político, ha escrito varios libros dentro de esa tesitura, tales como Política de Negocios, Política Universitaria, La guerra revolucionaria en los Estados Unidos, De Gandhi a Goa, En el Golfo, Malvinas: el colonialismo de las multinacionales, Desde Londres y Vida Cotidiana.
 
El Rey De Araucanía Y Patagonia constituye un singular trabajo de reconstrucción histórica. Allí contaba la estafa que se quería consumar con este personaje pintoresco que era avalado por los intereses franceses e ingleses en la Patagonia.
 
Enrique no solo escribió el libro sino que financió de su bolsillo el juicio que le hizo –ya que este pintoresco personaje que se autoproclamaba Rey había empapelado Europa con títulos de nobleza sobre el territorio patagónico, hasta que lo liquidó jurídicamente mostrando la oscuridad de su pretensión.
 
Oliva ocupaba el sillón Manuel Láinez en la Academia del periodismo.
 
Nunca me olvidaré de sus charlas sobre Manuel Ugarte acerca de las correrías amorosas del gran socialista nacional a la par de su galantería y discreción, sentados en el café La Biela, con un café de por medio.
 
Enrique había dicho en oportunidad del Comandante Faber de Uturuncos -Seguramente, se mantendrá en la memoria de cuantos humildes criollos lo conocieron.
 
Así será con Enrique Oliva.

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