CRISIS POR LAS RESTRICCIONES A LAS IMPORTACIONES

La gran mentira de Moreno a Cristina

Son días de gran tensión en el comercio exterior argentino, que ya está debatiéndose en la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero inevitablemente terminará en el G20, donde la Argentina ya acumula otros problemas, además de aplicar prácticas ilegales y desleales en el comercio de bienes. Pero las restricciones tienen otros problemas domésticos, que bien vale la pena analizar.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). No es cierto que la limitación de importaciones provoque, en forma automática, una sustitución eficiente.
 
Sí es verdad que acumula problemas con otros país, que llevará, inevitablemente, a un debate sobre la Argentina en la Organización Mundial de Comercio y en el G20.
 
No es cierto que la limitación de importaciones contribuya, por sí misma, a la industrialización y el desarrollo.
 
En verdad, se está ocultando con un maquillaje de ahorro de divisas, los problemas de fondo que acumula el 'modelo Kirchner', heredero aunque con desviaciones, del 'modelo Lavagna'.
 
No es serio intentar elaborar, a partir de la restricción a las importaciones, un discurso industrialista cuando no se profundiza en la mejora de la competitividad ni en el estímulo a las inversiones directas.
 
En verdad, hay grandes deudas pendientes al respecto de parte del Ejecutivo Nacional, incluyendo la no ejecución de los acuerdos que Amado Boudou firmó con la Unión Industrial Argentina cuando era ministro de Economía y visitó la sede de la entidad.
 
No es serio considerar el debate sobre la competitividad como una cuestión del Ministerio de Trabajo, y casi como una extensión de las convenciones colectivas de trabajo, o parte de ellas.
 
No es serio mantener la política cambiaria como eje de la política antiinflacionaria, distorsionando toda la estructura de precios relativos y provocando problemas enormes para el futuro de la economía argentina.
 
Tal como se ha encarado la restricción a las importaciones solamente contribuye al descenso del nivel de actividad de la economía.
 
Al principio, la menor producción se compensa con des-acumulación de stocks. Sin embargo, más tarde los stocks se agotan y la inflación se acelera si el consumo no se ajusta. Las mayores trabas a las importaciones afectan negativamente la producción, la inversión y la utilización de la capacidad instalada en la industria, incentivando el desequilibrio macroeconómico. Este desequilibrio macroeconómico sólo disminuiría si disminuyera el consumo, es decir si el nivel de actividad económica se redujera aún más.
 
Tampoco resuelve los problemas de fondo de un comercio exterior sojadependiente y abundante en deficiencias estructurales que refleja la cuenta corriente de la balanza de pagos.
 
Y es grave que los autores de la iniciativa, comenzando por Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, le presenten a Cristina Fernández de Kirchner un enfoque tan errado, o directamente le mientan, abusando de la desinformación de la Presidente sobre macroeconomía y de su desconfianza que le impide a menudo buscar opiniones diferentes a la propia.
 
Interesante el apunte que difundió acerca de las importaciones la consultora Economía & Regiones en su Semanario Económico:
 
"En 2011 por primera vez la balanza de pagos fue negativa y cayeron las reservas (-US$ 6.300 millones); aún a pesar de las mayores trabas e intervencionismo. Argentina fue el único país de la región que perdió reservas el año pasado. El stock de reservas tiene una importancia trascendental para el actual modelo económico.
 
Para sostener el superávit comercial en torno a los niveles del 2010, se restringieron las compras externas durante el 2011. Sin estas trabas a las importaciones el saldo comercial hubiera ascendido a sólo unos US$ 5.300 millones, menos de la mitad del saldo efectivo (US$ 13.540). 
 
Es decir, el “efecto Moreno” ha moderado el aumento de las importaciones, duplicando la entrada de dólares vía resultado comercial.
 
La importancia que tienen las trabas a las importaciones para la sostenibilidad financiera de la cuenta corriente radica en que el resto de sus partidas son estructuralmente deficitarias. 
 
Por lo tanto, el superávit de la cuenta comercial (expoimpo) tiene que financiar al resto de las partidas y sobre todo a la partida “rentas de la inversión”, que alcanzó un déficit de US$ 9.900 millones en el año. Este saldo negativo (US$9.900 millones) de “rentas de la inversión” se debió principalmente al pago de "dividendos y utilidades” (US$7.300 millones). 
 
La segunda cuenta negativa en importancia relativa son los intereses pagados que ascendieron a US$ 3.427 millones en
2011.
 
De acuerdo con nuestras estimaciones, sin todas las medidas intervencionistas el resultado de la cuenta corrientes y cuenta capital habría sido deficitario en US$ 5.000 millones y US$ 13.400 millones respectivamente, generando una reducción de reservas  internacionales en torno a US$ 22.400 millones. 
 
En este escenario, el stock de reservas del BCRA habría caído un 35%, cerrado en US$ 30.000 millones (en lugar de los US$ 46.300 millones que tenía a fin de 2011).
 
La producción
 
Uno de los principales objetivos de política económica de la actual administración ha sido el mantenimiento del tipo de cambio nominal cuasi fijo. Ya sea para contener las expectativas de devaluación del público, para mantener estabilizada la inflación, o simplemente para evitar el costo político que tienen los movimientos de tipo de cambio en nuestro país. 
 
Paralelamente, la tasa de devaluación fue significativamente menor que la inflación, que a su vez fue menor al aumento de los salarios en los últimos años. 
 
En consecuencia se generó una constante y significativa apreciación del tipo de cambio real y un fuerte aumento del salario en dólares. 
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Ambos fenómenos contribuyeron a la paulatina pérdida de competitividad de los sectores productivos locales y a la disminución de la rentabilidad extraordinaria que había dejado la
devaluación de 2002.
 
No obstante, esta pérdida de rentabilidad fue compensada por un aumento de las ventas, inducido por el incremento del salario y la apreciación del tipo de cambio real.
 
Es decir, los sectores productores fueron perdiendo margen respecto de cada bien que ofertaban, pero dicha pérdida de rentabilidad fue más que compensada por el alto dinamismo del consumo, que encontraba sustento en el incremento del poder adquisitivo del salario.
 
Tal es así, que este boom de consumo de los últimos años, provocó que el gasto agregado supere a la producción doméstica.  Y, lógicamente, cuando se gasta más de los que se produce internamente, se importa la diferencia y lo que no se importa se vende a precios más altos.
 
En pocas palabras, un volumen de consumo (gasto) mayor al de producción conlleva a un desequilibrio macroeconómico, que se caracteriza por un incremento de las importaciones (para compensar la insuficiente producción doméstica) y en más inflación.
 
En este desequilibrio en el que se produce menos de lo que se consume y los precios aumentan, el tipo de cambio real se aprecia adicionalmente y las expectativas de depreciación aumentan. 
 
Sin embargo, el gobierno tiene como principal objetivo mantener el tipo de cambio nominal casi sin movimientos; y para mantener el tipo de cambio nominal constante se ve obligado a “pisar” la demanda de dólares y frenar el avance de los bienes importados.
 
Las mayores trabas a las importaciones tienen dos efectos sobre el nivel de producción; 
 
> uno en el corto plazo y 
 
> otro en el mediano / largo plazo. 
 
Las mayores trabas a las importaciones afectan negativamente los niveles de producción en el corto plazo y sólo en el mediano y largo plazo podrían incentivar la sustitución de importaciones e impactar positivamente en los niveles de actividad (y de sólo algunos sectores).
 
En pocas palabras, en el corto plazo las mayores trabas a las importaciones estimulan el desequilibrio macroeconómico imperante, ya que ensanchan la brecha entre el nivel de consumo y de producción, alentando el ajuste vía más inflación.
 
Las medidas lograron desacelerar las importaciones que a partir de Marzo de 2011 (cuando se ampliaron las licencias no automáticas (LNA)) exhibieron una caída interanual del 1% en Febrero de este año; la primera merma desde la crisis global de 2009. 
 
Concretamente, según los datos de Feb '12, la caída de las importaciones se concentró en los insumos industriales (-4% a/a), en los bienes de consumo (-5%) y, particularmente, en los bienes de capital (-19%), cuyas menores compras estarían reflejando tanto los efectos de las restricciones comerciales como un menor apetito inversor, en un escenario de mayor incertidumbre y crecientes regulaciones.
 
Sólo el ingreso de piezas de bienes de capital (incluyendo autopartes, necesarias para sostener en funcionamiento la industria automotriz) y las importaciones de combustibles (indispensables para compensar la declinante producción interna de hidrocarburos) continuaron en ascenso en febrero. 
 
Éste último rubro volvió a ser elmás dinámico, con un alza de 19% a/a, insumiendo en el primer bimestre US$ 840 millones, a pesar de ser éste un período del año en el que la demanda de energía resulta estacionalmente baja.
 
Actualmente, la utilización de la capacidad instalada se encuentra en por encima del 75% en el agregado y con un máximo de 87% de utilización de una industria de base como la metalúrgica (pleno empleo). 
 
En lo que respecta al factor trabajo, la desocupación1 ha alcanzado un mínimo de 6,7% en el cuarto trimestre de 2011 y la tasa de empleo un máximo del 43% en el mismo período.
 
Pero lo cierto es que para seguir creciendo sin ajustar el consumo es necesario producir más, y para producir más es necesario ampliar la capacidad productiva. En una economía con pleno empleo de los recursos capital y trabajo se requiere importar maquinarias e insumos para ampliar la capacidad de producción en el mediano y largo plazo.
 
Las medidas proteccionistas fueron efectivas para frenar el volumen de compras al extranjero, pero dejan sin importaciones de insumos fundamentales a la industria local, afectando negativamente la producción. 
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Al principio, la menor producción se compensa con des acumulación de stocks. 
 
Sin embargo, más tarde los stocks se agotan y la inflación se acelera si el consumo no se ajusta.
 
El nivel de utilización de capacidad instalada cayó un 6,3% a/a en el agregado industrial sin que ello se deba a un aumento en la inversión. Paralelamente, según los datos difundidos por INDEC, la industria empezó a mostrar un marcado estancamiento (se ve en el índice) desde principios del 2011, que a lo largo del año pasado se tradujo en una fuerte desaceleración en la tasa de crecimiento interanual y en febrero 2012 se transformó en una incipiente caída del nivel de actividad.
 
En pocas palabras, las mayores trabas a las importaciones afectan negativamente la producción, la inversión y la utilización de la capacidad instalada en la industria, lo cual incentiva el desequilibrio macroeconómico. Este desequilibrio macroeconómico sólo disminuiría si disminuyera el consumo, es decir si el nivel de actividad económica se redujera aún más.
 
Negativo
 
La semana pasada el INDEC dio a conocer el resultado de la balanza de pagos correspondiente al 4to. trimestre de 2011 y al cierre del año pasado. El cálculo de balanza de Pagos consiste en el registro contable de operaciones comerciales, de servicios, rentas y movimientos de capitales llevadas a cabo por los residentes en un país con el resto del mundo. 
 
Las transacciones registradas en la balanza de pagos aparecen agrupadas en diferentes sub-balanzas. La diferencia entre ingresos y pagos determina su saldo. Si el saldo es positivo (con tipo de cambio cuasi fijo) se acumulan reservas. 
 
Por el contrario, las reservas caen si el saldo es negativo.
 
A pesar de que la economía argentina mantiene un considerable excedente en su balanza comercial, el sector externo en su conjunto comienza a mostrar algunas señales de debilidad. 
 
Por primera vez, en 2011 la balanza de pagos fue negativa y cayeron las reservas.
 
Hay dos fenómenos negativos a destacar. 
 
> Primero, Argentina fue el único país de la región que perdió reservas en 2011. 
 
> Segundo, las reservas cayeron aún con el gobierno aplicando más medidas comerciales proteccionistas y una mayor intervención en el mercado cambiario.
 
Concretamente, si además del comercio exterior se toma en cuenta el resultado neto de los dólares que ingresan y egresan por turismo, por flete, por regalías, por pago de intereses y por giro de utilidades y dividendos, el resultado de la cuenta corriente del año queda prácticamente empatado (US$ 17 millones). 
 
No obstante, el resultado de la cuenta capital y financiera arrojó un déficit de US$ -2.300 millones; generando la primera variación negativa del stock de reservas internacionales desde el 2003 (-US$ 6.100 millones).
 
Por lo tanto, sin trabas a las importaciones y sin las medidas que se tomaron el último trimestre del año pasado para incrementar la oferta y “pisar” la demanda de dólares, el resultado del balance de pagos hubiese sido más deficitario; o lo que es equivalente, las reservas internacionales se hubiesen reducido bastante más (retomaremos este punto más adelante).
 
En este contexto, cabe resaltar que el stock de reservas tiene una importancia trascendental para el actual modelo económico. Se necesitan reservas para honrar la deuda porque hay una explícita política de evitar recurrir a los mercados financieros.
 
A su vez, las reservas son importantes para dotar al BCRA de “poder de fuego” para evitar un potencial impacto negativo externo y poder administrar el tipo de cambio y evitar una potencial fuerte devaluación.
 
Desde la salida de la convertibilidad hasta el 2010 inclusive, el tipo de cambio depreciado forjó un superávit comercial, que hizo que toda la cuenta corriente fuese superavitaria. 
 
De esta manera, el saldo comercial favorable financiaba al resto de los rubros de deficitarios de la cuenta corriente, como las rentas de la inversión y a las transferencias. 
 
Sin embargo, la apreciación del tipo de cambio real sumado al fuerte crecimiento del nivel de actividad, han generado un paulatino pero sostenido desgaste del superávit comercial, a partir del exponencial crecimiento de las importaciones de energía y de maquinaria e insumos para industria. 
 
Ambos componentes son muy difíciles de sustituir o ajustar a la baja sin que caiga en nivel de actividad.
 
Para sostener el superávit comercial en torno a los niveles del 2010, se restringieron las compras externas durante el 2011. 
 
Sin estas trabas a las importaciones el saldo comercial hubiera ascendido a sólo unos US$ 5.300 millones, menos de la mitad del saldo efectivo (US$ 13.540).   Es decir, el “efecto Moreno” ha moderado el aumento de las importaciones, duplicando la entrada de dólares vía resultado comercial.
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La importancia que tienen las trabas a las importaciones para la sostenibilidad financiera de la cuenta corriente radica en que el resto de sus partidas son estructuralmente deficitarias. 
 
Por lo tanto, el superávit de la cuenta comercial (expoimpo) tiene que financiar al resto de las partidas y sobre todo a la partida “rentas de la inversión”, que alcanzó un déficit de US$ 9.900 millones en el año.
 
El saldo negativo (US$9.900 millones) de “rentas de la inversión” se debió principalmente al pago de “dividendos y utilidades” (US$7.300 millones). 
 
La segunda cuenta negativa en importancia relativa son los intereses pagados que ascendieron a US$ 3.427 millones en 2011.
 
En 2011 la cuenta capital y financiera (CCF) cerró con un saldo negativo de US$ 2.198 millones. El egreso se debió a una salida neta de US$ 8.866 millones del sector no financiero
(público + privado) que no alcanzó a ser compensada por una entrada neta de US$ 6.598 millones del sector financiero (público + privado) y otro ingreso neto de US$ 70 millones de la cuenta capital.
 
En términos generales el saldo negativo del sector no financiero se basó en el incremento de la fuga de capitales, una menor entrada de inversión extranjera directa (IED) y en el pago de amortizaciones del Gobierno Nacional.
 
Como consecuencia de las expectativas de devaluación, la fuga de capitales del 2011 fue la segunda más importante desde la salida de la convertibilidad, totalizando US$ 21.500 millones. 
 
Las medidas lograron desacelerar la fuga en el último trimestre, que sin éstas hubiese alcanzado unos US$ 26.500 millones en todo el 2011.
 
La estimación preliminar de IED 2011 mostró un total de US$ 3.530 millones, lo que representa una reducción del 42% respecto del 2010 y una disminución del 12% respecto del promedio de la década.
 
El déficit en el flujo neto del sector público no financiero sumó US$ 3.391 millones.
 
El aporte de dólares para compensar la CCF vino de la sub-balanza del sector financiero (BCRA + otras entidades financieras), que forjó una entrada neta de US$ 6.600 millones
ligada a las intervenciones explícitas del Gobierno Nacional:
 
El BCRA tomó deuda por US$ 5.000 millones principalmente con el “Bank of International Settlements” (BIS).  Se obligó a las compañías aseguradoras a repatriar los fondos que tienen en el exterior; lo que generaría ingresos por US$ 1.750 millones.
 
A modo de síntesis, la viabilidad financiera del sector externo argentino comenzó a manifestar claros signos de debilidad. En términos macroeconómicos, la reducción estructural de la entrada neta de dólares complica la intención del Gobierno de acumular reservas para afrontar los vencimientos de deuda. 
 
Al mismo tiempo, esta merma en el flujo de divisas le pega de lleno a uno de los motores del crecimiento, dado que (entre el 2003 y el 2010) el BCRA compraba los dólares excedentes con
nuevos pesos que inyectaba en el mercado, incentivando la demanda agregada y el crecimiento económico.
 
Ante esta señal de alerta, el Gobierno se dispuso a intervenir el balance de pagos para maximizar la entrada y “pisar” la demanda de dólares. Fue así que se impusieron trabas a las importaciones a través de Licencias no automáticas, se obligo a las aseguradoras a repatriar sus fondos radicados en el exterior, se tomó préstamos con BIS y otros organismos internacionales de crédito y se restringió la demanda de dólares del sector privado para frenar la fuga de capitales.
 
De modo, que sin estas medidas intervencionistas, el resultado de la cuenta corrientes y cuenta capital habría sido deficitario en US$ 5.000 millones y US$ 13.400 millones respectivamente, generando una reducción de reservas internacionales en torno a US$ 22.400 millones. 
 
En este escenario, el stock de reservas del BCRA habría caído un 35%, cerrado en US$ 30.000 millones (en lugar de los US$ 46.300 millones que tenía a fin de 2011)."

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