SENSIBLE CAMBIO DE LIDERAZGO

En búsqueda de Tiananmen II

Con una desigualdad social en aumento, corrupción generalizada, anarquía entre las elites dominantes (como ha revelado la historia de Bo Xilai), signos de división dentro de la jerarquía superior, y un sensación de pérdida de sentido que impregna todos los niveles de la sociedad china, los liberales chinos -algunos de los cuales son ex presos políticos y académicos incluidos en listas negras que no pueden publicar sus obras en los medios de comunicación oficiales-, pueden pensar que tienen una nueva oportunidad para impulsar el cambio democrático.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). En estos días, la prensa occidental ha dejado pasar casi inadvertido el evento más significativo de la política china de los últimos tiempos. No, no se trata de la dramática caída en desgracia de Bo Xilai -si bien el incidente es uno de los eventos más importantes de la “política de elite” en la era post-Deng. Más bien, es el despertar de la polémica que ha reaparecido en la educada sociedad de China, ausente desde la represión de Tiananmen hace más de 2 décadas. 
 
Por supuesto, es poco probable que uno se tope con discusiones de estos temas tan sensibles en la mayoría de las publicaciones oficiales (aunque algunos medios de comunicación afiliados a publicaciones oficiales han sido particularmente valientes a la hora de producir artículos sobre estos temas en los últimos meses). El abanico de temas es amplio y diverso. A pesar del desacuerdo entre los participantes de este renacimiento intelectual de China, la discusión está convergiendo en 3 cuestiones fundamentales. 
 
> En primer lugar, pareciera existir un consenso ampliamente compartido entre la clase pensante de China en el sentido de que la reforma económica del país está muerta o presa de estancamiento. 
 
> En segundo lugar, aquellos que creen que la reforma económica está en esa situación sostienen que sólo la reforma política, específicamente reduciendo el poder del Estado mientras se le exigen que rinda cuentas a su pueblo, tiene potencial para resucitar la reforma económica (algunos son obviamente más radicales, exigiendo cambios democratizadores, aunque el consenso sobre este punto en particular debe aún emerger y definirse). 
 
> En tercer lugar, el status quo, que puede ser caracterizado como un orden escleróticamente autoritario-capitalista, no es sostenible y, sin un cambio fundamental en la dirección del país, una crisis es inevitable.
 
Tales signos de un despertar intelectual deben ser rescatados por diversas razones. El momento en el que ocurre es ciertamente significativo. No será poca la gente que conecta este hecho con el inminente cambio de mando en el país. En China, como en la mayoría de los otros países, los cambios por venir en el alto liderazgo, por lo general, estimula el debate entre los intelectuales sobre el futuro del país y una evaluación sobre los logros o fracasos de la dirección saliente. Los intelectuales chinos, especialmente los liberales, seguramente desearan aprovechar esta posibilidad -única en la década- para reavivar un debate sobre si el sistema político actual del país sirve a largo plazo a las necesidades de desarrollo económico, justicia social y unidad nacional que tiene el país. 
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Otra razón, quizá más importante, es que más de 2 décadas después de la represión de Tiananmen (y después de la célebre frase de Deng Xiaoping advirtiendo a sus colegas que no habría "ninguna discusión", en esencia poniéndole fin al debate ideológico entre las élites dirigentes sobre si la China post-Mao estaba abrazándose al capitalismo), los miembros de la clase pensante de China se han dado cuenta de que el consenso post-Tiananmen, que podría ser caracterizado como una época donde se le dio a la reforma económica y al desarrollo una oportunidad para resolver los problemas políticos de China (de un solo partido y mal gobierno), básicamente se ha roto. En otras palabras, el modelo post-Tiananmen, quebrado en todos sus frentes menos el intelectual, no proporciona una orientación útil para las próximas décadas.
 
Uno puede verse tentado de rechazar lo que antecede pro considerarlo habladurías de ciertos marginados intelectuales chinos, lo que constituiría un error. Algunos de los participantes en esos debates son influyentes formadores de opinión o asesores del mismo gobierno chino. Sus opiniones reflejan el pensamiento de, por lo menos algunos, miembros del Partido Comunista. Así que el tono de frustración y la ansiedad producida por sus puntos de vista podrían sugerir que los elementos del partido con las mentes más abiertas -algunos de los cuales pueden estar en carrera para asumir cargos superiores o de importancia como resultado de la transición política- comparten el mismo sentimiento de crisis y urgencia.
 
Otra razón para tomarse en serio el emergente renacimiento intelectual en China es que el partido gobernante en realidad necesita un mínimo de legitimidad ideológica, a pesar de basarse principalmente en la represión política y el desempeño económico, para mantenerse en el poder. 
 
Ningún líder chino puede sobrevivir mucho tiempo si se ve etiquetado por los miembros de la élite de la intelectualidad china como un obstáculo a la reforma. Si la mayoría de los más respetados intelectuales de China desafían abiertamente las credenciales de los líderes reformistas chinos y declaman en voz alta que "el emperador está desnudo", el resultado no es sólo de vergüenza política, sino de total perdida de autoridad y credibilidad de estos líderes entre sus pares.
 
Otro significado de este re-despertar intelectual es la aparición de los pujantes liberales que han sufrido casi 2 décadas de destierro político en China. Obviamente han detectado que las aguas están cambiando en contra del régimen autoritario post-Tiananmen. Con una desigualdad social en aumento, corrupción generalizada, anarquía entre las elites dominantes (como ha revelado la historia de Bo Xilai), signos de división dentro de la jerarquía superior, y un sensación de pérdida de sentido que impregna todos los niveles de la sociedad china, los liberales chinos -algunos de los cuales son ex presos políticos y académicos incluidos en listas negras que no pueden publicar sus obras en los medios de comunicación oficiales-, pueden pensar que tienen una nueva oportunidad para impulsar el cambio democrático.
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Si el historial del movimiento pro-democracia de China de la década de 1980 presenta una guía a seguir, el partido debe estar preocupado. En la década de 1980, cada episodio de renacimiento intelectual, tales como el debate sobre la reforma política en 1986 y la "fiebre de la cultura" de 1988, fue seguido por enfrentamientos abiertos entre el régimen y el movimiento pro-democracia. En la década de 1980, el partido fue capaz de prevalecer en esos enfrentamientos, pero pagó un precio muy alto (todos recordamos las purgas de Hu Yaobang y Zhao Ziyang y la sangrienta represión del 4/06/1989).
 
Por ahora, por supuesto, es demasiado pronto para decir si esta agitación intelectual tendrá algún significado importante más allá de las publicaciones y los debates online. Sin embargo, los miembros activos del Comité Permanente del Buró Político, deberían estar preocupados. Las voces de los intelectuales liberales de China están ahora resonando entre un público cada vez más desencantado con las políticas del partido. En particular, esas voces apelan a los jóvenes con los mejores niveles educativos de China, cuyo número ha aumentado varias veces desde Tiananmen. Dos décadas de rápido crecimiento económico, el consumismo y el nacionalismo patrocinado por el Estado probablemente los haya llevado a la apatía política. Pero a medida que experimentan la injusticia, la corrupción y la incompetencia del sistema actual en sus vidas diarias, lo más probable es que empiecen a sentirse más influidos por las voces que exigen un cambio fundamental de rumbo.
 
Desde la tragedia de Tiananmen hace 23 años, persiste la pregunta si de otra Tiananmen es posible. El gobierno chino ha hecho todo lo imaginable para asegurarse de que no pase. A medida que China entra en una década mucho más incierta que la anterior, lo que resulta cada vez más evidente, es que muchas de las condiciones sociales y políticas para la producción de una crisis al estilo de Tiananmen han vuelto a aparecer. El renacimiento intelectual es sin duda uno de ellos.

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