EL IMPERIO

Cómo Obama aprendió a ser Bush

Barack Obama llegó a la Casa Blanca sin antecedentes militares y prácticamente nula experiencia en temas de seguridad nacional. Sin embargo, heredó una máquina de matar que estaba en plena ofensiva, a la caza de sospechosos terroristas en las regiones sin ley de Pakistán o los bastiones militantes de Somalia. Terminando su presidencia, se comprueba que ordenó mas ataques con drones que George W. Bush y mató más gente que presos hay en Guantánamo.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El nuevo libro de Daniel Klaidman “Matar o capturar: La guerra contra el terrorismo y el alma de la Presidencia de Obama”  a ser publicado por Houghton Mifflin Harcourt en junio próximo, da cuenta de la transformación de Barack Obama. Traducimos para nuestros lectores el artículo publicado en The Daily Beast.
 
Barack Obama llegó a la Casa Blanca sin antecedentes militares y prácticamente nula experiencia en temas de seguridad nacional. Sin embargo, heredó una máquina de matar que estaba bastante a la ofensiva, a la caza de sospechosos terroristas en las regiones sin ley de Pakistán o los bastiones militantes de Somalia. Pocos días después de haber tomado posesión, se estaba enfrentando a decisiones de vida o muerte. 
 
Obama acaba de firmar una serie de órdenes ejecutivas encaminadas a enmendar los peores excesos de la guerra de la administración Bush contra el terrorismo, y estudiaba que es lo que se podía lograr en los años venideros. Mientras reconocía el terreno en el laberinto del Ala Oeste asomó la cabeza en la oficina de un asistente y le dijo: "acabamos de terminar con la tortura". "Eso es algo grande". Pero en la mañana del 23/01, el director de la CIA, Michael Hayden, informó el presidente de un ataque con misiles lanzados de aviones no tripulados a lanzarse en las zonas tribales de Pakistán, cerca de la frontera con Afganistán.
 
Los objetivos eran altos mandos de Al Qaeda y comandantes talibanes. Hayden, acostumbrado a brindarle información al táctico George W. Bush, entró en altos niveles de detalle, describiendo la "geometría" de la operación para el nuevo presidente. Obama, que prefería que sus informes fuesen concisos, se impacientó e irritó con Hayden. Pero se mordió la lengua, y no planteó ninguna objeción.
 
Miembros una tribu a un mundo de distancia, en la pequeña aldea de Kot Karez, oiría minutos más tarde un sonido bajo, un sordo zumbido proveniente del cielo. A eso de las 8:30 de la noche (tiempo local), un misil Hellfire disparado desde un avión no tripulado operado por control remoto (drone) se estrelló contra un compuesto "de interés", en la jerga de la CIA, destruyendo una habitación llena de gente.
 
Resultó que eran las personas equivocadas. Como los aviones no tripulados de la CIA volaron muy por encima de Karez Kot, retransmitiendo las imágenes en directo de las consecuencias de sus operadores, pronto se hizo evidente que algo había salido terriblemente mal. En lugar de golpear el objetivo previsto de la CIA -un escondite talibán-, el misil había dado en la sede de un comité de ancianos tribales pacíficos a favor del gobierno. El ataque mató al más anciano y a 4 miembros de su familia, incluyendo 2 de sus hijos.
 
Obama estaba comprensiblemente perturbado. ¿Cómo pudo haber sucedido esto? El presidente se había comprometido a cambiar el mensaje de USA hacia el mundo musulmán, y a forjar una "nueva asociación basada en el respeto mutuo y el interés mutuo". Sin embargo, allí estaba él, durante su primera semana en la Casa Blanca, presidiendo la muerte accidental de musulmanes inocentes. Cuando Obama rápidamente entró en la Sala de Situación al día siguiente, sus asesores podían sentir el aumento de la tensión. "Se podría decir de su lenguaje corporal que no era un hombre feliz", recordó uno de los participantes.
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Obama se acomodó en su silla de cuero negro de alto respaldo. Hayden estaba sentado en el otro extremo de la mesa. La conversación rápidamente degeneró en un ida y vuelta  sobre los procedimientos de verificación de antecedentes de la CIA para los ataques con aviones no tripulados. El presidente estaba aprendiendo por primera vez acerca de una controvertida práctica, conocida como "ataques por características ", la selección de grupos de hombres que tienen ciertas características o rasgos asociados con la actividad terrorista, pero cuyas identidades se desconocen. Se diferenciaban de los ataques de por "personalidad" o de "alto valor", en el que se identifica de forma positiva a un líder terrorista antes de lanzar el misil. 
 
A veces llamado "asesinato de masas", los ataques por características son profundamente impopulares en Pakistán. Obama luchó por entender el concepto. Steve Kappes, subdirector de la CIA, ofreció una explicación contundente. "Sr. Presidente, podemos ver que hay una gran cantidad de varones en edad militar allí, hombres asociados con la actividad terrorista, pero no siempre sabemos quiénes son”. Obama reaccionó bruscamente. "Eso no es lo suficientemente bueno para mí", dijo. Pero continuaba escuchando. Hayden defendió con fuerza los ataques. Se puede acabar con más terroristas cuando se apunta a un grupo por sobre un individuo, dijo. Y había otra ventaja: los militantes con más miedo evitarán congregarse, lo que haría más difícil para ellos tramar, planear, o encaminar ataques contra USA y sus intereses.
 
Obama no quedó convencido. La opinión del presidente fue "OK, pero ¿qué garantías tengo de que no hay mujeres y niños allí?", según una fuente familiarizada con su pensamiento. “¿Cómo puedo saber que esto está funcionando? ¿Quién toma estas decisiones? ¿Dónde las toman y dónde está mi oportunidad para intervenir?”. 
 
Al final, Obama cedió… por el momento. La Casa Blanca hizo reforzar algunos procedimientos: al director de la CIA ya no se les permitiría delegar la decisión de llevar a cabo un ataque con un avión no tripulado en nadie. Sólo el director tendría ese poder, o su suplente si él no estuviese disponible. Y la Casa Blanca se reserva el derecho a retirarle dicho poder a la CIA en el futuro. De acuerdo con uno de sus asesores, Obama se mantuvo inquieto. "Él se retorcía", recordó la fuente. "No le gustaba la idea de 'Kill' Em (mátenlos a todos) y después vemos”. 
 
Sin embargo, la voluntad de Obama de respaldar el programa de drones representa el punto de inflexión original de su propia guerra contra el terrorismo. Con el tiempo, los ataques aumentaron más allá de lo que había sido previsto por la administración Bush. Cuando Obama aceptó el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 2009, había autorizado más ataques con aviones no tripulados que George W. Bush había aprobado durante toda su presidencia. En su tercer año en el cargo, Obama había aprobado el asesinato del doble de sospechosos de terrorismo que los que habían sido encarcelados en Guantánamo. "Estamos matando a estos hijos de puta más rápido de lo que pueden crecer", se jactó el jefe de la división antiterrorista de la CIA al Washington Post en el 2011.
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El presidente había recorrido un largo camino en poco tiempo. Formado como abogado constitucionalista, había tenido que adaptarse rápidamente a la parte más dura del trabajo: decidir a quién matar, cuando matar, y cuando tiene sentido poner a los estadounidenses en peligro. Sus instintos le inclinan hacia la justicia y a proteger a los inocentes, pero también sabía que la guerra es un negocio sucio no importa cuán cuidadosamente se lleve a cabo. Vio en los aviones no tripulados una herramienta particularmente útil en un conflicto global, pero también era consciente de las criticas y consecuencias que se le vendrían encima.
 
En esta temporada de elecciones que se sobrecalienta, la campaña de Obama está pintando un retrato de un comandante de acero que persigue al enemigo sin pestañear. Pero la verdad es más compleja, y en muchos sentidos, más tranquilizadora. El presidente no es una máquina de matar. Las opciones que enfrenta son brutalmente difíciles, y él ha tenido problemas con ellas, a veces dándole vueltas en su mente una y otra vez. Las personas a su alrededor también se han enfrentado a los mismos dilemas y ha habido acuerdos y desacuerdos. Han invocado la seguridad de USA por un lado y la justicia de lo que USA representa, por el otro.
 
El malestar de Obama de ser "acorralado” por los ataques de características se extendió a los militares, que estaban llevando a cabo sus propias campañas antiterroristas. A diferencia de la CIA, cuando los militares participan en misiones de asesinato fuera de los campos de batalla convencionales -en lugares como Yemen o Somalia-, necesitan la aprobación presidencial para cada ataque individual. Y los militares eran0 más propensos a ampliar sus objetivos.
 
En marzo de 2009, la mayoría de los principales generales querían profundizar la guerra en Somalia. Este desesperadamente pobre, caótico, país era santuario para Al-Shabab, un cabo suelto de Al Qaeda. Los militares veían a Somalia como una bomba de tiempo, y querían actuar antes de que fuera demasiado tarde.
 
En una reunión en la Sala de Situación, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, informó al presidente y sus asesores de seguridad nacional en una "oportunidad cinética" en el sur de Somalia, bastión de Al-Shabab. Había un operativo de inteligencia de alto nivel asociado con el grupo que asistirá a una ceremonia de "graduación" en un área de entrenamiento de Al-Shabab. Pero los militares no podían precisar su ubicación exacta en un momento dado. ¿Por qué no acabar con todo el campamento? El Pentágono había preparado incluso un "paquete de ataque" que podría devastar toda una serie de áreas de entrenamiento. Obama se mostró escéptico, pero escuchó sin revelar sus dudas. Al final de la presentación de Mullen, Obama dijo: "OK, vamos a ir alrededor de la mesa".
 
En efecto, Obama invitaba a la disidencia del almirante Mullen. Ninguno de los principales plantearon objeciones. Pero entonces, Obama señaló a uno de los hombres uniformados que se sentaba justo detrás de Mullen, contra la pared: James "Hoss" Cartwright, el general de marina de 4 estrellas y vicepresidente del Estado Mayor Conjunto. Obama conocía a Cartwright, y valoraba su sinceridad. "Sr. Presidente, en general, las guerras en las que hemos estado han seguido estas reglas", dijo Cartwright en un tono bajo. “Un enemigo nos hace algo a nosotros, vamos allí, le hacemos algo a ellos y luego asumimos la obligación moral de reponer las cosas a su estado anterior. En estos lugares donde no nos han atacado, estamos buscando a una persona, no un país”.
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Cartwright estaba empezando a desviarse de Mullen, su oficial superior. Entonces él lo puso en línea: "Si hay una persona en el campo, que es una clara amenaza para USA, debemos ir tras él. Sin embargo, los bombardeos a mansalva constituyen un precedente muy malo”. Varios militares empezaron a ponerse nerviosos en sus sillas. "Les pido que tengan en cuenta: ¿hacia dónde estamos llevando esta actividad? Porque lo lógico que sigue a los bombardeos es que vamos allí y abramos un nuevo frete".
 
Obama aprovechó las palabras de Cartwright para marcar su posición. "Ahí es donde estoy", dijo. Les dijo a sus asesores reunidos que se había comprometido a perseguir a los terroristas que plantean una amenaza clara y demostrable para los estadounidenses, pero que quería "opciones" que sean precisas. No se autorizaba así el ataque contra Al-Shabab
 
Cartwright, por el contrario, estaba en trayectoria ascendente dentro de los pasillos de la Casa Blanca. Lo que saldría a principios de 2009 fue una alianza poco común que sirvió para guiar a Obama a través de las guerras en las sombras: Cartwright se uniría al asesor de antiterrorismo de Obama, John Brennan, como asesor del presidente sobre objetivos terroristas, los 3 formando una especie de troika especial en asesinatos específicos.
 
Para ese entonces, Brennan ya se había establecido como una figura imponente en la Casa Blanca. De fuerte contextura, con el pelo muy corto, una tez rubicunda y ojos hundidos que pudieran aparecer amenazante a veces, "el Sr. Brennan" como se referían a él con deferencia los miembros más jóvenes del personal de la Casa Blanca, era visto como" lo real", un cazador de terroristas de buena fe la CIA que había estado tras la pista de Osama bin Laden durante toda una década. "Él es como un personaje de John Wayne", dijo David Axelrod. "Duermo mejor sabiendo que él no está durmiendo". 
 
En los próximos meses y años, Brennan y Cartwright se encontraron tirando el presidente de cenas y galas para discutir en un teléfono seguro alguna propuesta de ataque. Obama solía usar el humor negro cuando Cartwright o Brennan se presentaban en la Oficina Oval sin previo aviso. "Uh-oh, esto no puede ser bueno", decía, arqueando una ceja. Una de las tareas que menos le gusta a Brennan es apartar a Obama de su familia para mantener una conversación tras bambalinas. 
 
Los 3 hombres estaban tomando decisiones de vida o muerte, seleccionando objetivos, rechazando o aceptando nombres propuestos por los militares, a tientas a través de un nuevo tipo de guerra: la guerra de Obama. Sin embargo, estas decisiones tuvieron su efecto. En conversaciones posteriores con sus asesores, el presidente a veces reflexionaría acerca de la certeza existente respecto de esos supuestos terroristas que ahora estaban en la mira. 
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Similar angustia y el debate se contagió en toda la administración en su conjunto. Todos los asesinatos selectivos, de hecho, tenían que ser defendidos legalmente, ya sea por los abogados de la CIA, en el caso de operaciones de la agencia, o por otros abogados, cuando los militares estaban involucrados. Si hay 2 personas que pueden justificar legalmente la guerra contra el terror ellos son Harold Hongju Koh y Jeh C. Johnson. Como los mejores abogados del Departamento de Estado y el Pentágono, respectivamente, ejercieron una considerable influencia sobre las operaciones de contraterrorismo. Sin embargo, su diferencias ideológicas- Koh, un idealista liberal que había prestado servicios a la administración Clinton en temas de derechos humanos, y Johnson un enfoque centrista y pragmático de centro y ex-fiscal- se plasmaban en sus interpretaciones jurídicas. Koh podría ser brusco y falto de tacto para con sus colegas, a pesar de que podía romper a carcajadas infantiles cuando algo le hacía gracia. Johnson, un ex socio en un bufete de abogados de cuello blanco de Manhattan, era parco en sus formas y un hábil operador.
 
Durante la mayor parte del primer mandato de Obama, los dos hombres se enfrentaron en una batalla campal por justificar la guerra contra Al Qaeda. Al igual que Johnson, Koh no tenía ningún problema en ir tras los miembros de más alto rango de AQ. Pero las cosas se ponían más turbias cuando los militares querían matar o capturar a miembros de otros grupos yihadistas. Johnson tomó una posición más agresiva, con el argumento de que USA podría perseguir a los miembros de AQ como "co-beligerantes" de manera más laxa. Los 2 hombres lucharon entre sí abiertamente en las reuniones y haciendo circular memos secretos contrapuestos. 
 
A pesar de sus diferencias, ambos hombres estaban luchando con la misma realidad: su consejo podría asegurar la muerte para los extranjeros que vivían miles de kilómetros de distancia-o evitarla. Sin duda un giro especialmente improbable para Koh, ex decano de la Facultad de Derecho de Yale. En la Universidad de Yale se había aprendido de memoria los nombres y las caras de sus estudiantes idealistas que querían utilizar la ley para mejorar el mundo. Ahora clasificaba diapositivas de PowerPoint que detallan la inteligencia contra objetivos terroristas individuales. (El ejército las llamó secamente "las tarjetas de béisbol"). "¿Cómo un profesor de derecho se convirtió en una persona involucrada con los asesinatos?", se pregunta.
 
En el Pentágono, incluso Johnson se sentía estresada por el impulso institucional para hacer siempre más, no menos. Al igual que Koh, se preguntaba si podría soportar la fuerte presión ejercida por los militares para expandir sus operaciones. Después de la aprobación de sus primeras matanzas dirigidas, una noche, vio las imágenes digitales del ataque en tiempo real, "Kill TV", como el ejército llama a las imágenes en vivo del campo de batalla. Johnson puede ver las imágenes más oscuras de los militantes que practicaba ejercicios en un campo de entrenamiento en Yemen. Entonces, de repente hubo un destello brillante. Las cifras que se había estado moviéndose en la pantalla se habían ido. Johnson regresó a su casa de Georgetown alrededor de la medianoche agotado y exhausto. Más tarde se recibieron informes de grupos de derechos humanos dando cuenta del asesinato de  decenas de mujeres y niños en los ataques. Johnson confiaría a los demás, "Si yo fuera católico, tendría que ir a confesarme”. 
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A principios de 2010, en una conferencia telefónica con los asesores de seguridad antiterrorismo de Obama, Johnson sorprendió a muchos de sus colegas cuando él vetó los asesinatos selectivos de miembros de Al-Shabab. La decisión se produjo justo cuando los militares aumentaban gradualmente sus operaciones en Somalia. Los oficiales del Pentágono abandonaron la reunión sin decir una palabra a Johnson. Fue un momento de soledad para un ambicioso abogado que estaba acostumbrado a llevarse bien con sus colegas uniformados. Pero tenía un partidario: Koh le dijo a Johnson que estaba en su "mejor momento".
 
Sin embargo, la amistad no duró. El ejército mantuvo su presión sobre Johnson, y montó una feroz campaña para persuadirlo para que cambie su posición respecto a Al-Shabab. Los agentes lo llenaron de inteligencia y corrientes amenaza sobre las actividades terroristas, y le dijeron que "cosas malas" pasarían si no pudiesen actuar primero. Johnson entendía los riesgos políticos. Sería un escándalo si Al-Shabab lanzara un ataque con éxito contra USA y más tarde resultase que abogados del gobierno de Obama habían declarado el grupo fuera de los límites. Finalmente, algunos meses después de que militantes de Al-Shabab bombardeasen un estadio de fútbol en Uganda, matando a 74 personas, cambió de táctica.
 
La rivalidad Koh-Johnson se reavivó durante una llamada segura con la Casa Blanca en el otoño de 2010. Los militares querían golpear a 3 de los mayores líderes de Al Shabab. Los dos abogados coincidieron en un par de objetivos, pero Koh se diferenció en el caso de Sheikh Mukhtar Robow. Había estudiado la inteligencia y vio evidencia creíble de que Robow representa una facción menos radical de Al Shabab que se oponía a atacar a USA. Mientras que Johnson estaba bien con la focalizase en Robow, Koh insistió con fuerza que el "asesinato era ilegal". Robow fue retirado de la lista de selección. Pero la presión para expandir la lista rara vez se detiene. Después de que los máximos líderes de Al-Shabab jurasen lealtad a Al Qaeda a principios de este año, los funcionarios de Obama revivieron el debate. La vida de Robow volvía a pender de un hilo.
 
Un asesinato selectivo que generó poca angustia fue el ataque a Osama bin Laden en mayo de 2011. Por el contrario, su éxito llama a intensificar la lucha. Llenos de confianza, los generales creían que podían ofrecer un "golpe de knock-out" a Al Qaeda y su filial más peligrosa en Yemen, AQAP. El ejército comenzaba a hablar de "correr la mesa" en Yemen, mientras que la CIA comenzaba a presionar para ampliar sus ataques tanto allí como en Somalia. Fue el mismo enfoque que el almirante Mullen y algunos generales de alto rango habían apoyado en las primeras semanas de la administración de Obama, pero que el presidente había rechazado. Obama en ese momento había querido quedar "focalizado en Al Qaeda", como él decía, y no innecesariamente ampliar el conflicto.
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Sin embargo, en mayo de 2011, el ejército mató a 11 milicianos de AQAP de un solo golpe, el más grande desde que se intensificaron las operaciones en Yemen. La agitación de la primavera árabe se había extendido en el país, y al-Qaeda se estaba moviendo rápidamente para tomar ventaja del caos. El general James Mattis, quien encabeza el Comando Central de USA, advirtió de un nuevo centro de terrorismo emergente en el Cuerno de África. Obama y algunos de sus principales asesores, sin embargo, no se fiaban en esto de ser arrastrados a un conflicto interno o dirigiéndose a personas que no estaban centradas en atacar s USA. Obama y sus asesores redujeron la lista de objetivos a 4 personas, todos los cuales fueron eliminados.
 
La presión no disminuyó, sin embargo. Brennan llegó a creer que el comandante en jefe necesitaba hacer una declaración inequívoca para contrarrestar los pedidos por más y más grandes ataques. La oportunidad llegó a mediados de junio, durante el horario regular de la conferencia de prensa del "Martes de Terror”. En un momento durante la discusión, uno de los asesores militares del presidente hizo una referencia a la actual "campaña" en Yemen. Obama lo interrumpió bruscamente. No hay ninguna "campaña" en Yemen, le dijo secamente: "No estamos en el Yemen para involucrarnos en un conflicto interno. Vamos a seguir permaneciendo centrados en las amenazas a la patria, que es donde está la verdadera prioridad". 
 
En la mente de Barack Obama, Anwar al-Awlaki era la amenaza N º 1. El líder de la AQAP con sede en Yemen se había criado en USA, hablaba con fluidez el Inglés con acento estadounidense, y tenía un carisma similar a la de Osama bin Laden: los ojos suaves, un dominio del lenguaje, y una capacidad para el terror enfermizo. Obama les dijo a sus asesores que Awlaki era una prioridad más alta que incluso Ayman al-Zawahiri, quien había sucedido a Bin Laden como el máximo comandante de Al Qaeda. "Awlaki tenía cosas en la cocina que estaban a punto de hervir", observó un asesor de seguridad nacional de Obama. "Zawahiri seguía buscando los ingredientes en la alacena". 
 
Lo que le preocupaba más el presidente Obama era el ingenio de Awlaki en el desarrollo de planes criminales que podrían evadir la mejor defensa de USA. Ya había puesto en marcha la trama del día de Navidad, en el que un agente de Nigeria había casi derribado un avión de repleto de pasajeros detonando con explosivos ocultos en su ropa interior. Luego, en octubre de 2010, AQAP había logrado poner bombas improvisadas en cartuchos de tinta en aviones de carga rumbo a USA (fueron interceptados como consecuencia de un soplo de la inteligencia saudí.. 
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El presidente se aseguró de que tiene las actualizaciones en Awlaki en cada Martes de Terror. "Quiero a Awlaki", dijo. "No dejen que se escape", solía decir. Hoss Cartwright incluso pensó que la retórica de Obama estaba empezando a sonar como la de George W. Bush, a quien Cartwright había informado también en muchas ocasiones. 
 
Para el momento en que los agentes de inteligencia de USA tuvieron a Awlaki en la mira, Obama había ajustado y reajustado sus puntos de vista sobre los asesinatos selectivos en varias ocasiones. Por lo general, trató de medir los posibles beneficios de un asesinato específico o asesinatos en contra de las posibles desventajas, incluyendo el asesinato de inocentes y conseguir que USA no quede envuelto en conflictos civiles.
 
El caso Awlaki estaba en una categoría especial, sin embargo: Por definición, era una amenaza a la patria, pero también era un ciudadano estadounidense, nacido en Nuevo México.
 
La captura de un operativo de Somalia que trabajó estrechamente con Awlaki producido secretos clave de inteligencia, incluyendo la forma en que viajaba, la configuración de sus convoyes, sus modos de comunicación, y las medidas de seguridad elaboradas él y su séquito. Por último, en la primavera y el verano del año pasado, USA y la inteligencia yemení comenzaron a cercarlo. 
 
Las órdenes permanentes de Obama habían siempre sido siempre evitar daños colaterales a casi cualquier costo. En muchos casos, Cartwright ni siquiera tomaba una acción propuesta a la presidencia si había una posibilidad razonable de que iban a matar civiles. Pero a medida que los estadounidenses se estaban acercando a Awlaki, Obama hizo saber que él no quería que sus opciones se encuentre hipotecadas. Si había una oportunidad clara de terminar con el líder terrorista, incluso una que implicase el riesgo de muertes civiles, quería ser advertidos de ello. "Tráiganmelo y déjenme decidir, soy de la realidad del momento y no de lo abstracto", dijo, de acuerdo con un confidente.
 
El 30/09, Awlaki y varios de sus compañeros salieron de su refugio y caminaron unos 700 metros a sus autos estacionados. A medida que fueron entrando en los vehículos, fueron despedazados por 2 misiles Hellfire. En menos de 6 meses, Obama ya había sacado 2 principales enemigos de USA del medio, al mejor estilo sheriff recién llegado al pueblo. 

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