ABSURDA PRESIÓN DE BRASIL

Ya se habla del fracaso de Río+20

Países y organizaciones no gubernamentales cuestionaron la presión brasileña para redactar el documento final antes de que comenzara Río +20. Pero Brasil temía que ocurriera lo de Copenhague 2009, cuando no hubo una declaración final. Ahora, ¿Brasil quería una cumbre ambiental o un evento para el marketing de Dilma Rousseff?

 

Delegados de los 193 países que participan en la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20 aprobaron el documento consensuado, a presentar a los mandatarios que participan en la cumbre que comienza hoy, informaron fuentes oficiales.
 
El documento final, presentado por Brasil en calidad de anfitrión de la cumbre, fue aprobado "sin modificaciones" en una reunión plenaria presidida por el canciller brasileño, Antonio patriota, dijo un portavoz de la ONU a la prensa.
 
Con el visto bueno final de todas las delegaciones el documento, denominado "El futuro que queremos", comenzaron el sábado 16/06 y concluyeron el martes 20/06.
 
El texto tiene como base la propuesta brasileña, que redujo significativamente el número de párrafos del original que venía siendo negociado en Nueva York y eliminó las partes que generaban más discrepancias.
 
Las divergencias en torno al fortalecimiento o no del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), por ejemplo, fueron superadas con un nuevo texto que no convierte automáticamente a ese organismo en una agencia especializada de la ONU con mayor autonomía y presupuesto propio.
 
Otro asunto que generaba discrepancias era el de los "medios de implementación", es decir los recursos necesarios para financiar los proyectos de desarrollo sostenible y la transferencia de tecnología.
 
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que participan en la Cumbre de los Pueblos, paralela a la Río+20, reaccionaron con duras críticas tras conocer la aprobación del documento oficial de la reunión.
 
Algunos países pobres, así como las ONG, consideran que la "economía verde" es una herramienta del capitalismo para apropiarse y comercializar los recursos naturales, como el agua y los bosques.
 
"Río+20 se transformó en un fracaso épico. La Conferencia falló en términos de equidad, de ecología y de economía", afirmó el director de políticas públicas de Greenpeace, Daniel Mittler.
 
Para el WWF, el documento aprobado por las autoridades de Río+20 está "lejos de ser satisfactorio desde cualquier punto de vista".
 
"Esta cumbre podría haber terminado antes de comenzar. Los líderes mundiales que llegan esta noche deben empezar de nuevo. Casi mil millones de personas que padecen hambre se merecen algo mejor", alegó por su parte la organización Oxfam
 
En general, las organizaciones ambientalistas consideraron que el documento es "una colosal pérdida de tiempo".
 
Sin embargo, el secretario general de la conferencia, el diplomático chino Sha Zakung, afirmó que "es lo mejor que podemos tener". 
 
El ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota, agradeció a las delegaciones por "la extraordinaria muestra de flexibilidad y voluntad política" que hicieron posible la conclusión del documento.
 
Alcaldes
 
El Grupo de los 77, que reúne a los países en desarrollo, junto a China, propuso la creación de un fondo verde conUS$ 30.000 millones anuales, pero el tema generó disputas sobre quién debía contribuir y cuánto, en momentos que los países avanzados como USA y los europeos enfrentan una crisis financiera. Pero no prosperó.
 
La reforma del Programa de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente para convertirlo en el órgano rector del desarrollo sustentable también generó disputas, con algunos países opuestos a aumentar sus atribuciones.
 
Tampoco avanzaron compromisos concretos para la protección de los océanos y metas que deberán adoptar los países en los próximos años para adoptar un modelo de desarrollo sustentable que promueva crecimiento económico con bienestar social y protección ambiental.
 
La Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sustentable ha sido conocida como Rio + 20 por celebrarse 20 años después de la histórica cumbre de Eco 92, también en Rio de Janeiro, que puso la preocupación ambiental en la agenda mundial.
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"Los alcaldes han hecho grandes progresos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que ayuda a enfrentar el cambio climático y a mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades", declaró el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg. 
 
El alcalde, presidente del C40, realizó estas declaraciones al margen de la conferencia de la ONU sobre desarrollo sostenible Rio+20. El C40 es una red de 59 ciudades como Nueva York, Pekín, Moscú, Seúl o Sao Paulo, que representan 20% del PIB mundial y 8% de la población del globo. Estas ciudades producen aproximadamente 14% de las emisiones mundial de gas de 'efecto invernadero'. 
 
Según el C40, sin estas medidas las ciudades emitirán 2.300 millones de toneladas de gas de aquí a 2020 y llegarán a 2.900 millones en 2030. El C40 afirma que las estrategias individuales adoptadas por las ciudades pueden reducir la emisión de gases contaminantes en 1.300 millones de toneladas de aquí a 2030, con el fin de sólo emitir ese año 1.600 millones de toneladas. 
 
El compromiso de los alcaldes es que el resultado sea mejor que el conseguido en 2010, cuando las 59 ciudades emitieron 1.700 millones de toneladas de gas de efecto invernadero. Por ejemplo en Bangkok, un nuevo sistema de tren prevé reducir las emisiones de CO2 en 2,4 millones de toneladas por año y Rio de Janeiro afirma que reducirá sus emisiones en 20% hasta 2020, gracias a la construcción de una red de 160 km para autobuses menos contaminantes. 
 
Eduardo Paes, alcalde de Rio y anfitrión de la reunión, subrayó que "los alcaldes deben asumir cada vez más estos desafíos porque más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. No hay que esperar decisiones de los líderes mundiales, una serie de decisiones han sido adoptadas y serán adoptadas por los gobiernos locales", sostuvo Paes.
 
La presión
 
La presión de Brasil para tratar de cerrar el documento de Río +20 antes de la reunión de jefes de Estado causó una gran insatisfacción entre los países de la Unión Europea. Después de intensas negociaciones y la convocatoria, a principios de una madrugada, a una votación que supuestamente votaría el texto al final de la conferencia, el más alto comisario europeo sobre las cuestiones objeto de debate se mostro aturdido con el ritmo del proceso liderado por Brasil.
 
La prensa que estaba esperando en frente del auditorio, dijo que ni siquiera sabía para qué se había sido convocado al Parlamento. "No queremos poner fecha límite a las negociaciones. Vamos a discutir lo que sea necesario para tener un texto mejor. Nuestra prioridad no es tiempo, es contenido", dijo Janez Potocnik, comisario europeo para el medio ambiente.
 
"Estamos muy frustrados con la falta de ambición y de progreso en el documento. Pero no nos rendimos, vamos a seguir presionando para tener algo más concreto", dijo a Estado. "Hemos escuchado a otros grupos, incluida la sociedad civil, y la impresión que tenemos es que hay una gran brecha entre lo que el mundo quiere y lo que el documento está mostrando".
 
Sin embargo, Brasil consideró tener motivos de peso para su decisión. 
 
Brasil asumió la dirección de los debates después de que la negociación previa iniciada 6 meses atrás hubiera terminado sin acuerdo: con un documento de 81 páginas plagado de corchetes que proponían corregir o quitar párrafos clave.
 
Los brasileños cortaron por lo sano y elaboraron un papel de 50 páginas que, para limar aristas, simplificaba pero también descafeinaba los contenidos iniciales.
 
En la actitud del anfitrión y en el ambiente general pesaba mucho, demasiado, el fantasma de Copenhague 2009, cuando la falta de una declaración cerrada antes de llegar los gobernantes complicó y al final arruinó la cumbre.
 
Los europeos se resienten principalmente de la falta de metas y objetivos que piden desde el principio de las negociaciones en áreas como energía, agua y eficiente en el uso de los recursos. Los temas, dicen los delegados, hasta aparecen en el texto, pero no hay objetivos concretos. "Se habla de energía sustentable para todos, pero cómo, cuándo?", se preguntó la representante de Europa. Aun que no es posible poner números las metas específicas, dijo, el documento debe traer por lo menos una orientación más específica acerca de ellos.
 
En el caso de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), por ejemplo, el texto lanza un proceso de negociación sobre ellos, pero no hace referencia a cualquier tema en particular a ser tratado. Brasil, sin embargo, es optimista.
 
Los ambientalistas también criticaron la posición brasileña. "Los ministros no vienen aquí a beber caipiriñas y sentarse en la playa; vienen aquí para resolver problemas y elevar el nivel de ambición de la conferencia", dijo la coordinadora de Políticas Climáticas de Greenpeace, Tove Maria Ryding. "Ese texto es peor de que podemos imaginar. Este es el momento para que Brasil muestre liderazgo, reintroducir ambición en el texto y dar a los ministros la oportunidad de discutirlo", afirmó Tove.
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Cerca de un centenar de jefes de Estado se esperan para la cumbre de alto nivel, que comienza mañana y termina el viernes, poniendo fin a la Río+20. Rubens Born, de la ONG Vitae Civilis también criticó lo que llamó un "intento desesperada" de los diplomáticos brasileños de finalizar el documento antes de eso.
 
En una conferencia de prensa, representantes de la ONU afirmaron que, también para la organización, la aprobación del texto sería un resultado bastante positivo. "El documento representa un paso de cambio para el desarrollo sustentable", dijo Nikhil Seth, director de la oficina de la secretaría de Río+20. Las decisiones de las Naciones Unidas deben ser tomadas por consenso, con la concurrencia de los 193 países miembros que participan en las negociaciones. "En la tradición de la ONU, decimos que un consenso en el que todos están igualmente infelices es un buen consenso. Es el denominador común. En el principio, los grupos eran más ambiciosos, las posiciones más extremas, pero entonces todo el mundo tiene que ceder", dijo Nikhil Chandavarkar, jefe de comunicaciones de la conferencia. 
 
La cumbre de Río+20 empieza hoy con una extraña sensación de decepción y derrotismo. Los negociadores de los 193 países representados en Naciones Unidas, empujados por el temor de Brasil a un fiasco como el del 2009 en Copenhague, se apresuraron ayer a suscribir un borrador de declaración que muchos delegados europeos consideraron “poco ambicioso” e incluso “decepcionante”. Connie Hedegaard, comisaría de Acción por el Clima, dejó claro su disgusto. “A nadie le hace feliz. El texto es débil, y todo el mundo lo sabe”.
 
En teoría, los líderes tendrán ocasión de avanzar más allá del documento que sus representantes les han preparado. Pero no está claro que vayan a introducir grandes cambios, pues anoche el Gobierno brasileño, anfitrión de la cita y coordinador de las discusiones, daba por zanjados los puntos clave de la declaración.
 
El preacuerdo renuncia a la creación de un gobierno ambiental mundial. No habrá una agencia de Naciones Unidas específica para gobernar los problemas ambientales del planeta, sino que solo se reforzará el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
 
España y la UE defendían este cambio, pero las reticencias de USA y Canadá, con apoyo de Rusia, limitaron el alcance de esta reforma, fundamental para dar mayor proyección y relevancia a los acuerdos adoptados en los diferentes convenios.
 
Rémi Parmentier, de la consultora The Varda Group, lo resumió así: “Creía que los líderes venían a salvar el planeta. Ahora veo que vienen a salvar la cara”.
 
Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace, dijo que el documento –que los gobernantes deben firmar el viernes– es “un fracaso épico”.
 
Y WWF opinó que revela “la colosal falta de liderazgo y visión de los diplomáticos”.

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