CONTRAATAQUE DE CRISTINA

Obsesión K: Que fracase la movilización de Moyano

Cristina Fernández está abriendo demasiados frentes a la vez y le permite a Hugo Moyano convertirse en dirigente político, no solamente social, y esa es la vieja ambición del camionero. Es el statu-quo que siempre le negó Néstor Kirchner. Pero Cristina, para limar la convocatoria sindical, la politiza y sus voceros ubican junto a Moyano a Daniel Scioli, a la dirigencia gremial agropecuaria, al peronismo disidente, a la UCR... Y, de todos modos, nada ni nadie podrá convencer a los trabajadores que les están quitando demasiado dinero en concepto de Impuesto a las Ganancias, el nudo del reclamo. El impuesto a las Ganancias alcanza a unos 1,5 millón de trabajadores y aporta alrededor del 6,6% de la recaudación tributaria en la Argentina.

 

El objetivo es 'pinchar' la convocatoria. Acusar a la movilización convocada por Hugo Moyano de golpista (ya que acaba de ocurrir un golpe constitucional en Paraguay), de antipopular, de conspiración. Cristina Fernández de Kirchner no se va a preguntar cómo es que tantos sectores juntos (si es verdad la descripción de Horacio Verbitsky en el paraestatal Página/12) pueden sumarse contra el Frente para la Victoria. Pero, básicamente, se intenta que a la Plaza de Mayo no concurran organizaciones sindicales. 
 
 
"Siguiendo órdenes de la Presidenta, los funcionarios más influyentes del Gobierno buscan quitarle aliados y poder de convocatoria al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, quien por primera vez en nueve años de era K convocó a una movilización de protesta en Plaza de Mayo.
 
El secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, es el ideólogo de un plan de presión que busca torcer la voluntad de algunos de los principales sindicatos que apoyan a Moyano.
 
Entre otros funcionarios, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, llamó a distintos gremios para pedirles que no marchen junto a Moyano el miércoles. Se dedicó primero a los sindicatos de los rubros que él mejor conoce, como el del calzado y de las estaciones de servicio. “Te llamo en nombre de la señora Kirchner”, avisó Moreno por ejemplo a Agustín Amicone (Trabajadores del Calzado), supo Clarín .
 
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en tanto, intentó persuadir a Amadeo Genta (Municipales porteños), quien acompañó a Moyano en las últimas reuniones que hubo en la CGT.
 
Los funcionarios que buscan “vaciar” la plaza de Moyano cuentan también con la colaboración de los jefes sindicales oficialistas , como Andrés Rodríguez (UPCN), José Lingeri (Obras Sanitarias), Omar Viviani (Peones de Taxis), Gerardo Martínez (UOCRA) y Armando Cavalieri (Comercio).
 
Otro gremio que recibió el llamado de funcionarios nacionales fue el de los bancarios, que tiene complicaciones financieras en su obra social. Sus autoridades ya anunciaron que marcharán a la Plaza de Mayo.
 
La colaboración en estas tareas que están prestando algunos sindicalistas generaron un conflicto con los “Gordos” (ver aparte).
 
La convocatoria de Moyano tiene por ahora el apoyo de alrededor de 50 gremios de la CGT.
 
A ellos se sumarán los que participan de la CGT Azul y Blanca, del gastronómico Luis Barrionuevo; la CTA crítica, de Pablo Micheli; la Federación Agraria, y partidos de izquierda, como el PO y el PTS., entre otras agrupaciones.
 
A pesar de todo, Moyano dejó abierta ayer la negociación con el Gobierno cuando dijo: “Yo me voy, pero que eleven el mínimo de ganancias” (ver página 9).
 
Los dirigentes de la CGT consultados por Clarín fueron escépticos sobre la posibilidad de que la Casa Rosada finalmente ceda y acepte darles respuesta a algunos de los pedidos del camionero. (...)"
 
 
Precisamente, la agencia estatal de noticias Telam difundió el siguiente despacho:
 
"9 organizaciones sindicales integrantes de la CGT firmaron un documento en el que declaran no adherir a la medida de fuerza ni a la movilización del próximo miércoles 27 convocada por el gremio de camioneros. Este rechazo se suma al de otros sindicatos que ya repudiaron la convocatoria.
 
El texto, firmado por Osvaldo Iadarola (FOETRA), Ernesto Arrouge (FATEL), Horacio Ghilini (SADOP), Enrique Marano (FATIDA), Carlos Barbeito (UOMA), Nestor Cantarino (SATSAID), Gustavo Granero (FATPREN), Marcos Castro (CAPITANES DE ULTRAMAR) y Carlos Ortega (SECASFPI-ANSES), declara que dichas organizaciones no adhieren a la convocatoria del miércoles ni comparten su "estrategia metodológica".
 
Los firmantes del comunicado son nada menos que los integrantes del llamado "núcleo" del MTA, es decir, quienes fundaron durante la década de los noventa el Movimiento de los Trabajadores Argentinos, que combatió las políticas de ajuste neoliberal impulsadas por el menemismo. A este grupo se sumó, tiempo después, Hugo Moyano con su sindicato de camioneros.
 
Ahora, sus ex compañeros de ruta decidieron diferenciarse y señalar que "en el marco de una crisis económica mundial sin precedentes, la Argentina enfrenta con hidalguía la ofensiva de la derecha más reaccionaria, tanto a nivel nacional como internacional. En este contexto, los ritmos de la profundización del proyecto nacional y popular los fija el gobierno, el mismo que sin claudicaciones nos ha conducido a la mejor situación que el pueblo y los trabajadores argentinos experimentamos en décadas".
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En otro párrafo, los dirigentes afirman que "los trabajadores organizados somos parte de este proyecto en gestión y como tal lo vamos a defender. Para ello necesitamos concretar sólidamente la unidad de nuestra CGT", y concluyeron haciendo un llamado a tener "gestos de grandeza, de desprendimientos", dado que "ningún interés sectorial –mucho menos personal- puede alejarnos de la cuestión principal: Reconstruir una Argentina que nos contenga a todos y nos proteja definitivamente de los embates de un establishment que nos quiere reimponer el colonialismo", concluyeron."
 
 
Martín Piqué, desde Tiempo Argentino, se sumó al esfuerzo kirchnerista, desde Tiempo Argentino:
 
"(...) No adherimos al paro. Porque defendemos el proyecto nacional y popular”, es la consigna central del documento que acordaron Foetra (telefónicos), Fatel (federación de las telecomunicaciones), Sadop (docentes privados), Fatida (trabajadores de imprenta), UOMA (molineros), Satsaid (televisión), Fatpren (federación trabajadores de prensa), capitanes de ultramar y Secasfpi (trabajadores de la seguridad social en ANSES). Son reconocidos como el “polo intelectual” que elaboró los documentos que durante años supo llevar adelante Moyano. Pero desde hace tiempo algo cambió. Y ahora se sienten en veredas opuestas. 
 
Según advierten en el documento conjunto, los movimientos de Moyano están siendo alentados por las patronales agrarias y sus aliados para “dividir a los sectores populares” con la expectativa de “repetir en nuestro país el golpe institucional que similares intereses reaccionarios acaban de asestar al hermano pueblo paraguayo”. Uno de los fundadores del MTA, también uno de los más experimentados, es Carlos Barbeito, secretario general de molineros. Anoche, en diálogo con Tiempo Argentino, Barbeito se permitió deslizar alguna sospecha sobre las razones ocultas de la convocatoria de Moyano, aunque también aclaró que comparte los reclamos de suba del monto mínimo no imponible de Ganancias y la eliminación del tope para cobrar las asignaciones familiares. 
 
“Para no pensar mal, creo que los compañeros que han impulsado esta medida están absolutamente equivocados. No están tomando nota de las cosas que están sucediendo: ¿cómo puede ser que no llame la atención que los mismos responsables que provocaron años atrás el caos social económico y político más grave que vivió nuestro país ahora expresen con tanto entusiasmo su adhesión a esta convocatoria?”, se preguntó. En la misma línea profundizó Horacio Ghillini, de SADOP: “Yo creo que se está buscando producir una situación similar a la del 2008 con el campo. En términos comunicacionales, se están exacerbando las tensiones para que luego llegue el alivio de la distensión, a través de los representantes de la supuesta sensatez, que serían Macri y Scioli. Y Hugo (Moyano) no será quien capitalice el conflicto, sino que está cumpliendo un rol confrontativo para promover ese escenario”, argumentó. 
 
Las advertencias de Barbeito y Ghillini parten del propio pensamiento íntimo de Moyano. De los pronósticos que él mismo ha deslizado a sus allegados en reuniones muy cerradas. Entre los ex compañeros del camionero circulan varias anécdotas sobre las profecías que habría lanzado el secretario general de la CGT al referirse al tercer mandato kirchnerista y segundo de Cristina. “Hugo tiene una visión parecida a la que tiene desde hace años Elisa Carrió. Que se viene un cataclismo y que el modelo va a explotar en otra muestra de la Argentina pendular, que se va a volver a la ortodoxia económica”, contó a este diario uno de los ex aliados del camionero.  (...)".
 
 
En esa línea, desde el paraestatal Página/12, Horacio Verbitsky -otrora defensor del entendimiento entre Hugo Moyano y los Kirchner-, decidió arremeter furioso contra el camionero -y en defensa de gravar con Ganancias a todo el mundo-, apuntando a desprestigiar su reclamo:
 
"(...) De realizarse, la simultánea movilización sobre Plaza de Mayo mostraría un reagrupamiento político y social notable. Los gallardetes de la paleoizquierda, que en 2008 acompañaron a las patronales agropecuarias, harían coro esta vez a los camioneros, que entonces los enfrentaron. Y los compradores de dólares de los barrios pudientes de la Capital podrían integrarse a una plaza menos escuálida que en sus últimas incursiones libertarias a la intemperie (al penúltimo caceroleo asistieron pocos centenares de damas y caballeros; al último, citado para el jueves, no fue nadie). 
 
También le daría una segunda vida a Eduardo Buzzi y Hugo Biolcati, quienes manifestaron su apoyo. Hasta el filántropo colombiano Francisco de Narváez y el senador radical Gerardo Morales encomiaron a los sindicalistasque reaccionan contra la progresividad impositiva. En el primer caso, la motivación es tan obvia como la de Biolcati: para evasores y elusores no hay peor pecado que los impuestos. 
 
Con un desconocimiento asombroso de las escalas progresivas que se aplican, el senador Morales afirmó que “Cristina le quita el 35 por ciento del sueldo a los trabajadores”, que es el tope para una fracción minúscula (esta alma sensible redujo un 13 por ciento jubilaciones y salarios estatales cuando fue secretario de desarrollo social de la Alianza, no a unos pocos privilegiados sino a todos). 
 
Por eso, la UCR se ilusiona con el baño de multitudes que extraña desde la desaparición de Raúl Alfonsín. Los camioneros sin freno también contarían con la bendición del Episcopado Católico, que no quiso quedarse al margen del nuevo intento de demolición del gobierno y recurrió a uno de los dudosos informes de su Universidad Pontifica para justificar las protestas por la inflación que, sin embargo, no parece haber afectado el turismo de elite de uno de sus caritativos jerarcas. 
 
En forma por demás sugestiva, los principales apoyos que Moyano ha conseguido articular en las filas sindicales no provienen de la CGT que él encabeza desde 2004, ni de la Confederación de Trabajadores del Transporte cuya reorganización impulsó, ni de quienes junto con él integraron el MTA hasta 2000, sino de la denominada CGT Azul y Blanca, de José Luis Barrionuevo y Gerónimo Venegas. Este eje pauta la línea de repliegue ideológico de Moyano hacia la primera mitad de la década de 1970, cuando fue secretario de adoctrinamiento de la Juventud Sindical Peronista de Mar del Plata, en una conducción regional que también integraba Venegas. (...)"
 
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Luego, Verbitsky suma a Daniel Scioli a su ensalada, avizorando un complot conta la pésima política económica en marcha (aunque ya se sabe que Verbitsky y la economía en un diálogo de sordos, aunque dicen que a él su economía personal le funciona fantástico con los Kirchner en el poder):
 
"(...) El laberinto en el que Moyano atrancó en forma voluntaria los semirremolques no permite el retroceso y sólo permite avanzar hacia la huelga general revolucionaria, hasta la toma del poder y la construcción del socialismo. Ante este despropósito, quien puede capitalizar los estropicios es su compañero de juegos Daniel Scioli, quien con gran sentido de la oportunidad estaba en Italia cuando comenzaron los bloqueos con camiones a las refinerías. Fue también el más reticente de los gobernadores en cuestionar a los Moyano. 
 
El gobierno nacional tiene elementos para afirmar que Scioli había conversado con Moyano sobre la escalada confrontativa. Habrían acordado que no se bloquearía la planta de General Cerri, que abastece de gas licuado de petróleo a vastas zonas del interior bonaerense no conectadas por ductos. Pero ese presunto compromiso no se cumplió y la planta fue tomada, con tres camiones adentro, al mismo tiempo que la refinería de La Matanza. Guaminí, Orense Claromecó, Freyre, San Manuel, Lobos, Chacabuco fueron agotando sus reservas de gas. Cuando el gobierno nacional decidió recoger el guante, ni el jefe de gabinete Alberto Pérez ni la ministra de Infraestructura Cristina Alvarez Rodríguez tuvieron alguna participación. 
 
La mesa operativa que se instaló en el despacho de Julio De Vido, con aportes de Guillermo Moreno, Gabriel Mariotto y Sergio Berni, sólo pudo contar con el ministro de Economía, Alejandro Arlía, quien se instaló en Guaminí porque la empresa provincial de gas afectada depende de su ministerio, y el de Seguridad y Justicia, Ricardo Casal quien envió cuarenta policías a La Matanza, para que apoyaran el despliegue de Gendarmería. Allí, el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, distrajo a Pablo Moyano con una serie de llamadas telefónicas que anunciaban el avance de una formación de gendarmes sobre la entrada de la planta, mientras ocho camiones cargados salían por una puerta lateral. 
 
El gobierno recopiló en pocas horas una larga lista de choferes con habilitación profesional, dispuestos a treparse a las naves espaciales que son los camiones modernos. Sus nombres fueron suministrados por las fuerzas de seguridad y por los sindicatos que agrupan a taxistas y colectiveros. (...)".
 
 
 
"(...) En la actualidad, pagan este impuesto aquellos asalariados que ganan más de $ 5.782 netos estando solteros o a partir de los $ 7.998 en el caso de estar casados, con dos hijos, aunque el tributo se multiplicó por siete en los últimos 11 años, desde 2001 a la fecha. 
 
La puja por las Ganancias, o el "impuesto al trabajo", como esgrimen los máximos dirigentes de la CGT, derivó en una nueva crisis en la relación cada vez más tensa que mantiene la central obrera que lidera Hugo Moyano con el gobierno de Cristina Kirchner. (...)
 
El Gobierno, por su parte, sostiene que el impuesto a las Ganancias afecta casi exclusivamente a una elite de asalariados, sobre una masa de alrededor de 14,5 millones de trabajadores argentinos y advierten, a su vez, que los fondos recaudados por este tributo son coparticipables.
 
Este dato, subrayado por gobernadores afines a la administración kirchnerista, como el chaqueño Jorge Capitanich, no debería pasar inadvertido en momentos en los que un grupo de mandatarios provinciales reclama mayores fondos de coparticipación para afrontar gastos públicos. En este contexto, cualquier modificación del mínimo no imponible podría tener un impacto directo en las arcas de las provincias y, por ende, en las economías regionales: al menos ésta es una de las explicaciones oficiales para desestimar las demandas de un sector del movimiento obrero, que resisten el pago de Ganancias.
 
De todos modos, este impuesto aporta alrededor del 6,6% de la recaudación tributaria total del país, según un reciente informe de la Universidad Católica Argentina (UCA). Se trata de un porcentaje bajo comparado con el promedio de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): un grupo de naciones en su mayoría del primer mundo, donde asciende al 25,3%. Este año, cuando aún restan meses para que se completen en algunos gremios los acuerdos salariales alcanzados en las paritarias de 2011, se estima que alrededor de 1,5 millones de asalariados (dos de cada 10 empleados en blanco) pagarán Ganancias en el país.
 
Se calcula que, por no ajustar el mínimo no imponible, como reclama la CGT, el Gobierno se quedaría en 2011 con unos $ 3.500 millones que debería haber ingresado en el bolsillo de los asalariados.
 
Además, por no actualizar el tope salarial para el otorgamiento de asignaciones familiares, la administración kirchnerista se ahorra de desembolsar otros $ 1.800 millones que también deberían percibir los trabajadores. En este contexto, un relevamiento del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) indicó que el descuento por Ganancias se multiplicó por siete en el país desde 2001, al trepar de 1,12% a 7,62 por ciento.
 
Este incremento equivale a que un trabajador (soltero, sin hijos) que gana $ 10.000 pierda de cobrar casi un aguinaldo entero: $ 9.910 de impuesto. Pero a mayor salario, la pérdida es mayor, dado que con un sueldo de $ 12.000, por ejemplo, el contribuyente deja de percibir casi un aguinaldo y medio. Este impuesto incluye tanto a empresas como a personas físicas que ganan una cantidad mínima de dinero por mes y se calcula en proporción a sus beneficios: es decir, se trata de un tributo progresivo.
 
De todos modos, existen deducciones permitidas y a veces poco conocidas que ayudan a los contribuyentes alcanzados por el impuesto a liquidar gastos. Son tres los tipos de deducciones previstas en el cálculo de cuánto debe pagar cada asalariado: las obligatorias (jubilación, obra social y PAMI), las personales (cónyuge, hijos, familiares a cargo) y las permitidas: este último grupo considera la posibilidad de generar importantes ahorros en el pago de este tributo. (...)".

 

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