FRÍO, FRÍO, CONGELADO

Complicado (2): El consumo se desacelera

En un marco de creciente incertidumbre, sin poder refugiarse en el dólar ni alternativas de inversión que superen la inflación esperada, los agentes enfrentan serias dificultades a la hora de decidir qué hacer con sus pesos. Aquellos que se quedan en pesos, se encuentran en una situación muy proclive a consumir. El contexto de tasas pasivas reales muy negativas y la abundante oferta de descuentos y cuotas fijas, fomenta aún más la compra de bienes. Sin embargo, y pese a estos “incentivos” a gastar, el consumo muestra cada vez más síntomas de desaceleración, en un contexto de estancamiento de la actividad y caída de la inversión.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ecolatina). Con la inversión en caída y la actividad estancada, el consumo continúa siendo, al igual que en los últimos años, el motor de la economía argentina. Sin embargo, diversos indicadores confirman que el pilar de la demanda interna se encuentra debilitado. Cabe destacar, no obstante, que si bien la desaceleración del consumo es evidente, no todos los rubros presentan un deterioro de igual magnitud.
 
Por sus particularidades, el sector más perjudicado hasta el momento fue el inmobiliario. Las restricciones a la compra de Dólares generaron, en un mercado prácticamente dolarizado, una estrepitosa caída de la compra-venta de inmuebles. 
 
Según datos del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Bs. As. la cantidad de escrituras, cayeron 25% i.a. en abril y acumulan una baja de 15,3% i.a. en lo que va del año. Las cifras de la Provincia de Bs. As. confirman el freno de las operaciones: éstas cayeron 17,2% i.a. en abril y acumulan una merma de 0,8% i.a. en el primer cuatrimestre.
 
 El comercio minorista también presenta una retracción. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), todos los rubros bajo análisis mostraron caídas interanuales en mayo. Incluso los alimentos, que son bienes que las familias ajustan en épocas de crisis. 
De todas formas, si se toma el promedio de los primeros cinco meses del año la caída se suaviza (-0,9% i.a.), y varios rubros muestran inclusive una variación positiva (entre los que destaca alimentos y bebidas).
 
Por su parte, las ventas en los shoppings también reflejan una fuerte desaceleración. Según la encuesta de centros de compras que realiza el INdEC, la facturación en los primeros cuatro meses creció a un ritmo de 21,7% i.a., muy por debajo del registro del mismo período de 2011 (+34,2% i.a.).
 
En el caso de los supermercados, la evolución en el primer cuatrimestre es algo más favorable: la facturación crece a una tasa similar a la observada entre enero y abril de 2011. Como se mencionó anteriormente, los gastos de primera necesidad suelen ser más resistentes a los vaivenes de la economía. No obstante, abril muestra una importante desaceleración respecto de la facturación de igual mes de 2011 (25,5% i.a. vs 31,7% i.a.).
 
La venta de automóviles es uno de los pocos componentes que aún mantienen un elevado dinamismo. Entre enero y mayo se patentaron cerca de 390.000 vehículos, lo que representa un incremento de 6,8% con respecto al mismo período de 2011. Si bien esta cifra es positiva, se encuentra muy lejos del ritmo de crecimiento exhibido en los primeros cinco meses del año pasado (+29,4% i.a.). 
 
Además, al analizar los datos con mayor profundidad se observa que el crecimiento del sector responde únicamente a la venta de autos particulares. De hecho, los vehículos comerciales (tanto livianos como pesados) presentan una caída de 2,5% i.a. en estos primeros cinco meses. 
 
En un contexto de tasas de interés reales negativas, expectativas de inflación elevada y trabas a la compra de dólares, las familias aún perciben a los automóviles como un refugio de valor, apuntalando, en cierta medida, su demanda. 
 
Más allá de estos casos puntuales, la desaceleración del consumo se va generalizando a cada vez más rubros. Como veremos en la siguiente sección, la dinámica salarial en el segundo semestre podría apuntalar el dinamismo del principal motor de la economía.
 
Las causas detrás de la desaceleración del consumo
 
En un marco de creciente incertidumbre, sin poder refugiarse en el dólar ni alternativas de inversión que superen la inflación esperada (según la UTDT las expectativas para los próximos 12 meses se mantienen en 30%), los agentes enfrentan serias dificultades a la hora de decidir qué hacer con sus pesos. 
 
Una pequeña porción de los ahorristas, incluso sin comparar rendimientos esperados, decide hacerse de los dólares en mercados alternativos, convalidando un spread con el tipo de cambio oficial cercano al 30%. De todas maneras, por el momento el porcentaje de la población que recurre a este canal no parecería ser demasiado significativo.
 
Aquellos que se quedan en pesos se encuentran en una situación muy proclive a consumir, ya que el contexto de tasas pasivas reales muy negativas, abundante oferta de créditos, descuentos y cuotas fijas en el mercado, fomenta aún más la compra de bienes.
 
Sin embargo, pese a estos “incentivos” a gastar, la demanda interna muestra cada vez más síntomas de desaceleración. De hecho, como se mostró en la sección anterior, los principales indicadores de consumo evidencian en los últimos meses un preocupante deterioro.
 
La debilidad del consumo responde a diversos factores. En primer lugar, se observa un retraso en la firma de aumentos salariales en muchos gremios importantes. Cabe destacar que, a esta altura del año, las paritarias de 2010 y 2011 ya estaban cerradas. Además, hay un mayor escalonamiento temporal en las mejoras otorgadas (se divide el incremento en varias cuotas a lo largo del año).
 
Dado que los precios trepan mes a mes, este retraso y fragmentación de los aumentos genera una reducción momentánea del poder adquisitivo de los salarios y diluye la ilusión monetaria, afectando la performance del consumo. 
 
En segundo lugar, la moderación económica ha comenzado a afectar el mercado laboral. Por caso los datos de INDEC muestran que la cantidad de horas trabajadas en la industria durante los primeros tres meses de 2012 creció menos que la cantidad de obreros ocupados (1,6% i.a. vs. 2,4% i.a.), lo que implica que, en promedio, las horas trabajadas por empleado fueron menores que en enero-marzo de 2011.
 
Además, las cifras de suspensiones y despidos laborales también muestran señales de alarma. Según Tendencias Económicas, en los primeros cuatro meses del año se incrementó tanto la cantidad de despidos como la de suspensiones respecto al mismo período de 2011. Esto no sucedía desde inicios de 2009.
 
Es decir, los trabajadores no sólo están perdiendo poder adquisitivo por el retraso en las paritarias en un contexto de inflación elevada, sino que además ven afectados sus ingresos como consecuencia de la menor cantidad de horas trabajadas y las crecientes suspensiones. Esto lleva a las familias a un comportamiento más precavido en sus gastos.
 
Más allá de estas cifras, diversos indicadores vaticinan complicaciones en los meses venideros. Por caso, el Índice de Demanda Laboral elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella acumula en los primeros cinco meses del año una merma de 30%. Este indicador, viene cediendo terreno desde fines de 2011 y mostró en mayo la mayor caída (-39% i.a.) desde la crisis financiera internacional (2008-2009), perforando el nivel registrado en 2002.
 
Otro de los condicionantes del consumo fue el shock negativo que sufrieron las expectativas (según la UTDT, las perspectivas de los consumidores cayeron 15% en el año): en relación a fines de 2011, un consumidor espera actualmente una peor performance de sus ingresos y una mayor inflación en los próximos 12 meses.
 
Ante este escenario, es posible que algunas familias decidan ahorrar una porción mayor de sus ingresos y/o no endeudarse para enfrentar épocas más difíciles (comportamiento precautorio), aún sabiendo la pérdida de capacidad futura de compra en la que incurren. Es por eso que, aún con tasas reales negativas, los plazos fijos minoristas crecen a un mayor ritmo que en octubre de 2011 (+28% i.a. vs. +19% i.a. respectivamente).
 
Finalmente, la falta de actualización del mínimo no imponible para el pago del impuesto a las ganancias afecta a un número de trabajadores cada vez mayor, al tiempo que al no elevar los topes salariales requeridos, las mejoras en los sueldos provocan que cada vez más trabajadores queden fuera del beneficio de las asignaciones familiares. En este sentido, a nivel agregado una parte de la mejora del poder de compra de los trabajadores es captada por el sector público.
 
A futuro, teniendo en cuenta el deterioro de la actividad económica, la elevada inflación, la baja creación de puestos de trabajo esperada, la reducción de horas extras y el incremento de suspensiones, el consumo consolidará su desaceleración. 
 
Sin embargo, una vez que se perciban los postergados aumentos alcanzados en paritarias el gasto podría revitalizarse. En definitiva, parecería ser que el “combustible” de la demanda dependerá casi exclusivamente del impacto que pueda generar la materialización de los nuevos acuerdos salariales.

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