CONTRA EL NARCOTRÁFICO

USA pone drones a vigilar el Caribe

Aviones no tripulados estadounidenses podrían comenzar a patrullar el Caribe y México para combatir al narcotyráfico, según informaron desde el Departamento de Defensa de USA. Venezuela ha confirmado que con la asistencia iraní y rusa ya ha desarrollado sus propios drones. Así mismo, distintos países de América del Sur han adquirido sus propios aparatos.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - El Departamento de Seguridad de USA planea ampliar la misión de los aviones no tripulados de vigilancia en la región del Caribe y del golfo de México para combatir el contrabando de estupefacientes.

Como resultado, los nueve drones que forman parte de la flota aérea del Departamento tendrán que sobrevolar el doble del territorio que vigilaban hasta el momento. El Departamento ya ha realizado una misión de prueba en las Bahamas que duró un año y medio. En esta misión participó el drone Guardian, una variante marítima del Predator B que USA suele usar en Afganistán y Pakistán, equipado con el radar SeaVue, capaz de vigilar grandes espacios en alta mar.  
 
El radar capta las señales de radio, únicas para cada embarcación, y luego estas señales se comparan con las de una base de datos para identificar al barco y a su propietario. Este mes una nueva estación de control se instalará en una base aérea en Texas, lo que permitirá a los aviones no tripulados desplegados allí, cubrir gran parte del golfo de México.
 
Asimismo un nuevo drone se integrará a la flota de la base de Protección Fronteriza y Arancelaria en Cocoa Beach, Florida, para realizar las operaciones de vigilancia en el Caribe. A pesar de la reducción de los gastos en otras áreas, la Protección Fronteriza y Arancelaria ha solicitado US$ 5,8 millones para promover su misión de aviones no tripulados. 
 
Por su parte, la Administración de la Aviación Federal ya aprobó la trayectoria de los vuelos de los aviones no tripulados que supera 1.000 millas y apunta al canal de la Mona, entre la República Dominicana y Puerto Rico. Los planes de USA de ampliar la misión de los aviones no tripulados en la región son una respuesta a las solicitudes de las autoridades de varios países del área de aumentar la vigilancia contra el narcotráfico, que ha desviado una parte de sus rutas desde el golfo de México hacia el Caribe. 
 
De acuerdo con el Departamento de Seguridad nacional de USA, en los últimos cuatro años las incautaciones de estupefacientes en el Golfo y en el Caribe han aumentado un 36%. No obstante, algunos especialistas norteamericanos, cercanos al programa de los vuelos de vigilancia del Predator en las Bahamas, afirman que la misión realizada no ha dado los frutos deseados. Durante más de 1.260 horas de vuelo los drones solo han logrado localizar a unas cuantas embarcaciones con inmigrantes ilegales a bordo.
 
Drones en Sudamérica
 
Los drones estadounidenses que llegarán al continente, según ha reportado Spencer Ackerman en el blog Danger Room de la revista Wired, son los que han cumplido misiones de espionaje y ataques a grupos terroristas en Afganistán. Entre éstos estarían el Predator, el Reaper y el Global Hawk, que no sólo tienen cámaras, sino también misiles. Norton Schwartz, jefe de personal de la Fuerza Aérea estadounidense, ha dicho que el Comando Pacífico y el Comando Sur claman por estas naves, que serían utilizadas en operaciones de vigilancia.
 
No sería la primera vez que aeronaves no tripuladas de USA vienen a Sudamérica. El helicóptero no tripulado Fire Scout de la Marina ya ha sido lanzado desde embarcaciones antinarcotráficos para buscar contrabandistas. La gran diferencia es que este aparato, capaz de volar 15 horas en un rango de 1.227 millas náuticas, estaba desarmado.
 
Tampoco serán los primeros drones en la región. En 2009 Brasil adquirió dos Hermes 450 a Israel para patrullar el Amazonas y combatir el crimen en las favelas. Ahora invertirá US$395 millones para sumar 14 IAI Heron, que operarán en el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. La firma brasileña Embraer se asoció en 2011 con la israelí Elbit Systems para construir un nuevo drone llamado Harpia, que cubrirá grandes distancias.
 
Chile equipó a sus fuerzas militares con el Hermes 900 el año pasado. Ecuador tiene al menos seis IAI Heron para vigilar el narcotráfico en alta mar. 
 
Venezuela despierta serias intrigas. Aunque el presidente Hugo Chávez salió la semana pasada a exhibir un nuevo drone fabricado en la República Bolivariana por ingenieros capacitados en Irán —país al que antes ya le había comprado al menos otros 10 drones—, muchos sospechan de las alianzas entre Venezuela y el país persa. Un reporte del periódico español ABC indica que el acuerdo de transferencia tecnológica del Mohajer 2 (M2), el modelo iraní vendido a Caracas y renombrado como Sant Arpía, costó US$ 28 millones. De acuerdo con investigaciones de la Fiscalía de Nueva York, esta cifra excede lo que sería el precio de una docena de drones.
 
Parte de la inversión, según el informe, se utilizó para levantar instalaciones secretas dentro del recinto de la Compañía Venezolana de Industrias Militares, en Maracay (donde también se fabrican fusiles rusos). Es un misterio lo que Chávez y sus aliados iraníes fabrican en esos recintos, lo cierto es que no es previsible que el principal contradictor de USA e Israel en la región se quede de brazos cruzados viendo cómo esas dos naciones inundan los cielos con drones.
 
En todo caso, explica Claudio Reyes Barrientos —coordinador de Programas y Proyectos de Flacso Chile—, los drones venezolanos “técnicamente distan mucho de los utilizados por USA, que son de largo alcance y mayor sofisticación. Los norteamericanos vuelan a más de diez veces la altura de los venezolanos y tienen 15 veces más autonomía de vuelo. Pero hay que estar atento, pues la construcción de estos aparatos cuenta con el apoyo de Irán, en una alianza que incomoda mucho a USA”.
 
Colombia contempla comprar drones a Israel. El ministro de Defensa del país judío, Ehud Barack, estuvo en Bogotá recientemente para ofrecer aviones no tripulados equipados con armamento pesado, miras infrarrojas y dispositivos de alta precisión, argumentando que se han “revisado operaciones en las que se ha hecho un detallado trabajo de inteligencia humana, pero que han fracasado por falta de inteligencia técnica, como la que puede proveer un drone”.
 
Cynthia Arnson, directora del programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Center de Washington, aseveró a este diario que en Latinoamérica “no se trata tanto de una carrera armamentista —como sucede cuando hay un país que obtiene armas que los otros ven como amenazantes—, sino que todos están buscando este desarrollo, porque es indudablemente más eficaz y reduce las muertes al recoger información de inteligencia”.
 
Arnson añade que el escenario ideal sería uno donde haya un marco legal para que los drones no hagan en Suramérica operaciones de ataque como las de Asia, y para que la información que adquieran sea compartida con los gobiernos del continente, “pero pocas veces se ha visto que haya acuerdos sobre el uso de armas convencionales, los únicos logros han sido en términos de No Profileración de armas nucleares”.
 
Las dos empresas más poderosas en producción de drones, las de EE.UU. (Northrop Grumman y General Atomics, que dominan el 80% del mercado mundial) e Israel, ya tienen la mira puesta en Suramérica. Para Carlos Martínez —doctor en Economía, especialista en geopolítica estadounidense y decano en Economía de la Universidad Santo Tomás—, se trata de poderes económicos transnacionales que pasan por encima de la soberanía de los Estados y que, como ya lo hacen en el mundo (“Israel, determinando la táctica militar en Oriente Medio, y USA, haciendo que la OTAN asuma como propias sus estrategias militares experimentales”), plantean un nuevo tipo de guerra de especulación financiera y violencia robótica.
 
Martínez considera que los drones estadounidenses, al menos en el caso colombiano, pueden llegar con la argumentación de servir a la vigilancia de rutas del narcotráfico, “pero terminarán instaurando la estrategia de EE.UU. que consiste en hacer terrorismo a los terroristas, creando miedo y violencia generalizada. Los drones terminarán siendo usados para intervenir en poblaciones que no aceptan la construcción de un proyecto minero o atacar a la guerrilla, los paramilitares o la delincuencia común —que a su vez encontrarán tecnología para defenderse, porque el mercado de armas es el más libre en la economía mundial—”.
 
Además, cuenta Martínez, no es seguro que los datos que obtenga USA sobre la situación geográfica y territorial vayan a estar al servicio de los países vigilados y no sólo de los estadounidenses. “Tendrán, entre otras, un mapa de recursos naturales que hoy ni ellos ni nosotros tenemos totalmente claro. Ahí la cosa se convierte en espionaje, en ruptura total de la soberanía territorial”.
 
La preocupación por el caos político y militar que puede generar en Suramérica el auge de aviones teledirigidos de USA, Israel e Irán, radica en que el trepidante avance tecnológico carece de un piso jurídico sólido que regule la actividad de esas naves. Hasta ahora “no hay una reglamentación que tome en cuenta el grado de destrucción masiva que puede ser causado por estos aviones, porque hasta ahora las guerras habían tenido cierta ética y juridicidad, pero con la incorporación de los drones, muchas veces quien conduce ese aparato ni siquiera sabe a quién está atacando, porque lo hace con esquemas robóticos que, aunque son de alta precisión, no tienen en cuenta el impacto humano, cultural, social ni el pánico que pueden causar en cualquier territorio”, dice Martínez.
 
Mendelson añade que es recomendable realizar “un código de conducta para el uso de drones no sólo en Latinoamérica, sino en el mundo. Es algo que tiene que decidirse de forma multilateral. En Latinoamérica, especialmente México, Argentina, Brasil y Chile, han acordado el uso pacífico. Hay algunos tratados de cielos abiertos y operaciones transfronterizas, pero la discusión necesita darse en un foro generalmente aceptado”.
 
Para Martínez, este foro sería el Consejo de Defensa suramericano de Unasur, “que puede ser el único ámbito con argumentos para regular, primero, los gastos militares, y segundo, la utilización de los avances robóticos y electrónicos en la guerra, para que sirvan a los intereses regionales y no a los intereses no medibles de la globalización, que finalmente, si se le pone nombre propio, es USA e Israel”.
 
Los países ya buscan un consenso. El año pasado Brasil propuso a Colombia, Bolivia y Uruguay crear un código para regular el uso de aviones no tripulados brasileños y el acceso a la información que pudieran recoger de otros países. Fue entonces cuando Venezuela optó por desarrollar su propio drone.
 
La ONU también ha puesto sobre la mesa la necesidad de que se cree un instrumento de investigación para prevenir abusos no sólo por parte de USA, sino de los otros 42 países que utilizan aviones teledirigidos en el mundo. El relator especial sobre la promoción y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha antiterrorista, Ben Emmerson, ha afirmado que “es preocupante” que en USA haya una investigación “poco apropiada” sobre los ataques hechos con estos aparatos y que los asesinatos selectivos que USA comete en otros países con esas naves pueden constituir “crímenes de guerra” si se prueba su desproporción.
 
Antes de la llegada de drones estadounidenses se hace urgente una investigación sobre el papel que han cumplido esos aparatos en el resto del mundo. El relator de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Cristoph Heyns, ha urgido a USA a precisar cuáles son las reglas que enmarcan las operaciones antiterroristas donde se usan los drones y si ha tenido permiso de las autoridades de los países donde han incursionado. El gobierno de Obama, sin embargo, ha guardado silencio.

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