SOBRE VALORES SOCIALES

Deportivo Riquelme se parece a la Argentina K

Probablemente por la importancia de Boca Juniors, de Juan Román Riquelme y de los eventos ocurridos durante las últimas horas, es necesario condenar la violación de principios elementales en una sociedad organizada como la autoridad y la disciplina. Mal camino si Daniel Angelici prefiere someterse a las presiones de los simpatizantes, sensibilizados con el capricho de un veterano futbolista.

por EDGAR MAINHARD

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El denominado 'caso Riquelme' (por Juan Román, no Larissa) ha logrado una extraordinaria repercusión.

Más allá de las indudables virtudes futbolísticas que tuvo el jugador, que el 24/06 cumplió 34 años, es probable que la trascendencia haya ocurrido con la complicidad de los dirigentes de la asociación civil Club Atlético Boca Juniors, que así lograron 'licuar' el impacto negativo de la derrota ante el brasilero Sport Club Corinthians Paulista; y de los periodistas deportivos, quienes obtuvieron un tema apasionante a desarrollar durante el intermedio entre el campeonato Clausura 2012 y el torneo Inicial.

Debe recordarse que, en junio de 2010, Riquelme forzó una extensión por 4 años más de su contrato con Boca Juniors, en una negociación complicadísima -a causa de cuestiones impositivas- pero exitosa cuando en agosto de ese año se anunció que la fecha de vencimiento era 30/06/2014.

¿Qué ocurrió entre agosto de 2010 y julio de 2012? Que Riquelme decidió que no desea que el entrenador de Boca Juniors siga siendo Julio Falcioni, y cuando el presidente de la institución deportiva, Daniel Angelici, ratificó la permanencia del ex arquero hoy entrenador, el jugador decidió presionar a Angelici apelando a los simpatizantes a través de su supuesta renuncia, solicitando implícitamente la salida del entrenador, quien en febrero ya había renunciado a continuar en Boca, a causa precisamente de la indisciplina de Riquelme, pero fue convencido por Angelici para que continuase.

En el debate hay una cuestión muy importante en debate en la sociedad argentina, que trasciende lo deportivo, y que se refiere a la disciplina y la autoridad. Hay un vínculo inevitable entre los valores que prevalecen en una sociedad y los vigentes en sus instituciones civiles, en especial las deportivas, con tanta influencia sobre el conjunto de la sociedad al extremo que el Estado decidió subsidiar a los clubes de fútbol vía la televisación de los partidos.

Durante sus 9 años en el gobierno, los Kirchner han instalado dos definiciones que son muy perjudiciales para el presente y futuro de la sociedad argentina:

> que la disciplina es un concepto negativo, rémora de las dictaduras cívico-militares; y

> que la autoridad es relativa porque puede vulnerarse, segun las circunstancias.

Los Kirchner, que siempre se dijeron peronistas, decidieron ignorar -para congraciarse con sectores no peronistas- un concepto tan caro a los justicialistas: "Solo la organización vence al tiempo". No hay organización sin disciplina y autoridad.

La vulneración de la disciplina es el valor implícito en la ocupación de espacios públicos, una constante de los años recientes, casi siempre tolerada, y hasta alentada, por los funcionarios públicos.

La vulneración de la autoridad ocurre a diario. Por dar un ejemplo, para Cristina Fernández de Kirchner un secretario de Estado (el caso de Guillermo Moreno o Axel Kicillof o Sergio Berni) es más importante que un ministro.

En el caso de la relación entre Boca Juniors y Riquelme, el jugador desconoció la autoridad del entrenador contratado por el club; y se indisciplinó al imponerle al club la disyuntiva de tener que elegir entre uno y otro.

Cuando Riquelme protagonizó una situación bastante similar en el español Villarreal Club de Fútbol, al pretender que el presidente del club, Fernando Roig Alfonso, eligiera entre él y el entonces entrenador, Manuel Pellegrini, el Villarreal ratificó a su entrenador; Riquelme estuvo varias semanas sin jugar y terminó regresando a Boca Juniors, donde el vestuario quedó fragmentado.

Sus compañeros que cuestionaron sus comportamientos/caprichos dentro del plantel, fueron despedidos del club, con excepción de Martín Palermo, quien había decidido abandonar la práctica deportiva profesional.

Han sido malos antecedentes y lo sabe Angelici: las instituciones son emprendimientos colectivos que van más allá de la coyuntura, y no pueden aceptar que una persona imponga su deseo, y menos un jugador, que es un contratado con un período breve de permanencia -contrastado con los 107 años que acumula Boca, hoy en peligro de devenir en un novel Deportivo Riquelme-.

No lo entendió Carlos Tévez, cuando en el Manchester City Football Club, planteó un enfrentamiento personal con el entrenador Roberto Mancini, cuestionando su autoridad e indisciplinándose.

Khaldoon Al Mubarak, presidente de esa institución propiedad 100% de Su Majestad, Sheikh Mansour Bin Zayed Al Nahyan, no dudó en apoyar a Mancini, y Tévez terminó, a regañadientes, aceptando las condiciones. La virtud del City fue reincorporarlo al equipo, que luego ganó la Premier League británica.

¿De quién son los clubes de fútbol en la Argentina? De sus socios, quienes eligen a sus representantes (los directivos), quien contratan al cuerpo técnico que comanda a los jugadores.

Es muy grave cuando esa transparente cadena de mandos es vulnerada. Sucedió en River Plate, cuando se adjudicó a los entonces máximos directivos José María Aguilar y Mario Israel tolerar el planteo del plantel profesional contra el entonces entrenador Reinaldo Merlo, a quien aceptaron desvincular para que se hiciera cargo Daniel Passarella. Fue el inicio de sucesivas y graves irregularidades que acabaron con el club en la División B Nacional... con Passarella como presidente...

Es más: River Plate no ha recuperado la normalidad, y prueba de ello es el escándalo entre el entrenador Matías Almeyda y sus ex jugadores Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez.

River Plate no es el espejo en el que desearía mirarse Boca Juniors. Pero, más allá de lo deportivo, la sociedad argentina debería reflexionar sobre los valores que profesa porque el subdesarrollo comienza en lo sociocultural.

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