SEXUS

SEXO & PROSTITUCIÓN

Pagar o no pagar, no es la cuestión

Cuando a Chester Brown le ocurrió lo mismo que a Robert Pattinson -su novia le confesó la infidelidad- la reacción final fue muy innovadora. Se ignora cómo terminará Pattinson pero es bueno saber qué ocurrió con Chester.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A Chester Brown le ocurrió varios años antes que a Robert Pattinson pero el anuncio que le hicieron fue más privado: quien era su chica le dijo al oido que prefería a otro, no como Kristen Stewart, que lo difundió por comunicado de prensa luego de ver la fotografía suya y del director de cine Rupert Sanders en la portada de la revista US. Pero a Chester se lo trajeron 'al otro' a vivir a la casa de ambos... que pasó a ser la 'casa de todos'.
 
Chester es un exitoso autor de historietas, uno de los escritores de novela gráfica más importantes de los últimos 20 años. Pero su mala experiencia cambió su vida: decidió no volver a comprometerse sentimentalmente con nadie y hasta escribió su experiencia en una novela gráfica: "Pagando por ello". Su decisión: "No necesito el amor romántico y lo que necesito lo puedo conseguir pagando".
 
Sin duda es un tipo raro: a causa del despecho porque ella buscó a otro o del enojo que le provocó a su ego esa vivencia de cornudo, relató, y en detalle, sus experiencias como cliente asiduo de prostitutas... En el texto con dibujos, él propuso un debate sobre su punto de vista. Por eso dibujó las abundantes escenas de sexo con planos medios y sin ningún tipo de erotismo, como si los personajes, en vez de tener sexo, estuvieran hablando mientras toman un café.
 
Eso sí: Chester es un tipo de códigos: él guardó celosamente la identidad de las prostitutas. Jamás dibujó sus rostros en su obra autobiográfica, en la que él se retrató a sí mismo, siempre, con un rostro pétreo e inexpresivo. De paso, aprovecó para desmontar muchos de los clichés asociados a la prostitución (marginalidad, suciedad, drogas y proxenetas).
 
Y Chester, que empezó abandonado por su novia, concluyó su peripecia con una de las prostitutas que conoció.... Vaya a saber uno cómo la acabará Pattinson, pero seguro que no pasará mal si lo toma con cierta filosofía...
 
Acerca del sexo pago, bastante se ha escrito. Hasta circula un manual con consejos para los clientes, que brinda instrucciones tipo:
 
"Antes de la cita:
 
1. Lee bien el anuncio que te ha motivado a llamar. En el mismo a veces está la información que quieres preguntar.
 
2. Respeta el horario de atención de la profesional: Si pone de 8:00 a 20:00 no llames a las 21:00 (ella como tu cumple un horario).
 
3. Si deseas información de determinados servicios y/o tarifas no escrita en el anuncio, se claro y di las cosas claras: divagar no lleva a nada y tu no obtienes la información que buscas y ella sólo pierde el tiempo.
 
4. No llames para ligar ni para ponerte "caliente". No es un teléfono de citas ni un teléfono erótico (a no ser que se anuncie como tal).
 
5. Infórmate bien del tiempo mínimo para concertar la cita para organizarte y permitir que la profesional se organice (ten en cuenta el desplazamiento, de modo que si no está anunciado pregunta la zona en que recibe, no insistas en direcciones exactas si no es ya para concretar).
 
6. Se educado y correcto. Es profesional pero persona y se merece lo mismo que tu. Con educación y una sonrisa serás mucho mejor informado y a su vez posiblemente terminarás por hacer que ella se sienta más cómoda y todo ello te motivará más para ir a verla.
 
7. Ten claro lo que quieres antes de llamar: Servicios (incluyendo si se desea preguntar por besos con sus variantes o el uso completo y total del preservativo; entendiendo con ello en el francés y no la penetración); tarifas (precios por tiempo y servicio), lugar (apartamento propio, apartamento por horas, desplazamiento...), siempre recordando de nuevo verificar el anuncio. Si preguntas sobre algo escrito que sea como pregunta confirmativa.
 
8. Asegúrate si no lo ves claro si es agencia, piso o independiente 100%. Siempre y cuando eso pueda hacer variar tu decisión.
 
9. Conoces su nombre profesional, de modo que no está de más que te presentes y digas tu nombre (real o no ya es cosa de cada uno).
 
10. Vas buscando disfrutar, así que disfruta ya desde la llamada y que ella note que lo haces. Todo será más fluido.
 
11. Aunque parezca delatar tu intimidad... llamar siempre con numero identificable y no oculto (si no las probabilidades de no respuesta son altísimas).
 
12. No enviar correos preguntando direcciones y demás, ni intentar cita por correo.
 
13. Si, económicamente, no te lo puedes permitir, no llames. Pedir un descuento por este tipo de servicio es muy ofensivo."
 
Pero Chester fue más allá de todo eso.
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El relato
 
 
"En junio de 1996, el canadiense Chester Brown dibujaba cómics en el departamento que compartía con su novia en Toronto, cuando ella le anunció: "Te amo como siempre te he amado y sé que siempre te amaré, pero.... creo que me enamoré de otra persona". 
 
Chester percibió que no estaba molesto –ni siquiera se inmutó cuando el nuevo novio fue a dormir con su muy reciente ex... en la habitación de al lado. Un transición tan tranquila que los dos decidieron seguir compartiendo el mismo departamento, lo que hicieron durante mucho tiempo-. Un año más tarde, a los 37 años, Chester llegó a la conclusión que cambiaría su vida: "Tengo dos deseos contradictorios: 'El de tener relaciones sexuales y no tener novia'".
 
Chester terminó descubriendo que, al menos para él, no había contradicción. Después de un período de celibato, él comenzó una vida sexual con prostitutas, que en general, era bastante agradable. Cuando las descripciones de los anuncios clasificados/agrupados no se correspondían con los hechos, él podría inventar una excusa e irse... o terminar constatando que, aunque la mujer no era tan sabrosa como había prometido, tenía otros talentos o era simplemente divertida.  
 
Descubrió que, para él, el "amor romántico" no tenía ningún sentido. "Nuestra cultura refuerza la idea de que el amor romántico es más importante que otras formas de amor", le dijo un día a su ex-novia. "Yo no lo creo. El amor de los amigos y de los familiares puede ser tan satisfactorio como el amor romántico. A la larga, probablemente son más satisfactorios".
 
Más tarde, le explica su teoría a una prostituta durante una conversación en la cama. "El amor es donación, compartir y afecto. El amor romántico es posesividad, celos y mezquindades", le dijo a la chica. "La madre que tiene varios hijos los quiere a todos. Quien tiene muchos amigos puede amarlos a todos. Pero no se encuentra correcto que se sienta amor romántico por más de una persona a la vez. Creo que es la naturaleza excluyente del amor romántico que lo hace diferente de otros tipos de amor". (...)
 
A lo largo de las 284 páginas, Chester será el narrador de sus dilemas, sus encuentros con las prostitutas y sus discusiones con amigos. Especialmente con los dibujantes Matt Joe y Seth, con quien formaba los "Tres Mosqueteros" en el mundo del cómic. Estas conversaciones, por lo general en un bar o café, son las partes más interesantes del libro, ya que los amigos tienen dificultades para aceptar la elección de Chester, tanto por el prejuicio enorme que existe en la actualidad con respecto a la prostitución, como por el malestar que esa alternativa no convencional produce en relación con la vida sexual de cada uno de ellos.
 
Al final del libro, tenemos ganas (yo, al menos) de ser amiga de Chester que va exponiéndose con abismal honestidad a cada página. 
 
Sin olvidar, por supuesto, que al igual que cualquier relato autobiográfico, las verdades sobre quién escribe sobre sí mismo se filtran a través de una mirada cariñosa y, a veces, complaciente. Pero Chester logra reírse de sí mismo -y dudar de si mismo-, a veces lo suficiente como para involucrarnos en la historia y convencernos. 
 
En un momento, por ejemplo, una de las prostitutas le explica por qué prefiere trabajar de tarde en vez de noche. Ella dice: "Cuando trabajamos en la noche, un montón de hombres llegan borrachos. Los peores clientes son los borrachos y los que tienen pene grande". Y añade: "Ojalá todos mis clientes fueran como vos".
 
Las aventuras de Chester, sin embargo, no son solo deliciosas. 
 
Su mayor mérito es enfretarnos con una visión del amor, del sexo y de la prostitución que va contra del sentido común. Incluso para las personas consideradas de "mente abierta", la prostitución sigue siendo un tabú. Incluso hoy en día, las prostitutas se reducen a "putas" o "víctimas del machismo, del patriarcado y de la sociedad" - puntos de vista pobres y autoritarias sobre una identidad compleja. En cierto modo, sobre la prostitución hay casi unanimidad negativa uniendo sectores de la sociedad que están en desacuerdo con casi todo el resto.
 
A Chester le molesta no encajar en el estereotipo de lo que se imagina como un cliente que paga por sexo. Él no es el señorito del pasado que mantenía en el hogar a la mujer "honesta" y "madre de los niños", pero disfrutaba igual del cabaret de la ciudad. Tampoco es el explotador de mujeres violento, pervertido y con "vicios" de historias inenarrables que se vuelven noticia. Mucho menos es el "perdedor" infeliz desajustado y solitario que busca el placer en callejones oscuros, escabulléndose hacia el inframundo. 
 
Chester utiliza su nombre real, no esconde a nadie que él tiene relaciones sexuales con prostitutas y trata su elección con tanta naturalidad como si él estuviera hablando de un matrimonio convencional. Al colocar bajo el sol, un tema históricamente relegado a las sombras -y a lo sombrío-, él lo convierte en algo nuevo. Sobre todo porque tiene la inteligencia para evitar deslizarse en la dirección opuesta -el glamour-, lo cual sería desastroso.  
 
Para Chester, el sexo con prostitutas es un asunto tan despreocupado como estar de novio, vivir juntos o casados. Como hombre de la Era Digital, él elige a las mujeres por los anuncios y evalúa las "críticas" que dejan los otros clientes en Internet. Paga el precio acordado y respeta los límites estipulados, porque es una persona decente y da propina inclusive cuando no le gusta mucho, porque tal vez sea demasiado buen hombre. 
 
Debido a la reacción persistente y casi ofendida que provocó su elección, Chester terminó convirtiéndose en un defensor público de la legalidad de la prostitución -todavía prohibida en varios países, incluso de Occidente-. 
 
Mientras él defiende la legalización de la prostitución, está en contra de las reglas de la profesión, por considerar que el Estado debe mantenerse al margen de la cama de los ciudadanos –cualquiera sea la relación establecida entre las partes-. También está en contra porque él cree que, a partir de ella, crearía una nueva distinción entre las prostitutas, lo que dejaría sin protección a las no regularizadas.
  
Pero Chester es, en especial, un defensor de la "normalidad" de relaciones sexuales remuneradas. En el nombre de esa militancia, preparó un largo apéndice al final del libro, dividido en 23 artículos, el mismo número de prostitutas con las que tuvo relaciones sexuales durante la novela, para refutar los argumentos en contra de la prostitución, que él llama "noviazgo pago". 
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En general, él rechaza los argumentos utilizados por una parte del movimiento feminista, que pone a la prostitución como una explotación de la mujer -y a la prostituta como una víctima-.
 
Éstos son algunos de los elementos enumerados por Chester Brown:
 
1. Vos sos dueño de tu cuerpo. Decir "quiero tener sexo con vos porque me vas a dar dinero" es tan moral como decir "quiero tener relaciones sexuales porque te amo". Y eso vale tanto hombres como mujeres.
 
2. Los clientes no compran las prostitutas. Cuando alguien compra un libro, lo lleva a casa y hace lo que quiera con él, el tiempo que desea. Con una prostituta, se paga por tener relaciones sexuales durante un período determinado, limitado por el tiempo que se combina, y a continuación se separa de ella. Ningún cliente hace lo que quiere con una prostituta o es dueño de ella.
 
3. La violencia, minoritaria, es tan presente en las relaciones sexuales remuneradas como en el sexo no pago. Hay clientes cretinos en la misma proporción que hay maridos y novios cretinos que ignoran los pedidos y los límites establecidos por las mujeres. Así como hay personas que van más allá, y las golpean. Para contrarrestar este comportamiento, hay leyes. Pero si llegamos a la conclusión de que debemos penalizar o condenar el sexo pago debido a que algunos hombres son idiotas y algunos son violentos, entonces también se debe condenar o tipificar como delito el matrimonio y el sexo no pago. Del mismo modo, con respecto al tipo de trabajo, cualquiera encontraría inadecuado poner fin a la ocupación de conductor de taxi, porque algunos son  asaltado, heridos e incluso asesinados por ladrones disfrazados de clientes.
 
4. No sólo las prostitutas suelen tener relaciones sexuales sin desearlas. Muchas personas en las relaciones amorosas también tienen relaciones sexuales sin ganas. La frase "no quiero tener sexo con este hombre, pero necesito el dinero " es tan moral como "no quiero sexo ahora, pero lo tengo porque es mi novio y lo amo" o "Ya no deseo a mi marido pero me conformo con el bien de nuestro matrimonio" (o "por lo niños").   
 
5. La prostitución no destruye la dignidad de las prostitutas. La vergüenza que algunas prostitutas sienten por la profesión se debe a la internalización de los prejuicios en la sociedad –y no la venta de sexo en sí mismo-. Al igual que en el pasado (y aún hoy, en algunos casos) los homosexuales sintieron vergüenza, depresión, culpa y disgusto por su orientación sexual. Esto no quiere decir que ser gay estuviera mal –y sí que muchos homosexuales interiorizaban valores de la cultura en la que vivían, asumiendo el perjuicio de la sociedad como culpa y vergüenza-. 
 
6. La diferencia con la que la sociedad trata a la prostitución masculina muestra que el prejuicio, como siempre, está relacionado con la autonomía de las mujeres. En general, los opositores de la prostitución femenina hacen caso omiso a la masculina. La razón es que los argumentos utilizados para condenar la prostitución femenina sonarían ridículo si se aplicaran a la masculina. Nuestra cultura cree que los hombres controlan su propia sexualidad. Y si un hombre se pone en una situación potencialmente peligrosa, la sociedad lo entiende como un comportamiento inherente a la naturaleza masculina. Ahora, con respecto a las mujeres, no. Ellas son siempre víctimas, y siempre hay alguien -incluso otras mujeres- capaces de determinar qué es lo mejor para ellas. 
 
7. La prostitución es una elección. Los sectores que se oponen a la prostitución dicen que no hay posibilidad real de elección si la mujer tiene que elegir entre un trabajo de salario bajo y poco valorizado y la prostitución, así como no habría elección si la mujer es una prostituta porque sufrió abusos en la infancia, caso de parte de las prostitutas (como parte de las mujeres). Sin embargo, una elección es una elección, aunque sea una elección difícil. Decir que los adultos no tendrían derecho a elegir porque tuvo una infancia difícil, es un terreno peligroso. Estas mujeres que no podrían elegir relaciones sexuales remuneradas no serían entonces capaces de hacer cualquier opción sexual, incluso amorosa, debido a su pasado. De la misma manera que la realidad impone decisiones difíciles para ganarse la vida todo el tiempo, tanto para hombres como para mujeres. Y así como hay gente que le gusta lo que hace y a otros no les gusta. Todo el mundo -no sólo a las prostitutas- es el resultado de sus circunstancias y del sentido que se logró dar a  la vida. ¿Alguien tiene el derecho de determinar que adultos tienen derecho y cuáles son capaces de tomar decisiones sobre sus vidas, aunque estas decisiones no agraden a los demás?
 
Estos son algunos de los argumentos que Chester Brown propone al lector, construidos a partir de investigación y lecturas, pero sobre todo de su propia experiencia en el mundo de las relaciones sexuales remuneradas. En la novela de la vida real que narra en su cómic, cada prostituta entiende su elección de manera diferente. Cuando no se cuentan a la familia y amigos acerca de su profesión, por lo general es por temor a los prejuicios - y no por despreciar lo que hacen.
 
Por características de su personalidad, un poco obsesiva, Chester examina el sexo pago y sus implicaciones con algo cercano al método científico. Meticuloso, escucha y duda de la tanto de los demás como de sí mismo, lo cual lo hace digno de ser escuchado en lo que dice. 
 
Al terminar el libro, Chester parece haber encontrado lo mejor para él, al menos en ese momento: estaba desde hacía 6 años manteniendo relaciones sexuales con una prostituta, quien a su vez, sólo tenía relaciones sexuales con él, una curiosa relación monógama sin compromiso. Chester cree que ella no tendría relaciones con él si él no le pagara, y piensa que está muy bien que sea así.
 
En el apéndice final del libro, su amigo Seth dice con ironía amorosa: "La verdad es que si en el pasado la participación de Chester con prostitutas me molestaba, ahora lo superé. La prostitución puede no funcionar para todos, pero funciona para él. Lo curioso en Chester es que, de todos los hombres que conozco, él es quizás el que sería el mejor marido o novio de cualquier mujer... Y sin embargo fue él quien escogió la prostitución. El mundo es muy gracioso".
 
Pero Chester se desliza en al menos un punto, lo que es una pena. Al optar por tener relaciones sexuales con prostitutas, por creer que el amor romántico no es para él, Chester es atacado por muchos -y también por los amigos más queridos-. Después de todo, mantener una relación de amor romántica con alguien parece ser la más grande búsqueda y la redención de la mayoría de las personas de nuestro tiempo. Para Chester, el amor romántico es más que un mito en el que las insatisfacciones mutuas se enmascaran para evitar poner en peligro su idealización, tan cara a nuestra cultura.
 
El problema es que Chester trata el amor romántico -y el matrimonio- con el prejuicio similar al reservado a la prostitución por quienes la critican. Cuando lo mejor, creo yo, sería no reemplazar un dogma por otro. 
 
Entonces, como pagar por sexo puede ser la mejor solución para Chester y para muchos, el sexo no pagp puede ser la mejor solución para los demás. Hay millones de diferentes pactos que un hombre y una mujer -o un hombre y un hombre, una mujer y una mujer- puede hacer el uno al otro y que sólo a ellos les concierne. Sería mejor haberse ubicado por allí, pero Chester Brown, al igual que muchos que defienden una bandera en la dirección opuesta, llegan a ser dogmáticos en sentido inverso.
 
Este deslizamiento, sin embargo, no le quita brillo a su obra y a su reflexión. Es importante cuando alguien nos separa del sentido común y nos arroja de cara a nuevas preguntas – no para estar de acuerdo con él, sino para pensar en él. Y más aún en una época en que la corrección política ha reprimido la libertad de las ideas. Chester no causa controversia por la controversia, como muchos en la búsqueda de audiencias y lectores. Estudia, investiga y experimenta y cuenta. Y es su honestidad moral e intelectual que vuelve Pagando por sexo tan instigante.
 
El libro me hizo recordar un evento que ocurrió hace cuatro años en Porto Alegre, denominado "Una puta tertulia". En la ocasión, un folletín escrito por un grupo de prostitutas bajo el título "Una puta historia " fue leído al público. En un momento dado, una feminista no pudo contenerse y dijo: "Espero que algún día las mujeres no tengan que vender su cuerpo para sobrevivir". 
 
Janet, la prostituta que estaba en el escenario respondió en el momento: "Pero yo no vendo mi cuerpo, lo alquilo. Y solo un poco de él. ¿Usted no alquila su cerebro a su jefe?"
 
Como se ve, hay mucho para reflexionar."

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