POLÉMICA

Cavallo contra Cristina, por la deuda

Domingo Cavallo mantuvo una estrecha relación con Néstor Kirchner, no solamente vía Juan Carlos Mazzón sino también en forma personal. Pero luego Cavallo fue 'mala palabra' y Néstor se olvidó de la relación de otrora. Ahora, además, Cristina Fernández embistió contra el ex ministro, acusándolo de provocar el endeudamiento público externo desde 1982, cuando él fue presidente del Banco Central. Cavallo podría acusarla de promover el endeudamiento público interno, que es extraordinario, pero prefirió polemizar sobre las acusaciones de la Presidente. El debate sigue abierto:

 

 
por DOMINGO CAVALLO
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Cavallo). El discurso de la Presidenta fue una sucesión de mentiras, no muy diferente a la que nos tiene acostumbrados. Pero vale la pena preguntarse porqué utilizó mi paso durante 53 días al frente del Banco Central en 1982 para mostrarme como uno de los principales responsables del endeudamiento argentino, siendo que yo fui Ministro durante más de siete años entre 1989 y 1996 y nuevamente durante 2001. Sin duda la traicionó el subconsciente. Voy a explicarlo.
 
Las medidas que yo adopté en julio y agosto de 1982 a Cristina la perjudicaron mucho. Ella y Néstor, por entonces tenían un estudio de abogados que se dedicaba a ejecutar hipotecas para que los bancos pudieran recuperar los préstamos que habían otorgado ajustados por la circular 1050. Es bien conocido que los inmuebles que declaran en su patrimonio vienen de aquella época, porque ellos compraban a precio de remate los inmuebles de los deudores a los que ejecutaban.
 
Como yo me dediqué durante esos 53 días a resolver aquel problema de deudas hipotecarias, no muy diferente en su naturaleza al que aún persiste en los Estados Unidos por las hipotecas “sub-prime”, de inmediato desapareció el negocio que los Kirchner habían venido haciendo alrededor de las ejecuciones hipotecarias.
 
Hacia fines de junio de 1982, luego de la derrota de nuestro País en la Guerra de Malvinas y después que durante tres meses el país había dejado de pagar su deuda externa comercial  yo consideré que el problema principal de nuestra economía era el endeudamiento excesivo de las familias, por adquisición de viviendas, y de las pequeñas y medianas empresas, por inversiones y capital de trabajo. Eran deudas en pesos, no en dólares, que se habían multiplicado geométricamente porque estaban indexadas por la circular 1050 que permitía la capitalización de los intereses nominales. Como la tasa de interés nominal se había mantenido muy por arriba de la tasa de inflación durante más de dos años, las altas tasas reales de interés, en pesos, habían hecho crecer las deudas al mismo tiempo que habían deprimido el precio de las propiedades. Como resultado las familias que habían adquirido viviendas con créditos hipotecarios debían más de lo que valían sus propiedades y  por supuesto, no podían afrontar el pago de las cuotas con salarios que apenas habían crecido al ritmo de la inflación. Por eso, muchos estudios jurídicos relacionados con los bancos, se dedicaban a ejecutar hipotecas y algunos de ellos, los Kirchner por ejemplo, participaban además en los remates como compradores.
 
La solución que yo apliqué fue conceptualmente simple: Decidí regular por un tiempo la tasa nominal de interés que los bancos podían pagar sobre los depósitos a plazos fijos cortos y también las tasas que los bancos podían cobrar por su cartera de préstamos en pesos. Las tasas reales de interés iban a ser negativas por un tiempo lo suficientemente largo como para que las deudas hipotecarias y otras deudas en pesos se redujeran (ahí nació el término “licuación de pasivos”) y los deudores recompusieran tanto la relación entre los salarios y las cuotas de los préstamos como la relación entre el valor de los activos y el monto de la deuda. Por supuesto, a partir de allí los Bancos dejaron de ejecutar a sus deudores, porque estos ya no eran insolventes. Esta medida benefició a millones de familias y de empresarios medianos y pequeños y perjudicó sólo a quienes como los Kirchner se dedicaban a las ejecuciones hipotecarias y a las compras de propiedades a precio de remate y a algunas grandes empresas que no estaban endeudadas en pesos sino en dólares.
 
Para los endeudados en dólares, que de repente pasaron a contabilizar deudas mucho mayores que las que habían registrado hasta ese momento porque yo dejé que el Peso se devaluara en el mercado financiero libre todo lo que fuera necesario y se abrió una brecha con el mercado comercial, lo único que yo les ofrecía era un seguro de cambio para poder pagar sus deudas por el mercado comercial si lograban extender en dos años los plazos de vencimientos de sus deudas. Esta era una solución justa y que no complicaría las cuentas públicas porque era de esperar que en un período de dos años el mercado financiero y el mercado comercial deberían estar ya reunificados. Mi solución no satisfizo a las grandes empresas endeudadas en dólares y como volvieron a hacerlo en el 2001, hicieron lobby para sacarme de la Presidencia del Banco Central.
 
Los Kirchner estaban demasiado ocupados en sus ejecuciones hipotecarias y preocupados por la repentina desaparición de su negocio profesional como para advertir que me sacaban del Banco Central para resolverle el problema a los endeudados en dólares a costa del aumento del endeudamiento público. Yo fui el primero en advertirlo y en denunciarlo. Lo hice el 22 de setiembre de 1982 en una conferencia que dí en Córdoba luego de ser presentado por el entonces Presidente del Consejo Profesional en Ciencias Económicas de esa ciudad y poco tiempo después Secretario de Hacienda del Gobierno Radical: Norberto Bertaina. A pesar de mi advertencia sobre el costo que tendría para el erario público, el nuevo Presidente del Banco Central Julio Gonzalez del Solar dispuso la “estatización de la deuda privada” pocos días después. Recuerdo que algunos dirigentes políticos de que aquella época, que por entonces, a diferencia de los Kirchner estaban más preocupados porque no se interrumpiera el proceso de retorno a la democracia que por sus negocios profesionales, como el Dr Raúl Alfonsín, por ejemplo, denunciaban que mi renuncia forzada a la Presidencia del Banco Centralb era una forma de entorpecer la apertura democrática. Esto se puede leer en un artículo del diario “La voz” del mismo día en el que yo pronunciaba mi conferencia en el Consejo Profesional de Córdoba.
 
Respecto de Cristina Kirchner sólo puedo imaginar dos cosas: que haya estado ofuscada por la terminación de su negocio de ejecuciones hipotecarias y no haya podido seguir los acontecimientos económicos y políticos de esos meses o que, conociendo cuál es la verdad, haya decidido adherir a la interpretación de la historia que quieren hacer los que le ayudan a construir el “relato” oficial. Son los mismos que desde 1984 en adelante, para conseguir que el Presidente Alfonsín dejara de consultarme, inventaron mi supuesta responsabilidad en la estatización de la deuda privada. Miente, miente, que algo quedará.

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