UN ESFUERZO DECISIVO

Redistribuyendo la torta en China

El modelo capitalista funciona mientras no ocurran graves desequilibrios en la distribución de la riqueza. Si China lo entiende y puede resolver la ecuación, larga vida al Partido Comunista Chino.

 

por TOM ORLIK
 
LONDRES (The Wall Street Journal). La opinión generalizada dice que los pobres de China ahorran demasiado –mejorando la red de seguridad social se les animaría a acudir a las tiendas y se aceleraría el motor del consumo–. La realidad dice lo contrario.
 
Un sondeo del año 2011 de la Universidad de Finanzas y Economía del Suroeste de China halló que el 55% de los hogares chinos había ahorrado poco o nada en el año. Esto acaba con el mito de los diligentes granjeros y los trabajadores emigrantes que ahorran para pagar la educación, la asistencia sanitaria y las pensiones.
 
La encuesta a 8.000 hogares también descubrió que el 10% de las familias china controla el 86% de la riqueza y representa el 56% de los ingresos de los hogares. Esta cifra supone una cuota considerablemente más alta de los ingresos que el 32% sugerido por los datos de la Oficina Nacional de Estadística, e indica un preocupante nivel de desigualdad.
 
Las comparaciones internacionales e históricas sugieren que la diferencia de riqueza en China debería hacer sonar las alarmas. Sondeos de los años 1995 y 2002 arrojaron entonces que el 10% de los ciudadanos más adinerados de China controlaba sólo el 30% y el 41% de la riqueza, respectivamente. En USA, los datos de la Reserva Federal indican que el 10% más adinerado se come el 74% del pastel.
 
Concentrar la riqueza en manos de unos pocos en China tiene implicaciones para la estabilidad tanto financiera como social.
 
Los ricos de China ya están comprando pasaportes y viviendas en el extranjero. Con una cuota tan alta de activos en sus manos, si todos deciden marcharse al mismo tiempo, dejarían un gran agujero en el sistema bancario. Los pobres de China han consentido un sistema injusto porque sus ingresos también están aumentando; si este proceso se detiene, podrían no ser tan tolerantes con los privilegios consolidados.
 
El mensaje principal, sin embargo, se refiere a la receta para abordar el modelo de crecimiento de China. Los esfuerzos del Gobierno se han centrado hasta el momento en extender la asistencia sanitaria, la educación y las pensiones públicas para reducir la necesidad de los hogares de ahorrar frente a imprevistos y para liberar ingresos que puedan gastarse en las tiendas.
 
Esto no dará resultado. La razón de que la gran mayoría de los hogares chinos no gaste no es que ahorren demasiado, sino que sus rentas son demasiado bajas. El motivo de que los ricos ahorren no es que deseen hacerlo, sino que tienen mucho más dinero del que pueden gastar. La mejor forma de incentivar el consumo en China no es ampliando los servicios públicos, sino mediante una distribución más equitativa de los ingresos.

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