OTRA MIRADA

Crónica de un saqueo anunciado

En Junin todo empezó a las 16:30 en el supermercado chino Die, de Intendente De la Sota y Almirante Brown. El relato del periodista de esa localidad bonaerense resulta muy interesante para reconstruir lo que ocurrió en muchas otras ciudades argentinas.

 

por OMAR BELLO
 
JUNÍN (La Verdad Online). Las grandes cadenas de supermercados nacionales mantienen el tema oculto por cuestiones de seguridad y para evitar el temido efecto contagio.
           
Sin embargo, desde hace años, para estas fechas negocian con grupos organizados de personas que les demandan mercadería.
          
La “costumbreviene de 2001, y se mantuvo a pesar de la mejora económica.
          
Por lo general, el asunto no pasa a mayores ya que se programa con anticipación en los locales considerados “críticos”, ubicados en zonas con bolsones de pobreza.
           
La gente llega, hay pequeñas amenazas de saqueos o piquetes en la entrada, y todo se diluye junto a la entrega de bolsas preparadas de antemano que forman parte de la previsión anual, es decir, hay una base establecida sobre la cual se montan los episodios graves que vive el país, no surgen de la nada ni tienen una década sin acontecer. 
 
Si se lo quiere considerar en términos históricos, tampoco se trata de algo tan novedoso, ya en los setenta aquellos primeros grupos montoneros saqueaban a las empresas pioneras en el rubro (por ejemplo, “Llaneza”).
            
Su objetivo era, justamente, electrodomésticos que después serían repartidos en villas de emergencia.
             
Los medios apenas reflejaban la situación porque la conducta “revolucionaria” contaba con cierta protección oficial de base, aunque todos saben que semejante accionar retrasó al menos en dos décadas la evolución de la categoría súper en el país.
             
Mientras el gobierno carga contra los sindicalistas Moyano y Micheli, y ellos le responden con la misma moneda, la pregunta que flota en el aire es: ¿Por qué ahora y quiénes están detrás ?
 
Todo empezó con Boca
 
Como dijimos, y a pesar de que el sentido común los ubica en el campo de la necesidad más absoluta, los saqueos tienen también un origen ideológico que, entre gallos y medianoche, sobrevivió y fue alimentado en las sombras.
             
Por eso, aunque la gente se indigna al ver que los saqueadores se llevan algo más que comida de las tiendas, lo cierto es que estos fenómenos tienen condimentos de todo tipo y no conviene analizarlos de manera lineal; hasta los de 2001 escondían un objetivo político que excedía al hambre e implicaba cierto nivel de organización.
            
En estas situaciones, las teorías conspirativas suelen aplicar. 
 
Según informes de inteligencia con los que contaría el Gobierno, los desbordes de la hinchada boquense (diversas zonas de Buenos Aires quedaron destruidas) fueron una suerte de “globo de ensayo” que entre otras cosas comprobó las debilidades de las fuerzas encargadas de reprimir o contener agresiones.
             
Las “fallas” van desde Gendarmería hasta Prefectura, pasando por la Policía Federal y Provincial; todos, por uno u otro motivo (políticos, salariales, etc.), exhibieron grietas que dejaron al descubierto la fragilidad del sistema de seguridad argentino, y abrieron las puertas a los hechos que padecemos hoy.
          
Ahora bien, más allá de las sospechas de conspiraciones varias, en privado el oficialismo entiende que sin cierto “clima social” desfavorable, semejante movida resultaría imposible de encarar. 
 
Profecías mayas
 
Algunos aseguran que el objetivo final de estos movimientos sería forzar algún tipo de represión que saque de eje al Gobierno.
             
Los más extremistas hablan de obligar a la Presidenta a declarar el estado de sitio en todo el territorio.
             
Lo cierto es que ya habrían existido una serie de reuniones entre los supermercadistas más poderosos del país y su posición sería clara: el tema se arregla o cierran sus puertas.
             
¿Por qué?
              
Porque algunos especulan con que estas escaladas podrían mantenerse hasta el 31, y la industria no quiere quedar expuesta en medio de una batalla sin control.
 
Durante los próximos días la esgrima verbal entre el Gobierno y las Organizaciones Sindicales que están en la vereda opuesta seguirá escalando.
               
Son la punta de un iceberg muy profundo, en el que no convendría identificar malos y buenos con rapidez e irresponsabilidad ( vale para ambos ), especialmente debido a que el oficialismo tiene más de un enemigo, y a lo largo de su gestión dejó un tendal de heridos poderosos que jamás se quedan quietos.
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De todas formas hay algo muy claro y contundente : más allá de los argumentos y las teorías que hablan de victimización, el oficialismo está obligado a contener los desbordes (hubo dos muertos en Rosario), y tiene varios asuntos por resolver.
               
Primero, la disconformidad entre las fuerzas de seguridad criolla.
               
Segundo, su propia ideología que lo lleva a esquivar cualquier tipo de represión.
               
Tercero, el clima social que no lo favorece. 
 
Cuentan con una ventaja: la sociedad maduró desde 2001. Se vio en la mayoría de los medios masivos que manejaron el tema con cautela. 
 
Crónica de un saqueo anunciado
 
El primer saqueo al supermercado “Die” sorprendió a las fuerzas y autoridades juninenses en medio de un operativo de prevención que, a decir verdad, debió empezar bastante más temprano.
                
En cierta medida se subestimaron los riesgos potenciales y los saqueos cayeron sobre la marcha. 
 
Más de 200 personas ( un número alarmante para Junín ) atacaron el negocio de manera agresiva, y según algunos testigos directos, dejando de lado el frontón integrado por mujeres y niños, había varios delincuentes comunes que fueron derecho a la caja registradora; o sea, aprovecharon la revuelta.
               
También se escucharon versiones de disparos (los vecinos aseguraron escuchar tiros), y pudo observarse la presencia de sangre en el área, situación que podría responder a heridos de bala (aunque no hay ingresos en el hospital), o ser consecuencia directa de la rotura de vidrios. 
 
Todo indica que la comunicación fue a través de mensajes de texto y Facebook.
                
A eso de las siete de la tarde, la psicosis ya cubría todo Junín y había múltiples rumores dando vueltas (la mayoría falsos).
                 
Igual, cerraron muchos negocios, y aquellos considerados críticos tuvieron custodia policial.
                 
El alerta entre las fuerzas policiales es alto y se mantiene.
 
¿El problema más grave? Infantería debió poner el cuerpo en soledad ya que quedaban sólo 3 efectivos del GAD (Grupo de Apoyo Departamental) porque sus integrantes fueron enviados a Martínez…
 
Menos agresivos, quienes que se acercaron a La Anónima y Chango Más (150 personas), aparentemente habrían llegado con una postura no tan violenta, lo que ayudó a contener, cerrar las tiendas y tomar medidas de precaución.
                 
En forma paralela se armó una suerte de Comité de Crisis en la Departamental Noroeste.
 
Cuestión de Estado
 
Aunque todavía es temprano para encarar evaluaciones profundas y desmenuzar lo ocurrido, hay varias cosas que podemos aprender de este episodio.
                  
Por un lado, las autoridades de Junín deben despertar de su siesta y entender que la conurbanización ya es un hecho insoslayable.
                  
Lo que pasa allá, ocurrirá acá en tiempo record.
                 
En determinado momento, la posibilidad de saqueos cubría todo el territorio juninense, es decir, atravesamos una coyuntura de alto riesgo.
                 
A partir de ahí, tomar las medidas correspondientes sin minimizar o pensar que “no va a pasar nada”.
                 
Por otro lado, y esta es tarea de Gobierno Nacional, ningún estado puede sobrevivir si no se prestigia y “nutre” a sus fuerzas de seguridad, especialmente dándole órdenes claras y precisas sobre cómo actuar, esquivando la tentación de demonizarlas o ningunearlas en continuidad.
                 
Porque incluso suponiendo que estamos ante una conspiración orquestada, lo que ocurrió ayer dista de ser un ataque nuclear demoledor.
                 
Frente a una crisis hay dos tipos de conductas:
                 
> Quienes explican por qué ocurrió.
                 
> Y aquellos que la solucionan.
                 
Del primer batallón (los explicadores crónicos) ya tenemos bastante.
                 
La idea es que el Estado se ubique en el segundo grupo.

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