VIENE COMPLICADÍSIMO

Crecen las dudas sobre la economía 2013

Hay 2 enfoques bien diferentes sobre la economía: uno consiste en el día-a-día, y en otro en analizar las tendencias. En ambos casos, la economía del electoral año 2013 se encuentra en graves problemas, si bien la presidente Cristina Fernández de Kirchner ya ha afirmado que no comparte esa opinión y que persistirá en su rumbo estratégico (¿?).

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Si bien hay economistas que sostienen cierto optimismo para con la evolución de la economía argentina en el electoral año 2013, hay otros que argumentan, con solidez, que el panorama es de involución.
 
Y exigen el beneficio de la duda porque ya acertaron en 2012, cuando los optimistas vaticinaban que entre Brasil y la soja habría un 2do. semestre efervescente, algo que no ocurrió.
 
El estudio Massot & Monteverde, que tampoco cree en el efecto Soja ni en el efecto Brasil para la Argentina 2013, realizó algunas apreciaciones muy interesantes a sus clientes. Uno de ellos entregó a Urgente24 algunos fragmentos de la exposición:
 
"(...) * A nuestro juicio, del vasto entramado de variables que inciden en la marcha de la economía, se han despreciado tres cuestiones que condicionan gravemente el nivel de actividad. 
 
* En primer lugar, consideramos que la generalidad de los analistas ha subestimado el enorme poder recesivo del cepo cambiario.
 
* El tener bloqueado el giro de utilidades y dividendos al exterior se hace a un costo, en pérdida de inversiones y desaliento de la producción, fuera de toda proporción.
 
> En los 3 primeros trimestres de 2012 las filiales de multinacionales pudieron transferir a sus casas matrices apenas US$ 91 millones mientras que en todo 2011 habían girado US$ 4.495 millones.
 
> Los montos de depósitos de las subsidiarias locales en los bancos están llegando a los límites establecidos por las casas matrices mientras éstas ven que las tasas son muy inferiores al alza de los costos.
 
> Muchas compañías industriales buscan cubrirse acumulando insumos atados al dólar.
 
> Paralelamente, la inversión extranjera directa como el total de inversión interna bruta fija se han desplomado.
 
* En tanto siga vigente el cepo cambiario, el derrumbe del sector inmobiliario y la construcción es irreversible.
 
> El impacto sobre la construcción hasta ahora ha sido menor; la caída fuerte comenzará a observarse en los próximos meses cuando las obras iniciadas antes del cierre del mercado cambiario se vayan terminando.
 
> Siendo la construcción uno de los sectores más intensivos en mano de obra, se puede esperar un incremento apreciable en los niveles de desocupación, con el consiguiente efecto cascada en el consumo que reforzará el descenso de actividad.
 
* Otro factor crucial que no ha sido debidamente ponderado es el formidable poder recesivo del presente estallido de la presión tributaria y de los reacomodamientos tarifarios.
 
* En la última década, el Estado, en todos sus niveles, incrementó 60% su tamaño.
 
> El gasto total consolidado del sector público alcanzó un récord de 43% del PBI y el desequilibrio fiscal final representa ahora 5 % del producto.
 
> Tan elevado ha sido el aumento del gasto público, que su crecimiento absorbió la mitad de lo que creció el PBI.
 
> Que el sector productivo pueda llevarse sólo una mitad del crecimiento no sería un problema si con los fondos absorbidos el estado hubiese contribuido a aumentar la competitividad, ampliando y mejorando la infraestructura.
 
* La presión tributaria se ubicaba en máximos históricos a mediados de 2012.
 
> Según datos del Ministerio de Economía, la presión impositiva consolidada viene creciendo desde 2003 a razón de 1,6 punto porcentual de PBI por año.
 
Evolución de la Presión Tributaria Nominal
 
> En términos nominales, la presión tributaria consolidada (federal, provincias y municipios representa 38% del PBI (el PBI incluye impuestos y sectores informales); asciende a 40 % si se computa el impuesto inflacionario.
 
> Si al PBI le restamos los impuestos y los sectores no registrados —que, obviamente, no pagan impuestos— arribamos a una Presión Tributaria Efectiva superior a 63 % del PBI.
 
* Cabe destacar que ese número no incluye el efecto de la brecha cambiaria, que actúa como un auténtico impuesto —confiscatorio, por cierto— a la exportación.
 
* En las últimas semanas hemos asistido a una feroz andanada de nuevos impuestos y subas de los ya existentes; sus efectos sobre la caja de los contribuyentes —y, consiguientemente, sobre la actividad— se harán notar plenamente recién en un par de meses. 
 
* En lo que se refiere a la carga tributaria federal, la misma se ha visto nuevamente incrementada por obra del congelamiento del monto mínimo no imponible y la veda al ajuste de los estados contables pese a que la inflación se ubique en 27% anual. 
 
> El atraso del mínimo no imponible crece mes a mes, aunque no se notará en las próximas semanas, pues el medio aguinaldo de diciembre no será computable para el pago del impuesto a las Ganancias.
 
> A ello hay que añadir la aceleración en el ritmo de desvalorización del dinero, lo que resulta en una mayor transferencia de recursos desde la sociedad hacia el estado.
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* La gente recibe del Estado, billetes por un valor nominal que se va deteriorando en el lapso de tiempo hasta cuando son utilizados, sirviendo para comprar una menor cantidad de bienes debido al aumento de los precios. 
 
* Un beneficio adicional que significa para el gobierno K esta fuente de financiamiento es que los recursos que origina no se coparticipan.
 
* El impuesto inflacionario cercena los ingresos de las familias; y al reducir su capacidad de consumo, contribuye a deteriorar el nivel de actividad.
 
> Para entender la importancia de la inflación como fuente de financiamiento del estado resulta pertinente hacer el siguiente ejercicio:  
 
* El M1 privado —dinero en poder del público más fondos del sector privado— en cuentas corrientes asciende a $ 305.000 millones.
 
* La tasa de inflación promedio para todos los analistas privados se ubica por encima de 25% anual.
 
* Esto implica que, en un año, el monto de dinero en poder del público pierde $ 76.000 millones de su valor por efecto de la inflación.
 
* Esta cifra es casi el triple de los presupuestos que manejan las provincias de Córdoba y Santa Fe.
 
* Las subas de impuestos para compensar la caída de los ingresos de origen federal son la norma en casi todos los distritos.
 
> Las provincias y municipios están siendo asfixiados financieramente, pues la Nación ha recortado dramáticamente las transferencias discrecionales y los impuestos coparticipados se han desacelerado.
 
* Amén de servir como único instrumento de contención del desmadrado gasto estatal, esos recortes sirven a la política de sometimiento de gobernadores e intendentes a los caprichos del poder K.
 
* Los recortes se efectuaron fundamentalmente en las obras públicas, lo que ha contribuido a la debacle de la construcción. 
 
* Al aumento de presión a nivel federal se suman, entonces, los aumentos que imponen las provincias en ingresos brutos, la creación de cuotas adicionales y los revalúos de las propiedades como también los incrementos de tasas que viene aplicando la mayoría de los municipios.
 
> Varios distritos han dado rienda suelta a la creatividad en materia de inventar tributos o hechos imponibles, donde se destacan los municipios que gravan los combustibles —el gobierno nacional se opuso a que lo estableciera la ciudad de Buenos Aires pero dio vía libre a varias comunas kirchneristas, como es el caso del partido de San Miguel.
 
 > También corresponde destacar la suba de los peajes y el salvaje incremento en el impuesto a los Sellos en la ciudad de Buenos Aires.
 
* Aquí se puede ver una faceta poco comprendida: cuando el gasto público no para de subir, la economía en vez de ser estimulada termina frenándose por asfixia tributaria.
 
> Todas las jurisdicciones apuntaron sus cañones al agro, la industria y los servicios, con alzas en las valuaciones fiscales y en las alícuotas de Ingresos Brutos, del que muchas actividades hasta ahora exentas pasaron a ser alcanzadas.
 
> El campo, en particular, sufre una presión impositiva sin precedentes: además de los impuestos a las ganancias, bienes personales, cheque, ingresos brutos, inmobiliario y tasas comunales, enfrenta las retenciones (sobre el monto facturado) de 35% y una brecha cambiaria (aquí también se grava la facturación, no los márgenes) del mismo orden.
 
> No se percibe que el contribuyente es el mismo y que la sumatoria de carga impositiva lo ahoga.
 
> La asfixia de los contribuyentes derivará en una caída de la actividad y en una menor recaudación, sea por la menor base imponible, o por mora o sencillamente por evasión.
 
> Ni siquiera la fuerte caída en términos reales de la recaudación por impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios ha servido de advertencia.
 
* Los incrementos que se implementen en las tan atrasadas tarifas de energía, transportes, peajes y servicios públicos en general, tendrán un impacto similar al de los impuestos.
 
> Esos aumentos tienden a reducir el ingreso disponible de las familias.
 
> Como se trata de bienes o servicios caracterizados por una demanda relativamente inelástica, esas subas derivan en una disminución del consumo de otros bienes.
 
> Esto significa que el efecto de los reacomodamientos tarifarios es una contracción de la actividad de las  industrias productoras de bienes más elásticos.
 
* Por último, el 3er. gran factor recesivo tiene que ver con las normas sobre ajuste de los contratos.
 
* Mientras la inflación transitaba escalones inferiores, las subas de costos eran relativamente fáciles de estimar y acordar, sin recurrir a cláusulas de ajuste.
 
* La ausencia de un mecanismo legal de indexación de contratos ha evitado que el de por sí elevado ritmo de inflación ingrese en una peligrosa espiral de retroalimentación.
 
* Pero —a cambio, y dada la creciente velocidad con que aumentan los precios— se ha vuelto cada vez más difícil cerrar contratos.
 
* Cuando no se frustran requieren largos procesos de negociación y estrafalarios acuerdos de ajuste —dudosamente ejecutables por no atenerse a las normas.
 
* Así la economía se va refrenando y se malogran buenos negocios; si la inflación se disparase, el parate podría ser generalizado."

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